Fragatas, blindados, cazabombarderos y submarinos… mientras los ciudadanos se aprietan el cinturón, Defensa elude los recortes presupuestarios para gran satisfacción de los Estados proveedores, con Alemania y Francia en cabeza. Un hombre nos cuenta de memoria la lista de las comisiones del ministerio de Defensa griego: cerca de 60 aviones de combate de tipo Eurofighter, […]
Fragatas, blindados, cazabombarderos y submarinos… mientras los ciudadanos se aprietan el cinturón, Defensa elude los recortes presupuestarios para gran satisfacción de los Estados proveedores, con Alemania y Francia en cabeza.
Un hombre nos cuenta de memoria la lista de las comisiones del ministerio de Defensa griego: cerca de 60 aviones de combate de tipo Eurofighter, por unos 3.900 millones de euros; fragatas francesas, por más de 4.000 millones; patrulleras, por 400 millones; y la modernización necesaria de la flota helena existente conllevaría un coste similar. A todo esto hay que añadir la munición de los tanques pesados Leopard, y, además, hay que reemplazar dos helicópteros Apache de factura norteamericana. Ah, y también convendría comprar submarinos alemanes, por un importe total de 2.000 millones de euros.
Esto que nos filtra nuestro hombre en un café de Atenas suena a locura, pero tiene contactos dentro del ministerio de Defensa griego. ¿Se dispone un Estado al borde de la quiebra, que únicamente se mantiene porque lo financia la Unión Europea a base de miles de millones, a comprar esa cantidad masiva de armamento? Vemos a menudo a nuestro interlocutor en fotos junto al ministro [de Defensa] o a generales; habla con ellos por teléfono de manera habitual, sabe de qué se trata. Incluso él mismo considera que estas compras no son factibles todavía. Pero todo puede cambiar muy rápidamente, puntualiza. «Si, en marzo, Grecia consigue el pago del siguiente plazo de la ayuda financiera, que debería superar los 80.000 millones de euros, sí que es posible que se firmen nuevos contratos de armamento», asegura.
Dudas que disimulan intereses económicos
Totalmente increíble. En primavera sabremos si Grecia se mantiene en la zona euro o si regresa al dracma. La misma mañana en que se nos han desvelado estos secretos en una cafetería, los médicos atenienses únicamente atienden urgencias, los conductores de autobús están en huelga, en las escuelas faltan libros y miles de funcionarios se manifiestan contra su despido programado. El Gobierno griego anuncia un nuevo paquete de medidas de austeridad que apenas ayudarán a ningún ciudadano del país, a menos que trabaje en el ejército o en la industria armamentística, dos sectores que dan la impresión de haberse librado sin apenas rasguños de todas las campañas de austeridad.
En 2010, el presupuesto griego de armamento representa alrededor de 7.000 millones de euros. Es decir, un 3% del PIB, una cifra que, en el seno de la OTAN, únicamente supera Estados Unidos. Desde luego, en 2011, el ministerio de Defensa redujo la partida de nuevas adquisiciones de material en 500 millones de euros. Aunque eso tiene como efecto que las necesidades aumenten en el futuro, argumenta un experto en la materia.
Entre los socios de Grecia en el seno de la UE, son pocos los que se posicionan abiertamente a favor de una congelación total y duradera de los proyectos militares de Atenas. Sirva como ejemplo Daniel Cohn-Bendit, jefe de filas de los verdes en el Parlamento Europeo, que cree que las dudas europeas disimulan unos sólidos intereses económicos.
Alemania la gran favorecida
Por tanto, el principal beneficiario de la política griega de armamento sería precisamente el gran banquero de la Unión, Alemania. Según el Informe sobre las exportaciones de armamento de 2010, que acaba de publicarse, Grecia es, tras Portugal – otro país próximo a la quiebra – , el mayor comprador de equipamiento alemán. Los periódicos españoles y griegos incluso han hecho correr el rumor de que Angela Merkel y Nicolas Sarkozy, en el marco de una cumbre a finales de octubre, invitaron al primer ministro de aquel entonces, Yorgos Papandreu, a cumplir con los contratos de armamento existentes, incluso a firmar nuevos.
¿Es todo ello conciliable? Rotundamente no, constata Hilmar Linnenkamp, un analista del sector: «Fue totalmente irresponsable, en medio de la grave crisis económica que atraviesa Grecia, basta con evocar la cuestión de los Eurofighter» [Grecia encargó 90 aparatos en 1999]. Pero no se trata de estos aviones de combate. Según el último informe sobre las exportaciones de armamento, en 2010, Grecia importó exactamente de Alemania 223 obuses autopropulsados y un submarino. Importe total del encargo: 403 millones de euros. Esos equipamientos han desempeñado un gran papel en la explosión de la deuda pública de Atenas.
Dimitris Droutsas es uno de los pocos griegos que se manifiesta abiertamente con respecto a esas cifras. Hasta junio de 2011, desempeñaba las funciones de ministro de Asuntos Exteriores. «Si hemos gastado tanto en nuestra defensa no es porque nos divierta», explica. Hay que garantizar la seguridad de las fronteras del país frente a las corrientes migratorias provenientes de África del Norte y de Asia, y las tensiones con Turquía serían casi cotidianas. «Como ministro de Asuntos Exteriores, por la tarde recibía un boletín del ministerio de Defensa con la lista de las violaciones turcas de nuestro espacio aéreo». Además, Grecia examina con inquietud el incremento de las actividades de la marina turca en el Mar Egeo, ya fue testigo hace 35 años de «la invasión turca» de Chipre.
Seguridad y empleos
Las autoridades griegas no temen que sus habitantes opongan resistencia. Para la gente, el ejército es sinónimo de seguridad – y de empleos. Resulta algo de gran calado en un país desprovisto de una verdadera industria nacional. Las empresas alemanas de armamento lo han comprendido con el paso del tiempo, y están estrechamente vinculadas a sus homólogos helenos.
Por lo demás, las presiones del exterior solicitando que se ponga fin a esta escalada militar se hacen esperar. Consecuencia: entre las medidas económicas supervisadas por una troika de expertos del Fondo Monetario Internacional, del Banco Central Europeo y de la Comisión Europea, el presupuesto de Defensa apenas ha sido tomado en cuenta.
Ya en 2010, se habría optado por no reducir el presupuesto de adquisiciones más que un 0,2% del PIB, es decir, 457 millones de euros. Podría parecer mucho, pero en el mismo documento se recogía que las prestaciones sociales perdían 1.800 millones de euros. En 2011, la Comisión Europea recomendó de hecho «reducciones de los gastos militares», pero hasta el momento, no se ha concretado en nada.
El Parlamento de Atenas ha sacado partido de esta libertad. Del presupuesto provisional de 2012, está previsto que las prestaciones sociales se retraigan un 9% suplementario, alrededor de 2.000 millones de euros. Las contribuciones a la OTAN deberían aumentar un 50% para alcanzar los 60 millones, mientras los gastos corrientes inscritos en el presupuesto de la Defensa aumentaron 200 millones, alcanzando de hecho los 1.300 millones: un alza de un 18,2%.