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La Convención de los Derechos del Niño y la Esperanza del Mundo

Fuentes: Adital

La Convención De los Derechos del Niño, sólo no ha sido ratificada por dos de los 192 países de la ONU: Somalia y Estados Unidos, dice una noticia verídica. ¿Puede Ud. creerlo? No son fáciles los tiempos que corren y se vive en crisis permanente, ya sea económica, climática y de otros tipos, pero crisis […]

La Convención De los Derechos del Niño, sólo no ha sido ratificada por dos de los 192 países de la ONU: Somalia y Estados Unidos, dice una noticia verídica. ¿Puede Ud. creerlo?

No son fáciles los tiempos que corren y se vive en crisis permanente, ya sea económica, climática y de otros tipos, pero crisis en fin del desarrollo humano. Todo tiene su origen. Para estas son la opulencia y el derroche de unos pocos, sustentada en una superexplotación feroz del hombre o del ambiente, y la miseria y la carencia de muchos, explotados hasta el infinito, que representan la mayor parte de la humanidad.

A pesar del desamparo que carga sobre los hombres esa parte sufrida y desprotegida de la humanidad, de la existencia frágil y precaria, de los valladares y acosos para su supervivencia, desarrollo y felicidad, aún en esas condiciones difíciles y terribles se sueña y lucha en forma tenaz por alcanzar un mundo de relaciones humanas mejores en el que la solidaridad, la libertad, la equidad y la justicia primen definitivamente.

Cuando en el mundo se manifiestan tantos egoísmos que matan física y espiritualmente al género humano ¿cómo no luchar y defender los derechos humanos y, en especial, los de los niños y niñas?

Con ese aliento y visión de futuro, José Martí, Héroe Nacional de Cuba, fue capaz de sintetizar un principio que, concebido en el siglo XIX, puede presidir los esfuerzos que realiza la comunidad internacional desde 1959 por plasmar los principios y derechos que respaldarán la existencia y desarrollo de los niños. Expresó Martí: «Para los niños trabajamos, porque los niños son los que saben querer, porque los niños son la esperanza del mundo.»   

La historia de la preocupación por la situación y destinos de los niños en el mundo a nivel internacional, tiene estos antecedentes hasta la actualidad. En 1954 la Asamblea General de las Naciones Unidas recomendó (Resolución 836(IX)) que todos los países instituyeran el Día Universal del Niño, fecha que se dedicaría a la fraternidad y a la comprensión entre los niños del mundo entero y se destinaría a actividades propias para promover el bienestar de los niños del mundo. El día 20 de noviembre de 1959 la Asamblea aprobó la Declaración de los Derechos del Niño y el 20 de noviembre de 1989 aprobó la Convención sobre los Derechos del Niño.

A nivel mundial la infancia ha devenido en el objetivo central para muchos gobiernos. No obstante a la existencia de una declaración de derechos del niño, a los acuerdos firmados por muchos gobiernos, a las medidas económicas, políticas, jurídicas y sociales puestas en vigor para protegerlos, el compromiso y esfuerzo aún resulta insuficiente. En gran parte de los países ocurre que las necesidades y derechos de los niños quedan postergados ante una realidad que se impone desde la cuna hasta la muerte en la misma sociedad en que están inmersos.

En realidad cada año son alarmantes las cifras que brindan organizaciones como la UNICEF en relación a la infancia. Algunas de estas cifras indican que 600 millones de niños viven en la pobreza, a 121 millones se les niega el derecho a la educación e incluso de 10 niños que cursan la enseñanza primaria solo uno llega a nivel medio, 352 millones se ven obligados a trabajar largas jornadas, con cargas pesadas sobre sus hombros, herramientas peligrosas o productos químico tóxicos, más de 2 millones son obligados a ejercer la prostitución o son utilizados en la pornografía convertidos en objeto de placer, 2,3 millones de menores viven con VIH, la mayoría de ellos carecen de asistencia y tratamiento médico, cada día dos niños contraen el SIDA y uno muere a causa de enfermedades relacionadas con este virus. Desde 1990, más de dos millones han fallecido por los conflictos armados y otros miles mueren a consecuencia de enfermedades prevenibles o son víctimas del tráfico humano.

¿Cuántos niños habrán muerto y morirán todavía a consecuencia de las bombas y la metralla de los Estados Unidos y sus aliados en las guerras que libran en Irak y Afganistán?

¿Cuántos niños mueren «pacíficamente» en Estados Unidos, la nación más rica del mundo, debido a que no tienen la debida protección de los servicios de salud, por falta del consabido seguro médico y la falta de una política de atención integral que incluya a la población más pobre, que alcanza un monto superior a cincuenta millones de personas?

Los niños cubanos viven una realidad privilegiada. Ellos son una prioridad para el estado y las organizaciones políticas y de masas, que velan por su atención, desarrollo, y bienestar integral. Este esfuerzo implica que Cuba haya alcanzado indicadores de desarrollo humano y de salud de los más altos, la mortalidad infantil de las más bajas del mundo, inmunización contra enfermedades con más de 10 vacunas, mortalidad materna, y una tasa de escolarización plena, una educación gratuita y universal, acceso pleno a la cultura desde la misma escuela, participación activa y democrática a través de sus organizaciones estudiantiles.

Lo anterior es reconocido por todos los organismos internacionales especializados en la materia, pues como expresara Margaret Chan, Directora General de la OMS, en visita reciente a Cuba, este país es realmente único y se esfuerza por mejorar la calidad de vida de sus habitantes y la de las otras naciones hermanas.

Es necesario que se tengan presentes a los niños todos los días del año y no solamente durante la celebración del Día de la Infancia.

En Cuba, como en otros países, se escogió el 1 de junio para celebrar el día de la infancia, ya que este día pero del año 1942, durante la segunda guerra mundial ocurrió una cruel matanza en un poblado checo, donde fascistas alemanes asesinaron a 140 jóvenes y a todos los bebés. Las mujeres y 90 niños más fueron llevados a los campos de concentración e incendiaron la villa dejando todo en ruinas. Por tal motivo y en conmemoración a los miles de niños que han muerto en este y otros conflictos bélicos es que se seleccionó el primero de junio como el Día Internacional de la Infancia.

La Convención sobre los Derechos del Niño (CDN) es un tratado de las Naciones Unidas y la primera ley internacional sobre los derechos del niño y la niña «jurídicamente vinculante». Esto quiere decir que su cumplimiento es obligatorio para los Estados que la han ratificado. Reúne derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales, reflejándolas diferentes situaciones en las que se pueden encontrar los niños, niñas y jóvenes de todo el mundo. La Convención tiene 54 artículos que reconocen que todos los menores de 18 años tienen derecho al pleno desarrollo físico, mental y social y a expresar libremente sus opiniones. Pero además, la Convención es también un modelo para la salud, la supervivencia y el progreso de toda la sociedad

Por todo lo anterior, constituye un hecho defraudante que la Convención De los Derechos del Niño, sólo no haya sido ratificada por dos de los 192 países de la ONU: Somalia y Estados Unidos,   ¿Puede Ud. creer la no ratificación de la Convención por parte de los Estados Unidos?

En Cuba se tiene el privilegio que José Martí dejara a los cubanos y al mundo un legado ideológico, pedagógico y sentimental tan alto sobre los niños.

Nos dijo el Maestro que «en una república es un deber ejercitar todos los derechos».

«Sin los niños no se puede vivir, como no puede vivir la tierra sin luz. El niño ha de trabajar, de andar, de estudiar, de ser fuerte, de ser hermoso…»

«Los niños debían juntarse una vez por lo menos a la semana, para ver a quien podrán hacerle algún bien, todos juntos».

«Así queremos que los niños de América sean: hombres que digan lo que piensan, y lo digan bien…es necesario que los niños no vean, no toquen, no piensen en nada que no sepan explicar.»

«A los niños no se les ha de decir más que la verdad, y nadie debe decirle lo que no sepa que es como se lo está diciendo, porque luego los niños viven creyendo lo que les dijo el libro o el profesor, y trabajan y piensan como si eso fuera verdad, de modo que si sucede que era falso lo que les decían, ya les sale la vida equivocada, y no pueden ser felices con ese modo de pensar, ni saben como son las cosas de veras, ni pueden volver a ser niños, y empezar a aprender todo de nuevo.»

Al cumplirse el 22 de Noviembre el cincuenta aniversario de la Declaración de los Derechos del Niño y el veinte aniversario de la Convención de los Derechos del Niño, queda, a pesar de las conquistas de los derechos reconocidos, la insatisfacción por la situación real que viven, mejor es decir que sufren, millones de niños y niñas, personas de menos de dieciocho años, en este nuestro mundo, poblado de calamidades que atentan contra la felicidad de adultos y niños.

Por eso es alentador el mensaje vaticinador de Martí: «Para los niños trabajamos, por que los niños son la esperanza del mundo».

* El autor es Doctor em Ciências Médicas. Profesor de Mérito
Fuente: http://www.adital.com.br/site/noticia.asp?boletim=1〈=ES&cod=42699