La crisis y el euro. Esos son los principales quebraderos de cabeza de los islandeses en la víspera de las legislativas que van a celebrarse este sábado. Los sondeos conceden una holgada victoria a la coalición de izquierdas que llegó al poder el pasado mes de enero, cuando el huracán financiero precipitó la caída del […]
La crisis y el euro. Esos son los principales quebraderos de cabeza de los islandeses en la víspera de las legislativas que van a celebrarse este sábado.
Los sondeos conceden una holgada victoria a la coalición de izquierdas que llegó al poder el pasado mes de enero, cuando el huracán financiero precipitó la caída del gobierno conservador. Los socialdemócratas están a favor de la adhesión a la UE, o más bien de la entrada en la zona euro. El pragmatismo ante todo.
«Nunca lo he escondido -decía la primera ministra, Johanna Sigurdardottir.-. Si ganamos, una de mis prioridades será iniciar contactos con Bruselas para entrar en el bloque y adoptar la moneda comunitaria. Creo que sería un error no aprovechar esta oportunidad. Y por eso no debemos tener miedo a celebrar un referrendum».
Sin embargo, sus socios, los verdes, son un poco más reacios a la adhesión, debido principalmente a la política pesquera comunitaria.
Los conservadores, por su parte, se convertirán, según las encuestas, en la tercera fuerza política. La crisis que no vieron venir y que estuvo a punto de llevar al país a la bancarrota sigue pasándoles factura.
Islandia: retrato de un país en crisis
Obras paradas en Reikiavik, una imagen habitual desde que la crisis financiera golpeó con fuerza el país el pasado otoño. Muchas de estas construcciones inacabadas podrían seguir así durante una década…el sector ha sido el primero en sufrir las consecuencias de la quiebra del sistema bancario islandés que puso al país al borde de la bancarrota.
El 6 de octubre de 2008, el primer ministro Geir Haarde anunció a los islandeses medidas especiales para salvar el sistema bancario.
Fue el estallido de la crisis. Siete meses más tarde y tras recurrir a un préstamo internacional de casi 8 mil millones de euros bajo la égida del FMI , la economía islandesa está en un pozo.
El índice de paro está al 9%, mientras que en tiempos normales oscila entre el uno y el 3%. La inflación es del 15,2%, y el FMI preve un déficit presupuestario del 13,5% este año, asi como una contracción del PIB del 10%.
Un horizonte negro para los islandeses que han visto duplicarse sus hipotecas. Es el caso de Anna, madre soltera. Su puesto de profesora será suprimido por restricciones presupuestarias:
«Por supuesto que el precio de todo ha subido pero los salarios siguen igual. Eso afecta a todo el mundo, en menor o mayor medida, como a mi. Tengo que congelar mis mensualidades regularmente, pero esa es una solución a corto plazo.»
Sin perspectivas, los parados comienzan a pensar seriamente en emigrar.
«Me gusta Islandia, -dice esta joven- siempre he vivido aquí y me gustaría quedarme en el futuro, pero si los políticos no hacen nada para solucionar el problema del paro, si el desempleo sigue aumentando y no se crean nuevos puestos, me veré obligada a emigrar. Así son las cosas»
Con el otrora robusto sector bancario arruinado, Islandia se vuelve hacia otras actividades de menos riesgo.
La exportación de aluminio es una fuente de ingresos, pero los precios internacionales han caído en picado. El mismo problema que se plantea con las exportaciones derivadas de la pesca, la actividad tradicional en Islandia.