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La complicidad europea en el tráfico de mujeres

Fuentes: German-Foreign-Policy.com

Traducido por Javier Fdez. Retenaga

Con la participación de Alemania, la agencia europea para el control de las fronteras, Frontex, ha empezado de nuevo la caza de inmigrantes en la costa de Libia. Según informan las agencias de prensa, ha dado comienzo la   «Operación Nautilus III», en cuyo marco barcos europeos controlarán las aguas de Libia. Los migrantes allí detenidos serán trasladados a Trípoli. A las autoridades represivas libias se las acusa de cometer graves vulneraciones de los derechos humanos con los refugiados. Con la nueva operación de Frontex, Berlín participa de nuevo en medidas que empujan a los refugiados a tomar rutas aún más peligrosas en su camino a Europa, incrementándose así la mortandad en las fronteras exteriores de la UE. Esto afecta también a numerosas mujeres. La política fronteriza germano-europea no les deja ninguna posibilidad de entrar legalmente, arrojándolas de este modo en manos de los traficantes de mujeres que abastecen el mercado europeo de la prostitución con prostitutas forzosas. Como en conversación con esta Redacción ha afirmado la periodista Corinna Milborn, que ha investigado la venta de nigerianas en la UE, el Estado alemán, con su política fronteriza, se ha convertido de facto en «un cómplice» del tráfico de mujeres.

Con varias semanas de retraso, debido a desacuerdos en las negociaciones con Libia, ha comenzado estos días la «Operación Nautilus III». Como en los dos años precedentes, barcos europeos persiguen a los inmigrantes en el Mediterráneo, entre Libia, Malta e Italia, para impedir su entrada en la UE. En esta medida, que ha de durar seis meses, participan cuatro países europeos, Alemania entre ellos.[1] Como informa Frontex, los refugiados que sean detenidos en aguas libias serán entregados a las fuerzas represivas de ese país.[2] Sus violaciones de los derechos humanos de los refugiados son conocidas.[3] Con el traslado de los refugiados a Libia, Frontex y los Estados que participan en la operación «Nautilus III», así como el personal que la lleva a cabo, vulneran diversos acuerdos internacionales relativos a la protección de los derechos humanos, entre ellos, acuerdos fundamentales como la Carta Europea de Derechos Humanos o la Convención de la ONU sobre el Estatuto de los Refugiados. 

Más víctimas mortales

Al contrario de lo que se dice desde Berlín, la nueva operación de Frontex «Nautilus III» amenaza con incrementar aún más el número de víctimas mortales en las fronteras europeas. Ya a comienzos de año, el Ministerio de Interior español informó de que la cifra de refugiados que murieron ante las costas españolas al intentar entrar en el país aumentó de nuevo en 2007. La ampliación de los controles hizo allí que los refugiados se desviaran hacia rutas más peligrosas, con consecuencias fatales. Algo parecido cabe temer ahora. Sólo en abril, los observadores contabilizaron en el Mediterráneo y el Atlántico 101 víctimas del blindaje fronterizo germano-europeo. Si tenemos en cuenta el hecho de que no hay forma de contabilizar el número de embarcaciones de refugiados que parten clandestinamente de las costas africanas, muchas de las cuales se hunden en el mar, hay que contar con una cifra mucho mayor.

La política de fronteras

Con el mayor blindaje de las fronteras exteriores, empeora en particular la situación de las mujeres africanas que tratan de entrar en la UE. En un estudio publicado recientemente, las periodistas Corinna Milborn y Mary Kreutzer describen esa evolución tomando como ejemplo a las nigerianas que huyen hacia Europa tratando de escapar de la extrema pobreza imperante en su país. Los inalcanzables requisitos para obtener un visado, de los que Berlín es corresponsable, colocan a las mujeres que quieren huir en una situación que sólo tiene una salida, con graves consecuencias. Quien ve que las únicas oportunidades de futuro están en Europa, a falta de posibilidades de entrar legalmente, «se ve empujado hacia los métodos ilegales», dice Corinna Milborn, en conversación con german-foreign-policy.com. «Cuando tienen que dirigirse a alguien que les proporcione un visado falsificado o les ayude a entrar en Europa ilegalmente, a menudo se encuentran ya en manos de los traficantes de mujeres». Milborn afirma, en consecuencia, «que la política europea de fronteras juega un papel importante en el suministro de mujeres a los traficantes». 

A través del desierto

Entre tanto, debido al cierre de fronteras, las rutas de huida se concentran en el paso a través del Sáhara, un camino que se ha convertido en un verdadero martirio, sobre todo para las mujeres, desde que Berlín y Bruselas instan a los países norteafricanos a dar caza a los fugitivos. Como informan Corinna Milborn y Mary Kreutzer, las mujeres que se dirigen a la costa norteafricana no sólo se ven forzadas a esconderse en el desierto, donde subsisten en una extrema miseria, sino que ya allí se ven obligadas a prostituirse. El penoso viaje se prolonga habitualmente por espacio de varios meses, a veces años, y si antes no acaba con la muerte en el Sáhara, finaliza con una peligrosa travesía en patera por el Mediterráneo. En el caso de que las mujeres no sean atrapadas en el mar por la policía fronteriza germano-europea, y entregadas quizá a las autoridades libias y sus abusos, en Europa se verán de nuevo obligadas a ejercer la prostitución. 

Expulsiones 

La política alemana en materia de inmigración favorece los manejos de los tratantes de mujeres, incluso dentro del país. Para su persecución es decisiva la disposición a declarar de las mujeres obligadas a prostituirse. Si éstas se deciden a declarar contra los culpables, reciben un permiso de residencia para el tiempo que dure el proceso judicial, «esto es, mientras son de utilidad», dice Corinna Milborn. Después, son expulsadas a su país de origen. Una medida fatal que no sólo las devuelve a la pobreza de la que trataban de huir, sino que las deja además en manos de la red de traficantes de mujeres que opera en el país. «La vida de una mujer que ha prestado declaración se encuentra en extremo riesgo tras la expulsión», afirma Milborn. «Debido a esta forma de tratarlas, los éxitos en la lucha contra los traficantes de mujeres son escasos, pues las afectadas (…) casi siempre se niegan a declarar a causa de un justificado miedo». Berlín no facilita permisos de estancia prolongados ni programas de protección, lo que permitiría a las afectadas dar el paso de denunciar a los traficantes.

El estado del tráfico de mujeres

De ese modo, Alemania no es sólo desde hace años el primer país de destino del tráfico de mujeres procedente de Europa del este, sino también, de forma creciente, el mercado de venta de las prostitutas forzosas procedentes de África, sobre todo de Nigeria. En la primavera de 2000, con motivo de una visita a Nigeria del entonces ministro de Exteriores Josef Fischer, el gobierno federal manifestó que se combatiría «el problema del tráfico de mujeres de Nigeria a Europa, y en particular a la República Federal Alemana».[4] Desde entonces, la cifra de nigerianas víctimas de ese tráfico se incrementa cada año entre un 5% y un 16%. Así lo muestra el estudio «Situación del tráfico de mujeres», llevado a cabo por la Oficina Federal de Investigación Criminal (BKA). El número de nigerianas que ejerce la prostitución (la mayoría a la fuerza) en Europa se estima en unas 100.000. En su traslado a Alemania a menudo participan redes locales. En 2006, año al que se refiere el último informe de la BKA, tres personas han sido objeto de investigaciones de la fiscalía como sospechosos.

El desencadenante

El ejemplo de Nigeria muestra de modo paradigmático cómo Alemania y Europa han contribuido a crear las causas del tráfico de mujeres. En los años 70, Nigeria experimentó un esperanzador despegue debido al boom del petróleo, y se desplomó económicamente en los 80, al caer los precios del crudo. Las diferencias sociales se agudizaron notablemente debido a los llamados programas de ajuste estructural del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, dos instituciones en las que los Estados europeos tienen un considerable poder de influencia. Hoy en día, las empresas europeas y estadounidenses explotan las materias primas del país, mientras la población local se empobrece aún más. Sólo desde 1980 hasta 2000, la renta per cápita se redujo en Nigeria a menos de la mitad, y la parte de la población que no dispone siquiera de un dólar diario para sobrevivir ha aumentado del 28% al 70%.[5] Cuando en los años 80 comenzó el dramático declive, se empezó a llevar a Europa a las primeras nigerianas para su explotación como prostitutas forzadas. El desastre social, al que contribuyeron la rica Europa y sus empresas, desencadenó el comercio de mujeres.


Notas:

[1] Ripartono i pattugliamenti nel Mediterraneo: Al via nel Canale di Sicilia la missione Europea di pattugilamento anti-immigrazione «Nautilus III»; Agenzia Aise, 20 de mayo de 2008.

[2] Go ahead for Nautilus 2008; www.frontex.europa.eu , 7 de mayo de 2008.

[3] Miraggio Europa: in aprile, 101 migranti morti; Agenzia dire, 8 de mayo de 2008.

[4] Parlamento alemán, Impreso 14/3257, 26 de abril de 2000.

[5] Mary Kreutzer, Corinna Milborn; Ware Frau. Auf den Spuren moderner Sklaverei von Afrika nach Europa (Mujeres mercancía. Tras los pasos de la moderna esclavitud de África hacia Europa), Ecowin Verlag, Salzburgo 2008.

Fuente: German-Foreign-Policy.com 

Traducido del alemán al español por Javier Fdez. Retenaga, miembro de Rebelión y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística (www.tlaxcala.es). Esta traducción es copyleft para uso no comercial: se puede reproducir libremente, a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, al traductor y la fuente.

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