Los países de Europa del Este que no lograron ingresar a la Unión Europea, quedaron privados de muchos de los valores democráticos que caracterizan a los Veintisiete. Paradójicamente, Bruselas junto con Washington alentaron, en muchos casos, el deterioro de algunos gobiernos de la región y promovieron revueltas que consiguieron el derrocamiento de los líderes elegidos […]
Los países de Europa del Este que no lograron ingresar a la Unión Europea, quedaron privados de muchos de los valores democráticos que caracterizan a los Veintisiete. Paradójicamente, Bruselas junto con Washington alentaron, en muchos casos, el deterioro de algunos gobiernos de la región y promovieron revueltas que consiguieron el derrocamiento de los líderes elegidos democráticamente.
Estas fueron las Revoluciones de Colores implementadas entre 2003 y 2005 en Georgia, Ucrania y Kirguizistán, con el objetivo de deponer a los mandatarios aliados de Rusia y sustituirlos por gobiernos prooccidentales. En congruencia con esta política, la UE procura desde hace casi dos décadas quebrar el monopolio del gas implementado por Rusia – que utiliza como países de tránsito hacia Europa a las marginadas ex repúblicas soviéticas del este del continente – mientras que pretende imponer sus propias rutas de abastecimiento energético, que eviten el territorio ruso.
¿Otra Revolución de Colores?
Pasado mañana, el Parlamento moldavo se reúne para elegir al nuevo presidente. Es posible que sea designada una mujer, Zinaida Greceanii.
A pesar de que las Revoluciones de Colores se disiparon hace cuatro años, el 5 de abril pasado, cuando el pueblo moldavo eligió a los miembros del Parlamento que va a designar al presidente, miles de manifestantes irrumpieron en la sede legislativa y en el palacio de gobierno causando 250 heridos y considerables daños materiales.
El escenario era similar al de las anteriores rebeliones, ya que los disturbios sucedieron luego de una jornada electoral controvertida, en la que se acusaba al oficialismo de alterar el resultado de las votaciones.
El Partido Comunista, que gobierna Moldavia desde 2001 y cuyo nombre es un eufemismo, ya que se asemeja a los partidos socialdemócratas europeos, triunfó con casi el 50 % de los votos.
Los manifestantes, que portaban banderas rumanas, acusaron al presidente Vladimir Voronin de manipular las elecciones.
Sin embargo, la UE manifestó que las elecciones fueron limpias y que se mantuvieron dentro de los valores democráticos.
Conflicto con Rumania
Entonces, si no hubo fraude y la UE no alentó a los manifestantes, ¿quién está detrás del boicot? La clave se encuentra en Rumania.
Moldavia, perteneció a Rumania hasta 1920, cuya parte oriental llamada Transdniéster fue anexada a la URSS. Más tarde, en 1940 Moscú invadió la porción restante del país, en la que predominan los habitantes rumanos y la unió con Transdniéster. Luego, en 1991, Moldavia logró su independencia y hasta 2001 mantuvo una política económica de apertura de mercados y de privatizaciones apoyadas por el FMI, el Banco Mundial y las potencias occidentales.
Además, el país se unió al GUAM, grupo de países ex soviéticos anti rusos. De esta manera, Moscú perdía a otro aliado en la lucha con la UE y los EE.UU. por el tránsito de hidrocarburos hacia Europa.
Al llegar Voronin a la presidencia en 2001, cambió la orientación política del país y miró hacia Moscú. La oposición, pro rumana, presionó al nuevo presidente para que rompiera lazos con Rusia, ya que Moscú apoyaba a los separatistas eslavos de Transdniéster. Voronin se vio obligado a hacerlo y a solicitar la adhesión de Moldavia a la UE.
En tanto, mientras Rumania realizaba todo tipo de reformas para alcanzar su membresía europea, que logró en 2007, miraba con nostalgia a la hermana perdida, en donde habitan por lo menos 700 mil personas descendientes de rumanos.
Las revueltas postelectorales de abril fueron respaldadas por Rumania para desestabilizar al gobierno comunista moldavo y otorgarle poder a la oposición. Eso no es un secreto, ya que paralelamente, el gobierno de Bucarest anunció que le concedería la nacionalidad rumana a los 700 mil moldavos que tuvieran por lo menos un abuelo rumano.
A espaldas de Europa, Rumania tiene como fin anexarse la parte latina de Moldavia, lo que otorgaría de facto la independencia a Transdniéster y la victoria rusa sobre esta región; o bien continuar influyendo sobre el gobierno moldavo, tal como lo hacía antes de la llegada de los comunistas al poder.
Choque con Europa
Bruselas reaccionó negativamente contra el gobierno de Rumania, que le esté agregando nuevos problemas a los que ya tiene con la crisis económica en el este. La posible llegada de 700 mil nuevos rumanos provenientes de Moldavia – la mayoría desocupados – a la UE, suma un conflicto económico más en medio de la turbulencia actual.
Por otro lado, la decisión de Rumania altera el equilibrio geopolítico que Europa quiere establecer con los países limítrofes del este que la separan de Rusia.
La UE acaba de crear la semana pasada la Asociación Oriental promovida por Alemania, que busca estabilizar y ayudar económicamente a los vecinos orientales de la UE para disputarle la influencia regional a Moscú.
Pero, de ninguna manera estos países van a formar parte de los Veintisiete, ya que la UE, debido a la crisis, ha cerrado sus puertas a nuevos miembros, con muy pocas excepciones.
Energía
Si no fuese por la disputa con Rusia por el tránsito de gas, los países vecinos del este europeo serían una molestia para Bruselas. Ya lo son los gobiernos que Occidente mismo ayudó a alcanzar el poder, tanto en Georgia como en Ucrania.
Moldavia es un país pobre, pero la región de Transdniéster, industrialmente avanzada, es su motor económico. Rusia continúa apoyando al régimen separatista con el fin de continuar ejerciendo la influencia en un país tradicionalmente pro europeo.
Por su parte, la UE busca expandirse hacia la esfera rusa y desbaratar al gobierno de Transdniéster para aprovechar al máximo los beneficios de la alianza con los mediadores energéticos del este. Por eso, la reacción de Rumania es inaceptable tanto en Bruselas, como en Moscú.
Si Rumania pretende continuar con su expansionismo, que va en contra de los intereses de los poderosos, tanto europeos, como rusos, es posible que se vuelvan a producir revueltas luego de la designación presidencial del miércoles próximo.
Sin embargo, no se vislumbra un cambio de gobierno en Moldavia, ya que para que suceda una nueva Revolución de Colores, la UE primero debe deslegitimar el proceso electoral.
Influencia estadounidense
La única duda que surge es el papel que desempeñan los EE.UU. En esta contienda energética con Rusia, Washington apoya a Europa. Pero Rumania le abrió la puerta a los EE.UU. para que establecieran dos bases en su territorio.
En tanto, el gobierno moldavo de Voronin es partidario de ingresar a la UE, pero no a la OTAN. Por eso, si hubiese un cambio de régimen, es probable que Moldavia busque el ingreso a la Alianza Atlántica y de esta manera los EE.UU. estarían arrebatándole la influencia a Rusia y además impondrían su propia política frente a la europea.
¿Habrá actuado sola Rumania a espaldas de Europa? ¿O tendrá un poderoso protector que está detrás de un nuevo intento de golpe de Estado?