Traducción de Faustino Eguberri – Viento Sur
La situación en las fronteras terrestres entre Grecia y Turquía, en la región (ubicada en el extremo noreste de Grecia) alrededor del río Evros, se ha vuelto trágica.
El gobierno de Kyriákos Mitsotakis (Nueva Democracia), establecido desde principios de julio de 2019, cerró la frontera y desplegó una fuerza impresionante en Evros. Está formado por batallones militares, fuerzas policiales, patrullas de la guardia fronteriza y ciertas fuerzas navales especializadas en la devolución de inmigrantes tanto en el mar como en los ríos.
Al mismo tiempo, el gobierno no solo ha tolerado sino que ha alentado política y organizativamente la movilización de grupos espontáneos de ciudadanos indignados que complementan a las fuerzas represivas del Estado, saliendo a la caza de las y los refugiados e inmigrantes durante las noches heladas.
Todo esto es una nueva oportunidad para los destacamentos de asalto neonazis, que estaban en declive después de la crisis paralizante de Amanecer Dorado (tras el asesinato del cantante Pavlos Fyssas en septiembre de 2013, se abrió un juicio que terminó por una absolución en diciembre de 2019), para tratar de reorganizarse. Grupos neonazis de Europa se han presentado a su lado, organizando viajes a Grecia para ayudar a repeler la invasión y la amenaza de islamización («gran reemplazo») del Viejo Continente.
Es literalmente impactante que el vocabulario de estos grupos neonazis esté ahora presente en la forma y el contenido de las declaraciones del gobierno. El portavoz del gobierno habló de una «amenaza asimétrica» (término militar renovado para calificar un peligro semi-terrorista) a la que se enfrenta el país. El gobierno ha declarado que está actuando contra una «invasión». Durante un discurso en el pueblo de Kastanies en la región de Evros, el primer ministro declaró que «es mi deber proteger las fronteras de mi país (…). Estamos listos para hacer frente a cualquier escenario». Es evidente que la parte crucial de esta declaración es la voluntad declarada de enfrentar «cualquier escenario». Esto va más allá de la posición tradicional con respecto a «cualquier escenario en tiempos de paz», dejando la puerta abierta a políticas que (como veremos en este artículo) se están preparando de forma práctica.
“Cero tolerancia” hacia los refugiados, decisiones con un impacto simbólico reaccionario
Por supuesto, no es solo la retórica lo que se ha endurecido. Desde el 1 de marzo, el estado griego se ha negado a recibir solicitudes de asilo, en violación flagrante de todos los tratados internacionales. Cualquier persona de Afganistán, si es arrestada, corre el riesgo de ser expulsada, ya que el gobierno griego considera que hay un tratado de paz firmado en ese país (negociaciones concluidas en Doha entre los Estados Unidos y los Talibanes). Según el gobierno griego, sus vidas ya no están en peligro si se ven obligados a regresar a su país. Se ha ordenado a los aparatos estatales que ejerzan «tolerancia cero» hacia todas las personas refugiadas e inmigrantes. Esto se traduce en una miseria indescriptible para miles de personas.
En las difíciles aguas invernales del mar Egeo, la guardia costera despliega una táctica generalizada (y aceptada públicamente) de rechazar las embarcaciones de refugiados. En términos simples, esto significa expulsiones violentas que no dudan en arriesgarse a causar naufragios fatales, en violación flagrante del derecho internacional del mar y las tradiciones de los pueblos que viven junto al mar.
La mayoría de las y los refugiados están atrapados en las islas del este del mar Egeo, de conformidad con el tratado racista firmado entre Grecia, la Unión Europea y Turquía. Están amontonados en campamentos como el sórdido campamento de Moria, en la isla de Lesbos. A medida que la amenaza del coronavirus se cierne sobre el país, todos aguantamos la respiración por la tragedia que puede ocurrir si (o cuando) se anuncie que una persona entre ellas esté infectada.
Antes de las elecciones, Mitsotakis prometió cerrar los campamentos de la vergüenza como el de Moria. En ese momento, eligió criticar al gobierno de SYRIZA y susurró un moderado antirracismo, que se suponía que correspondía a las ideas neoliberales cosmopolitas de los líderes del partido. Por supuesto, después, no solo mantuvo los campos, sino que también ha gestionado un aumento enorme del número de personas detenidas en esos campos.
El gobierno perdió el control de las movilizaciones de las y los isleños que exigieron el cierre de los campamentos y la salida de las y los refugiados (estas movilizaciones fueron organizadas por la extrema derecha y se beneficiaron de la protección política de una gran capa de cuadros medios de Nueva Democracia). Así que ahora está buscando soluciones alternativas. Está considerando públicamente la posibilidad de amontonar a las y los refugiados en nuevos campamentos que se construirán en islas deshabitadas y áridas del Mar Egeo. Es una provocación grosera, que conlleva un poderoso simbolismo histórico: las islas deshabitadas del Mar Egeo fueron utilizadas como lugares de encarcelamiento y exilio para militantes de izquierda después de la guerra civil (1949). Las islas secas y áridas de Gyaros y Makronisos fueron lugares de martirio para los presos políticos durante la dictadura militar de 1967-1974. Esto sirve como una advertencia sobre los posibles resultados de una sinergia entre el racismo y el nacionalismo, si no se responde.
El pretexto para este endurecimiento general de las políticas racistas del estado griego fue la decisión del gobierno de Erdogan de autorizar a cierto número de refugiados a llegar a la frontera terrestre entre Grecia y Turquía e intentar huir al norte y oeste de Europa a través de Grecia. Fue un movimiento de distracción de Erdogan, ante la escalada de los disturbios económicos y políticos que enfrenta su gobierno. La idea era presionar a la UE (Unión Europea) para que renegocie la implementación del acuerdo UE-Turquía de marzo de 2016. La UE está reteniendo los pagos financieros a Turquía; por lo tanto, debe liberar fondos y pagarlos directamente en las cuentas del Estado turco, no sobre la base de proyectos a instituciones internacionales y ONG internacionales. Era también y sobre todo, un medio de presión para obtener medidas susceptibles de romper el aislamiento geopolítico del régimen turco, frente a las dificultades que encuentra en Siria.
Algunas cifras…
En tal clima de tensiones crecientes, es importante mantener la calma y no olvidar los números reales.
El número de refugiados al que el gobierno turco autorizó a llegar a la frontera es de alrededor de entre 12.000 y 15.000 personas. Este número difícilmente puede validar la histeria de una invasión y de una amenaza asimétrica. Además, el número de refugiados que permanecen en Grecia nunca ha superado las 65.000 personas.
Los flujos que entran en el país (controlados por el acuerdo UE-Turquía, las fuerzas del Estado griego, Frontex y la OTAN que patrullan el Mar Egeo …) son compensados por los flujos que salen del país hacia el norte y oeste de Europa. Una gran mayoría de estas personas desean unirse con sus familias (reunificación familiar) o con las comunidades de sus conciudadanos ya establecidas en el país. Ninguna fuerza puede detener esta aspiración.
La negativa de los gobiernos, bajo SYRIZA antes y ahora bajo Nueva Democracia, a legalizar a las y los refugiados, proporcionarles documentos de viaje y permitirles moverse legalmente no significa que su viaje se anule. Significa que el viaje continúa ilegalmente: las personas refugiadas pagan un fuerte impuesto de sangre por ello, con muertes horribles dentro de contenedores, bodegas de barcos y camiones de doble fondo. Por lo tanto, no hay una base objetiva para la ola de racismo que está aumentando hoy. Grecia es un país que recibe más de 35 millones de turistas cada verano. Tiene una gran infraestructura para esto. Una pequeña parte de esta infraestructura podría acomodar a las y los refugiados de manera humana, sin causar problemas a las llamadas comunidades locales. Y de todos modos el número de 65.000 personas refugiadas que sobreviven en Grecia no puede ser comparado a los 3,5 millones de refugiados y refugiadas sirias que viven en Turquía o a los centenares de miles de personas refugiadas que viven en Líbano o en la pobre Jordania, países en crisis.
Reforzar el deslizamiento hacia la derecha
El elemento fundamental para interpretar el histérico cambio racista de Mitsotakis es diferente.
Por un lado, está la conjunción de la cuestión de las y los refugiados con la competencia geopolítica entre Grecia y Turquía. El uso por parte de las y los políticos de términos como “invasión” y «preparación para cualquier escenario» tiene como objetivo acostumbrar a la población a la locura de una potencial guerra. En el punto álgido de la tensión, el estado griego anunció ejercicios militares, con munición real, en Evros, mientras que la marina aseguró los mares alrededor de las islas de Samos-Chios-Mitilini, prohibiendo la libre navegación bajo el pretexto de prevenir la entrada ilegal de personas refugiadas e inmigrantes. Turquía respondió desplegando sus submarinos en el Mar Egeo. Una vez más, el peligro de confrontación es obvio…
Por otro lado, como sabemos, el refuerzo de los prejuicios racistas facilita un giro hacia la derecha en la sociedad. El gobierno de Mitsotakis, que está desarrollando un programa económico y social neoliberal extremo, tiene todos los motivos para alentar esta tendencia.
Durante la crisis, la mayoría de la clase trabajadora en Grecia mostró una resistencia política impresionante. En las llamadas encuestas cualitativas realizadas por las empresas encuestadoras, es decir, encuestas que intentan medir los cambios ideológicos en la población, hasta ahora, las preguntas relacionadas con las y los asalariados (desempleo, salarios, pensiones) seguían siendo la máxima prioridad en la lista de preocupaciones.
En una encuesta reciente realizada por una compañía llamada Pulse for Sky, un canal de televisión neoliberal, la preocupación por la amenaza planteada por las y los refugiados e inmigrantes estaba entre las principales prioridades, con un índice del 83%. Por supuesto, las ideas son siempre contradictorias. En el mismo estudio, el 84% de los encuestados dijeron que hacían frente con ansiedad a la amenaza de una guerra griego-turca.
Además, las ideas nunca surgen espontáneamente. En los peores momentos de tensión, los miembros y simpatizantes de SYRIZA tuvieron una desagradable sorpresa. Después de cuatro días de silencio, Alexis Tsipras dio una entrevista a la estación de televisión Mega (propiedad del oligarca Vagelis Marinakis, un enemigo tradicional de la izquierda, que actualmente está organizando misiones de apoyo material a la guardia fronteriza). Tsipras dijo que estuvo de acuerdo con el cierre de la frontera y que estaba listo para «apoyar» una confrontación vigorosa con la amenaza turca. Pidió a Kyriákos Mitsotakis que organice mejor el apoyo europeo a las posiciones griegas. Cuando se le preguntó sobre la posición de las juventudes de SYRIZA a favor de abrir las fronteras, respondió cínicamente: son jóvenes, es normal que sean un poco más sensibles. Como escribió un columnista del periódico Vima (perteneciente al mismo oligarca), Tsipras se da cuenta de que tiene 20-25 años de carrera política activa por delante y no está dispuesto a comprometer esta perspectiva defendiendo los principios de izquierdas en un asunto tan delicado.
Las responsabilidades de los dirigentes europeos ante estos peligrosos acontecimientos son enormes: la UE ha anunciado ayuda financiera adicional para el gobierno griego (700 millones de euros) para que pueda controlar las fronteras europeas. La Presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, el Presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y otros acompañaron a Mitsotakis a Evros y le dieron su total apoyo. El primer ministro croata, Andrej Plenkovic (que actualmente ocupa la presidencia de la UE y es miembro del partido conservador de derecha nacionalista HDZ), agradeció a Mitsotakis «el cambio en la política griega con respecto a la protección de las fronteras europeas…».
Los líderes de la UE ceden ante la agenda de extrema derecha, adoptan políticas islamófobas y de cierre de fronteras, alientan y apoyan a gobiernos como el de Mitsotakis, que actualmente se están moviendo en direcciones claramente reaccionarias.
Una vieja ilusión, compartida incluso por ciertos sectores de una supuesta izquierda, minimiza la resistencia necesaria a los tratados neoliberales que definen la política de la UE, a fin de preservar una supuesta tradición democrática de Europa. Esta ilusión ahora está muerta, frente a lo que los líderes europeos apoyan y promueven en las lejanas fronteras de la UE, en Evros y en el Mar Egeo.
El 5 de marzo, la izquierda radical anticapitalista convocó manifestaciones en Atenas y Salónica, en solidaridad con los refugiados. A pesar de la fuerte presión política y las amenazas y las calumnias en la prensa, el número de personas que salieron a las calles fue mucho mayor que nuestra capacidad de movilización habitual durante este último período. El día después de la manifestación, pudimos ver la diferencia de clima, incluso en la cobertura de los medios burgueses. Esta diferencia se manifestó nuevamente el 8 de marzo, con la gran participación de las mujeres en las marchas feministas. Durante la manifestación, las consignas y los cantos establecieron un vínculo claro entre el antisexismo y el antirracismo, así como con la lucha de las y los trabajadores contra la austeridad.
La solidaridad con las y los refugiados e inmigrantes, la lucha por una acogida libre y humana, por su legalización y la garantía de sus derechos promete ser larga y difícil. Mitsotakis ha ganado algunas batallas, pero no la guerra. Es posible para una parte activa del proletariado trazar una línea entre varias necesidades y demandas, darse cuenta de que el antirracismo es un componente necesario de la lucha unificada contra el sexismo, contra la guerra y el nacionalismo, contra la amenaza al clima y el medio ambiente, contra el neoliberalismo y la avaricia capitalista. Cuando esto suceda, las cartas se repartirán de nuevo.