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Francia

La represión de Macron contra el pueblo de los chalecos amarillos, un estado de urgencia encubierto

Fuentes: CADTM

Traducido del francés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos

Según Vincent Brengarth, abogado del Colegio de Abogados de París, estamos asistiendo a una deriva inquietante de la represión policial en Francia en estos últimos años, más concretamente desde noviembre de 2015 cuando se declaró el estado de urgencia y se prolongó varias veces antes de ser integrado en el derecho común. Por consiguiente, nos encontraríamos ahora bajo «un estado de urgencia encubierto», con detenciones preventivas basadas simplemente en la sospecha, sin que haya ningún elemento concreto de una infracción [1].

Las cifras del ministerio de las fuerzas del orden

El sábado 8 de diciembre el movimiento de los «chalecos amarillos» mantiene su progresión ya que reunió un total de 136.000 manifestantes en todo el territorio francés (de los cuales casi 10.000 en París), un nivel comparable al del sábado 1 de diciembre, mientras que el fin de semana anterior había contabilizado 106.301 personas según las cifras, generalmente a la baja, del ministerio del Interior. Al día siguiente de la manifestación del 1 de diciembre el ministro [francés del Interior] Christophe Castaner se apresuró a revisar a la alza las cifras del 24 de noviembre, ya que volvió a evaluar la cantidad de manifestantes en 166.000 personas en vez de las 106.000 que había anunciado antes. Se apreciará este salto de 60.000 personas aparecidas repentinamente en las estadísticas del ministerio, una manipulación contable para poder afirmar que el movimiento disminuye…

París en estado de alerta insurreccional

Para este cuarto sábado de movilización de los chalecos amarillos se movilizaron 89.000 miembros de las llamadas fuerzas «del orden», 8.000 de ellos en París, apoyados por catorce «VBRG», siglas en francés de «vehículos blindados con ruedas de la Gendarmería». La tensión es palpable. En la capital han cerrado al público 36 estaciones de metro, muchos comercios no han subido la persiana y permanecen cerrados una decena de museos (entre ellos el Louvre, el de Orsay, el Grand Palais, el del Hombre o el de Arte Moderno) así como varios emplazamientos turísticos emblemáticos, como la Torre Eiffel, las Catacumbas o el Arco del Triunfo. Varias salas de espectáculos, desde la Ópera a la Comédie-Française pasando por el Teatro Marigny y el de los Campos Elíseos, han cancelado las representaciones.

1.723 detenciones

El pasado sábado 8 de diciembre, cuarto sábado o Acto IV de la movilización del movimiento de los «chalecos amarillos», tuvo lugar una oleada masiva de detenciones. En el curso de estas detenciones la policía confiscó frascos de suero fisiológico (que se llevaban para ayudar y aliviar a las personas asfixiadas por los gases lacrimógenos), máscaras de protección, cascos de ciclista, etc., Este robo a los manifestantes del material de protección provoca indignación y echa aceite al fuego. A poco que sean no violentos y tengan la legítima intención de protegerse contra la violencia de las armas utilizadas por la policía, estas intimidaciones acaban por incitarlos a «dejar de ser pacíficos, puesto que no sirve para nada», como dice Jean-Philippe en una entrevista de Mediapart [2].

En la capital la carrera de las detenciones llega a su punto culminante. Se pasa de 121 detenciones a las 7:30 horas a 575 a las 14:00 horas. Las comisarías se saturan a toda velocidad. Finalmente solo el día 8 de diciembre las fuerzas de policía detuvieron a 1.723 personas que participaban en el movimiento, 1.082 solo en París de las cuales 820 quedaron en detención preventiva. Una joven madre ofrece un testimonio abrumador cuando se encuentra en detención preventiva sin tener nada que reprocharse y sin poder amamantar a su bebé de cuatro meses. «Es un estado de urgencia encubierto, un abuso de poder a beneficio del poder judicial», se subleva el abogado inscrito en el Colegio de Abogados Vincent Brengarth [3]. Desde que empezó el movimiento de los chalecos amarillos la policía francesa ha detenido a 4.523 personas, 4.099 de las cuales han terminado en detención preventiva [4].

Florent Compain, presidente de Amigos de la Tierra Francia, y Denys Crolotte, del Mouvement pour une alternative non violente [Movimiento para una Alternativa no Violenta], fueron detenidos durante la Marcha por el Clima en Nancy. Su único delito es haber organizado y mantenido una manifestación a pesar de la prohibición de la Prefectura. Sin embargo, la manifestación resultó ser un éxito ya que reunió a entre 1.000 y 1.500 personas. También en este caso parece que ofrecer «una respuesta tanto a los problemas del fin del mundo como a los de fin de mes», por hacer converger los dos retos nacionales de la movilización, no gustó a la policía que hizo todo lo posible por evitar esta convergencia sobre el terreno. Pero los apoyos se multiplicaron y la centralita de la comisaría se vio desbordada por las llamadas de teléfono. Denys y Florent quedaron finalmente en libertad después de que la policía los mantuviera más de 21 horas en prisión preventiva. Se exponen a una pena de seis meses de cárcel y 7.500 euros de multa [5].

Mientras tanto, las denuncias presentadas se acumulan al mismo tiempo que se celebra, el 10 de diciembre, el setenta aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, cuyo Artículo 9 estipula: «Nadie podrá ser arbitrariamente detenido, preso ni desterrado».

¡Hablemos de la violencia!

El sábado 1 de diciembre, cuando se celebran manifestaciones en toda Francia, Zineb Redouane, una mujer de 80 años, está en su casa del cuarto piso de la calle des Feuillants 12, junto a la [calle] Canebière en Marsella. Mientras se dispone a cerrar las contraventanas una bomba de gas lacrimógeno, disparada durante los incidentes en la Canebière después de las manifestaciones, le golpea en el rostro. Su vecina Nadjia Takouche recoge su testimonio mientras que la anciana es transportada al hospital de La Timone y después al de la Conception para ser operada. «Pero, ¿cómo pueden disparar a un cuarto piso? Los policías me apuntaron. Tiraron con una pistola, luego subieron a un coche y se marcharon. Quizá pensaban que estaba grabando con un teléfono móvil», se preguntó antes de morir unas horas después en la sala de operaciones del hospital de la Conception el domingo 2 de diciembre. El fiscal ha confiado la investigación judicial, otra más, a la IGPN [Inspección General de la Policía Nacional], la policía de los policías [6].

Unos días después unos jóvenes del liceo Simone-de-Beauvoir, de Garges-lès-Gonesse, se manifiestan el 5 de diciembre de 2018 contra el Parcoursup* delante de su liceo. Uno de ellos, Issam, un alumno del último curso de bachillerato de 17 años, es alcanzado por un tiro directo de flash-ball** y se desploma delante de su profesor, Mathieu Barraquier, con la mejilla destrozada [7]. El mismo día Oumar, de 16 años, resultó gravemente herido por un disparo de lanzador de bala de defensa (LBD) a la puerta del liceo Jacques-Monod en Saint-Jean-de-Braye, cerca de Orléans [8]. Al día siguiente, el 6 de diciembre, la detención de 151 jóvenes de Mantes-la-Jolie impacta. En unas imágenes que han circulado profusamente por Internet se ve a los alumnos en fila, arrodillados en el suelo con las manos en la cabeza o esposados con Rilsan (esposas de plástico), vigilados por agentes armados. Se oye claramente a un policía comentar la escena: «Aquí tenemos una clase que se porta bien» [9]. Ese mismo día, el 6 de diciembre, unos 130 antiguos alumnos que habían estado implicados en los movimientos estudiantiles en 1968, 1977, 1986, 1990, 1994, 2000, 2005 o 2013 bajo los diferentes gobiernos del general De Gaulle, Georges Pompidou, Valéry Giscard D’Estaing, François Mitterrand, Jacques Chirac, Nicolas Sarkozy o François Hollande dan la señal de alarma: «Se ha traspasado una etapa» en la represión, afirman preocupados [10].

Dos días después Fiorina, una estudiante de 20 años originaria de Amiens, y Thomas, también de 20 años y estudiante de Nimmes resultan gravemente heridos la cara por balas de caucho en los Campos Elíseos [11]. Acto seguido Le Front de mères [El Frente de Madres], primer sindicato de padres de los barrios populares, publica una tribuna en la que los padres denuncian «la infame represión policial digna de una dictadura» que sufren sus hijos. Le Front de mères expresa su «solidaridad con las reivindicaciones legítimas de nuestros hijos, que rechazan que «reforma» tras «reforma» se restrinjan sus posibilidades y perspectivas de futuro […], solidaridad con sus reivindicaciones contra el Parcoursup, la «reforma» del bachillerato, la supresión de 2.600 puestos desde septiembre y las discriminaciones en el sistema escolar». Exigen que se respete «el derecho de nuestros hijos a manifestarse y expresarse» y apoyan las demandas presentadas por los abogados de los y las estudiantes víctimas de la violencia policial. Por último, Le Front de mères llama a proteger a sus hijos colocándose como escudos frente a la policía porque «un país en el que se aterroriza a los niños se dirige a la dictadura y al fascismo».

Durante una concentración en Burdeos el pasado 8 de diciembre Antoine, de 26 años, sufrió la amputación de una mano cuando le explotó una granada [de gas lacrimógeno] que pretendía devolver a «las fuerzas del orden». Otros 32 manifestantes resultaron heridos. Probablemente Antoine resultó mutilado por una granada explosiva tipo GLI-F4, un arma compuesta de 25 gramos de TNT y una carga lacrimógena que llega casi a los 165 decibelios cuando explota, es decir, más que un avión al despegar, y que solo Francia las utiliza en sus operaciones de «mantenimiento del orden» [12]. «No culpo necesariamente a los policías», explica Antoine, «sino a este sistema que ha permitido armarse así frente a otras personas que no están preparadas para afrontarlo». Sin embargo, ya el 30 de noviembre un colectivo de abogados de personas heridas por este tipo de municiones había enviado una carta al ministro del Interior Christophe Castaner en la que pedían que no se utilizara esta granada en la movilización prevista para el día siguiente, 1 de diciembre [13]. «Aunque desde 2016 tanto el Defensor de los Derechos Humanos como la Asociación Cristiana para la Abolición de la Tortura (ACAT) han estado advirtiendo sobre el uso de estas armas de fuego, el Estado persiste en hacer un uso generalizado de estas granadas explosivas con el riesgo asumido de mutilación o muerte», denunciaban en su carta [14]. Por el momento la única respuesta a esta carta sigue siendo la represión indiscriminada de un gobierno desesperado. El colectivo prevé presentar recursos ante el tribunal administrativo. «En un informe conjunto fechado en 2014 tanto la Inspección General de la Gendarmería Nacional como la Policía Nacional indican que estas granadas son susceptibles de mutilar o herir mortalmente», recuerda Raphaël Kempf, uno de los abogados del colectivo. «Ya sea en la zona que se está defendiendo en Bure (Meuse) o en Notre-Dame-des-Landes (Loire-Atlantique) esta granada ya ha provocado muchos heridos…», denuncia Aïnoha Pascual, abogada de Gabriel, otro manifestante al que una granada arrancó la mitad de la mano el 24 de noviembre [15].

 Se confisca el material de protección, se pisotean los derechos de la prensa

Varios foto-reporteros declararon que les habían confiscado su material de trabajo. La fotógrafa Véronique de Viguerie contó a L’Express que la policía le había confiscado las protecciones, lo que la hacía vulnerable en plenas manifestaciones del sábado 8 de diciembre. «Llegué delante del Louvre y había ahí cuatro chicos sentados en una acera. Los acababa de detener la policía. Hice una foto y vinieron los policías. Me controlaron, me dijeron que me marchara. Enseñé mi tarjeta de prensa y les recordé que era periodista. Pero se llevaron mi bolso, en el que tenía dos cascos de snowboard en los que estaba escrito «prensa» con cinta adhesiva, dos máscaras de snowboard y dos máscaras de pintor».

El lunes 10 de diciembre cuatro sindicatos de periodistas, SNJ, SNJ-CGT, CFDT y FO, pidieron ser recibidos «urgentemente» por Emmanuel Macron tras los «atropellos inadmisibles» de las fuerzas del orden, sobre todo en París, contra los reporteros que estaban sobre el terreno y los fotógrafos al margen de las manifestaciones de los chalecos amarillos. Exigen «explicaciones a la prefectura de policía, al Ministerio del Interior y al gobierno sobre las consignas que se habían dado para llegar a esa situación» [16]. «Desde las 8 de la mañana se confiscó a muchos fotógrafos de prensa, claramente identificados como tales, sus equipos de protección individual (cascos, gafas, máscaras de gas), a veces bajo amenaza de una detención preventiva», escriben en un comunicado conjunto. Entre los periodistas heridos el sábado 8 de diciembre, dos fotógrafos del parisino recibieron un disparo de Flash-Ball, uno de ellos, Yann Foreix, fue disparado por la espalda desde dos metros de distancia por un oficial de policía. Lo mismo le ocurrió a Boris Kharlamoff, un fotógrafo de la agencia A2PRL, que también recibió por la espalda una bala de caucho disparada por un policía vestido de civil. Un fotógrafo del Journal du Dimanche, Éric Dessons, fue hospitalizado debido a una fractura en la mano tras haber sido golpeado dos veces por un CRS [antidisturbios] [17] y un fotógrafo de Reuters recibió un tiro de flash-ball en Burdeos [28]. En París el sábado 8 de diciembre el periodista del famoso programa de radio Là-bas si j’y suis, Gaylord Van Wymeersch, fue agredido por un agente de la BAC (brigadas anticriminalidad de la Policía Nacional desplegadas masivamente con o sin brazalete) que le dio un porrazo y le rompió el móvil. Su colega, Dillah Teibi, grabó la escena [19].

Finalmente, cuando un policía republicano se dirigen en estos términos a un fotógrafo independiente que cubre las manifestaciones, «¡Si quieres seguir vivo, vete a casa! ¡No tienes una mierda que hacer aquí!», uno se plantea dudas acerca del mantenimiento del orden republicano [20]. En su discurso del 10 de diciembre Macron habla exclusivamente de la violencia de los «incontrolados», sin hacer mención alguna a las muchas personas heridas por las armas letales de las fuerzas del orden, a pesar de que el balance provisional del cuarto sábado manifestación, el 8 de diciembre, es muy elevado: 264 heridos, incluidos 39 agentes de policía, más personas incluso que la cifra de 229 heridos de la semana anterior, incluidos 28 agentes de policía. Los hospitales de París atendieron a 170 heridos, frente a los 162 del 1 de diciembre [21]. En total desde el inicio del movimiento a mediados de noviembre casi mil personas han resultado heridas y a veces muy graves. Una lista no exhaustiva de los heridos graves de estas últimas manifestaciones recopilada por el colectivo Désarmons-les! es escalofriante  [22]. Menciona 3 manos arrancadas por granadas GLI F4 y al menos 4 ojos arrancados por disparos de LBD 40.

Por desgracia, para hacer frente a semejante afluencia de heridos, de la que aquí sólo ofrecemos una lista muy parcial, los servicios de salud sufren una falta flagrante de recursos que se podrían volver a movilizar fácilmente si se restableciera, por ejemplo, el impuesto sobre el patrimonio (ISF). Tras la manifestación del 8 de diciembre, la Association des usagers et du personnel de la santé (AUP’S, Asociación de Usuarios y Personal Sanitario) expresaba su indignación en un comunicado por la reducción cada año tanto de efectivos como de recursos humanos, con lo que no se puede prestar una atención digna mientras «las personas mueren en urgencias o duermen en catres de campaña por falta de espacio». La asociación afirma estar dispuesta a volver a salir a la calle de nuevo y movilizarse con los chalecos amarillos [23].

Notas:

[1] Maintien de l’ordre: «C’est un état d’urgence qui ne dit pas son nom», Mediapart, 12 de diciembre de 2018.

[2] Jérôme Hourdeaux, Jade Lindgaard, Dan Israel et Matthieu Suc, «Les «arrestations préventives» ou la fin du droit de manifester», Mediapart, 10 de diciembre de 2018.

[3] Ibidem

[4] «Gilets jaunes: plus de 4500 interpellations depuis le 17 novembre», Libération, 10 de diciembre de 2018.

[5] Franck Depretz et Hervé Kempf (Reporterre), «La garde à vue du président des Amis de la terre : «Les ordres venaient d’en haut»», Reporterre, 8 de diciembre de 2018. https://reporterre.net/La-garde-a-vue-du-president-des-Amis-de-la-terre-Les-ordres-venaient-d-en-haut

[6] Louise Fessard, «Zineb Redouane, blessée par une grenade lacrymo et décédée à l’hôpital à Marseille», Mediapart, 3 de diciembre de 2018.

* Parcoursup es una aplicación web diseñada para recoger y gestionar las preferencias de asignación de los futuros estudiantes en la educación superior públicas francesa, creada por el Ministerio de Educación Superior, Investigación e Innovación en 2018. Parcoursup se presentó como una herramienta para empoderar a los estudiantes, pero ha sido criticado por su lentitud, la ansiedad que genera y su opacidad. (N. de la t.).

** Un flash-ball es un arma de fabricación francesa considerada subletal y diseñada para no poder matar. Sin embargo, es un arma de fuego que sigue siendo potencialmente peligrosa y puede causar lesiones graves. (N. de la t.).

[7] Véase el reportaje de Street Press, de Inès Belgacem y Matthieu Bidan, 7 de diciembre de 2018: «La police lui a tiré dessus, il avait le visage déchiqueté»

[8] Violaine Morin, «Lycéen blessé à la tête à Orléans: «Je ne comprends pas que les policiers aient pu tirer»», Le Monde, 8 de diciembre de 2018.

[9] Faïza Zerouala, «À Mantes-la-Jolie : «Voir la chair de sa chair à genoux, c’est horrible!»», Mediapart, 7 de diciembre de 2018.

[10] «Lycéens d’avant, nous n’avons jamais connu la répression actuelle», Mediapart, 6 de diciembre de 2018.

[11] Karl Laske, «Nombreux blessés par flashball à Paris: la nouvelle ‘doctrine’ Castaner», Mediapart, 12 de diciembre de 2018.

[12] Thibault Lefèvre, Valeria Emanuele, «Gilets jaunes»: «Le gouvernement envoie des grenades sur des gamins qui lancent des œufs», France Inter, 10 de diciembre de 2018.

[13] «Monsieur le ministre de l’Intérieur, il faut renoncer à l’usage des grenades GLI-F4», Libération, 30 de noviembre de 2018.

[14] «Florilège de violences et blessures policières», Lundi matin, 7 de diciembre de 2018.

[15] Karl Laske, «Deux blessés graves aux Champs-Elysées: l’exécutif en accusation», Mediapart, 27 de noviembre de 2018.

[16] «Des syndicats de journalistes en appellent à Macron après les violences», Reuters, 10 de diciembre de 2018.

[17] «Gilets jaunes: un photographe du JDD blessé sur les Champs-Elysées», Le journal du dimanche, 8 de diciembre de 2018.

[18] Reuters, op. cit.

[19] «Quand les flics de la BAC agressent Là-bas», Là-bas si j’y suis, 11 de diciembre de 2018.

[20] Véase el post de Raymond Macherel, https://blogs.mediapart.fr/raymond-macherel/blog/091218/un-crs-si-vous-voulez-rester-en-vie-vous-rentrez-chez-vous

[21] Karl Laske, «Nombreux blessés par flashball à Paris: la nouvelle ‘doctrine’ Castaner», Mediapart, 12 de diciembre de 2018.

[22] «Bilan provisoire des blessés graves des manifestations du mois de novembre-décembre 2018», Désarmons-les, 11 de diciembre de 2018.

[23] «Lettre des hospitaliers aux gilets jaunes», L’Association des Usager·e·s et du Personnel de la Santé (AUP’S), 12 de diciembre de 2018.

Jérôme Duval es miembro del CADTM, Comité para la abolición de las deudas ilegítimas (www.cadtm.org) y de la PACD, la Plataforma de Auditoría Ciudadana de la Deuda en el Estado español (http://auditoriaciudadana.net/). Es autor junto con Fátima Martín del libro Construcción europea al servicio de los mercados financieros, Icaria, 2016, y también coautor del libro La Deuda o la vida, (Icaria, 2011), libro colectivo coordinado por Damien Millet y Eric Toussaint, que en 2011 recibió el Premio al libro político en Lieja, Bélgica.

Fuente: http://www.cadtm.org/Repression-macroniste-contre-le-peuple-des-Gilets-jaunes-un-etat-d-urgence-qui

Esta traducción puede reproducirse libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la misma.