Recomiendo:
0

Notas para una historia clínica del berlusconismo (II)

La simpaticonitis de Silvio y la prensa

Fuentes: Rebelión

Hace unos días, la prensa mundial ha celebrado la última provocación de Silvio. Seguro que la saben ya: en sendas declaraciones, Silvio se ha paragonado a Napoleón, Churchill y Jesucristo. Además de la silvioadicta prensa italiana, medios tan distantes geográfica o políticamente como Nouvelle Observateur, Correio da Manha, The Guardian, New York Times, El País, […]

Hace unos días, la prensa mundial ha celebrado la última provocación de Silvio. Seguro que la saben ya: en sendas declaraciones, Silvio se ha paragonado a Napoleón, Churchill y Jesucristo. Además de la silvioadicta prensa italiana, medios tan distantes geográfica o políticamente como Nouvelle Observateur, Correio da Manha, The Guardian, New York Times, El País, Laatste Nieuws, El Diario, L’Actualitè, Sunday Times, Clarín, Página 12 o Aporrea han recogido la noticia de la Silvísima Trinidad. Estamos colgados de la boca de Berlusconi. El reporterismo mundial está bajo la férula de Silvio, aquejado de una simpaticonitis aguda. ¿Recuerdan aquel malhechor llamado Simón el Simpaticón que aparecía en la serie televisiva «El superagente 86» (Get smart)? El tal Simpaticón tenía la malévola capacidad de nublar la atención de quien lo escuchaba mediante unas irresistibles chispitas que brotaban de su sonrisa y sus ojitos. La alegre hipnosis de quien padecía tan encantador embrujo daba lugar a que el Simpaticón pudiese cometer todo tipo de barrabasadas. Algo similar ocurre con Silvio. «Silvio, no nos dejes»: entre bromas y veras, hay quien tiene la honestidad profesional de reconocer que las corresponsalías en Italia echarán mucho a faltar a Silvio si deja de ser Presidente. No debería preocuparse el periodista en cuestión sabiendo que Berlusconi se ha ya autonombrado jefe de la oposición en caso de derrota. Lo que sí que debería preocupar es cómo sacudirse el yugo de las silviadas, y para ello, conviene antes preguntarse si la imagen reduccionista que la prensa ha dado siempre del mito Berlusconi se debe a astucia retórica de éste, a ineptitud interesada de aquella o a que son partes entrelazadas de un sistema complejo.

A propósito de la primera de las hipótesis, conviene recordar que Umberto Eco, concienzudo analista del populismo mediático berlusconiano, indica que una de las novedades de la «compleja estrategia» y de la «alta inteligencia operativa» de Berlusconi reside en su dominio de la práctica del «efecto bomba», o sea, las armas de distracción de masa. Que el Presidente de un Gobierno se compare a Napoleón, Churchill, Jesucristo o Pinito de Oro, es y será noticia siempre por la altura del protagonista; que lo haga Berlusconi y siga siendo noticia, aun a sabiendas de que al día siguiente declarará que lo malinterpretaron, o que tergiversaron sus palabras, o que la prensa no es para fiarse, no debería serlo. De hecho, esta vez ha vuelto a ocurrir: dice que no dijo nada de Jesucristo, el candidato democratacristiano se muestra distante, la oposición dice que se ha vuelto loco, y así sucesivamente hasta la siguiente bomba. ¿Octavio Augusto? ¿Rodolfo Valentino? ¿Leonardo? ¿Modugno?

La segunda hipótesis hace responsable a la prensa. Por mucho que la prisa disculpe la falta de profundidad de los profesionales de la crónica; por imposible que resulte referir, pongamos, los chanchullos judiciarios que han marcado una legislatura repleta de leyes ad personam; por muy cierto que sea el hecho de que, en virtud del tiempo y el espacio periodísticos, la bufonada o el sketch silviesco casan mejor con el género noticia que el fárrago y las intermitencias de los eternos procesos judiciales, no se puede negar que la banalización hace el caldo gordo tanto a los medios de comunicación (vende más la Silvísima Trinidad que el caso SME) como a Silvio (¿qué se hizo de sus procesos? ¿y de su conflicto de intereses?). Impera el sensacionalismo sobre el racionalismo por mor de las ventas y la competición con los rivales.

La tercera hipótesis parte de una visión holística de un cuerpo electoral cuyo sistema nervioso está basado en un flujo de información controlado por una oligarquía y destinado a unas masas a las cuales se deseduca a posta, pues de ellas sólo interesa una cosa: consenso, consenso, consenso. Resulta evidente, por otro lado, que en esta batalla por el consenso, las armas de Berlusconi son infinitamente más poderosas que las de la izquierda, empezando por su poder económico y terminando en el apoyo político de Bush. Si recordamos que, en las últimas elecciones «democráticas» de los EE.UU, el resultado lo decidió un golpe electoral, debemos estar preparados para todo. Hoy, 17 de febrero, la crónica italiana se debate entre un hecho -la apertura de otro caso de corrupción en el que vuelve a estar implicado Berlusconi- y otra «bomba» de racimo silviesca -la publicación de un sondeo de Penn, Shoen & Berland, empresa que ya contaminó con falsos exit poll las últimas elecciones de Venezuela y México, y la llamada de atención por parte de Berlusconi a unas elecciones amañadas por la Unione, coalición del centroizquierda-. ¿Qué pasará? ¿Podrá más la no-noticia del sondeo publicitario o la noticia del nuevo caso? En una democracia de la emoción como la que vivimos, apuesto por la primera: la segunda es fácil de convertir en poco creíble o incluso «desreal»: con decir que estamos en campaña electoral, ya está.

La solución al problema es difícil. Pasa por una sana censura y por unos corresponsales corresponsables, lo que requiere absoluta libertad de información, y ésta en tiempos dominados por el beneficio económico es poco menos que una utopía. En cualquier caso, una vez desactivadas las bombas propagandísticas, desde los reductos que aún creen en la utopía, se debería hacer frente al polvorín de noticias que siguen cayendo en el saco del olvido aun a riesgo de deflagración fatal. Como prueba de cuánta razón encierra la tesis de Umberto Eco sobre el retroceso que está sufriendo la Historia (fascismo, racismo, fundamentalismo cristiano, contienda Iglesia-Estado, grandes migraciones, guerras calientes…) se señalan las siguientes:

1. Berlusconi anuncia una alianza electoral con Alternativa Sociale, coalición de tres partidos neofascistas liderada por Alessandra Mussolini. Apurado por las críticas de candidar a personajes «impresentables», Berlusconi se escuda en Alessandra Mussolini, «una segura demócrata», la cual puntualiza («No acepto listas de buenos y malos») y retira su candidatura así como la de otros dos líderes de extrema derecha de negro pasado a la vez que garantiza la alianza. Para hacerse una idea de la naturaleza de estos partidos, baste este eslogan del Nuovo MSI: «Pueblo italiano: corre a las urnas, barre con tu voto este fango, aniquílalos para siempre. Y como las Legiones vitoreaban a César, nosotros vitoreamos a nuestro condottiero: Silvio Berlusconi».

2. Gaetano Saya, uno que se declara «fundador del Nuevo MSI», uno al que investigó la justicia por la creación de una policía paralela (Dipartamento Studi Strategici Antiterrorismo) en julio de 2005, uno a cuya mujer recibió recientemente Berlusconi con el fin de ganarse otro puñado de votos amenaza de muerte al periodista de L’Unità Furio Colombo.

3. La media de la producción industrial de 2005 cae un 1,8% respecto a la de 2004 (Istat, febrero de 2006). Una investigación de la Banca de Italia sobre el rédito familiar dice que el 10% de las familias más ricas detenta el 27% de la riqueza, mientras que el 10% de las familias más pobres, sólo el 2%. La precarización afecta a un tercio de la fuerza de trabajo italiana; por debajo de los 30-35 años, el porcentaje aumenta hasta un 60-65%.

4. Se aprueba la ley Pecorella, que cancela todos los procesos de segundo grado en todos los casos en los que el imputado haya sido absuelto en primer grado. Gracias a esta ley de la inapelabilidad de las sentencias, Berlusconi in primis soluciona otra de sus cuentas pendientes con la justicia: el caso SME, en el que se le acusaba junto a su amigo Cesare Previti, senador por Forza Italia, de corromper al juez Squillante (434.404 $).

5. La Autoridad Garante para la Competencia (Antitrust) deja en suspenso toda decisión relativa al conflicto de intereses de Silvio Berlusconi en el caso Solari.com, empresa propiedad de su hermano Paolo, que recibió 10 millones de € de financiación estatal para la difusión y venta de la televisión digital terrestre. La Ley Gasparri de Telecomunicaciones prevé que todos los ciudadanos de Cerdeña y Valle de Aosta deban procurarse la digital terrestre para ver cualquier canal. Sólo en el periodo de enero a julio, la facturación de la Solari.com se duplicó y alcanzó la cifra de 141 millones de €.

6. El Ministro Calderoli (Lega Nord) afirma que llevará una camiseta con las viñetas de Mahoma, y que se la regalará a quienes se la pidan. «Ha llegado la hora de dejar de bajarse los pantalones y de hipócritas distinciones entre islam terrorista e islam pacífico». Berlusconi pide su dimisión pero el ministro se niega a dimitir.

7. A Amina, una alumna de 8 años de una escuela primaria, sus compañeros la fuerzan a besar el crucifijo (Il Messaggero, 10-2-06). Durante la manifestación «No Vat», la policía secuestra una pancarta con el eslogan «Ratzinger y Ruini, peligrosos liantes (impiccioni)» acusando a los organizadores de «vilipendio a un Jefe de Estado» (UAAR, 12-2-06). El Tribunal de Casación concede atenuantes y reducción de la pena solicitadas por un padre que violó a su hija de 14. Motivo: si la víctima de una violación ha tenido relaciones sexuales antes, «es lícito considerar» que el daño sea más «leve».

8. El Consejo de Estado sentencia que el crucifijo en las aulas es un «símbolo idóneo para expresar el elevado fundamento de los valores civiles, que son aquellos que delinean la laicidad en el actual ordenamiento del Estado».

Dice Prodi anteayer en Madrid: «Italia ya se ha acostumbrado a todo. Lo que se me pregunta con angustia en el extranjero es ¿cómo podéis ir adelante con esa situación, en la que cada ulterior exageración se absorbe, cada nueva paradoja se considera normal, cada exasperación se perdona?». («Poesía eres tú», se le podría responder). Es obvio que la visión reduccionista y avara de la actualidad berlusconiana que ofrece la prensa se acopla, alimenta, engrana y engrasa –volis nolis– la gran máquina propagandística berlusconiana. En plena campaña electoral, oír decir al candidato del centroizquierda que «sólo ahora nos estamos dando cuenta de que Italia se encuentra en una situación dificilísima» resulta todo menos tranquilizador. No se culpe a nadie. Unos más, otros menos, pero a fin de cuentas todos somos víctimas y verdugos de esta masacre. Esta es la rabiosa novedad de este sistema autopoiético llamado berlusconismo, que no es sino una mutación más del endémico virus del fascismo italiano. Insistimos una vez más: no hay que contentarse con culpar a la bacteria, virus, coco o microbio Silvio, mera parte de un todo.

Pocas veces en la historia reciente habrá celebrado tanto un pueblo el inicio de la campaña electoral, y es que la precampaña de Silvio ha abierto brecha en los modos de desinformar a las masas, en la coerción mediática en pro del consenso. Alivia saber que los millones y millones de italianos afectados por el aluvión mediático silviesco (más de una docena de presencias en televisión más otras cinco en radio del 9 de enero al 11 de febrero, inicio de la campaña electoral) aguantan como pueden el tipo en los polémicos sondeos. No alivia en absoluto saber que esta democracia en directo se basa y legitima en las audiencias televisivas, en los sondeos, en el cambio de la ley electoral a pocos meses de las elecciones, en el cambio de fecha de inicio de campaña. Para ganar todo vale. Oír que «sólo ahora» nos damos cuenta de estar en una situación peligrosa da perfecta cuenta de cómo están las cosas. Entre tanto, el peligro aumenta. Estamos todos en peligro.

P.S.: Este texto se terminó el 17 de febrero, horas antes del asalto al consulado italiano de Bengasi (Libia) que terminó con un saldo de 11 muertos por disparos de la policía libia. La manifestación protestaba por la provocación del Ministro Calderoli (Lega Nord), que mostró una camiseta con las viñetas de Mahoma en RAI 1. Aunque el Ministro Calderoli dijo a Berlusconi que se negaba a dimitir y que no se arrepentía de su gesto, acabó dimitiendo tras una reunión con Umberto Bossi, líder de la Lega Nord. En el comunicado a través del cual dio a conocer la noticia, afirma que seguirá luchando para que la Casa delle Libertà incluya en su programa la defensa de las «raíces cristianas» de Europa.