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Rusia

La onda de choque de las manifestaciones continúa resonando

Fuentes: Viento Sur / Mediapart

Traducido por Faustino Eguberri para VIENTO SUR

La bofetada infligida a Vladimir Putin este 24 de diciembre de 2011, casi veinte años exactos después de la disolución de la Unión Soviética, no deja de resonar. Ver cerca de 100.000 personas en las calles de Moscú (120.000 según los organizadores, 30.000 según la policía) es un acontecimiento suficientemente inédito como para que incluso la prensa más timorata reconozca su importancia, como el periódico Moskovski Komsomolets que evoca /1 púdicamente el «despertar de la sociedad civil». Hay que decir que, tres semanas después de las elecciones legislativas del 4 de diciembre, que han consagrado una decepcionante victoria para el partido putiniano Rusia Unida a pesar de los ciberataques contra los disidentes y el fraude orquestado por el aparato gubernamental, la protesta no se debilita.

Si una «manifestación monstruo» contaba con algunos centenares o millares de personas estos últimos años, se ha pasado a algunas decenas de miles a comienzos de diciembre y las cifras se acercan actualmente al centenar de miles. Todo en un contexto que no ha cambiado en lo fundamental: la permutación del tándem Medvedev-Putin fue anunciada el 24 de septiembre de 2011 y era esperada desde hacía meses; el fraude electoral a favor del partido en el poder no es, francamente, algo nuevo en Rusia; las elecciones presidenciales del próximo mes de marzo no tienen casi ninguna posibilidad de ver la derrota de Putin. Y, sin embargo, las manifestaciones crecen y los manifestantes atacan abiertamente al presidente, como nunca antes.

Para Alexey Levinson, director del centro analítico de Levada en Moscú, «el descontento de los rusos sobre las alegaciones de fraude electoral no hay que tomárselo a la ligera. Las declaraciones prefabricadas o también el silencio del poder no sirven más que para irritar a los que protestan». Y el analista concluye, desde un punto de vista publicado /2 en inglés: «Me espero que las manifestaciones continúen hasta las elecciones presidenciales de marzo».

Primer cambio, en lugar de la represión habitual, la policía se ha abstenido de intervenir en las recientes manifestaciones, y además, el presidente Dimitri Medvedev ha anunciado, en su último discurso sobre el estado del país el jueves 22 de diciembre, que iba a tomar medidas para hacer elegir a los gobernadores de provincia, facilitar la creación de nuevos partidos políticos, dar más libertad a la prensa, y luchar contra la corrupción. Sobre estos dos últimos puntos, sin embargo, es muy difícil darle crédito, pues estas promesas han sido repetidas sin cesar desde el comienzo de su mandato, como subraya un editorial /3 del Washington Post: «Medvedev se ha revelado tímido, ineficaz y a fin de cuentas sin real poder durante su presidencia, pero concedámosle al menos esto: ha reconocido que el régimen autoritario construido por su patrón Vladimir Putin, no funcionaba. (…) Si se convierte en primer ministro, tendrá quizá la oportunidad de empujar a favor de los cambios progresivos que propone -en cualquier caso de continuar hablando de ellos. Hasta donde pueda ir dependerá sin duda de la prosecución y de la extensión del movimiento popular de protesta. La movilización masiva en una glacial víspera de Navidad significa quizá que Putin no tendrá las manos tan libres como tenía por costumbre».

Era, por otra parte, interesante señalar que, contrariamente a la forma en que Putin se había burlado de los manifestantes en una maratón televisual bastante incongruente /4 el pasado 15 de diciembre, los dirigentes de Rusia Unida se han guardado mucho de insultar o incluso de minusvalorar el compromiso de quienes protestaban, o de dar a entender que estaban pagados por los Estados Unidos. La diputada Irina Yarova ha enviado un comunicado de prensa en nombre del partido presidencial, evocando la sinceridad de los manifestantes del sábado 24, contentándose con distinguir a los «simples ciudadanos» de «quienes se dirigen a ellos desde los estrados», es decir, los opositores patentados.

Incluso debilitado, el régimen en el poder desde hace doce años tiene aún múltiples recursos

Este retroceso del partido presidencial (el que se ha beneficiado del fraude cometido en las legislativas) y de una parte del entorno de Putin tiene que ver menos con la calidad o la popularidad de los opositores que con su relativa cohesión hasta ahora. Con consignas relativamente sencillas (nada de revolución sino elecciones transparentes y justas, por retomar las palabras del bloguero Alexei Navalny), el acuerdo de izquierdistas, comunistas, anarquistas, nacionalistas y de la intelectualidad continúa aguantando, cuando el poder esperaba verle estallar pronto.

«La oposición ha aprendido a negociar colectivamente con la alcaldía de Moscú (para obtener el derecho a manifestarse); ha aprendido a recolectar el dinero necesario para pagar la megafonía; ha logrado solicitar la opinión de la gente a fin de saber quién hablaría en las manifestaciones; ha logrado utilizar las redes sociales a fin de difundir la información. Contrariamente a lo que se esperaba, esta tripulación sin uniformidad y disparatada no ha caído en querellas y ha sorprendido a su mundo por su sofisticación», escribe Julia Ioffe /5. «Una de las razones de esta cohesión es que la oposición ha disfrutado con el éxito», prosigue. «En dos semanas desde la primera gran manifestación, la respuesta del gobierno ha pasado de gestos simbólicos a lo que comienzan a parecer verdaderas concesiones y, quizá más extraño, un verdadero cambio».

Sin embargo, quienes ven en este invierno ruso la prolongación de los efectos de la primavera árabe van sin duda demasiado aprisa. Nadie en la oposición cree verdaderamente en una caída de Putin, tampoco en su partida voluntaria, a la que llama Mijail Gorbachov, una figura sin resonancia en Rusia, ni tampoco en su derrota electoral en marzo. E incluso si el número de manifestantes es considerable para los patrones rusos de estos últimos años, hay millones de ciudadanos que continúan viendo en Putin el salvador y al garante de la estabilidad del país.

Incluso debilitado por los últimos acontecimientos, el régimen en el poder desde hace doce años posee aún múltiples recursos: «El mecanismo con el que el gobierno pretende responder a las demandas de cambio se parece a la «democracia dirigida» puesta en pie por Putin desde hace años», escribe /6 Time Magazine. «Según numerosas fuentes del interior de Rusia Unida, el régimen tiene la intención de crear partidos-marioneta a fin de distraer y de dividir a la oposición. Sus dirigentes no serán figuras independientes como Navalny sino personalidades leales a Putin, como las dos que han participado en la manifestación del sábado 24 a fin de pulir su barniz popular. Por otra parte, ninguno ha recibido una acogida calurosa. Alexei Kudrin, antiguo ministro de Finanzas y viejo amigo de Putin, ha sido silbado y abucheado cuando subió al estrado. Mijail Prokhorov, el millonario que pretende presentarse a las presidenciales contra Putin, fue abroncado sin piedad cuando se paseó entre la multitud».

El después de Putin queda aún por escribir.

Fuente: http://www.mediapart.fr/journal/international/261211/londe-de-choc-des-manifestations-russes-continue-resonner

NOTAS:

1/ http://tempsreel.nouvelobs.com/monde/20111226.OBS7523/la-presse-russe-salue-le-reveil-de-la-societe-civile.html

2/ http://www.nytimes.com/roomfordebate/2011/12/12/is-the-kremlin-loosening-its-grip/the-protests-in-russia-will-continue

3/ http://www.washingtonpost.com/opinions/a-president-talks-reform-as-a-protest-movement-gains-force/2011/12/23/gIQADT0kHP_story.html

4/ http://www.foreignpolicy.com/articles/2011/12/15/the_condomnation_of_vladimir_putin

5/ http://www.foreignpolicy.com/articles/2011/12/24/russia_protest_putin_election?page=full

6/ http://www.time.com/time/world/article/0,8599,2103083,00.html#ixzz1hdnJapHG