La Patria Grande unida que soñaron Simón Bolivar y José Martí es un verdadero dolor de cabeza para el régimen de Estados Unidos, que procura hoy por todos los medios desviar la atención de la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), cuyo segmento presidencial sesionará los días 28 y 29 […]
La Patria Grande unida que soñaron Simón Bolivar y José Martí es un verdadero dolor de cabeza para el régimen de Estados Unidos, que procura hoy por todos los medios desviar la atención de la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), cuyo segmento presidencial sesionará los días 28 y 29 próximos en Cuba.
Con el patrocinio de Washington, conocidos mercenarios, terroristas y mafiosos ya han inventado, hasta en la violenta ciudad norteamericana de Miami, una cita paralela a la de la CELAC de La Habana, que ya analistas políticos coinciden en denominarla un circo, y le auguran el fracaso.
No es desconocido que la Casa Blanca presiona a algunos gobiernos de nuestra América para tratar de que se abstengan de asistir, o bajen el nivel de sus delegaciones, con el objetivo de minimizar el importante conclave unitario que se celebrará en la mayor de las Antillas la venidera semana.
La administración del mandatario Barack Obama hace ingentes esfuerzos por torpedear la reunión en la Isla caribeña, a la que mantiene bloqueada hace más de 50 años por el solo hecho de defender su soberanía e independencia, y significar un ejemplo para la Patria Grande.
Washington no se resigna a admitir que los países de América Latina y el Caribe viven actualmente nuevos tiempos, con aires de integración regional, solidaridad y cooperación, y demasiados deseos de dejar de ser para siempre el traspatio que ha sido de Estados Unidos.
También está muy resentido porque en la CELAC no hay asientos «reservados» para los representantes del gobierno norteamericano, acostumbrados a participar e imponer sus posiciones en cuanto encuentro internacional se realice en el mundo, incluso en las Naciones Unidas (ONU).
Es hasta entendible que la Casa Blanca esté molesta por haber sido excluida de la organización más grande y joven de Latinoamérica y el Caribe, pero es una realidad que se lo ha ganado por sus posturas injerencistas, y por históricamente pretender mantener dividida a la Patria Grande.
El presidente Obama no es precisamente la excepción de las conductas tercas adoptadas por sucesivos regímenes estadounidenses contra Latinoamérica, en general, y Cuba, en particular, y por ello extiende sus tentáculos para menguar y sabotear la Cumbre de la CELAC de La Habana.
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