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Entrevista al historiador Angelo d’Orsi, candidato a la alcaldía de Turin

La fuerza de la pasión

Fuentes: Viento Sur

El historiador gramsciano Angelo d’Orsi lleva unas semanas luchando por la alcaldía de Turín. Es el candidato de toda la izquierda. Una primicia para este especialista en Antonio Gramsci, que ha escrito libros imprescindibles sobre la primera mitad del siglo XX en la ciudad de la Mole. Turín representa a la vez una parte esencial de la historia del movimiento obrero italiano: sus victorias, pero también sus reveses. La ciudad de FIAT, que ahora sólo cuenta con unos cientos de trabajadores, encarna el proceso de descomposición y atomización de las clases trabajadoras en un país que se hunde en una multitud de crisis: política, económica, social y cultural, cuyo final parece cada vez más difícil de prever. Una experiencia, la de Turín, de una candidatura atípica, de una persona que no pertenecía a ningún partido pero que se hizo portavoz de la mayoría social, de la mayoría real, en la que parece necesario detenerse hoy más que nunca.

Una primera pregunta ego-histórica, una pregunta que usted se ha hecho a menudo como investigador y que ahora adquiere otra dimensión: ¿cuál es el vínculo entre historia y política?

Estos días llega a las librerías mi robusto (¡en cuanto al tamaño!) Manuale di storiografia (Pearson): se podría decir que el tema de la relación historia/política lo atraviesa casi por completo. Basta con señalar que las dos palabras nacieron al mismo tiempo, alrededor del siglo V antes de la Era Cristiana. La historia es la política de ayer, la política es la historia de hoy, se podría decir con una réplica bastante banal. En otras palabras, y volviendo al tema de la entrevista, para hacer política necesitamos la historia, necesitamos poder recurrir a la extraordinaria riqueza de la experiencia milenaria que nos ofrece la historia, y es increíble que, por regla general, no explotemos este verdadero tesoro. El Príncipe, de Nicolás Maquiavelo, el clásico por excelencia de la teoría política, pero también la otra obra del secretario florentino, escrita más o menos en la misma época, los Discursos sobre la primera década de Tito Livio, nos enseñan de forma irrefutable que el conocimiento histórico es la fuente primaria de la ciencia política. En definitiva, si un historiador pretende comprender los acontecimientos del pasado, va en busca de fines y motivaciones políticas (que siempre o casi siempre se basan en intereses económicos). Así, los políticos de hoy, para llevar a cabo sus acciones, necesitan conocer los fundamentos históricos de los contextos, y de los otros actores políticos. Esto es aún más importante en situaciones de conflicto, en las que, además, la historia es muy a menudo utilizada y abusada directamente con fines políticos. Las competiciones electorales, como las guerras, son situaciones de conflicto.

Su candidatura a la alcaldía de Turín tiene un valor simbólico muy importante para el historiador que es usted, especialista en Gramsci y su ciudad, la ciudad de los consejos de fábrica y del Biennio Rosso [1919-1920]. David Broder tituló recientemente su entrevista con usted en Jacobin «Bringing Antonio Gramsci back to Turin». Su candidatura también tiene lugar en el año en el que se celebra el 150º aniversario de la Comuna de París. ¿Qué significa la Comuna para usted?

Turín es una ciudad muy especial. Su historia está hecha de novedades y primicias: es el lugar donde comenzó el Risorgimento italiano, la primera capital, la ciudad de la industria y de las luchas obreras, la ciudad que, en agosto de 1917, dio vida a la revuelta urbana contra la guerra más importante de toda Europa (¡excepto en Rusia, donde la revuelta se convirtió en revolución!), la ciudad donde se formó Gramsci y que, en cierto modo, se reflejó en su pensamiento, la ciudad de la cultura empresarial pero también de la belleza de la lucha, desde el Biennio Rosso hasta las luchas estudiantiles y obreras de 1968-69, la ciudad de las famosas coaliciones municipales de izquierdas con Diego Novelli, a mediados de los años 70. Pero también la ciudad donde, en 1980, comenzó el reflujo y la derrota de la clase obrera. El Ayuntamiento, especialmente ahora con la anunciada llegada de los Fondo de Recuperación [europeos], jugará un papel crucial, y ganarlo sería, esperamos, una pequeña Revolución de Octubre (de hecho, la votación tendrá lugar a mediados de octubre de 2021).

Su candidatura fue capaz de aglutinar a la izquierda real o, mejor dicho, a la única existente, en un periodo de desorientación política y de profundo malestar social que suele favorecer el repliegue identitario. ¿Cómo se explica este amplio apoyo? ¿En qué se basa el acuerdo que ha logrado reunir a Rifondazione Comunista, Potere al Popolo, Sinistra anticapitalista y el PCI, entre otros?

Sé que, en cierto sentido, fui el campo magnético en torno al cual se reunió una coalición casi inédita: una agrupación evidentemente de izquierdas, quiero decir, a la izquierda del PD (que hace tiempo que se perdió, es decir, completamente ajeno al significado mismo de la palabra izquierda), pero no participé en las negociaciones que llevaron al acuerdo entre las fuerzas políticas, que, sin embargo, se aliaron precisamente por el candidato-alcalde elegido, porque no pertenece a ninguna de ellas y siempre ha sido notoriamente independiente. Un intelectual de izquierdas, implicado personalmente en innumerables movilizaciones y luchas, pero que nunca ha militado en un partido político: una debilidad que resultó ser una fortaleza, y que representó el elemento esencial para unir lo que estaba desunido y a menudo opuesto. En este sentido, lo que está ocurriendo en otros lugares de cara a las próximas elecciones municipales, es decir, la confirmación de la desunión de la izquierda, me autoriza, y nos autoriza, a hablar de un milagro (político) en Turín. Por supuesto, las negociaciones entre los distintos sujetos políticos han sido complicadas, y tengo la experiencia diaria de las dificultades para mantener la coalición unida, entre los impulsos identitarios, las tentaciones sectarias y las ilusiones, pero prevalece la voluntad de continuar el camino, porque hay un proyecto más amplio y ambicioso que va mucho más allá de esta campaña electoral. Existe la idea de que de Turín salga una nueva izquierda, unida y ganando a nivel nacional.

Turín sale de cinco años de gestión del Movimiento 5 Estrellas (M5S) con Chiara Appendino y su equipo. La prensa francesa había hecho de su elección una especie de pequeña revolución. Después de cinco años, ¿cuál es su valoración?

Debo admitir que también voté por la Sra. Appendino en la segunda vuelta de las elecciones en 2016. Estaba cansado del poder abrumador del PD, y del sistema de Turín, del que el PD era el centro neurálgico, en una asociación no muy virtuosa entre fundaciones bancarias y poderes fuertes. Turín se plegó, se transformó en un escaparate, mientras registraba tristes récords: la ciudad más contaminada de Italia, segunda o tercera en el ranking continental; la ciudad más endeudada de Italia (los Juegos Olímpicos de 2006 fueron una tragedia económica para Turín); la capital de los desahucios; una ciudad que no ha sabido inventar una nueva fisonomía con la desindustrialización en marcha y su terrible estela de desempleo.

Pues bien, el Consejo [municipal] ,monocromático del M5S fue un rotundo fracaso: después de gritar contra el «Sistema Turín», una vez que llegaron al Palacio Municipal esa increíble armada Brancaleone (basta con echar un vistazo a los currículos (¡vergonzosos, por decir algo!) de los concejales del M5S) se adaptó perfectamente a este sistema, incrustándose en él. Hicieron campaña por los suburbios (en el distrito proletario de Le Vallette, bastión histórico del PCI, el M5S alcanzó el 74% de los votos en 2016!), y los dejaron en el estado de degradación en el que se encontraban, que obviamente ha empeorado con el tiempo. Tronaron contra la deuda del Ayuntamiento y, una vez que entraron en los salones de la municipalidad, se inclinaron ante las fundaciones bancarias. Estaban en contra del TAV, la dañina y absurda línea de alta velocidad Turín-Lyon, y por supuesto aceptaron el TAV. Y así sucesivamente, entrando en la lógica infame de la visibilidad, de la espectacularidad, de la lógica de la ciudad escaparate, y no importa si mientras tanto se ahoga en deudas, en paro, en contaminación atmosférica. Ante los ojos de todos, el Turín de Appendino ha conseguido empeorar los malos resultados de Sergio Chiamparino 3/ y Piero Fassino 4/. ¡Increíble, de verdad!

Pero ¿qué se puede hacer en una ciudad cuando el resto del país cae en el abstencionismo o en el voto a un partido de derechas de triste recuerdo? ¿Qué papel cree que puede desempeñar su ciudad?

Turín siempre ha sido una ciudad laboratorio, una ciudad de la que han surgido ideas innovadoras en términos de ciencia, cultura y política. Creo que, precisamente por la situación de degradación en la que ha caído, o más bien se ha precipitado, Turín puede jugar un papel decisivo en la resurrección de la izquierda en Italia. Y tal vez incluso empujar a los que creen en los valores de la izquierda y que todavía están en el PD o en sus muchos vástagos políticos con diferentes nombres, a abandonar este barco que se hunde y contribuir a este llamamiento para un nuevo Risorgimento. Esto podría y debería tener también una función de movilización contra la derecha, pero también de remotivación a la participación política de los demasiados indiferentes, contra los que mi Gramsci despotricaba en 1917. Estaría tentado de decir: ¡ahora o nunca más!

Usted anuncia proyectos concretos para Turín («los 7 magníficos»). ¿Puede presentárnoslos?

Puedo exponerlos, con argumentos breves, para evitar convertir la entrevista en una disertación…

1) La lucha contra la deuda: Turín es la ciudad más endeudada de Italia. El endeudamiento de la ciudad de Turín es el resultado de la política de grandes obras y grandes eventos: los Juegos Olímpicos de Invierno de 2006 (la gran madre de la deuda), seguidos de otros eventos, entre ellos la ATP (Asociación de Tenistas Profesionales). Propongo que la nueva Administración de Turín no sólo renegocie la deuda con las fundaciones bancarias, sino que se ponga a la cabeza de un movimiento de ciudades para exigir que también a nivel local se ponga fin al presupuesto equilibrado, un verdadero dogal en torno a las autoridades locales. Denuncio la progresiva reducción, a lo largo de los años, del gasto social, es decir, de la parte del presupuesto dedicada a ayudar a los sectores más frágiles de la población.

Me comprometo a no añadir deuda a la deuda, renunciando a dos orientaciones políticas que considero exasperantes: las Grandes Obras y los Grandes Eventos. En lugar de unas pocas Grandes Obras, propongo innumerables Pequeñas Obras (el mantenimiento de los edificios, los parques, los árboles, el césped, los ríos, el transporte urbano, etc.), y en lugar de unos pocos Grandes Eventos que pretendan hacer de Turín una ciudad internacional, innumerables Pequeños Eventos, que en cambio la conviertan en una ciudad moderna y funcional. ¡Y todo esto sin añadir un solo ladrillo! Renovar, desarrollar, reestructurar, pero no construir ex novo, ¡ese es el imperativo!

2) Protección del medio ambiente. Turín tiene otro triste récord: es la ciudad más contaminada de Italia, y una de las más contaminadas de Europa. A la vista de la situación mundial, cuyo deterioro parece imparable, con gravísimas consecuencias a corto y medio plazo, es obvio que la protección del medio ambiente debe ser una prioridad absoluta para una administración local, así como para un gobierno central o internacional. El desarrollo y la promoción de medios de transporte (de superficie, eléctricos y subterráneos) que reduzcan el tráfico privado, el control de la calefacción en los edificios públicos y privados, y una nueva concepción de la gestión de los residuos urbanos actuando en sentido ascendente, es decir, reduciendo la cantidad de residuos en lugar de aumentar el número de plantas de conversión de residuos en energía, serán esenciales. Hay que prestar atención a una nueva forma de contaminación peligrosa, debida a las ondas electromagnéticas (en particular 5G), en varias zonas de Turín, donde se superan los límites legales. Todos hemos notado el enjambre de torres de alta tensión y receptores telefónicos sobre los tejados de las casas. Tenemos que vigilar y comprobar que no se superan los límites legales (con la participación de ARPA). Otro problema es la eliminación del amianto. Todavía hay muchos tejados construidos con planchas onduladas Eternit, que a menudo se degradan y, por tanto, liberan micropartículas de amianto: la población de Turín suele enfermar sin saber por qué.

Hay que poner en marcha de inmediato una nueva filosofía que nos permita hacer las paces con la naturaleza, desplegando importantes recursos: es la causa más importante de todas, y hay que abordarla sin vacilaciones ni dilaciones; está en juego la salvación del planeta, y Turín está conectada con el resto de Italia, Europa y el mundo. Por tanto, es esencial salvaguardar el patrimonio de prados, parques y jardines, que nos proporcionan oxígeno y absorben el dióxido de carbono. Hay que poner fin a la política de grandes obras y sustituirla por pequeñas obras destinadas a mantener la ciudad y los elementos de la naturaleza que sobreviven y la rodean (ríos, colinas, montañas).

3) Salud en la ciudad

La crisis pandémica y la precipitada y chapucera respuesta a la misma han puesto de manifiesto tres obstáculos (que se corresponden con otras tantas malas decisiones que hay que revertir) para la calidad de la asistencia: 1) la regionalización; 2) la la gestión empresarial de los servicios públicos; 3) la privatización. El municipio que tengo en mente debe eliminar estos obstáculos invirtiendo la lógica que inspiró estas elecciones. La asistencia sanitaria no debe tratarse en términos de coste-beneficio, sino como un sector de servicios, al igual que las escuelas y el transporte. Estos son los elementos que sustentan el bienestar de la comunidad. Por eso digo: «En lugar de la Ciudad de la Salud» (un proyecto que desgraciadamente está en ciernes), «¡queremos Salud en la Ciudad! 5/. Me propongo reforzar los hospitales existentes, aumentar el número de camas, crear ambulatorios locales, con una reserva de médicos y personal paramédico, y en materia de atención, debemos recuperar o impedir la venta especulativa de otras estructuras sanitarias. Desde luego, no avanzaremos cerrando hospitales o, por el contrario, sustituyéndolos por estructuras gigantescas que no son necesariamente más eficientes que las más pequeñas. Por salud me refiero también a la prevención, tanto física como psicológica, de las personas y familias con dificultades: hay que crear y aumentar el número de mostradores de escucha y apoyo. La pandemia y el confinamiento forzoso de las personas en sus hogares han aumentado drásticamente la violencia contra las mujeres, perpetrada por padres, maridos, parejas y ex. Un problema igualmente alarmante es el de los niños y niñas que se han visto privados de su educación por el llamado DAD (aprendizaje a distancia). Una educación que les ha privado de un año o más de vida social, de la capacidad de aprender, y que ahora muestran signos de grave inadaptación, que deben ser tratados a tiempo, inmediatamente, con centros y servicios de asesoramiento adecuados. ¡No nos demos cuenta del malestar de los adolescentes y los jóvenes cuando sea demasiado tarde!

4) Una política de vivienda. Se necesita urgentemente una política de vivienda que no sólo llegue a los estratos sociales desfavorecidos, un componente importante de la comunidad urbana, sino que, a través de la vivienda, les ayude a integrarse plenamente en esta comunidad. El gobierno de Appendino no sólo no respondió a la emergencia habitacional, sino que puso en marcha una política de desalojos forzosos, apoyada incluso por el despliegue de policías con equipo antidisturbios. Hay decenas de miles de viviendas vacías y desocupadas (más de 21.000 registradas), y decenas de miles de personas sin hogar, de las cuales unas 14.000 son solicitantes de vivienda social. La ecuación es fácil de resolver. Y si no hay suficientes viviendas, hay que poner en marcha una política de vivienda popular seria que, por un lado, resuelva el problema de la vivienda de los que no la tienen y, por otro, cree trabajo: ¿qué necesidad hay de destruir montes para crear trabajo? Incluso las casas populares pueden construirse según el principio de ¡Ni un ladrillo más! Recuperar estructuras en ruinas, renovar, transformar edificios en desuso en edificios residenciales para aquellos que anhelan un techo sobre sus cabezas. En el programa de la coalición, pedimos un plan nacional de vivienda pública, e insistimos en la necesidad de que la Agencia Territorial de la Vivienda siga siendo pública, frente a la codicia de los grupos privados.

5) Creación de puestos de trabajo. Lograr estas iniciativas significa también crear empleo, en el que los desempleados desanimados puedan emplearse, y desencadenar procesos virtuosos. Significa empezar a salvar algunas de las brechas que dividen la ciudad, también a nivel urbano, y reducir y superar gradualmente la desintegración social, con nuevas formas de solidaridad concreta dentro de la comunidad urbana. Recuperar la parte de la población que actualmente está excluida de la ciudadanía social y de la posibilidad de mejorar su propio estatus, a través de los recursos económicos y culturales. Pero trabajar debe significar preservar la salud y la seguridad en el trabajo. No podemos olvidar a Thyssen Krupp, que marcó dolorosamente la ciudad 6/. El alcalde debe vigilar la situación de la zona a través de sus departamentos y no debe dejar de denunciar una situación insostenible, como es el creciente número de muertes blancas, como modestamente se les llama, que demuestra sin piedad que, en una sociedad construida sobre los parámetros del beneficio, la depredación y la explotación, la vida de quienes trabajan, pero también la de las personas usuarias, no cuenta para nada. Recordemos que todo el mundo tiene derecho a un trabajo seguro, decente y justamente remunerado, que todo el mundo tiene derecho a descansar, que todo el mundo tiene derecho al ocio.

Y por último, hay que recordar el agotamiento de la plantilla de la administración municipal, con la consiguiente reducción drástica de los servicios ofrecidos a los ciudadanos. En definitiva, un grave deterioro de la calidad de vida en Turín. Y esta política se ha combinado con la externalización de los servicios (es decir, su gestión se ha confiado a particulares), lo que, en lugar de mejorar la eficiencia como se pretendía, ha producido el efecto contrario. Hoy, en Turín, para renovar un documento de identidad, un trámite que en todas las administraciones anteriores se hacía en unos minutos y por unos céntimos, hay que esperar 3 meses y es caro, ahora más de 20 euros.

6) Dar vida a los suburbios. La pandemia de coronavirus, lejos de reducir, ha acentuado las desigualdades sociales, tanto en Turín como en otros lugares. La enfermedad ha tenido efectos diferentes según el nivel de vida, el espacio disponible para cada habitante de la ciudad, pero sobre todo las medidas para contener el contagio se han soportado de forma muy diferente en los distintos entornos sociales. La reducción de los servicios públicos de atención y apoyo ha tenido un impacto diferente en los distintos estratos sociales, según la zona de la ciudad, los ingresos, la configuración de la vivienda, la posibilidad de obtener atención privada, etc. En resumen, la covid-19 también confirmó la existencia de dos ciudades, o quizás incluso más que dos, divididas por barreras físicas, urbanísticas, económicas y socioculturales. Los suburbios abandonados, habitados por nuevos emigrantes procedentes de diversas partes de Europa, África y Asia, por proletarios y subproletarios, necesitan vivir, y esto es especialmente cierto para las personas ancianos y jóvenes, dos categorías en riesgo en muchos sentidos. Mi campaña electoral supone un esfuerzo por personalizar, por así decirlo, los distintos barrios de Turín; el esfuerzo es reducir la amplitud y la profundidad de las brechas que dividen la ciudad, pero sondeando las necesidades y las exigencias de cada realidad urbana. En definitiva, se trata de ofrecer servicios (clínicas, pequeñas bibliotecas, gimnasios sociales, pequeñas salas de cine con programación, películas que pueden estar fuera de los circuitos comerciales, pero que son capaces de proporcionar entretenimiento, educación, cultura, etc., pequeñas salas de tratamiento, lugares de reunión). Vayamos a los diferentes barrios, enriquezcamos la sociabilidad así como los servicios en las zonas abandonadas.

7) La ciudad de la cultura. En distintos momentos de su historia, Turín ha desempeñado el papel de laboratorio intelectual, de motor en el ámbito científico y tecnológico, de ciudad donde la edición ha sido fundamental a nivel nacional. Pero durante algunas décadas Turín fue una capital cultural, entre finales del siglo XIX y la Gran Guerra, su Universidad estuvo en pleno apogeo, gracias también a los numerosos exiliados del Reino de las Dos Sicilias, y en general a los profesores procedentes de otras regiones, del Sur, pero también del Véneto, es decir, las dos zonas que iban a representar la gran reserva de mano de obra de la ciudad en los años cincuenta y sesenta. A principios del siglo XX, sobre todo, la ciudad fue escenario de una innovadora experimentación periodística y editorial, con una figura como Antonio Gramsci (su semanario L’Ordine Nuovo dio un salto en el proceso de provincialización de la cultura de la ciudad, apreciada mucho más allá de los confines del mundo socialista), y luego Piero Gobetti, promotor de tres revistas y de una editorial que sería el modelo para muchas creaciones posteriores, en particular la casa «Struzzo», Einaudi, que, tras su fundación en 1933, vivió su época dorada en la posguerra, entre los años 50 y 70. Hoy en día, Turín también está en decadencia a este nivel. La clase política local no ha sido capaz de entender el papel de la cultura, ya sea por ignorancia histórica o por desinterés. Han conseguido convertir la cultura en un mercado, por un lado, y en visibilidad, por otro. La cultura también se ha prostituido, pero sin ganar credibilidad nacional. La edición y el periodismo en Turín están en crisis. La producción cinematográfica está en declive. El teatro está en dificultades, sin incentivos para las compañías jóvenes. Otras actividades culturales quedan marginadas, mientras que incluso en este campo domina el Sistema Turín. En realidad, la política cultural de Turín la hacen las fundaciones bancarias según la lógica: «nosotros pagamos, así que ustedes hacen la cultura según nuestros deseos». Contra la tentación de lo efímero, la política de mi administración tendrá como objetivo crear iniciativas sostenibles que seduzcan, despierten el interés y no sólo la curiosidad, y exciten la voluntad de conocer. Tengo en mente transformar Turín en una ciudad de la creatividad: escritores, artistas, actores y actrices, músicos, se convertirían en animadores de la vida de la ciudad: una Futurópolis que permita a cualquiera emerger si tiene mensajes que proponer, en las diversas e infinitas formas del arte. Me comprometo a buscar espacios para cederlos bajo gestión a pequeños grupos musicales, grupos de teatro, laboratorios fotográficos y cinematográficos.

¿Cómo describiría la situación social en Turín? ¿En qué se basa este ambicioso programa?

La Turín de hoy, como diría Gramsci, está experimentando una gran desintegración social: las divisiones del espacio urbano se corresponden con divisiones sociales muy claras, que hoy, como en el pasado, también tienen un carácter étnico. Los marginados de ayer, hace 50-70 años, eran los sureños, los iNapuli, los terroni (y yo soy uno de ellos: llegué a Turín con mi familia a finales de los años 50, cuando era un niño); hoy son los extracomunitarios, y en general los extranjeros, a quienes se mira con recelo, con desconfianza, sobre todo si tienen la piel oscura o los ojos almendrados, como se suele identificar a los orientales, de forma racista. Se trata de apelar a todos los excluidos del bienestar de la sociedad globalizada, los que no tienen representación en las fuerzas políticas, y que realmente deberían ser protegidos por la izquierda. Pero desde hace décadas, la izquierda atraviesa una fase de repliegue que la hace sorda a esas necesidades, a esas carencias, mientras que la derecha (especialmente la Lega y los Fratelli d’Italia, un partido abiertamente neofascista) se abre paso con astucia entre esos sectores desheredados de la población. Mi intención sería precisamente insertarme entre un PD que ha abandonado a las clases proletarias, a los subalternos en general, y la derecha que intenta, con éxito, hasta ahora, ganarlos para su causa). Una tarea difícil, para la que los medios de los que dispongo son muy escasos, económicamente, en términos de comunicación (hasta ahora, todos los grandes medios nos han ignorado, o casi), y por la desconfianza con la que la población, intoxicada por mitos ya ridículos, nos mira. Pero los subalternos de hoy son mucho más numerosos que los proletarios, e incluyen a los licenciados que trabajan ilegalmente en centros de llamadas, o reparten pizzas para Gloovo, o que están destinados en las universidades esperando en vano una beca de investigación, un contrato de duración determinada, son los empleados acosados de Correos o de los bancos, son los pequeños comerciantes a los que la pandemia y su gestión política han asestado un golpe mortal, etc. De hecho, cada vez me doy más cuenta de que sirviendo a los intereses de los subordinados, sirves a los intereses de la sociedad en su conjunto.

La escucha y la transparencia son los dos términos clave de la campaña electoral que ha lanzado; una campaña cercana a la gente, inscrita en los barrios de Turín y en los centros de trabajo. ¿Es este el comienzo de una nueva izquierda, de una izquierda en común» que tanto necesita el país?

Creo que es imprescindible cambiar el método si queremos volver a empezar, si queremos reanimar el destino de una izquierda que languidece, de una izquierda derrotada. Este método implica una relación diferente entre las fuerzas políticas organizadas y la base popular. Escuchar sus necesidades, tomar decisiones de forma transparente, hacerles sentir que nuestra concepción del poder se expresa en un movimiento ascendente y no al revés. Esto es la democracia: el poder desde abajo, si quiere ser el poder del pueblo. En Turín, las fuerzas de la izquierda, al utilizarme como centro de agregación, consiguieron dar un paso muy importante. Veo esto como el inicio de un proceso que, más allá del resultado de las elecciones, que evidentemente estamos tratando de ganar, tendrá que apuntar a una forma permanente de agregación. Italia necesita una izquierda, una verdadera izquierda, pero una nueva izquierda, y sobre todo una izquierda unida.

Parece que el PD ha encontrado un candidato…

Las primarias del PD en Turín fueron una confirmación de que este instrumento (las primarias), imitado del sistema americano, es una broma, al igual que el voto online del M5S en la plataforma Rousseau. Las decisiones las toman comités muy reducidos de empresas y grupos de interés, y el pueblo debe ratificarlas. El candidato Stefano Lo Russo es el hombre del aparato, el hombre del Sistema Turín, como es bien sabido. Fue elegido. Nadie habría apostado por un resultado diferente, pero al mismo tiempo nadie habría apostado por que hubiera ganado las primarias por sólo un puñado de votos (unos 300). Esta victoria no tiene mucho valor: han votado poco más de 11.000 personas, mientras que los votos esperados eran, como afirmó erróneamente la dirección del PD, el doble o más. Este es el dato más relevante: el estrepitoso desplome de la participación en la glorieta electoral. Lejos quedan los días en los que había colas para votar, y en 2021 el PD registró un KO técnico: después de mucho pregonar ¡vota!, ¡participa en la fiesta de la democracia!, y demás, recogieron un resultado vergonzoso. Sin embargo, el vencedor confirma que este partido está ahora aún más alejado de las exigencias de la izquierda, de sus valores, de su identidad. Y otra confirmación viene de este ejercicio preelectoral: el PD se bloqueó durante meses, centrándose en su propio ombligo, para preparar y luego llevar a cabo esta farsa de democracia con un resultado tan miserable. Mientras tanto, la ciudad ha sufrido en torno esa fiesta, porque Turín es una ciudad que sufre. Hemos tenido la enésima prueba de que los lorsignori (como escribió un comentarista príncipe de la sátira, Fortebraccio, comunista militante, pero refiriéndose a los jefes y sus compinches; ¿qué pensaría ahora?) viven en una burbuja, fuera de contacto con la vida real, con la sociedad, cada vez más aislados y patéticos.

¿Qué cree que puede aportar su candidatura al mundo de la izquierda radical en Europa? ¿Qué dice sobre las necesidades del momento?

Creo y espero que este camino en Turín, lejos de cerrarse (porque otros sujetos colectivos están mostrando interés en unirse a la Coalición o apoyar mi candidatura), pueda tener un impacto positivo a nivel continental. Para decirlo en pocas palabras: unámonos, dejemos de lado el identitarismo y el sectarismo: la derecha lo está haciendo y ganando. Nosotros también estamos obligados a hacerlo. No es una opción entre otras, es una elección obligatoria.

Notas:

1/ Diego Novelli, nacido en 1931, fue alcalde de la ciudad de Turín de 1975 a 1985, miembro del PCI, fue elegido en 1984 miembro del Parlamento Europeo. De 1981 a 2001, fue miembro del parlamento nacional. Desde 2009, es presidente de la Asociación «Per la Sinistra» de Turín y presidente del comité provincial de la ANPI.

2/ Angelo d’Orsi se refiere a la manifestación, conocida como la Marcha de los 40.000, del 14 de octubre de 1980, para protestar contra los piquetes que les impidieron llegar a sus puestos de trabajo durante más de 35 días. Esta marcha simboliza probablemente mejor que ninguna otra el punto de inflexión de un periodo que comenzó con la llegada de Thatcher en Gran Bretaña y Reagan en Estados Unidos.

3/ Miembro del Partido Democrático, fue alcalde de la ciudad de Turín de 2001 a 2011. De 2014 a 2019, es presidente de la región del Piamonte.

4/ Ex miembro del PCI, luego del Partido Democrático de la Izquierda y de los Demócratas de la Izquierda, fue alcalde de Turín de 2011 a 2016. Es más conocido por haber desafiado a Beppe Grillo para fundar su propio partido en 2007. También es objeto del sarcasmo del cineasta Nanni Moretti, en su famoso discurso del 2 de febrero de 2002, tras la victoria de Berlusconi en las elecciones nacionales, como encarnación de esa izquierda que no ha entendido nada de las convulsiones en curso.

5/ Angelo d’Orsi se refiere aquí al Hospital Universitario de Turín llamado «Città della salute» (https://www.cittadellasalute.to.it/). Su proyecto va mucho más allá del Parque de la Salud y la Ciencia que se está construyendo a las afueras de la ciudad, en una zona remota de difícil acceso, y que prevé la eventual reducción de camas de hospital y personal médico y paramédico. Este es un ejemplo de un gran proyecto que no satisface ninguna de las necesidades de la población y que va en detrimento de su bienestar.

6/ El 6 de diciembre de 2007, siete trabajadores fueron quemados vivos en la siderúrgica ThyssenKrupp de Turín.