El Primer Ministro de Grecia, Alexis Tsipras, convocó a un Referendum para que sea el pueblo griego el que decida si la austeridad que exige el Eurogrupo continúa. Esta decisión la tomó luego de varios meses de negociación con una Unidad Europea y unas Instituciones – Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional- que han […]
El Primer Ministro de Grecia, Alexis Tsipras, convocó a un Referendum para que sea el pueblo griego el que decida si la austeridad que exige el Eurogrupo continúa.
Esta decisión la tomó luego de varios meses de negociación con una Unidad Europea y unas Instituciones – Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional- que han rechazado una y otra vez, en los últimos meses, la propuesta griega para alcanzar una negociación aceptable para el gobierno que ganó las elecciones bajo la oferta de poner un límite a la austeridad.
Tispras, con al aval del Parlamento de Grecia, que confirmó la convocatoria a Referendum, ha recurrido al pueblo griego para que sea este el que determine si la continuidad de la austeridad, que significa un dogal para el bienestar de la población y para el crecimiento de la economía, es una opción aceptada.
Los líderes de la Europa «democrática» no tardaron en criticar rabiosamente la decisión de Tsipras. En un contrasentido que se manifiesta flagrante, la apelación de Tsipras al pueblo, acto de esencia democrática, está siendo bajo ataque, en nombre de la «democracia y de la responsabilidad», por el stablishment que dirige Europa, ya sea de signo conservador, liberal o «socialista».
La democracia de Europa, se está jugando en Grecia. Las exigencias de la alta burocracia de las instituciones, con la tozudez que solamente puede darles la claridad de reconocerse como lugartenientes del poder y del capital financiero, no se mueven ni un ápice de la ya experimentada austeridad que ha significado para Grecia un desastre económico y social. Como se afirma en el Informe Preliminar del Comité de la Verdad sobre la Deuda Griega, estructurado por la Presidenta del Parlamento de Grecia, Zoe Konstantopoulou, las políticas de austeridad han tenido un efecto dramático sobre la inversión. La formación bruta de capital cayó en el 65 % en el 2014, comparada con el 2008 y la productividad del trabajo en un 7 %. La tasa de utilización de la capacidad instalada del capital bajo del 75,5 % entre el 2006 – 2010 al 67,7 % en el 2014. El Producto Interno Bruto disminuyó en 27 % en los últimos 5 años. El salario real de los trabajadores era 17,2 % menor en el 2014 comparado con el 2009. La participación de los salarios en el ingreso bajó del 60,1 % en el 2010 al 55,1 % en el 2013. Entre el 2008 y el 2013, el desempleo subió del 7,3 % al 27,9 %. El desempleo de los jóvenes alcanzó la escalofriante cifra del 64,9 % en mayo del 2013. El 23,1 % de la población vive bajo la línea de pobreza y 63,3 % se ha empobrecido como consecuencia de las políticas de austeridad. En el 2013, el 34 % de los niños estaban en riesgo de pobreza o de exclusión social. El 10 % de la población más pobre perdió el 56,6 % de su ingreso. Las pensiones de los trabajadores jubilados cayeron en un 40 % en promedio, con lo cual 45 % de los jubilados viven bajo la línea de pobreza.
Claramente lo ha dicho el Premio de Economía Paul Krugman, «lo que hemos oído sobre el despilfarro y la irresponsabilidad griega es falso. Sí, el gobierno griego estaba gastando más allá de sus posibilidades a finales de la primera década de los 2000. Pero, desde entonces ha recortado repetidamente el gasto público y ha aumentado la recaudación fiscal». [1] Todo esto hubiera sido suficiente para que se cumpla la rígida exigencia del FMI en cuanto a obtener un amplio superávit fiscal. [2] Sin embargo, esto no se ha logrado precisamente porque la austeridad ha hundido la recaudación, al mismo tiempo que ha hundido la economía.
Es evidente que la austeridad no es una opción para Grecia. Por tanto, cada vez se revela con más claridad que lo que realmente está sucediendo en estas negociaciones poco tiene que ver con la economía y con la deuda y mucho con el poder y la política.
La presión ejercida por el Eurogrupo y las Instituciones a Grecia más se asemeja a una guerra en contra del gobierno de Syriza. Para ello están utilizando todas las armas que tienen a su alcance. Una de ellas ha sido la decisión del BCE de no aumentar los créditos de emergencia a los bancos griegos, a través del mecanismo ELA, por sus siglas en inglés (Emergency Liquidity Assistance). Esta decisión contradice la propia naturaleza del BCE, en cuyos estatutos de manera explícita se dice que su función es contribuir a la estabilidad financiera de los estados miembros de la Unión Europea. Esta, junto a la propaganda del terror, que intenta posicionar en la conciencia del ciudadano europeo que fuera del euro no hay vida, contribuyó a los retiros de depósitos que los propietarios de cuentas en Grecia realizaron masivamente en los últimos días. Al fuego del temor ya instalado en el sentido común, se añade el combustible que lanza el poder mediático con informaciones como las que anunciaban que solo el sábado 27 de junio hubo un retiro de 500 millones de euros del sistema financiero griego. A lo cual hay que añadir la fuga de capitales protagonizada por los tenedores de grandes sumas de dinero.
Con bastante pragmatismo y responsabilidad, a pesar de la cantaleta del stablishment europeo sobre la irresponsabilidad del gobierno griego, las autoridades impusieron el domingo 28 de junio una medida de control de capitales en Grecia.
Inmediatamente las cadenas mediáticas de Europa empezaron a hablar del «corralito» griego. Sin embargo, a diferencias de los congelamientos de fondos que vivieron Ecuador en 1999 y Argentina en 2001, la medida en Grecia, no se orienta a proteger las fortunas de los banqueros, sino a evitar una corrida bancaria, que ya estaba siendo festejada por ciertas voces de la Europa conservadora. Además, la medida griega, permite el retiro diario de 60 euros por cuenta bancaria individual, el uso sin restricciones de tarjetas de crédito y los pagos electrónicos dentro de la economía doméstica. Lo que restringe es la salida de capitales mediante transferencias al exterior, las cuales hubieran llevado a una corrida bancaria y a una crisis monetaria, en caso de no haberse tomado tal medida.
Además, es una medida que se ha establecido de manera temporal, hasta el día 6 de julio, o sea un día después de la decisión que tome el pueblo de Grecia en el Referendum del día 5.
Sin embargo, los temores que causa el no poder acceder al dinero que las personas mantienen en los bancos, aun de forma temporal, son acrecentados por los altavoces mediáticos que intentan mostrar que aquello se debe a la incapacidad de los «populistas» de Syriza. En sus distintas alocuciones ante la teleaudiencia española el conservador Presidente del Gobierno Español, Mariano Rajoy, ha señalo que «ahí está la muestra de las propuestas de gente como Podemos – Syriza». Sin ningún recato, Rajoy expresa lo que está en el centro de la «tozudez» del Eurogrupo para que Grecia mantenga la austeridad: castigar a Syriza y a sus votantes, y amedrentar a quienes pudieran pensar que existen alternativas políticas democráticas en Europa, como Podemos en España. Para ello, el stablishment no escatima esfuerzo alguno para inducir a los votantes griegos a su propio suicidio, como es votar por el SI a la austeridad.
«Votar por SI, significaría depresión casi sin fin», ha dicho el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz. En cambio, votar por el NO, «al menos abre la posibilidad de que Grecia, con su fuerte tradición democrática, pueda tomar su destino en sus propias manos. Los griegos podrían ganar la oportunidad de modelar su futuro que, puede que no sea tan próspero como en el pasado, pero seguro es más esperanzador que la inconsciente tortura del presente», ha dicho casi poéticamente el economista. [3]
El Informe Preliminar del Comité de la Verdad sobre la Deuda Griega, ha mostrado con bastante claridad el carácter ilegal, ilegítimo y odioso de la deuda Griega. Ha mostrado que lo fundamental de la misma sirvió para el traslado de los papeles de deuda griegos, altamente riesgosos, en manos de banqueros, mayoritariamente franceses y alemanes, a manos de las instituciones públicas: el Fondo Europeo de Estabilización Financiera y el Banco Central Europeo. Ha mostrado que solamente el 10 % de los créditos recibidos entre el 2010 y el 2015 ingresaron en el Presupuesto de Grecia, mientras lo restante sirvió para recompras y capitalizaciones que beneficiaron a los deudores privados del 2010 y del 2012. Ha puesto en evidencia que las «equivocaciones» del FMI en las previsiones y los cálculos, fueron convenientes y oportunas para estas transacciones que beneficiaron al capital financiero a costa de millones de ciudadanos. Ha desvelado la ilegalidad de varios de los mecanismos usados, no solamente porque violan normas y leyes griegas, sino de la Unión Europea y de otros países partícipes.
Existe el soporte suficiente para que la valiente decisión de Tsipras de llamar a que el pueblo decida el futuro de las negociaciones en Referendum, esté acompañada de acciones legales que puedan poner en el banquillo de los Tribunales Europeos, confrontados a sus propias normativas, a las autoridades que hoy inducen al suicidio de los griegos llamando a votar por el SI y amenazando que de «no hacerlo serían expulsados del euro».
Días cruciales vive Europa. Cuando el pueblo español libró la batalla por la democracia y la libertad entre 1936 y 1939, las democracias occidentales le dieron la espalda y el precio que pagó Europa fue el nazismo y el fascismo con sus consecuencias de guerra y opresión. Guardando las distancias, la historia se condensa hoy en Grecia. La lucha por la justicia social y la democracia que se libra en ese país, es la lucha por una Europa integrada bajo esas premisas y no bajo la doctrina neoliberal y los intereses del capital financiero.
Notas
[1] http://economia.elpais.com/
[2] La Troika sigue exigiendo de Grecia un superávit fiscal primario (donde se excluyen pagos por intereses de deuda) de 3,5 % del PIB para el 2018.
[3] http://www.theguardian.com/
Diego Borja Cornejo es Ecuatoriano, Economista, Master en Economía por la Universidad de Lovaina, Bélgica, exMinistro de Economía y Finanzas, exMinistro de Política Económica, exPresidente del Banco Central del Ecuador, exSecretario Económico del ALBA, Asambleista Consituyente en Montecristi, Presidente del Movimiento Poder Ciudadano. Miembro de la Comité para la Verdad sobre la Deuda de Grecia, constituida por la Presidenta del Parlamento Helénico, Zoe Konstantopoulou el 7 de abril del 2015.
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