El sábado por la noche, en Nettuno, provincia de Roma, Francesco, de 29 años, Luca, de 19 y un amigo de 16 años, «puestos de alcohol y hachís», tienen un rifirrafe con un tipo de piel olivácea con el que se topan, un tal Navtej Singh Sidhu, de 29 años, que dormía en la estación […]
Impresionan las declaraciones de estos chicos de «familia bien». Necesitaban «una emoción fuerte para cerrar la noche»; «se nos ocurrió esta machada»; «una idea para divertirnos un poco»; «estábamos buscando un vagabundo, que fuera rumano o negro nos daba lo mismo»; «el racismo no tiene nada que ver». «Queríamos ver cuánto duraba, pero luego pensábamos apagarlo».
Los antifascistas de Neptuno y la Asociación Soweto se movilizan enseguida para manifestar solidaridad al inmigrante y contra la impunidad de los ataques racistas. Apenas arranca la manifestación, un grupo de provocadores de derecha comienza a insultar a los inmigrantes y manifestantes profiriendo eslóganes injuriosos a propósito del indio herido. Según la crónica de Radio Città Aperta, las fuerzas del orden, en lugar de detener a los racistas, se interponen entre éstos y los antifascistas para evitar que entren en contacto.
En la prensa de hoy, políticos y hombres de las fuerzas del orden achacan el intento de homicidio al abuso de drogas y se dicen sorprendidos. Es esta la banalidad del racismo. Sensaciones fuertes, víctimas débiles.