Traducido para Rebelión por Susana Merino
Luego de los atentados del 29 de marzo en el subterráneo(1) y mientras no cesan los ataques en Duguestán, los rusos desconfían de todos los que tienen aspecto caucásico.
«No contestemos al peligro con miedo, pánico o cólera» Luego del doble atentado en el subterráneo de Moscú que causó la muerte a 39 personas el lunes 29 de marzo, el patriarca ortodoxo Kirill ha lanzado un mensaje de paz en el clima de incertidumbre y de malestar que ha cundido en Rusia.
Una curiosa atmósfera reina especialmente en el subterráneo de la capital. El patriarca ha intervenido luego de que se produjeran numerosos incidentes , especialmente en los casos de mujeres que llevan un pañuelo en la cabeza y que han sido arrojadas del tren por los pasajeros. Sin ninguna razón evidente más que el miedo a las mujeres caucasianas asimiladas a las dos kamikazes.
«Por el momento no hemos visto recrudecer la mala voluntad hacia nuestros parientes y amigos. Pero vivimos siempre con cierto temor» testimonia Nino, una joven georgiana que trabaja como doméstica en Moscú. Una incertidumbre que se agrava a raíz de que las autoridades han mencionado «cierta pista georgiana» tras los atentados.
Temor a un recrudecimiento de la violencia
En la gran comunidad rusa originaria de Georgia y más ampliamente del Cáucaso (incluidas las repúblicas rusas de Chechenia, Daguestan e Inguzia) algunos temen un crecimiento del racismo. En especial de parte de la policía, ya acusada de realizar controles «según la cara» contra los caucasianos fácilmente detectables por su piel más oscura y su pelo y sus cejas oscuros y muy densos.
Por precaución Nino ha teñido su pelo de rubio y el lunes su marido ha venido a buscarla en auto a la salida de su trabajo «para evitar riesgos».
Los controles de seguridad han sido reforzados considerablemente en el subterráneo moscovita, densa red que usan un promedio de entre 7 y 9 millones de pasajeros los días laborables. Aunque ya estaban bastante presentes los policías han aumentado tanto en el exterior de las estaciones como en la misma red subterránea.
Detectores de explosivos y cacheos en las entradas.
Un hecho nuevo: la mayor parte de los policías llevan un detector de explosivos para cachear a las personas sospechosas en las entradas. Algunos expertos piden que se intensifique la presencia de perros detectores de explosivos.
Sin las habituales y abigarradas muchedumbres de pasajeros apresurándose en los andenes y en los vagones, el subterráneo, se halla menos colmado. Muchos moscovitas han decidido no trasladarse en transportes colectivos, al menos temporariamente.
«El subterráneo es una buena solución para no encontrarse en los enormes embotellamientos que regularmente paralizan a Moscú. Pero hoy en día no dudo, prefiero hallarme atascado en la calle que correr riesgos en el subte.»Asegura Olga. 40 años, moscovita como tantos otros. «Yo no pude dormir la noche posterior a los dos atentados . El sentimiento de miedo y de incertidumbre está presente» comenta Inna, de 34 años «pero estoy obligada a tomar el subte todos los días para ir al trabajo».
Nota:
(1) en algunos países Metropolitano o Metro
Fuente: http://www.la-croix.com/article/index.jsp?docId=2420870&rubId=4077