La crisis italiana estalla con las elecciones del 25 de febrero. De hecho, a pesar de todos los pronósticos, no se deriva del voto ninguna hipótesis de gobierno creíble y se abre camino con ímpetu la necesidad de una alternativa a las políticas de «rigor y austeridad», que se manifiesta hoy a través del Movimiento […]
La crisis italiana estalla con las elecciones del 25 de febrero. De hecho, a pesar de todos los pronósticos, no se deriva del voto ninguna hipótesis de gobierno creíble y se abre camino con ímpetu la necesidad de una alternativa a las políticas de «rigor y austeridad», que se manifiesta hoy a través del Movimiento 5 Estrellas (M5S), que en la Cámara de Diputados supera el 25% de los votos.
Han sido rechazados el gobierno Monti y el partido que lo ha apoyado más fielmente, es decir, el Partido Democrático (PD).Las políticas de «rigor y austeridad» no convencen y no concitan el consenso. Los que se han distanciado a tiempo (Berlusconi), salvan el pellejo (aunque el centro-derecha pierde alrededor del 16 % con respecto a 2008), y los que se han inmolado en el altar del Banco Central Europeo han sido derrotados. En particular han sido derrotados Bersani (y Vendola, antiguo dirigente de Rifondazione Comunista, presidente de la regiòn de Puglia, dirigente de Sinistra, Ecologia, Libertá, SEL, principal aliado del PD) y Monti, es decir, los mismos que según el Financial Times eran los artífices del único gobierno posible tras las elecciones. El gobierno que merecía la confianza de la Unión Europea, el FMI y EE UU.
Nos encontramos en una situación griega con Grillo en el puesto de Syriza. Grillo es la única respuesta que ha convencido a escala masiva. Una respuesta genérica, pero radical, a la crisis, a la austeridad y a una política de continuidad con los últimos veinte años, a la «casta». Habrá tiempo para evaluar mejor a Grillo, pero es, sin duda alguna, la única propuesta que consigue estar a la altura de los tiempos que corren (que no son tiempos fáciles, evidentemente), en la que se mezclan reivindicaciones contradictorias. A primera vista, en efecto, no se nutre tan solo de la pérdida de consensos en el Popolo della Libertá (PdL, el partido de Berlusconi) y la Liga Norte, y en el ámbito de la izquierda más radical, barrida del escenario, tal vez definitivamente.
La situación es de absoluta ingobernabilidad: resulta difícil imaginar la gran coalición Berlusconi-Bersani una vez que Monti práticamente ha hecho mutis por el foro. Pero en Italia todo es posible y la vocación suicida de la «izquierda» italiana ha demostrado que nunca se agota. El PdL, además, tiene mucho interés en proponer una «gran coalición» que volvería a situar a Berlusconi en el centro de la política, pero habrá que ver cómo se desarrollará el debate en el seno del PD teniendo en cuenta que la estrategia de Bersani ha fracasado. A corto plazo no parece perfilarse otra salida que un acuerdo nacional para elegir un presidente de la República de «garantía» (garantía, claro, para el antiguo régimen).
La vieja izquierda, en cambio, está muerta. Además, un proyecto alternativo no se improvisa en dos meses con ayuda de algún «deus ex machina» ni de un «salvador de la patria» venido de fuera. Beppe Grillo comenzó hace unos diez años y ya en 2008 era una parte activa, aunque no se hubiera presentado, de la campaña electoral. Hemos escrito repetidas veces que nos encontramos ante el fin, político y ideológico, del viejo movimiento obrero. Un hecho que en la izquierda no se ha querido comprender insistiendo obstinadamente y con poca inteligencia en la vía del ensamblaje de partidos y partiditos poco influyentes, desarraigados y carentes de una comprensión real del alcance histórico de los problemas.
La fase que se abre parece por tanto marcada por una completa inestabilidad y por las decisiones que tome el M5S. Habrá que ver qué rumbo enfila el movimiento de Grillo, pues será un sensor importante. En cualquier caso, la vía que tenemos ante nosotros será, al menos durante muchos años, el reto de reconstruir un sujeto real, capaz de competir en el marco actual. No forzosamente desde el punto de vista electoral, y sin duda no durante un tiempo. Servirán «redes de movimientos» que nucleen las resistencias a la crisis y ceben el «tsunami social» cuya urgencia se siente por todas partes.
Pero Grillo demuestra que la resistencia no basta, también hay que tener una idea de futuro, una propuesta convincente, saber ofrecer una esperanza. Polos de movilización, coaliciones sociales sin ninguna concesión a presuntuosas hipótesis de reunificación de la izquierda superviviente, que hasta ahora ha sido el problema y no la solución. La vía de la reconstrucción exige realizar intentos inteligentes,audaces, valientes. Iniciativas inéditas y para las cuales no contamos con paracaídas seguros. Requiere pensamiento y estudio, profundización y amplitud de miras. Necesita, sobe todo, una nueva generación política.
Hemos de partir de lo que hay: los movimientos de los últimos años que han logrado resistir -estudiantes, No TAV, etc.-, las iniciativas emprendidas (en terrenos que nos son próximos: nuevas finanzas públicas, los diversos Occupy) con una única estrategia en mente: la eficacia social y la construcción de una hipótesis de cambio fundamentada en el plano teórico y político. Basta de improvisaciones, de reiteraciones del pasado, de nostalgias de los microaparatos. Basta de grupitos «istas» y todo lo demás. Nos hallamos en mar abierto y esta vez va de verdad.
Fuente: http://www.ilmegafonoquotidiano.it/…
Salvatore Cannavó es militante de Sinistra Critica
Traducción: VIENTO SUR