[Continuando la publicación de textos sobre la situación en Grecia y, particularmente la política de Syriza, nos ha parecido interesante dar a conocer esta reciente entrevista a Alexis Tsipras del semanario británico, considerado de «centro-izquierda», New Statesman. En ella pueden conocerse directamente las opiniones de Tsipras sobre los dilemas que afronta una fuerza de izquierda […]
[Continuando la publicación de textos sobre la situación en Grecia y, particularmente la política de Syriza, nos ha parecido interesante dar a conocer esta reciente entrevista a Alexis Tsipras del semanario británico, considerado de «centro-izquierda», New Statesman. En ella pueden conocerse directamente las opiniones de Tsipras sobre los dilemas que afronta una fuerza de izquierda que mantiene su candidatura a gobernar en Grecia, tal como quiere expresarlas cuando se dirige a la «opinión pública» europea. En este marco, creemos que son un material valioso para los debates de la izquierda alternativa]
En los últimos meses, Alexis Tsipras, líder del movimiento griego de izquierda Syriza y considerado por muchos el próximo jefe del gobierno de Grecia, acaba de realizar una gira internacional con el propósito de construir una amplia coalición de apoyo a la política de su partido contra la austeridad y, si es posible, convencer a la elite política mundial de que un gobierno de Syriza tampoco es una perspectiva tan terrible. La semana pasada estuvo en Londres. New Statesman se reunió con él al final de un apretado programa de reuniones y entrevistas, de camino al estadio en que iba a tener lugar el encuentro del Tottenham Hotspur contra el Fulham.
New Statesman: Acaba usted de pronunciar dos conferencias en Londres: una en la London School of Economics y la otra en Friends House, un lugar conocido por albergar actos de la izquierda. ¿Qué le han parecido las audiencias?
Alexis Tsipras: Tanto en la London School of Economics (LSE), donde yo esperaba que el público fuera un poco más frío aunque resultó ser muy amistoso, como en la organizada por Syriza Londres [en Friends House], la participación fue asombrosa. En la segunda me sorprendió que acudieran casi 600 personas. Y no únicamente griegos, sino también muchos británicos. Creo que esto significa que Syriza no es únicamente un partido con posiciones interesantes, sino también una fuerza capaz de cambiar el paisaje político de Europa, y no lo digo únicamente por Grecia, sino también por toda la gente que ahora necesita reclamar su derecho a una sociedad digna, a la justicia y la esperanza; en contra de quienes desean verles sometidos a esta austeridad que no se limita a eliminar salarios y pensiones, sino también la propia democracia.
¿Cree que puede contar con aliados políticos en el Reino Unido?
He tenido la oportunidad de reunirme con dos grupos de miembros del Partido Laborista: uno oficial, encabezado por [Jon] Cruddas, el jefe de elaboración política del partido, y otro formado por cuatro o cinco diputados laboristas. Tengo la impresión de que el Partido Laborista se halla actualmente en trance de buscar su alma y de que el debate en torno a la austeridad está en marcha, de manera que Grecia es para ellos un caso práctico de interés. Teniendo en cuenta que en el pasado reciente han seguido una política neoliberal, ahora el laborismo está profundamente afectado por todo lo ocurrido en Grecia y en particular por el colapso del PASOK [el partido hermano socialdemócrata griego]. Están siguiendo de cerca la situación y me atrevo a decir que son uno de los pocos partidos muy cercanos al poder en Europa con los que compartimos muchas posiciones y con los que mantenemos una comunicación constante.
¿Así que Syriza puede encontrar un terreno en común con el laborismo?
Esto dependerá de la audacia que muestre [el máximo dirigente laborista Ed] Miliband, especialmente cuando más importe: con motivo de las próximas elecciones, cuando la presión de los medios de comunicación del sistema y los oligarcas británicos empiecen a hablar del «dragón rojo» que amenaza con derruir la City y hundirnos en la inflación y la miseria. Claro que esto no solo dependerá de la entereza de Miliband, sino también de las circunstancias en las que tenga lugar esa batalla. Porque si las elecciones se celebran en 2015, los dos años que quedan serán apocalípticos por los efectos del neoliberalismo en Europa. El Reino Unido ya está en una depresión. Nada mejora. Cada vez más personas en Europa se dan cuenta de que la austeridad no es viable. Espero que la gente vea que no hay otra salida que radicalizar la lucha.
¿Cree que existe un potencial en el Reino Unido para algo parecido a Syriza? ¿Un partido surgido de fuera de las principales corrientes opuesto a la austeridad?
No puedo saberlo. Cada país tiene sus propias características y en el Reino Unido existe una larga tradición bipartidista. Por supuesto, si los laboristas ganan las próximas elecciones y deciden seguir por la senda marcada por Cameron, es casi seguro que perderán todos los lazos con las clases sociales que les apoyan. No cabe duda de que el vacío que dejen se llenará con algo nuevo. Así es como opera la naturaleza y lo mismo ocurre en la política.
En sus conferencias, usted ha hablado de la necesidad de un «pueblo europeo» para encontrar una vía de salida de la crisis. ¿Considera que se dan aquí las condiciones necesarias para ello?
Creo que estamos corriendo un grave peligro: centrar nuestro pensamiento en el pueblo griego, el pueblo británico, los italianos, como entidades separadas. La crisis amenaza con hacernos retroceder, volver a la idea del Estado-nación y al antagonismo entre estos Estados que surgirá como extensión del neoliberalismo, con falsas ideas de competitividad, etc. En cambio, hace falta ver la solución real: que ante problemas comunes necesitamos respuestas comunes. Los europeos no tienen nada por qué pelear entre ellos. Este pulso no se da entre británicos y franceses, griegos y alemanes. Es un pulso entre la clase obrera, los parados y parte de la clase media contra el capital depredador.
Esto nos lleva a una cuestión muy actual y que tiene mucho que ver con lo que está diciendo. ¿Qué opina sobre lo que está ocurriendo en Chipre?
Pienso que es increíble y autodestructivo. Creo que en los próximos días se extenderá al pánico a todo el sur de Europa. Es una decisión muy arriesgada la que han tomado [los de la troika], que demuestra que no comprenden los peligros objetivos a los que se enfrenta la eurozona. Han optado por una eurozona que funciona bajo su mando, con el pueblo subyugado, amenazado con chantajes como este. Me parece que la única posibilidad que tiene Chipre, como otros países, es que el sistema político rechace este chantaje. Si lo acepta, no habrá vuelta atrás. La economía chipriota se irá a pique, su sistema bancario sufrirá una hemorragia de capital porque los depositantes temerán una segunda poda y esto se extenderá por Europa. Por el contrario, si Chipre resistiera y rechazara la operación protegiendo su sistema bancario, enviaría un potente mensaje de confianza y credibilidad a los países del sur de Europa.
Una de las primeras cosas que dijeron sus oponentes en el gobierno cuando se conocieron detalles de la quita bancaria de Chipre es que uno de los diputados de Syriza, Manolis Glezos, había propuesto algo parecido hace poco.
Esto es ridículo.
Pero se ha dicho, a pesar de todo.
Ellos [el gobierno griego] pueden decir misa en su guerra de propaganda. Es la misma caterva de gente que han arruinado el país y son capaces de utilizar cualquier cosa para atacarnos. Claro que Manolis [Glezos] no dijo nunca nada parecido. Una vez habló de la posibilidad de un préstamo voluntario mediante un intercambio de bonos. Su idea no tiene nada que ver con la quita involuntaria impuesta sobre los depósitos chipriotas. Quienes nos gobiernan ahora a golpe de dogma neoliberal, a golpe de subyugación, irán a por todas, no pedirán permiso a nadie para tomar medidas como esta. Nos retrotraerán a la Argentina [de 2001] y al mismo tiempo proclamarán que su objetivo es evitar precisamente esto. De la Rua [expresidente de Argentina] era de todos modos su primo ideológico, y es probable que también tenga que llevárselos un helicóptero cuando llegue el momento de que el pueblo griego reclame sus derechos y vuelva a equilibrar nuestra sociedad, nuestra economía y nuestras vidas. No hay otra salida posible.
Pero sus adversarios dirán que Syriza ya no es tan radical y que ahora se parece a un partido de centroizquierda.
Bueno, da risa que los mismos que afirman que ayudamos a los terroristas nos acusen de volvernos más moderados. Lo único que hacen es lanzar cualquier cosa para ver si cala.
Así que ¿siguen siendo radicales o se han convertido en un partido de centroizquierda?
Syriza es lo que es: un partido radical de izquierda que siente el pulso de los tiempos, sabe lo que está en juego y busca un amplio consenso y la unidad por el cambio político en Grecia. Esto lo aparta de los estrechos límites de la izquierda radical.
¿Y qué dice de las transformaciones que está experimentando Syriza? Porque está fuera de toda duda de que algo está cambiando.
Estamos en un proceso exquisitamente democrático, y con la participación de la gente solo podemos mejorar. Ya hemos logrado mucho, y el año pasado nadie pensaba que Syriza lo conseguiría. En vez de fracciones, tenemos ahora un partido democrático sólido, que opera con la misma libertad de opinión de siempre. Esto dará lugar a la formación de una nueva estructura después de nuestra próxima conferencia, que se reunirá pronto.
¿También están moviéndose en el escenario europeo?
Estamos examinando los cambios que están produciéndose. Nuestro propósito es que haya una cumbre internacional por la renegociación y la cancelación de la deuda de los países europeos periféricos. En este sentido estamos abiertos a la cooperación incluso con fuerzas ajenas a la izquierda europea.
¿Siguen ustedes llamando a «romper con el memorándum» y no pagar la deuda de Grecia a cualquier precio?
Nuestro planteamiento es que el memorándum ya ha fracasado. Es un desastre. Le daremos la puntilla y lo sustituiremos cuando se discuta en el parlamento. Volveremos a negociar con nuestros prestamistas con vistas a un acuerdo viable y razonable que no solo afectará a Grecia, pues no se trata de una crisis exclusivamente griega. Hemos visto que el problema es sistémico. Esto significa que cuando se negocie no será una cuestión de Grecia contra el mundo, sino del sur de Europa contra la señora Merkel.
Dejemos Europa por un momento. ¿Qué hay del resto del mundo? ¿Cuáles han sido los resultados de su reciente gira por América del Sur y del Norte, por ejemplo?
Se trataba de transmitir un mensaje al exterior de que Grecia está padeciendo una crisis humanitaria y que necesita alianzas con las fuerzas que son conscientes de los peligros que acarrea la austeridad para el conjunto del planeta. Tienen todo el interés en apoyar a Grecia, no por caridad, sino más bien porque entienden que hay que parar esta tragedia catastrófica. A través de estos contactos hemos tenido la oportunidad de crear estas alianzas, para hoy y para mañana.
¿Había algo más concreto que negociar en el plano comercial? ¿Petróleo barato de Venezuela, tal vez?
No creo que tenga mucho interés entrar en tanto detalle. Lo que importa es que una serie de países del sur y del norte de América comprenden que el programa griego no funciona y que un gobierno de la izquierda puede abrir una vía de salida, no solo para Grecia, sino también para toda Europa. Proporcionará asimismo una perspectiva de equilibrio para la economía mundial, pues la amenaza real ahora reside en la extensión de la austeridad y la depresión.
¿Es entonces cierto el rumor de que EE UU ve con buenos ojos la posibilidad de que Syriza acceda al poder?
Este es un comentario que dejaré en boca de ustedes los periodistas. El caso es que EE UU está siguiendo una línea política radicalmente distinta de la que aplica e impone en toda Europa Angela Merkel. EE UU ha emitido moneda y trata de aplicar impuestos a los ricos a fin de evitar el abismo fiscal. Son cosas que cualquiera que las proponga en Grecia y Europa será tachado de extremista, cuando es precisamente lo que está haciendo Obama. En este sentido existen elementos comunes, al menos más que en el pasado, en la economía política aplicada. La geopolítica ya es un asunto más complejo, me temo.
Un tema que aparentemente no abordó usted en sus conferencias es el de la inmigración, que la extrema derecha está explotando hasta en extremo terrible. ¿Cuál es la política de Syriza al respecto?
La inmigración es una de las cuestiones más importantes de nuestro programa. El sur de Europa es un punto de llegada y tenemos que buscar una solución más amplia. Es injusto que los países de llegada tengan que cargar con todo el peso de la cuestión. Dublín II [el acuerdo paneuropeo sobre solicitantes de asilo] anula el derecho de los inmigrantes y refugiados a salir del país debidamente documentados. No quieren permanecer en un país en el que no pueden conseguir un trabajo, pero no tienen más remedio. Por tanto, hemos de examinar qué clase de Europa queremos a partir de ahora: ¿Una Europa basada en la solidaridad en que los problemas se repartan equitativamente? ¿O una Europa en que el sur se utiliza de espacio de reserva para pobres mientras el norte vive cómodamente? Abordamos esta cuestión tanto en el plano institucional, tratando de forzar un cambio del tratado, como desde una perspectiva humanitaria. No podemos tratar a esas personas que llegan a nuestro país como ciudadanos de segunda clase.
Especialmente con respecto a los niños y niñas nacidas en Grecia no decimos nada distinto de lo que hace el Reino Unido: deben tener la posibilidad de adquirir la nacionalidad griega. Forman parte del sistema educativo griego, hablan el idioma griego y no conocen otro hogar. Hemos de ver el futuro en una Grecia multicultural, de un modo muy similar a como lo ha hecho el Reino Unido, a mi juicio con buen resultado.
Una última pregunta: ¿Qué peso tiene su función como cara visible de Syriza?
A veces las caras y las personalidades son importantes, pero son las condiciones sociales las que crean el contexto de su actuación. Vengo diciendo lo mismo desde hace tres o cuatro años. La gente acepta ahora este mensaje, no porque yo lo haya cambiado. Creo que la historia la escribirá esa gente, y no los líderes, pese al papel que han de desempeñar los dirigentes en este proceso.
19/03/2013
http://www.newstatesman.com/2013/03/alexis-tsipras-interview
Traducción: VIENTO SUR