Traducido por Gorka Larrabeiti
No cabe la más mínima duda respecto a lo que está sucediendo: se trata de un golpe de estado, de un acto sedicioso que el jefe del poder ejecutivo anuncia contra los otros poderes del estado de derecho, el Parlamento y el Orden Judicial. Y contra el garante de la división de poderes, es decir, el Presidente de la República.
Es decir, que el felón admite que está cometiendo un acto ilegal.
Pero lo hace igualmente.
Ya no sabemos, si a estas alturas de la disputa, se puede hablar de delitos del calibre de la alta traición y del atentado contra la Constitución, pero nos tememos que estamos ya muy cerca de traspasar este umbral. Está claro que esto marca la salida del terreno de la disputa democrática y la entrada en el terreno de golpes de mano.
Preparémonos para resistir, de todas las formas lícitas, incluidas las legales, convocando a todas las fuerzas disponibles.
Queda sólo una nota al margen: este es el punto terminal de una decadencia que ha durado 19 años. Con este elemento sedicioso, miembro de la logia P2 desde sus primeros pasos políticos, la izquierda ha dialogado y lo ha acreditado como interlocutor. Ahora debería quedar claro que en el cuerpo democrático del país ha irrumpido un caballo de Troya que no tenía ninguna intención de convivir con nuestra democracia.
Quisiéramos confiar en que esta prueba decisiva ayude a todo el mundo a entender que quien dialogue con la sedición se convierte en cómplice.