Era del todo evidente que el capitalismo globalizado, el liberalismo, y el revisionismo histórico, ético político e institucional apuntaban al mismo objetivo. No estaba sin embargo previsto un impacto tan devastador, regresivo, destructivo. Devastador del tejido social, regresivo de la civilización política, destructivo de la totalidad de un orden jurídico: el inmediatamente conectado con la […]
Era del todo evidente que el capitalismo globalizado, el liberalismo, y el revisionismo histórico, ético político e institucional apuntaban al mismo objetivo. No estaba sin embargo previsto un impacto tan devastador, regresivo, destructivo. Devastador del tejido social, regresivo de la civilización política, destructivo de la totalidad de un orden jurídico: el inmediatamente conectado con la estructura de la sociedad, el derecho laboral. Pero el grado de regresión varía de nación a nación, para concretarlo en Italia está la barbarie del berlusconismo. Se le ha sumado, para mostrar la esencia más íntima de la misma . Ha adoptado un nombre que quedará. Lo han dicho ministros y creadores de opinión pública: Pomigliano.[1] No son tan solo los metalúrgicos que trabajan allí los agredidos. Ellos son las primeras víctimas , los primeros de entre los seres humanos que serán sometidos a la irracionalidad y a la inmoralidad del capitalismo del siglo XXl, en Italia, en Europa. La técnica de sometimiento tiene un nombre, world class manifacturing. Está escrito en el punto 5 del acuerdo (?) que la Fiat impone a Pomigliano
A dónde apunta todo esto lo ha explicado lúcidamente Luciano Gallino: a asegurar que nada, exactamente nada, del tiempo de trabajo retribuido pueda ser perdido por el patrón. Lo que implica el máximo rendimiento de cada operación, de cada gesto, de cada minuto, de cada segundo. Por consiguiente el máximo de absorción por parte del capital del tiempo de trabajo. Tantas horas, tantos minutos, tantos segundos de explotación. Implica la reducción de cada trabajador, de cada trabajadora a robot. Puesto que el robot no va a sustituir al ser humano, se debe reducir el ser humano a robot
Y no basta. Desde el momento en que el robot se permitirá, al final de cada turno, volver a ser un ser humano y podría aspirar a ejercer los derechos que dos siglos de luchas del movimiento obrero han conquistado para civilizar la condición humana, se quiere imponer al ser humano que no ejerza esos derechos, comenzando por el derecho de huelga
Se exige que se comprometan mediante contrato a renunciar a ello. En el ínterin se nos prepara para suprimir las fuentes de tales derechos. A sustituir ya sea el contrato colectivo por contratos individuales de trabajo (hechos según el capricho del dador de trabajo) ya sea las leyes, tales como el estatuto de los trabajadores con la farsa escarnecedora del «estatuto de los trabajadores». A modificar el artículo 41 de la Constitución de modo que se distorsione su significado y su alcance, y se esfume su eficacia. A lo que se sabe, inmunizando a priori y como tal, la iniciativa económica privada, denominándola «responsabilidad» cualquiera que sea quien la desarrolle y cualquiera que sea el campo de su ejercicio ( si no es financiero)
Impidiendo por tanto que se pueda obstaculizar el carácter antisocial e incluso prevenir lo criminal, visto que «las intervenciones reguladoras del Estado, de las Regiones y de los Entes locales» se deberán limitar «al control ex post»
¿Después de una «muerte en el puesto de trabajo de esas que no son responsabilidad de nadie, después de un accidente ocurrido en el trabajo, después daños ya ocasionados a la salud, a la seguridad, al ambiente? Así parece. Se quiere evidentemente sancionar de forma totalmente absoluta el dominio de la empresa capitalista, por encima de cualquier otra institución, y sobre la sociedad entera
Se justifica esta contrarreforma constitucional aduciendo la necesidad prioritaria e inderogable de la competitividad. A propósito de la competitividad, va ya siendo hora de denunciar, sin más dilación, el significado real y oculto de la misma. Que no es otro que el de la compresión de los salarios de los trabajadores de todo el mundo hasta reducirlos al umbral mínimo del salario percibido en el más deprimido de los Países del mundo
En Pomigliano es el trabajo humano, es la condición humana, es la dignidad humana, son los derechos humanos, los que sufren un ataque sin precedentes. Defenderlos es defender la propia civilización humana allí donde ésta sea agredida
Gianni Ferrara (1929) enseñó derecho público general, derecho constitucional comparado y derecho constitucional en la Facultad de Jurisprudencia de la Università La Sapienza de Roma. Elegido diputado en 1983 y en 1987, formó parte de la Comisión de Asuntos Constitucionales en ambas legislaturas. En 1992 renunció a una nueva candidatura para reemprender actividades de investigación y enseñanza. Colaborador de las más importantes revistas académicas de derecho y autor de numerosos ensayos, fundó y dirige la revista electrónica Constituzionalismo .
NOTA T.: [1] Pomigliano, ciudad de la provincia de Nápoles donde la Fiat tiene una planta de producción de automóviles
Traducción para www.sinpermiso.info : Joaquín Miras
http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=3437