Los organizadores de la Cumbre de los Pueblos insisten en que este es un proyecto totalmente independiente del gobierno. No es una contra cumbre, es la cara opuesta a la Cumbre de Las Américas, espacio donde se generan procesos de resistencias al proyecto de dominación que los poderes hegemónicos quieren imponer. Es la Cumbre donde […]
Los organizadores de la Cumbre de los Pueblos insisten en que este es un proyecto totalmente independiente del gobierno. No es una contra cumbre, es la cara opuesta a la Cumbre de Las Américas, espacio donde se generan procesos de resistencias al proyecto de dominación que los poderes hegemónicos quieren imponer. Es la Cumbre donde las propuestas de integración y el reclamo de los pueblos sí son atendidos.
«Los pueblos no se unen, sino con lazos de fraternidad y amor». Fidel Castro Ruz
Gran revuelo se generó en la región ante tan desafiante y solidaria propuesta del mandatario ecuatoriano, Rafael Correa, cuando planteó que los países del ALBA no acudan a la VI Cumbre de las Américas si Cuba no es invitada, cuyo encuentro regional, se celebrará en Cartagena de Indias, Colombia los días 14 y 15 de abril. Como era de esperar, la reacción excluyente e indefendible del gobierno de Washington fue inmediata, quienes con la prepotencia que los caracteriza empezaron a ejercer presiones en disconformidad a la participación de Cuba a este conclave continental. La iniciativa lanzada, «no resulta santo de su devoción», ya que dicho razonamiento contradice lo que tiene decretado el «norte brutal y revuelto» para el caso específico de Cuba. Eso sí, queda claro que a los países de nuestra América no les resulta indiferente el tema Cuba y por lo tanto, están haciendo sentir su voz como les corresponde, subrayando la importancia de una reunión donde puedan estar todos.
En estas más de 5 décadas de incesante enfrentamiento, nos hemos acostumbrado a sus «rencores mortales», «insultos venenosos», «envidias asesinas» y «mezquindades sangrientas» contra nuestra patria. Es más de lo mismo, síntomas decadentes de un odio confeso, que nos inspira a apelar a nuestro Héroe Nacional, José Martí, cuando al referirse a estos irresponsables expresó: «Ni esperamos su reconocimiento, ni lo necesitamos para vencer». Pensamiento martiano que tiene tremenda vigencia y es un llamado a la necesidad de unión, ante un enemigo tan poderoso y de naturaleza sumamente agresiva.
Las sangrientas garras del monstruo que conoció Martí, en su paso por el país norteño, podrán seguir fustigando con su «insana avaricia» y «avergonzados manejos», pero lo cierto es que ya a esa «águila ladrona», cada vez le cuesta más trabajo dividirnos y convencernos, por lo que su retórica y apología de mala voluntad oculta, no destruye ni confunde a nadie. Su propia naturaleza y ambición desmedida, los ha llevado a perder espacios y efectividad en su política hegemónica, por lo que se siguen desempaquetando alternativas para avanzar hacia una integración realmente incluyente. Es un contexto donde se escribe una página inédita, que cumple con un viejo anhelo tantas veces desaprovechado, pero ahora bien concebido, con la naciente Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que llena de muchas y diversas expectativas y oportunidades a la región.
Desde 1994, estas Cumbres de las Américas se convocan cada 4 años en sedes alternas y han servido para despertar sentimientos de identidad e impregnar un mayor sentido de pertenencia. En este sentido, la voz de los pueblos ha sido fulminante, e inmediatamente surgen las Cumbres de los Pueblos como alternativa que, a partir de la cita de Santiago de Chile en 1998, empezaron a llevar su propia agenda de discusión con iniciativas frente al ALCA, los tratados de libre comercio, el pago de la deuda externa, la militarización, las corrientes neoliberales y la pobreza en la región, entre otros temas recurrentes y coyunturales, asumiendo una posición pujante y firme.
A la I Cumbre de los Pueblos de Santiago de Chile 1998, le sucedieron la de Québec, Canadá 2001, Mar del Plata, Argentina 2005 y Puerto España, Trinidad y Tobago 2009. En correspondencia, son una opción de lucha, convocadas por la Alianza Social Continental (ASC), una coalición de organizaciones sindicales, religiosas, campesinas, de derechos humanos, de mujeres, y otros movimientos sociales, con presencia en todos los países del hemisferio, incluyendo a EE.UU., Canadá y Cuba. Su formato es similar al del Foro Social Mundial, y la Asamblea de los Pueblos del Caribe (APC), con un grupo de actividades centrales organizadas por la ASC y actividades autogestionadas: talleres, movilizaciones, actividades culturales, conferencias, etc.
Los organizadores de la Cumbre de los Pueblos insisten en que este es un proyecto totalmente independiente del gobierno. No es una contra cumbre, es la cara opuesta a la Cumbre de Las Américas, espacio donde se generan procesos de resistencias al proyecto de dominación que los poderes hegemónicos quieren imponer. Es la Cumbre donde las propuestas de integración y el reclamo de los pueblos sí son atendidos.
Las organizaciones que se dan cita para participar en las Cumbre de los Pueblos se preocupan por el futuro de sus naciones, denuncian el agravamiento de las desigualdades entre ricos y pobres, entre hombres y mujeres, entre los países del Norte y los del Sur y como se destruyen los vínculos ecológicos entre el hombre y el medio ambiente. De igual forma, denuncian el peligro a que está expuesta la seguridad alimenticia, la privatización de los servicios de salud y educación, mediante programas de ajuste estructural en los países del Sur y recortes presupuestarios en los países del Norte, así como la marginalización de los pueblos indígenas y la apropiación de sus conocimientos con fines comerciales.
En cada cita, se ha hecho un llamado a nuestros pueblos para intensificar la movilización y desarrollar otros modos de integración, basados en la democracia, la justicia social y la defensa del medio ambiente. Al margen, se han enviado mensajes a todos los mandatarios de la región y en particular al Presidente de turno de los EE.UU. Como colofón, estas citas de los pueblos han permitido que se reivindique la paz, la soberanía y la justicia social.
En la II Cumbre de los Pueblos en Québec, en abril de 2001, se aprobó un documento final que denunciaba el incumplimiento del acuerdo tomado en la I Cumbre de Miami de 1994 para fortalecer la democracia, los derechos humanos, apoyar la educación y reducir la pobreza. Hasta la fecha, nada se ha hecho al respecto. El único punto de esa agenda que prosperó, fue la negociación del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), felizmente sepultado con posterioridad.
Con una mayor madurez y cohesión, en la cita de Mar de Plata se dio una gran demostración de rechazo a las políticas neoliberales de Estados Unidos en presencia del presidente norteamericano George W. Bush. Dentro de un ambiente pacífico, pero con una gran indignación, se realizó una contundente marcha de repudio contra el propio Bush, justo el día de su llegada para la Cumbre de las Américas.
En abril del 2009 se celebra la IV Cumbre de los Pueblos en Puerto España, Trinidad y Tobago. Por vez primera en un país del Caribe insular. Cuba, único país de la región que es excluido de las Cumbres de Las Américas, recibió un descomunal apoyo desde la misma inauguración, con sendas manifestaciones pacíficas, que en sus pancartas exigían el derecho de Cuba a ser incluido en la Cumbre de Las Américas y demandaban el levantamiento del bloqueo. Fue la Cumbre donde el recién electo presidente Barack Obama generó un elevado nivel de expectativas, por todo lo que prometió. Al fin y al cabo, siguen latentes sus verdaderos intereses geoestratégicos y hegemónicos.
No es menos cierto, que paulatinamente se ha logrado poner freno al liderazgo de Estados Unidos en la región, ya que estas Cumbres nos han permitido reencontrarnos y tomar distancia en ciertos temas en las complejas relaciones con esta nación. Hay una mayor comprensión para recuperar y comprometerse con las particularidades culturales, sociales y políticas de cada país, la soberanía y la constitucionalidad, el nivel y tamaño de nuestras economías para garantizar un trato justo y equitativo. Nuestra dignidad debe ser rescatada y ponerse en marcha.
Para esta V Cumbre de los Pueblos el gobierno de los EE.UU. enfrentará a una América Latina con una postura distinta, con mayor capacidad de representación, e insatisfecha al no ver cumplidas las promesas de Obama. Quedará reiterado el deseo de poner fin al aislamiento al que Cuba ha sido sometido, con los países del ALBA como autores y actores absolutos de este justo reclamo. A todo ello se le añade un presidente demócrata y afro norteamericano, que estimulado por la necesidad expansionista, a través de la «intervención discreta» y la ocupación pacífica», está llevando la hostilidad a todos los rincones del mundo, con el pretexto de luchar contra el terrorismo y asumiendo, la ya conocida posición imperial contra las naciones tercermundistas.
Este análisis no estaría completo si no nos percatamos que estamos ante un fenómeno inevitable, multicausal, e histórico, donde hemos sido agredidos impunemente y se nos ha tratado de arrinconar, dividir y aislar. Será un nuevo reto para esta V Cumbre de los Pueblos en Cartagena de Indias, por lo que, obedeciendo a un nuevo plan se deben buscar soluciones a nuestras preocupaciones comunes, con un enfoque crítico e introspectivo, donde prime un espíritu de igualdad, equidad, y responsabilidad mutua.
Lo más importante es que la Cumbre de los Pueblos, la otra cara de la moneda de la Cumbre de las Américas, haga reflexiones profundas de su compromiso y papel a desempeñar, que refute cualquier propuesta excluyente, trabajando y actuando con firmeza en cualquiera de los escenarios a enfrentar, por muy enmarañados que estos se tornen. Nos encontramos en circunstancias en las que se comparten criterios y hay comprensión mayoritaria sobre la demanda que Cuba, debe ser invitada a la Cumbre. Esto es una muestra palpable de cuanto se ha progresado en América Latina y el Caribe, distanciándose poco a poco de los designios de los EE.UU., para tomar decisiones propias. Entonces, por muy incómoda y difícil que resulte la situación, no demos la espalda a estos retos y mucho menos a los que, en adelante, puedan presentarse.
Ante lo anunciado por el gobierno de los EE.UU, no nos hace falta su consentimiento. Nuestra posición es clara, precisa e invariable. No hemos reclamado asistir a la Cumbre de las Américas, pero apoyamos tan valiente propuesta del mandatario de Ecuador, Rafael Correa y apoyada por los países del ALBA.