Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
El Festival de la Canción de Eurovisión visto por más de 120 millones de televidentes puede considerarse un espectáculo divertido -un «carnaval del kitsch» como lo llamó un comentarista- pero fuera de la escena hay intereses políticos y económicos tremendamente serios.
La final de este año del festival, que cumple 56 años, es en Bakú, la capital de Azerbaiyán, en el Crystal Hall, construido expresamente para el acontecimiento, en las riberas del Mar Caspio, y proyectará deslumbrantes imágenes de la nación del Cáucaso a todo el mundo.
El gobierno autocrático del presidente Ilham Aliyev no ha escatimado gastos o esfuerzo para preparar el evento, un espectáculo que con el paso de las décadas se ha convertido en un sinónimo de cultura pop optimista de «euro-basura».
En las semanas anteriores al evento de esta noche, paramilitares estatales y policías secretos de Azerbaiyán han reprimido hasta las mínimas protestas públicas encarcelando a centenares de activistas por los derechos humanos y por la democracia.
La nación, de mayoría musulmana, presenció a principios de 2011 una oleada de protestas públicas contra el gobierno autoritario de Aliyev como consecuencia de los levantamientos por la democracia en Medio Oriente. Los azeríes se han cansado de la dinastía Aliyev y acusan a la familia del líder de apropiarse indebidamente de la vasta riqueza petrolera del país centroasiático. Aunque Azerbaiyán -la mayor de las naciones del Cáucaso que fueron anteriormente repúblicas soviéticas- tiene elecciones parlamentarias, pocos consideran que Aliyev tenga un auténtico mandato de la población de menos de 10 millones.
El presidente sucedió a su padre, Heydar, en 2003 y ha sido «reelegido» dos veces con inmensas mayorías. El presidente apunta a presentarse para un tercer período. Su padre, Heydar Aliyev, exhombre fuerte soviético, llegó al poder en 1993 después de un golpe en la recién establecida república Azerbaiyán. Desde entonces, el poder político ha permanecido en manos de la familia.
El presidente nombra al gabinete, el aparato judicial, tiene veto sobre el Parlamento de la Asamblea Nacional y control directo sobre la compañía petrolera de Azerbaiyán, supuestamente estatal. Muchos de los manifestantes pro democracia arrestados durante las manifestaciones de 2011 permanecen en prisión.
En las últimas semanas, a medida que se acercaba el Festival de la Canción de Eurovisión, los activistas antigubernamentales han tratado de destacar sus agravios realizando manifestaciones públicas en la capital, Bakú, que, por su parte, fueron objeto de brutales medidas de fuerza. Los periodistas han sido chantajeados, golpeados y encarcelados por las autoridades en un desesperado intento de presentar una atmósfera positiva para la gala de la canción.
Los portavoces del evento de la Eurovisión han defendido que se haya insistido en el espectáculo a pesar de la crítica pública de toda Europa, afirmando que el festival «no es político».
Pero al contrario de esa afirmación, la evidencia apunta a que el gran espectáculo de entretenimiento es profundamente político. Para comenzar, el círculo gobernante de Ilham Aliyev está utilizando el evento como una gigantesca operación fotográfica para presentar el país bajo una luz positiva. Azerbaiyán ambiciona unirse a la Unión Europea y los gobernantes están ansiosos de pulir sus pretensiones de nueva democracia secular.
Esta complacencia de quince minutos de fama global de Azerbaiyán es compartida por las capitales europeas y Washington. Azerbaiyán bajo la familia Aliyev ha emergido como un aliado fundamental europeo y estadounidense en una región geopolítica crucial. El país, que une Asia Central, Medio Oriente y Europa Oriental, tiene vastas reservas de petróleo y gas junto a su Mar Caspio.
Mientras esas reservas de hidrocarburos eludieron a la antigua Unión Soviética por los desafíos técnicos a la extracción, compañías petroleras europeas y estadounidenses están en una posición excepcional para aprovechar la riqueza de Azerbaiyán en petróleo y gas. En los años noventa, la compañía petrolera estatal firmó un contrato de 30 años por 7.400 millones de dólares con 13 compañías, incluidas BP, Statoil, Eni, Total, Exxon y ConocoPhillips.
Históricamente, la abundancia de petróleo y gas en Azerbaiyán fue de tal fama que los zoroastristas de la antigüedad construían templos religiosos sobre pozos superficiales que se encendían espontáneamente con llamas que subían hacia el cielo. A principios del Siglo XX, antes del descubrimiento del petróleo árabe, casi la mitad de todo el petróleo del mundo provenía de Azerbaiyán.
Esta riqueza fue un factor importante para que los bolcheviques en la recién formada Unión Soviética se apresuraran a actuar rápidamente a fin de evitar una breve oportunidad de la independencia azerí después del colapso del Imperio Ruso en 1917. Durante la Segunda Guerra Mundial, el ejército alemán atacó Azerbaiyán con el propósito de interrumpir el suministro de petróleo a la Unión Soviética.
Es probable que actualmente, el valor estratégico de Azerbaiyán sea aún más importante. El oleoducto de 1.768 kilómetros comisionado en 2006 de Bakú a Ceyhan en la costa mediterránea de Turquía tiene capacidad para transportar un millón de barriles diarios de crudo del Mar Caspio a los mercados occidentales. Esta cantidad se compara con la capacidad de producción diaria de Arabia Saudí de 8 a 10 millones de barriles por día. En otras palabras, el petróleo azerí representa una importante alternativa al petróleo ruso y árabe para Europa y EE.UU.
El Azerbaiyán de Aliyev también se ha convertido en un firme apoyo de las campañas militares de la OTAN. Como miembro de la «Cooperación por la Paz» de la OTAN, ha contribuido con tropas para operaciones en Kosovo, Irak y Afganistán. Azerbaiyán ha otorgado privilegios especiales en particular a los militares estadounidenses, con permisos para aterrizar, repostar y sobrevolar.
Como cercano aliado de la OTAN, Azerbaiyán se ha convertido en una especie de espina en el flanco sur de Rusia, frustrando los intereses de Moscú en su volátil patio trasero del Cáucaso de Georgia, Osetia del Sur y Armenia.
Las relaciones de Azerbaiyán con Irán también han sufrido un marcado enfriamiento en los últimos años a medida que se coloca cada vez más estrechamente de parte de Washington. Los azeríes forman la mayor minoría en Irán, cerca de un 24% del total. El reciente disenso en Irán por parte de la población azerí ha subrayado el potencial para la creación de problemas políticos internos para el gobierno de Teherán.
Esta noche, mientras los televidentes se arrellanan y se deleitan con el entretenimiento de euro-basura, aparentemente inofensivo, transmitido en directo desde Bakú, podemos estar seguros de que las potencias occidentales y su aliado azerí cuentan con que el espectáculo sea un éxito para sus inmensos intereses creados.
Finian Cunningham es el corresponsal de Global Research para Medio Oriente y África Oriental. [email protected]
Fuente: http://www.globalresearch.ca/
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