Las clases dominantes de América Latina, siempre racistas, clasistas, sexistas, propagadoras del odio y de la violencia contra los pobres, cultoras de la desigualdad y la opresión, cuentan con sus ideólogos orgánicos a escala nacional e internacional.
Esos ideólogos de oficio desempeñan su papel de manera juiciosa, a través de los diversos medios de difusión, educación y entretenimiento. Ocupan las pantallas y las ondas de falsimedia, escriben en periódicos y revistas al servicio del capitalismo e imperialismo, ocupan cátedras en prestigiosas universidades del Norte y el Sur del mundo. Se encargan de repetir un guion establecido, como si fueran oráculos providenciales que tienen las recetas económicas, políticas y culturales que garantizan riqueza y prosperidad. Ese recetario neoliberal y neoconservador al mismo tiempo, rinde un culto al mercado (eufemismo del capitalismo), al individualismo, a la competencia, a la riqueza y a los ricos, a las grandes empresas, a los Estados Unidos. Ese recetario en América Latina dictamina, sin discusión alguna, cuáles son las fuerzas políticas y sus candidatos, a los que se debe apoyar porque encarnan la democracia, la prosperidad y, sobre todo, la libertad (de mercado). Todo aquel, hombre, mujer o colectivo, que ponga en cuestión esas pretensiones de los dueños de América Latina, de inmediato se le demoniza y se le concibe como un enemigo de la democracia y del mundo libre y una expresión del “totalitarismo comunista”, simplemente porque plantee, por ejemplo, que los ricos paguen impuestos, que el Estado se encargue de la salud y la educación, que se nacionalicen los recursos mineros y energéticos, que se controle al capital extranjero y se evite la fuga de capitales, se propugne por la creación de instituciones que den empleo y protección a los pobres… Por supuesto, a cambio de los servicios de estos ideólogos, el capitalismo los recompensa con dólares y euros, premios literarios (entre los que se incluye el Nobel de Literatura), reconocimiento y prestigio mediático.
Para estos ideólogos no hay disyuntiva posible en su apoyo incondicional al capitalismo y al imperialismo y eso lo evidencian en todas sus intervenciones políticas y, cuando son escritores, en sus columnas de opinión o en sus libros, en los que claramente condenan con una saña inquisitorial a aquellos que se atreven a cuestionar al mercado y a la democracia realmente existente.
1.
Si alguien encarna todo lo anteriormente planteado en nuestra América es el Marqués Jorge Mario Pedro Vargas Llosa, un ciudadano europeo que por accidente nació en Arequipa (Perú). Es la voz cantante de la extrema derecha mundial, neoliberal y neoconservador al mismo tiempo, enemigo acérrimo y declarado de cualquier proyecto nacionalista en nuestro continente, racista inveterado que anuncia todos los días su desprecio por los pobres, indígenas, negros y masas irredentas de nuestros países, cultor de los ricos y poderosos, de los asesinos neoliberales (entre ellos Uribe Vélez e Iván Duque, para no ir tan lejos), militante furibundo de la extrema derecha mundial y, desde España y Europa, supone que estas son las potencias coloniales de tiempos pasados, y él su vocero autorizado, una especie de Fray Gines de Sepúlveda redivivo (sí, el leguleyo que decía que los indígenas no tenían alma y se debían esclavizar y que se enfrentó a Fray Bartolomé de las Casas).
En su condición de opinologo, cada ocho días en El País, el diario imperial globalista que se edita en España, exhala odio, racismo desprecio por los humildes y rinde culto a los ricos, poderosos y criminales del capitalismo realmente existente. Son conocidos sus panfletos de mal gusto contra Fidel Castro, Hugo Chávez, Evo Morales, los indígenas bolivianos, ecuatorianos, peruanos y su apología incondicional de los Estados Unidos y sus crímenes, como los cometidos en Irak. Cada columna es un refrito de estupideces neoliberales, de sandeces propias del sentido común neoliberal y neoconservador, y en cada uno de sus escritos se evidencia su podredumbre ética, política y humana.
Ahora, en estos mismos momentos, a propósito de las elecciones presidenciales en el Perú, el despreciable Marqués I Vargas Llosa se hunde en el fango de su propia podredumbre. Recordemos que en la que primera vuelta electoral pasaron a la siguiente los candidatos Pedro Castillo, un humilde profesor que representa a Perú Libre, una organización de izquierda, y Keiko Fujimori, representando a Fuerza Popular, una agrupación de extrema derecha. Desde ese momento, el Marqués y escribidor inició una labor mediática, con columnas de prensa, entrevistas por televisión, en la que de una forma miserable demonizo a Pedro Castillo, y a los electores que lo apoyan ‒en el mundo rural y en las barriadas pobres de grandes ciudades‒ diciendo que era la resurrección del “marxismo-leninismo-mariateguismo”, que iba a condenar a Perú a la miseria (como si la gran mayoría de sus habitantes no vivieran en la miseria permanente), iba a terminar con las libertades y la prensa libre e iba a implantar un modelo castro-chavista con el asesoramiento directo del gobierno de Nicolás Maduro y mil sandeces de este estilo.
Al mismo tiempo, y dando una voltereta de 180 grados apoyó a Keiko Fujimori, la hija del dictador y criminal Alberto Fujimori, quien derrotó a Vargas Llosa en las elecciones de 1990 y a quien había dicho que jamás iría a apoyar, porque “la hija de un ladrón y asesino no puede ser presidenta”, según sus propias palabras. Pues ahora, por arte de magia, Keiko Fujimori, quien ha estado presa por corrupción y puede volver a prisión por largos años, según la pluma corrompida del Marqués Vargas Llosa es adalid de la democracia, la justicia y la libertad en el Perú, y por eso había que votar por ella en la segunda vuelta electoral e impedir que el representante del comunismo internacional ganará en el Perú, y lo hundiera en el caos y en la desolación.
A la par con el lavado de imagen de K. Fujimori, a quien le envió efusivos mensajes de apoyo, empezó a propagar el miedo para que no votaran por Castillo, hasta el punto de insinuar y amenazar con un golpe de estado, que desconociera los resultados en caso de que el candidato de izquierda ganara. Cuando se conocieron los resultados finales de la segunda vuelta, con un ajustado triunfo del candidato de izquierda, Mario Vargas Llosa, apoyando directamente a la Fujimori, empezó a desconocer el resultado legítimo y democrático para hablar de fraude, invalidar los resultados y preparar el terreno para la campaña de desestabilización y saboteo que se avecina por parte de la derecha que tan bien representa Vargas Llosa y, por supuesto, la Comunidad Internacional de delincuentes que encabeza Estados Unidos.
El Marqués Vargas Llosa habla con tono grandilocuente, propio de los que se creen superiores y dictamina que debe hacer la gente, comportamiento por lo demás típico de los hacendados que tienen a sus órdenes un enjambre de peones en los campos o a tropas de subalternos en las multinacionales. Ha sentado este nuevo principio político, frente al cual los grandes pensadores de la política quedan en pañales: “el derecho a votar no basta, si los peruanos se equivocan y votan mal”. Lo que es aceptable, según el notable teórico de la ciencia política Mario Vargas Llosa, es votar bien, y votar bien es como lo hace él por sus candidatos y defensores de la desigualdad y la opresión. De paso, digamos que eso de votar bien recuerda lo dicho por el criminal de guerra Kissinger cuando hace medio siglo refiriéndose al triunfo de Salvador Allende en Chile sostuvo que «no veo por qué tenemos esperar y permitir que un país se vuelva comunista debido a la irresponsabilidad de su propio pueblo».
Pero veamos que es votar bien en la trayectoria electoral de Vargas Llosa. Todos los candidatos que apoyó en el Perú desde 2006, han terminado en la cárcel, huyendo por sus delitos o han sido destituidos: Alejandro Toledo, Ollanta Humala, Pedro Pablo Kuczynski. ¡Una gran muestra de lo que es votar bien y un gran ejemplo para los peruanos humildes que se les ocurre votar mal, contra la santa voluntad del Marqués español!
2
La sapiencia de este detestable personaje va más allá, como lo ilustra el artículo “En la cuerda floja”, dado a conocer el mismo día de las elecciones en Perú, el 5 de junio. Esta es una pieza antológica, que si no se supiera de donde proviene, podría colocarse como un claro ejemplo de analfabetismo político. Pero como el que escribe no es ningún analfabeto, sino un Premio Nobel de Literatura, es claro que es una muestra de cinismo y podredumbre política y ética.
La tesis central del artículo señala que América Latina es un continente interesado en resucitar el marxismo-leninismo, que los europeos y asiáticos se habían encargado de enterrar. Y empieza a ilustrarlo con lo que pasa hoy en nuestro continente, de tal manera que las citas textuales son indicativas, según la sapiencia eurocéntrica y colonialista del Marqués español:
Brasil: “Los jueces han soltado a Luiz Inácio da Silva […]. Si pudieran votar los extranjeros, Lula, su niño mimado, barrería. Los brasileños son más cautos: recuerdan sobre todo que pesan varias condenas sobre él, por aprovecharse del poder y por corrupción”.
Chile: “no anda mucho mejor y todo en este país, que parecía haber hecho sus deberes y crecido hasta distanciarse del resto de América Latina y alcanzar niveles europeos, ahora es un absoluto caos. El Partido Comunista, que se había encogido hasta ser casi marginal, es ahora el primer partido político del país, conducido por aguerridos jóvenes de ambos sexos que sueñan con una nación uniformada, de economía estatizada, que arruinaría una sociedad que, parecía, iba a ser la primera en América Latina en acabar con el subdesarrollo. […] El país que creíamos en la vanguardia ha pasado a la retaguardia de América Latina entre las devastaciones de las que basta una cifra para medir la catástrofe: en menos de media hora los rebeldes quemaron y destruyeron ocho estaciones del metro más moderno y costoso de América Latina”.
Colombia: “[…] Arde por todas partes y el presidente Iván Duque es atacado incluso por su propio partido y su maestro, el expresidente Álvaro Uribe, lo acusa de débil y de no recurrir al ejército para aplacar a los violentos que, guiados por la mano venezolana, quieren arrebatarle el poder”.
Bolivia: “Las fuerzas de Evo Morales han vuelto al poder y éste tiene un candidato al cual llama hermano y cholito… Pero no es boliviano sino peruano: Pedro Castillo”.
Ecuador-Uruguay: “El solitario Ecuador, con otro solitario, Uruguay, países donde los votantes han sido más sensatos que el resto de los sudamericanos, son las escasas excepciones democráticas en un subcontinente que parece empeñado en resucitar el marxismo-leninismo que los europeos y asiáticos se han encargado de enterrar”.
Perú: “[…] Blanco favorito en lo inmediato para el eje cubano, venezolano y nicaragüense. Si Pedro Castillo gana la elección, el marxismo-leninismo-mariateguismo […], sería la dictadura más feroz y sanguinaria que todas las que ha conocido el país a lo largo de su historia”. Su futuro “se dirimirá hoy domingo, entre el candidato de esa cuadriga, Pedro Castillo y Keiko Fujimori, los dos finalistas de la primera vuelta electoral”.
Luego viene su consabida retahíla antipopular para justificar su voto por Keiko Fujimori: “Ella ha pedido perdón públicamente por sus errores del pasado y ampliado considerablemente su equipo de gobierno, incorporando a antifujimoristas convictos y confesos, y comprometiéndose a respetar la libertad de expresión, al Poder Judicial y a entregar el mando luego de los cinco años como establece la Constitución”.
Votar por Pedro Castillo es, según el Marqués español, un “suicidio político”, porque entre otras cosas, “cerraría para siempre –o por muy largo tiempo– la posibilidad del país de recuperar su vieja historia, cuando fue, en el pasado prehispánico, cabeza de un imperio que daba de comer a todo el mundo, o en los trescientos años coloniales cuando el virreinato peruano era el más próspero de América. Todo ello para convertirse en un agente al servicio de Cuba y Venezuela […]. Por eso, he hecho campaña por Keiko Fujimori y deseo ardientemente que gane esta elección”.
Estas magistrales clases de estupidez política no sirven, desde luego, para entender lo que pasa hoy en nuestro continente y en el Perú en particular, pero si son una elocuente muestra de la podredumbre ética e intelectual del Marqués Mario Vargas Llosa. Como lo ha dicho otro escritor peruano, José Luis Ayala, “Has tomado una posición en contra del pueblo del Perú. Te has opuesto una vez más a que ejerzamos nuestros derechos sociales y estás en contra de las grandes mayorías. Te opones a toda clase de reivindicaciones históricas. Llamas a un golpe de Estado”. Esa podredumbre intelectual convierte al Marqués en el escribidor de la desigualdad y la injusticia en nuestro continente y por eso como recalca el escritor mencionado: “Atacas de la manera más vil. Eres un enemigo feroz de naciones empobrecidas, que tratan de liberarse del inhumano sistema que ahora defiendes”.
Como colofón, al Marqués pueden aplicarse las palabras de su propio hijo, Álvaro Vargas Llosa, tan vil como su padre, cuando dijo hablando de Keiko Fujimori en 2018: “El fujimorismo no se ha reformado, representa todavía la podredumbre desde el punto de vista ético y una grave amenaza a las instituciones democráticas”. Simplemente cambiemos algunas palabras y digamos, parafraseando al hijo del Marqués y quien heredara ese título nobiliario de la monarquía española: Mario Vargas Llosa no se ha reformado (ni se reformará en esta vida), representa todavía la podredumbre desde el punto de vista ético e intelectual, es una grave amenaza para la democracia en el Perú y en nuestro continente y un enemigo acérrimo de los pueblos de nuestra América.