Mientras en Venezuela la cotidianidad sigue en calma, en el exterior se afirmó y denunció un supuesto golpe de Estado. Con esto queda claro que la oposición política en Venezuela se hace desde el exterior mejor que a lo interno. Se trata de una estrategia doble, bilateral y multilateral. Colombia y Chile llaman a sus […]
Mientras en Venezuela la cotidianidad sigue en calma, en el exterior se afirmó y denunció un supuesto golpe de Estado. Con esto queda claro que la oposición política en Venezuela se hace desde el exterior mejor que a lo interno.
Se trata de una estrategia doble, bilateral y multilateral. Colombia y Chile llaman a sus embajadores a consulta, y más frontalmente, Perú lo retira. Hay que tener en cuenta que Perú en el tiempo reciente es el vocero designado por Estados Unidos en esta afrenta para encabezar las acciones contra Venezuela, desplazando a Paraguay en ese rol que venía desempeñando hasta ahora. Tal vez la situación interna del país guaraní no les permita asumir a cabalidad esa tarea. Queda claro que no es un tema de moral, cuando el propio Canciller Loizaga (paraguayo) viaja a Buenos Aires de emergencia para tratar la situación de Venezuela mientras todavía el congreso paraguayo ardía en llamas.
En el campo multilateral el MERCOSUR se convirtió en el escenario preferido. Una vez la derecha se empodera (por diferentes vías) en Argentina y en Brasil, se rebusca una sanción inexistente para cesar a Venezuela de ese bloque aduciendo incumplimiento de los compromisos de incorporación normativa. Todo el que puede analizar un poco más allá de las matrices impuestas por los medios, entiende que se trata de una argucia con nulo asidero jurídico.
Ahora se reúnen nuevamente, ya sin Venezuela, y amenazan con aplicar la Clausula Democrática. Los medios afirman que ya se aplicó, sin embargo para imponerla van a necesitar del consenso de Chile y Bolivia que son parte del Protocolo de Ushuaia sobre compromiso democrático en Mercosur, aún cuando no son estados parte del bloque. Esto complejiza el panorama.
Si algunos gobiernos han devenido voceros en esta tarea, algunos personeros también. En este caso Luis Almagro, cumple una labor que raya en lo ridículo, por burda y parcializada. En la OEA, se ha buscado en varias ocasiones la aplicación de la Carta Democrática, en intentos hipócritas por juzgar las dificultades de uno de sus miembros e ignorando las del resto, que no son pocas.
En esta nueva pasada, tampoco han logrado los votos suficientes contra Venezuela, aún mediando amenazas públicas de personeros estadounidenses contra algunos países. El despliegue diplomático y sus resultados ha sido uno de los grandes triunfos del gobierno bolivariano en esta etapa.
Las tensiones en Venezuela durante las dos últimas décadas han servido también para develar el sentir de la izquierda internacional. Así como en 2002, cuando se consumó por breve tiempo un verdadero golpe de Estado contra el Comandante Chávez, varias «izquierdas» salieron a reconocer al gobierno de facto, y finalmente quedaron bastante mal puestos cuando a las horas se retomó el hilo constitucional. De igual forma, ahora el escenario se esclarece frente al escándalo generado a partir de la sentencia del Tribunal Supremo Venezolano. Las manifestaciones internacionales no se han hecho esperar, y mientras unos repiten a coro lo que los grandes medios propagan sobre un supuesto golpe de Estado y evitan tomarse la foto al lado de Venezuela (así como lo han hecho con Cuba), muchos actores han tenido una lectura política más clara.
No se han hecho esperar las manifestaciones de solidaridad de gobiernos, organizaciones sociales, partidos políticos e individualidades del mundo y la región. Un buen ejemplo son las declaraciones emitidas por el presidente del Partido Comunista de Chile, y la posterior Declaración Pública en solidaridad con Venezuela, que posicionándose contra la denuncia de golpe de estado desde la comparación con la dramática experiencia de Chile hacen un trascendente aporte en esta coyuntura.
Los llamados al diálogo son una constante en quienes apuestan por el buen desenvolvimiento de la situación actual venezolana. Lamentablemente la oposición política se ha levantado de la mesa hace meses y no atiende llamado alguno, su apuesta es al caos, y por esa misma razón se niegan a adecuarse y legislar desde la Asamblea Nacional. Hecho que desencadenó la sentencia del Tribunal Supremo, vista la necesidad de legislar materias de especial trascendencia.
Sin gente en las calles, sin respaldo en las Fuerzas Armadas, sin liderazgo visible, y sin mayores propuestas constructivas, la oposición venezolana no está interesada en ser un interlocutor político interno, por eso sus acciones se orientan desde y para el exterior, sus mejores voceros son gobiernos, medios y actores regionales, de ahí que el caos es su mejor apuesta para lograr la injerencia.
Karla Díaz Martínez. Analista.
Fuente: http://www.elsiglo.cl/2017/04/
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.