Cuando parecía que el nivel de la campaña política había tocado fondo, entendimos que siempre es posible hundirse un poco más en el fango. Temerariamente, Jorge Batlle vincula el hallazgo de un arsenal con el pasado tupamaro de José Mujica. Los agraviados se defienden y el Partido Nacional compra minutos de publicidad encubierta en formato […]
Cuando parecía que el nivel de la campaña política había tocado fondo, entendimos que siempre es posible hundirse un poco más en el fango. Temerariamente, Jorge Batlle vincula el hallazgo de un arsenal con el pasado tupamaro de José Mujica. Los agraviados se defienden y el Partido Nacional compra minutos de publicidad encubierta en formato de boletines informativos para sembrar el miedo a la guerrilla y en plena veda electoral.
El caso del contador Saúl Feldman, que murió atrincherado en su casa después de matar a un policía y herir a otros dos el 1° de noviembre en una de sus viviendas (tras el hallazgo de un arsenal de 400 armas en otra de sus casas), es tan sórdido, tan enrarecido. Debió haber sido territorio de la Justicia y no de la política, dijo el ex Ministro de Ganadería, hoy senador del Movimiento de Participación Popular, sector al que pertenece el presidenciable José Mujica, Ernesto Agazzi. Una nueva aparición del ex presidente colorado Jorge Batlle fue clave en la estrategia. «Qué se podría esperar de un hombre que fue fundador del escuadrón de la muerte; que estaba en el reino mineral; que es un Chirolita de Penadés; que fue sostén político del Pachecato y dicen que ahora cree que es Napoleón», sentenció el senador emepepista Eleuterio Fernández Huidobro. Desde la semana anterior hasta hoy, el caso ha sido el gran generador de titulares, en un sistema que para otros países es ejemplo de civilidad. Honestamente, habría que replantearse si este desvío en la campaña para el balotage es el punto de inflexión que destruya esa idea idílica que los demás tienen de nosotros. Creimos haber dejado atrás la estrategia del miedo que la dictadura supo construir tan bien. La agencia publicitaria colaboró, reflotando un formato similar a las publicaciones de los años infames (desprolijas, en blanco y negro) y las hizo aparecer en los medios en una lógica de emboscada. Irrumpieron los avisos en las tandas, captando la atención a través del mensaje forzado que intentaba graficar el pasado, instalándolo en el presente. Algo así como que los tupamaron siguen entre nosotros, tengan miendo, desconfíen, siempre desconfíen.
Imposible afirmar si lograrán el impacto deseado. El Frente Amplio denunció que los espacios contratados en radios y canales de cable y aire del interior para vincular el hallazgo del arsenal en Aires Puros, con Julio Marenales y José Mujica constituyen una «falta moral y ética» y fue denunciado ante la Ursec y la Corte Electoral. Las pautas firmadas por contratos de publicidad corren por cuenta de la empresa AB. Sin embargo al denominárselas para ubicarlas en las tandas, el cliente figura como Partido Nacional, aunque el devenir de los hechos hace que esto se trate de una simple anécdota. Los avisos, con dos locutores simulando ser informativistas de radio, instalan las sospechas que tiene el candidato a vicepresidente por el Partido Nacional (PN), Jorge Larrañaga, sobre la actuación judicial en el caso de Saúl Feldman y el hallazgo del arsenal. Creaban, con la complicidad de Batlle, el hecho político. El jefe de campaña del PN Gustavo Penadés trata forzadamente de quitarle dramatismo y no hace otra cosa que hablar de campaña informativa, insultando la inteligencia de la gente.
«A ver», dice, «saquemos la hojarasca». Cuando los especialistas consideran la publicidad hoy como un fenómeno más socializante que de mercado; el PN sentencia sin ruborizarse que las piezas publicitarias no son en realidad eso, sino más bien «boletines» informativos. Lo que obvian decir es que están basados en descabelladas acusaciones carentes de pruebas que las avalen, que es en definitiva, lo que ellos mismos demandan a los periodistas, subidos a su pedestal de clase política.
Paisanos tontos
Los «boletines» sólo fueron distribuidas en el Interior, reafirmando ese mito de que todavía andamos a caballo en calles de tosca. La campaña y las explicaciones de Penadés son un insulto a los ciudadanos del Interior que sostuvieron por décadas con sus votos a los profesionales de la política que hoy los subestiman. En el intento por explicar lo inexplicable, aconseja como un patriarca que «no hay que dramatizar ni ver fantasmas donde no los hay». Es que si hay algo que puede enseñar el PN es a manejar los medios de comunicación. En la presidencia de Luis Alberto Lacalle, distribuyó ondas como si fueran caramelos, a sabiendas de los resultados. Hoy, cuando pergeñan una campaña de estas características, tienen operadores funcionales que -como sucedió en al menos una radio cuyo propietario es manifiestamente lacallista-, desconocen a los informativistas y ordenan emitir al aire el spot publicitario en ese espacio, para que parezca una noticia. Como el gobierno de Tabaré Vázquez no ha sabido ordenar la repartija porque la izquierda no reconoce la verdadera incidencia de los medios, la hoy oposición mantiene su propia red de emisoras en buena parte del país.
Actúan con impunidad, se pagan y cobran favores y miden fuerzas en la pulseada. Las piezas cuestionadas simulan un tono de informativo de radio o televisión con locutores que plantean las dudas de la dirigencia blanca sobre el eventual vínculo político del arsenal de más 700 armas. La violencia radica en que cuando Penadés afirma que son «boletines informativos» y no spots publicitarios, se arroga el derecho de cambiar las reglas a su antojo. Sin embargo, esta alegre liviandad con la que exponen a los ciudadanos a un relato egoísta de la cuestión, no es tolerada por el propio candidato nacionalista que en más de una oportunidad se ha enojado con un periodista que le realiza una pregunta inconveniente. Tampoco cuando requiere «responsabilidad» si es que se le pregunta, por ejemplo, sobre los casos de corrupción en su gobierno.
Así como desmientan intencionalidades hacia los contrincantes políticos, tendrían que hacer lo mismo con los uruguayos del Interior a quienes en clave de caudillismo, están convencidos que pueden decirles cualquier cosa y salir impunes, creyendo que más allá de Montevideo, no hay mujeres y hombres libres de pensamiento. Si los responsables de un Departamento de Prensa elaboraran boletines dando como ciertas las acusaciones que dijo Batlle y levantó el PN, serían convocados a dar explicaciones ante los directores de los medios, a quienes en realidad les importa mucho menos la ruptura de los códigos éticos que la posibilidad de enfrentarse a un juicio por culpa de un empleado. Los directores de los medios pudieron haber dicho que no, pero sospechamos que no es el mensaje y lo que éste provoca lo que les interesa. Alguien dijo que es momento de reflexionar sobre el lugar del saber que estamos ocupando y sobre todo, de hacer lo posible para que no siga fracasando el sentido de responsabilidad acerca de lo que hacemos y decimos. Y esto no tiene que ver con la censura.
Embestida colorada
La Federación Uruguaya de Cooperativas de Viviendas por Ayuda Mutua (FUCVAM) fue la primera organización que salió a responder, interpretando las acusaciones de Jorge Batlle. Alertó a la sociedad acerca de las intenciones manipuladoras de los ex presidentes colorados Jorge Batlle y Julio María Sanguinetti. Se intenta «inducir al odio, a la fractura social y política a través del emplazamiento a dirigentes frentistas de estar detrás de un cargamento de armas». FUCVAM repudia tal irresponsabilidad ya que «podríamos estar ante un primer acto de una película montada» y la legitimación de formas de lucha para revertir «la tendencia de caída a pique de los partidos tradicionales y a la clase social que representan. Ante la escalada y embestida baguala colorada, este es un paso más en sus actos de violencia», como fue ver niños comiendo pasto en las escuelas, gurises desmayándose en los liceos por falta de alimentación, decenas de miles de jóvenes yéndose del país, un éxodo de juventud y la desembocadura de 1.000.000 de uruguayos empobrecidos, así como miles de desocupados. Propone FUCVAM, «continuar las políticas que eviten el retorno de las políticas y los políticos de los 90» y que constituya el freno a estos actos de desacato democrático.
Nostalgia, regresión, barbarie
Este lunes, la directiva nacional del PIT CNT, afirmó que el ex primer mandatario Julio María Sanguinetti cometió «uno de los peores errores o tal vez uno de los peores horrores de su vida, al pronunciar en un acto público que el PIT-CNT era la única organización social que había apoyado el golpe de Estado». Ante estas aseveraciones, la central obrera recuerda que cuando fue Presidente «se enorgullecía de que nunca había perdido una huelga con ningún sindicato» pero en esa actitud arrogante como errática, le miente a sus correligionarios en un acto de la lista 2000 y asume una posición «que va contra toda la historia de nuestro movimiento sindical y contra la historia de nuestro país».
Recuerdan que en la fundación de la central, la Dirección resolvería que si en el Uruguay se golpeaba a las instituciones, se contestaría con una huelga general, «que nuestros fundadores no dudaron en asumir y sin duda fueron 15 días que estremecieron la historia y deslegitimaron a la dictadura militar». Los dichos de Sanguinetti son interpretados como una ofensa a la central sindical y a los trabajadores uruguayos «que defendieron la democracia y la pagaron con desaparición, muerte, exilio y cárcel, entre otras muchas consecuencias». Decidieron comunicar su molestia e indignación al Partido Colorado a través de su Secretario General, «para evitar entrar en adjetivos que nada bien le hacen a nuestra democracia y a las relaciones de diálogo que requiere una sociedad que trabaja para fortalecerla. Tal vez es tiempo que sus propios correligionarios o amigos le manifiesten que llegó la hora de su retiro, a los efectos de que no siga haciendo daño en nuestra comunidad».
Marita Coria. Publicado en semanario Tres Puntos (Paysandú, Uruguay)
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