Hotel Metropol de Moscú. Tres italianos y tres rusos hablan durante más de una hora de la posible venta de tres millones de toneladas de petróleo ruso a una empresa italiana. Al acuerdo, dicen, se le podría aplicar una especie de descuento que iría a parar, por una parte, a las cajas de un partido […]
Hotel Metropol de Moscú. Tres italianos y tres rusos hablan durante más de una hora de la posible venta de tres millones de toneladas de petróleo ruso a una empresa italiana. Al acuerdo, dicen, se le podría aplicar una especie de descuento que iría a parar, por una parte, a las cajas de un partido político transalpino y, por la otra, a los bolsillos de los empresarios rusos. Un negocio redondo. Alguien graba la conversación que meses más tarde publicaría un medio estadounidense. No, no es el comienzo de la nueva novela de John Le Carré. Tampoco una historia de la Guerra Fría, aunque lo parezca. Es el escándalo que se ha conocido en este caluroso verano y que está poniendo contra las cuerdas a Matteo Salvini.
Rebobinemos un momento. La reunión en el Hotel Metropol se celebró la mañana del 18 de octubre de 2018. No se sabe quiénes son las personas sentadas en la mesa del hotel moscovita, excepto una: Gianluca Savoini, hombre de confianza y exportavoz de Salvini, además de enlace entre la Liga y Rusia. El día anterior el vicepresidente y ministro del Interior italiano había participado en Moscú en la asamblea de Confindustria Russia, la asociación de la patronal italiana en Rusia. En febrero dieron cuenta de la reunión del Metropol dos periodistas de la revista L’Espresso, Giovanni Tizian y Stefano Vergine, que poco después publicarían Il libro nero della Lega, en el que relatan las sombras oscuras del partido liderado por il Capitano -así llaman a Salvini sus partidarios-, desde casos de corrupción, alianzas con personajes impresentables -desde neofascistas hasta personas vinculadas con la criminalidad organizada- en el sur de la península hasta turbias relaciones a nivel internacional. Otros periódicos, incluido The Guardian, se hicieron eco de la noticia y la oposición en Italia pidió a Salvini que compareciera en el Parlamento. Él se negó. Poco más.
El 10 de julio explota, sin embargo, una verdadera bomba: la web estadounidense BuzzFeed publica el audio de la reunión del Hotel Metropol donde se confirma lo que habían explicado Tizian y Vergine. Se empieza a hablar del Russiagate y el Moscopoli (en referencia al escándalo de corrupción Tangentopoli, que puso fin a la Primera República italiana). Según el audio de la conversación mantenida en el hotel de Moscú, el petróleo lo vendería la empresa rusa Rosneft y lo compraría la italiana ENI. El dinero pasaría a través de una banca europea. Se nombra a Banca Intesa Russia y a uno de sus consejeros, el abogado Andrea Mascetti, exmiembro del consejo federal de la Liga, como facilitador de todo el asunto. La operación comportaría que, gracias a un «descuento», el partido de Salvini se llevaría un 4% del precio total, unos 65 millones de dólares, para financiar la campaña de las elecciones europeas del pasado mes de mayo.
El enigma del Hotel Metropol
Vayamos un poco más al fondo. El periodista de BuzzFeed Alberto Nardelli llevaba tiempo siguiendo el caso. Ya el pasado verano lanzó un primer aviso publicando unas fotografías de la reunión que Salvini tuvo en Moscú, el día después de la final del Mundial de fútbol, con el ministro del Interior ruso Vladimir Kolokoltsev. Sentado en la mesa, al lado del líder liguista, estaba Savoini. ¿Qué pintaba ahí ya que no tenía (ni tiene) ningún cargo institucional? Savoini contestó a Nardelli que «siempre he sido miembro de las delegaciones en Rusia de Matteo Salvini desde cuando iba como secretario de la Liga. Viajes que he contribuido a organizar».
Efectivamente, en los nueve viajes que il Capitano realizó a la Federación Rusa entre 2014 y 2018, incluidos los dos últimos como miembro del gobierno italiano y otro donde se dejó fotografiar en la plaza Roja con una camiseta con la cara de Putin, Savoini siempre estuvo presente, como testimonian decenas de selfies publicados en las redes sociales. Además, el pasado 4 de julio, Savoini participó también en la cena en homenaje a Putin, en su visita oficial a Italia, organizada en la Villa Madama de Roma por el presidente del Consejo, Giuseppe Conte. ¿Quién lo había invitado?
Resulta patético, pues, que tras la publicación de los audios por parte de BuzzFeed, la primera reacción de Salvini haya sido contestar «¿Quién es Savoini?» El líder liguista se ha mostrado muy nervioso en la última semana, evitando contestar a las muchas preguntas de la prensa y la oposición. Su técnica ha sido, una vez más, la de negar a toda costa cualquier financiación extranjera a la Liga e intentar cambiar de tema, hablando de inmigrantes, ONGs, impuesto plano, tensiones con el Movimiento Cinco Estrellas (M5E) y un largo etcétera. Temas que polarizan a la sociedad y que le permiten aumentar aún más, si cabe, el apoyo social que tiene su partido, que ronda el 37%, según los últimos sondeos. De momento, no le ha salido la jugada. La Fiscalía de Milán ha abierto una investigación por posible delito de corrupción internacional en la que está investigando a Savoini quien, llamado a declarar el pasado 15 de julio, no ha querido contestar a los jueces.
Más cosas. El sábado 13 de julio el diario La Repubblica publicó una carta de Gianluca Meranda que dice ser uno de los italianos que participaron en la reunión del Metropol junto a Savoini. Este abogado internacionalista y exmasón afirma que la operación al final no se llevó a cabo. Meranda trabaja para una banca que tiene buenas relaciones con la empresa petrolera italiana ENI y conoce hace tiempo a Salvini y Savoini. Coincidió con ellos, a principio de junio de 2018, en la fiesta de la independencia rusa organizada por el embajador del Kremlin en Roma. Aún queda por saber quién era el tercer italiano -podría ser Francesco Vannucci, un colaborador de Meranda y afiliado en el pasado al centro-izquierda, pero los jueces son aún escépticos al respecto-, y los tres rusos, vinculados, al parecer, a Vladimir Pligin, consejero del presidente de la Duma, Viaceslav Volodin, muy cercano a Putin.
Las sorpresas no han terminado. El mismo 13 de julio la oficina del presidente del Consejo italiano, Giuseppe Conte, quiso quitarse el muerto de encima y explicó que Savoini había sido invitado a la cena en homenaje a Putin por Claudio D’Amico, exdiputado liguista, comisionado de Seguridad en el Ayuntamiento de Sesto San Giovanni y, desde finales de agosto de 2018, «consejero para las actividades estratégicas de relevancia internacional» de Salvini. Muy amigo de Savoini, D’Amico es una persona clave en las relaciones entre la Liga y el mundo ruso. Según el periodista Claudio Gatti, autor del reciente I demoni di Salvini. I postnazisti e la Lega,además de tener una fijación con los OVNI -sí, así como lo oyen-, D’Amico ha sido siempre un «ultras filo-ruso», como demostró cuando fue miembro de la delegación parlamentaria italiana en la OSCE, donde defendió en todo momento al Kremlin.
Savoini, un nazi en la corte de Salvini
Savoini no es cualquiera. Nacido en Alassio (Liguria) hace 56 años, en su época de estudiante en el Milán de los ochenta se vinculó a diferentes grupúsculos neofascistas y neonazis. En esos mismos años empezó su carrera periodística en diarios de derechas como L’Indipendente de Vittorio Feltri. En 1993 entrevistó a un jovencísimo Matteo Salvini, en aquel entonces candidato al Ayuntamiento de Milán con la Liga Norte: el futuro Capitano, que se daba aires de comunista padano, será elegido concejal en la ciudad lombarda, cargo que mantendrá durante más de dos décadas. Ahí empieza la amistad entre los dos liguistas. Cuatro años más tarde Savoini entra en La Padania, el periódico del partido al que ya se había acercado en 1991, momento de eclosión de la formación fundada por Umberto Bossi. Adulador del líder máximo, el senator Bossi, y también de su número dos, Roberto Maroni, del que fue portavoz durante su etapa como ministro de Trabajo y Política Social en el segundo Gobierno Berlusconi, Savoini es tachado por muchos de sus conocidos de «nazista». Así de sencillo. Esta es la definición que de él da, entre otros, el exdirector de La Padania, Gigi Moncalvo. En su mesa, en la redacción del diario liguista, tenía una foto de Hitler.
Desde aquellos años Savoini tiene una excelente relación con Mario Borghezio, exeurodiputado de la Liga, conocido por sus declaraciones racistas y vinculado desde joven a la extrema derecha italiana e internacional. El periodista Gatti los considera hombres clave en la operación de contaminación e infiltración de los neonazis y los neofascistas en la Liga de Bossi ya a partir de los años noventa. Tanto Borghezio como Savoini eran amigos de Maurizio Murelli, vinculado al terrorismo neofascista de los setenta y fundador de Orion. Esta revista de referencia de la extrema derecha italiana introdujo al sur de los Alpes conceptos acuñados por la Nouvelle Droite de Alain de Benoist como el «diferencialismo» y el «etnopluralismo». En ambientes cercanos se movía también Andrea Mascetti, actual consejero de Banca Intesa Russia y citado en la conversación del Hotel Metropol. Este, tras haber sido dirigente del Frente de la Juventud del posfascista Movimiento Social Italiano, fundó en 1996 la asociación Terra Insubre, «uno de los medios utilizados por algunos sectores de la derecha radical pasados a la Liga para introducir tesis antimodernas» y völkisch, según lo que explica el periodista Matteo Luca Andriola.
Otra de las características de Savoini es su estrecha relación con Rusia. No sólo a nivel personal -su mujer, Irina Shcherbinina, es rusa-, sino también a nivel ideológico. En una entrevista de 2014 se consideraba el artífice del «giro eurasianista» de la Liga. Es obvia aquí la referencia a la teoría del filósofo ruso Aleksandr Dugin, fundador con Limonov del Partido Nacional-Bolchevique y persona muy cercana a Putin. En los últimos años, Dugin se ha dejado ver mucho por Italia: en 2018 participó en varias presentaciones de su último libro junto a miembros de CasaPound, los «fascistas del Tercer Milenio», y al filósofo rojipardo Diego Fusaro. La última vez, el pasado mes de junio, además de en una serie de conferencias, participó también en una comida organizada por una supuesta asociación de estudios eurasianistas -vinculada al neofascismo italiano- en la que se le regaló una julleuchter, la linterna de Yule, símbolo ritual de las SS. En esta comida estaba también el ínclito Savoini que, por cierto, sale en otra foto junto a Dugin y Fusaro, tomada en la gira del ideólogo de Putin del año pasado. ¡Que lo tengan en cuenta los fusaristas españoles!
Desde Rusia con amor
En febrero de 2014 Savoini fundó Lombardia-Rusia, una asociación que se propone mejorar las relaciones entre Italia y Rusia, defiende el fin de las sanciones económicas a Moscú, y difunde las ideas políticas rusas por debajo de los Alpes, gracias también a la colaboración con medios como Sputnik News. El presidente honorario de la asociación es, no por casualidad, Aleksei Komov, embajador ruso en el Congreso Mundial de las Familias, una organización internacional tradicionalista que lucha en contra del aborto y de los derechos LGTBI. Su último encuentro, apoyado oficialmente por la Liga y parte del gobierno italiano, se celebró en Verona el pasado mes de marzo. Komov es además una persona estrechamente ligada al oligarca integrista Konstantin Malofeev, incluido en la black list por Estados Unidos y la UE. Junto a Viktor Zubarev, diputado de la Duma por Rusia Unida, el partido de Putin, y enlace entre los partidos de la extrema derecha europea y el gobierno de Moscú, Komov asistió en diciembre de 2013 al congreso de la Liga que eligió secretario a Salvini. A partir de ese momento las relaciones entre la formación liderada por il Capitano, que vivirá un rápido proceso de lepenización, y la Rusia putiniana serán cada vez más estrechas, tanto que en 2017 la Liga firmó un acuerdo de colaboración con Rusia Unida.
En todo esto Savoini y D’Amico jugaron un papel crucial. De hecho, Savoini visitó Crimea en marzo de 2014, cuando fue anexionada por Rusia, y la Liga fue el único partido italiano que reconoció la legitimidad del referéndum de autodeterminación de la península ucraniana. El experiodista de La Padania organizó incluso la primera delegación oficial europea a Crimea, en la que participó obviamente Salvini. Además, Savoini, obsesionado con la secesión del Donbass, fue invitado como observador «internacional» en las elecciones regionales rusas de septiembre de 2017 y en las presidenciales de marzo de 2018. Se le puede considerar, pues, un «megáfono de la propaganda del Kremlin» y un «agente de influencia» rusa, en palabras del periodista Claudio Gatti. No es de extrañar para un hombre que tenía en su foto de Whatsapp una imagen junto a Putin.
Como se explica en la presentación de la asociación Lombardia-Russia y como ha declarado en diferentes entrevistas, Savoini defiende la visión del mundo putiniana que se puede resumir en las tres palabras: identidad, soberanía y tradición. Y que encaja perfectamente con la visión de la Liga. En la conversación del Hotel Metropol, de hecho, Savoini explicó a sus interlocutores rusos que «una nueva Europa debe estar cerca de Rusia porque queremos nuestra soberanía […] y no depender de los iluminados de Bruselas o Estados Unidos. Queremos decidir. Salvini es el primer hombre que quiere cambiar Europa» junto a los aliados de la extrema derecha del Viejo Continente.
La posición internacional de Italia
Moscopoli está poniendo en un aprieto a Salvini, el nuevo hombre fuerte de Italia. Esto es cierto. Otra cuestión es que de las investigaciones, que serán largas, se consiga obtener una fotografía lo más precisa posible de lo que realmente pasó. ¿La Liga recibió dinero de los rusos? Parecería que no. Sin embargo, resulta singular que la formación de Salvini intentó dos veces cambiar una ley que prohíbe las donaciones a los partidos provenientes del extranjero. Una primera vez, sin conseguirlo, con una enmienda a la ley anticorrupción, justo unas semanas después de la reunión del Hotel Metropol. Una segunda en abril, introduciendo una derogación para permitir la financiación extranjera a las fundaciones y las asociaciones. Esta vez lo consiguió, aunque el Movimento 5 Stelle limitó la enmienda al prohibir que las fundaciones donaran luego el dinero a los partidos. ¿Es suficiente? Hay dudas al respecto. La cuestión no es baladí, teniendo en cuenta que la Liga le debe 49 millones de euros al Estado italiano -ha sido condenada por estafa- y que hay una enorme opacidad en cómo se está financiando el partido.
Además, ¿qué hizo Salvini entre la noche del 17 y la mañana del 18 de octubre, tras haber participado en la asamblea de Confindustria Russia? Hay un hueco en su agenda que coincide justamente con la reunión del Hotel Metropol. El fundador de Confindustria Russia, Fabrizio Candoni, declaró a la prensa que el 17 de octubre estaba con Salvini y le desaconsejó ir a la reunión. Por su parte, el ministro del Interior no contesta. ¿Los servicios secretos italianos no saben nada al respecto? Sería extraño. De hecho, el Comité Parlamentario para la Seguridad de la República (COPASIR) ha llamado a los directores del Servicio de Espionaje al Extranjero y del Contraespionaje para que informen al respecto.
Aunque la Liga no hubiera finalmente recibido el dinero, no cabe duda de que intentó obtenerlo. Y que las relaciones con Rusia Unida y el Gobierno de Moscú son muy estrechas. La defensa continua por parte de Salvini del fin de las sanciones económicas a Moscú -aunque el Gobierno italiano votó a favor de mantenerlas en el Consejo Europeo de diciembre- son solo la punta del iceberg. Y, en realidad, lo menos preocupante, ya que hay voces políticas distintas que piden el fin de las sanciones. Nada nuevo bajo el sol, por otro lado. Para eso era suficiente leer la prensa y seguir las redes sociales de il Capitano o del ínclito Savoini. Por un escándalo similar al de Moscopoli, el exvicecanciller austriaco Heinz-Christian Strache tuvo que dimitir y cayó el gobierno de coalición entre el ÖVP de Kurz y los ultras del FPÖ. Es cierto que hay una diferencia de calado: Strache era el protagonista de los videos del Ibizagate, mientras que Salvini no parece involucrado directamente en la reunión del Hotel Metropol. Pero de fondo, en todo caso, la cuestión es la misma: la soberanía del país y su posición internacional. Como apunta el exdirector de La Repubblica Ezio Mauro, «está en juego la soberanía de Italia […] con los plenipotenciarios salvinianos que ‘venden’ la política extranjera de nuestro país y la estrategia europea del gobierno a miembros rusos a cambio de fondos ilegales que servirán para pagar la campaña electoral liguista».
Es decir, ¿qué posición tiene el Gobierno italiano en el tablero internacional? Este es el nudo gordiano para un país, no se olvide, que es miembro del G7 y de la OTAN, además de la tercera economía de la UE. El M5E no sabe ni contesta. La Liga, en cambio, tiene ideas al respecto, aunque existen tensiones entre un sector más filo-ruso (Savoini, D’Amico, etc.), otro más trumpista, otro filo-chino (el subsecretario de Economía Michele Geraci, impulsor del ingreso de Italia en la nueva Ruta de la Seda de Pekín) y otro atlantista (el subsecretario de Presidencia Gincarlo Giorgetti, el verdadero hombre en la sombra de la Liga). ¿Y Salvini? ¿Qué posición tiene el ministro del Interior que es el mandamás de la formación? Se dice que en su reciente viaje a Washington, donde se encontró con Pence y Pompeo, ha intentado virar hacia el atlantismo. O, al menos, aplacar el malestar estadounidense, jugando a dos bandas. Hay quien sostiene que la publicación del audio del Hotel Metropol ha sido un aviso a navegantes. ¿Teorías conspiranoides? Puede ser. Lo que es cierto es que Salvini quiere debilitar a la UE y tiene una notable sintonía ideológica -y no solo ideológica- con quien juega al desorden en Europa, como Putin y Trump. Y no cabe duda de otra cosa: la Liga de Salvini no es únicamente un partido de la nueva extrema derecha, como la Reagrupación Nacional de Le Pen o Alternativa para Alemania, sino también una formación en la que figuras oscuras provenientes de los círculos neofascistas y neonazis, como Savoini, tienen notable poder.