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La austeridad no es una meta griega

Fuentes: Asia Times Online

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

¡El sueño de un partido de revancha! Este viernes, el épico «Partido de fútbol para filósofos» de Monty Python, Alemania contra Grecia, se volverá a presentar en vivo en la Eurocopa 2012. No estarán «Platón de portero», «Aristóteles de defensa» o «Nietzsche acusando a Confucio [el árbitro] de comprado», pero se podría saborear el impacto global en el caso que un puñado de futbolistas espartanos obligase al diestro equipo de «Onshela» Merkel a abandonar el euro.

Y especialmente después de que «Onshela» -como parte de una campaña de temor altamente coreografiada- no dejó de intimidar a los griegos antes de las elecciones del domingo pasado, presionándolos para que votaran del modo correcto, es decir, sometiéndose al dictado de la sado-austeridad alemana.

En todo Occidente atlantista, la «narrativa» de los medios corporativos presentó la escasa victoria de la derecha como una decisión colectiva griega de no abandonar el euro, al menos de momento. La eurocracia de Bruselas entró en éxtasis. Luego, tras unos pocos minutos de tiki-taka financiero -como cuando España envió despreocupadamente la pelota a medio campo- el Dios del Mercado reanudó las operaciones.

La idea de que el voto griego ha sido un buen paso para Europa es tan absurda como la idea de un golpe militar en Egipto inmediatamente después de una elección presidencial ganada por la Hermandad Musulmana para abrir una transición gradual hacia la democracia.

Por mucho que los centuriones de la austeridad pregonaran una victoria, lo que sucedió realmente en las elecciones griegas fue un giro aún más claro hacia los partidos anti-rescate. El rescate se conoce en Grecia como «el memorándum». La austeridad -encabezada por el partido conservador Nueva Democracia- «ganó» con cerca de un 40% de los votos, mientras que el 52% de los votantes griegos apoyó realmente a los partidos anti-memorándum.

En todo caso, enseguida esto dejó de ser relevante. El lunes, Zeus neoliberal -conocido como el Dios del Mercado»- ya estaba concentrado en la destrucción de tiki-taka España con una tasa de interés de 7,28%. Zeus es insaciable por naturaleza; en su forma actual siempre quiere devorar a más pensionistas, más desocupados, más jóvenes desocupados, más activos públicos, en todo caso, de cualquier manera, en cualquier sitio, no importa la nacionalidad.

Incluso si los conservadores forman un gobierno de coalición en Grecia y logran sacar algunas concesiones mínimas sobre el papel al frente de sado-austeridad encabezado por Alemania, el único juego en la ciudad (griega) seguirá siendo un páramo social y económico; seguridad social colapsada; escasez de hospitales; uno de cada cuatro trabajadores desocupado; y 7 de cada 10 jóvenes desocupados entre 18 y 24 años que ansían emigrar; emigrantes atacados por los neonazis; empresas cerrando a miles.

Y eventualmente los únicos que se beneficiarán efectivamente serán los neonazis de Amanecer Dorado, que ya consiguieron el 7% de los votos.

Banqueros cautivos

Todo vuelve al supremo imperativo categórico: ¿Cómo puede sobrevivir la eurozona como la conocemos cuando su razón de ser -integración económica y financiera- está colapsando?

Los verdaderos poderes financieros que están detrás de «Onshela» Merkel no quieren eurobonos o cualquier tipo de apoyo colectivo al sistema bancario. Son fetichistas de la sado-austeridad. Lo único que les importa es lo que perciben como interés nacional alemán, no «Europa».

Los franceses, por su parte están ocupados preparando un «Pacto de Crecimiento para Europa» de 11 páginas, su contribución a una cumbre crucial de los días 28 y 29 de junio cuando el laberinto eurocrático (Comisión Europea, Consejo Europeo, Eurogrupo, Banco Central Europeo) más o menos (no) decida los próximos pasos.

Esencialmente, Alemania quiere una unión política -una federación- antes de discutir cualquier otra cosa, mientras Francia quiere una hoja de ruta progresista a seguir durante los próximos 10 años; para los franceses, una unión política no es una condición necesaria para la solidaridad financiera.

El presidente estadounidense Barack Obama es el animador principal de lo que dicen los franceses: primero tenemos que volver al negocio del crecimiento económico, de otra manera todos nos daremos contra el muro. Eso significa una solidaridad financiera inmediata, como en una unión bancaria. Pero el club alemán de la sado-austeridad interpreta todo esto como que los demás europeos se aprovecharán de su poder financiero y por lo tanto no harán el duro trabajo necesario para que sus economías se reactiven.

En teoría, el Occidente atlantista está discutiendo furiosamente todo esto en la reunión del G20 en Los Cabos, México. En este caso el sesgo superficial de los medios corporativos atlantistas es que «las actuales decisiones occidentales influirán -y ciertamente deben influir- en si Brasil, India, Indonesia y Turquía apoyan el orden global de mañana» [1].

Esto no tiene sentido. Los miembros de BRICS Brasil e India y los futuros BRICS como Indonesia y Turquía están sorprendidos ante el grado de indecisión, o postración, occidental a los pies de Zeus neoliberal. Quieren un «orden global de mañana» radicalmente diferente, y comienzan a encontrar sus propias rutas de escape de la contaminación causada por la debacle de la eurozona.

Si solo fuera posible recrear el partido de Monty Python, Kant insistiría en una crítica de la razón pura mientras Platón insistiría en que todos vivamos en una caverna y solo podamos identificar sombras. Sería, esencialmente, un empate y todos se quedarían en el euro.

Nota:

1. Vea Christian Science Monitor , 18 de junio de 2012

Pepe Escobar es autor de Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War (Nimble Books, 2007) y de Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge . Su libro más reciente es Obama does Globalistan (Nimble Books, 2009). Contacto: [email protected]

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Fuente: http://www.atimes.com/atimes/Global_Economy/NF20Dj05.html

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