El 17 de febrero de 2008 la República de Kosovo proclamó su independencia unilateral de Serbia. El primer lustro de vida de la nación balcánica ha estado marcado por una delicada situación económica y, sobre todo, por sus relaciones con Belgrado.
Al anochecer del 17 de febrero de 2008 en medio de un gran júbilo se inauguró en el centro de Pristina, capital de Kosovo, un monumento con la palabra Newborn (recién nacido en inglés). Ese mismo día el primer ministro, entonces y ahora, Hashim Thaçi proclamaba en Pristina la independencia unilateral de la República de Kosovo de Serbia. Nacía una nueva nación en el espacio europeo. En cuestión de horas, Kosovo recibió el reconocimiento de varios países importantes entre ellos el de EEUU, y pesos pesados europeos como Gran Bretaña, Estado francés y Alemania.
Los reconocimientos internacionales se han ido sumando desde entonces. Un total de 99 estados, aproximadamente la mitad de los existentes oficialmente, reconocen Kosovo como Estado. Entre ellos está la mayoría de los países de la UE, a excepción de Chipre, Eslovaquia, Estado español, Grecia y Rumanía. Estos tienen problemas territoriales internos y, por esa razón, supeditan su reconocimiento a la normalización de relaciones entre Pristina y Belgrado. Precisamente el avance del diálogo con Serbia es uno de los mayores obstáculos en el desarrollo de la joven nación balcánica.
Relaciones con Serbia
Serbia ha visto en el proceso negociador y en la minoría serbia que vive en Kosovo el arma perfecta para ir frenando el desarrollo de su vecino como nación independiente. En Kosovo viven algo menos de dos millones de personas, de los cuales solo 65.000 son serbios, pero son la excusa que utiliza Belgrado para seguir reclamando todo el territorio de la república como suyo, así como para poner todas las trabas posibles a su desarrollo económico.
En los últimos meses se han reunido representantes políticos de ambas partes, incluidos sus presidentes y primeros ministros, en un intento de acercar posturas. Ello ha traído consigo ligeros avances en las relaciones mutuas; sin embargo, el escepticismo prevalece en ambas naciones y en la comunidad internacional. Parece poco probable que ninguna de las dos partes vaya a ofrecer concesiones en las cuestiones claves. Para Belgrado, sería la obtención de una amplia autonomía para los serbios residentes en Kosovo, lo que significaría la creación de un país serbio casi independiente dentro de Kosovo. Pristina está interesada en el diálogo para seguir acercándose a la UE, pero no está dispuesta de ninguna de las manera a crear un ente similar a la República Srpska (región serbia en Bosnia) que paralice todas las cuestiones claves que se traten en el país, como de hecho ya pasa en Bosnia.
Problemas internos
Aparte de la minoría serbia, Kosovo no está exento de otros problemas. El principal de ellos es la mala situación económica. En la nación existe cerca de un 50% de paro, el nivel de vida de la población ha empeorado en los últimos años, la educación y el sistema de salud también se ven afectados por la mala financiación. Todo ello tiene como principales responsables a los dirigentes del país. El primer ministro, Hashim Thaçi, y sus colaboradores han sido acusados en numerosas ocasiones de corrupción de alto nivel, pero ninguno de los casos ha sido llevado hasta la fecha a los tribunales.
Algunas voces dentro de Kosovo acusan a las misiones internacionales presentes en la república, especialmente a la misión europea EULEX de permitir esta corrupción en vez de combatirla activamente. La explicación a esto se puede obtener de las numerosas relaciones entre empresas occidentales y los dirigentes kosovares en varios casos de adjudicación de obras públicas o los procesos de privatización de empresas estatales, como las empresas de energía eléctrica, la de telefonía o el aeropuerto de Pristina.
Y, sin embargo, optimismo
Los kosovares son optimistas a pesar de todas las penurias por las que atraviesa el país. La independencia fue el colofón de una dura lucha por la libertad. Y a pesar de que reconocen que todavía les queda un largo camino por recorrer, no dudan de que la separación de Serbia fue la decisión correcta. La convicción de que la comunidad internacional, sobre todo los artífices de su independencia, EEUU y la UE, no les van a abandonar a su suerte, sigue alimentando las esperanzas de los kosovares.
La postura española ante Kosovo
El Estado español no reconoce a Kosovo. Sin embargo, todo podría haber sido diferente hace cinco años. Fuentes cercanas a Hashim Thaçi filtraron hace tiempo que ante la inminente declaración de independencia, el entonces presidente del Ejecutivo español, José Luis Rodríguez Zapatero, escribió una carta al primer ministro pidiéndole que aplazara la declaración. Kosovo debía esperar a que se celebrasen las elecciones generales en el Estado español (9 de marzo de 2008). Zapatero aseguraba que una vez pasadas las elecciones no tendría problemas en reconocer a Kosovo como Estado independiente.
¿Por qué no esperó Kosovo? Los estadounidenses insistieron en que no se debía esperar a nadie. La Administración de George W. Bush tenía unas relaciones bastantes tirantes con el Ejecutivo de Zapatero a raíz de la retirada de tropas de Irak, por ello aprovechaba cualquier momento para menospreciarlo.
El Ejecutivo de Obama ha cambiado su postura, y prueba de ello es que para intentar acercar posturas entre Pristina y Madrid, sentaron juntos al rey español y al primer ministro kosovar durante unas conferencias celebradas en Nueva York en setiembre de 2012. Nada ha trascendido de ese encuentro.
Fuente: http://gara.naiz.info/paperezkoa/20130217/388347/es/Kosovo-cumple-cinco-anos–independencia