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La Unión Europea se juega su estabilidad en Austria: ¿encabezará la extrema derecha el próximo Gobierno?

Fuentes: La Marea

Los electores austríacos deciden este domingo en unos comicios generales que se han convertido en clave para la Unión Europea. El Partido de la Libertad de Austria (FPÖ), la formación de extrema derecha, euroescéptica y prorrusa que ya ganó en mayo las elecciones europeas, lidera las encuestas con un 27% de intención de voto. Y en Austria, a diferencia de lo que sucede en Alemania, no hay cordón sanitario contra ellos, por lo que el Partido Popular Austríaco (ÖVP, por sus siglas en alemán), a quien las encuestas otorgan un 25% de los votos, podría aupar al poder al excéntrico Herbert Kickl, que se presenta a sí mismo como el “Volkskanzler” (el canciller del pueblo), un término que recuerda a otro austríaco, Adolf Hitler. 

El ÖVP, liderado por el actual canciller Karl Nehammer, ha expresado reticencias a gobernar con Kickl porque lo considera un «riesgo para la seguridad». Sin embargo, en el último debate en la televisión pública antes de las elecciones de este domingo quedó claro que las formaciones comparten más similitudes que diferencias, especialmente en cuestiones como la inmigración, donde ambos abogan por presionar a la Unión Europea para endurecer y dificultar la llegada de migrantes.

El discurso de FPÖ es claramente islamófobo y apela de forma constante a la defensa de los valores tradicionales austríacos para justificar su rechazo a las políticas de asilo. Pero los migrantes no serían el único colectivo que sufriría en el caso de que finalmente FPÖ encabece el próximo gobierno. Algunas de sus propuestas son limitar las donaciones a las organizaciones LGTBIQ+, abrir una oficina donde puedan ser denunciados los profesores “no neutrales” y reducir las penas por los discursos de odio. Todo esto en un país donde el derecho al matrimonio igualitario no se reconoció hasta el 2019 y en el que los hombres homosexuales y bisexuales no pudieron donar sangre hasta el otoño de 2022. Además, la prohibición de las llamadas «terapias de conversión» por parte del personal médico que pretender revertir la homosexualidad podría ser revocada.

Además, el denominado Partido de la Libertad es negacionista en lo que al cambio climático se refiere, un discurso que sin embargo no le ha sido de demasiada ayuda teniendo en cuenta las inundaciones que han azotado las últimas semanas Austria y que se han cobrado cinco víctimas mortales.

En política exterior, el FPÖ es conocido por su cercanía a Rusia. De hecho, Herbert Kickl se declara admirador de Viktor Orban, el presidente de su país vecino, Hungría, que está aprovechando su Presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea para ir al choque con las instituciones comunitarias. Entre otros, ha viajado a Moscú y a Pekín, ha visitado al candidato Donald Trump y ha facilitado la emisión de visados de trabajo a ciudadanos de Rusia y Bielorrusia.

Si se cumplen los sondeos en las elecciones de este domingo, Orbán, y por lo tanto Rusia, tendrán un nuevo socio en la Unión Europea, cuya cohesión interna especialmente en el contexto de la guerra de Ucrania podría quedar aún más debilitada. En este eje también se ubica ahora mismo otro vecino de Austria, Eslovaquia.

El país alpino, además, no es miembro de la OTAN y, a diferencia de lo que han hecho Finlandia o Suecia, no se ha cuestionado esa política de neutralidad que ha caracterizado su historia desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Ahora mismo, el pequeño partido de los liberales es el que defiende con más ímpetu la necesidad de apoyar a Ucrania. Austria se encuentra ahora en una posición que podría ser aún más controvertida si la extrema derecha toma el control, dada su cercanía a Rusia.

El FPÖ ya estuvo en el poder en coalición con el Partido Popular de Austria entre 2017 y 2019, cuando era canciller Sebastian Kurz. Herbert Kickl, entonces ministro del Interior, intentó ejercer mayor control sobre los servicios de inteligencia, lo que generó alarmas sobre posibles filtraciones hacia Moscú. En Austria nadie olvida el baile con Putin de la entonces ministra de Exteriores, Karin Kneissl, en su boda en 2018.

En esa época tuvo lugar también el conocido como «Escándalo de Ibiza», en el que el entonces vicecanciller y líder del FPÖ, Heinz-Christian Strache, fue grabado ofreciendo contratos públicos a cambio de apoyo político y financiero de una supuesta oligarca rusa. El escándalo llevó a la caída del Gobierno, a nuevas elecciones y a un descenso del apoyo popular de la extrema derecha, que ahora, sin embargo, ha remontado en parte como consecuencia de la inestabilidad económica y el gran calado que tiene el discurso antiinmigración.

De todos modos, la presencia de la extrema derecha en Austria no es nueva. El FPÖ tiene representación parlamentaria desde 1956, cuando fue fundado por exmiembros del VdU, un partido que incluía antiguos nazis y nacionalistas alemanes. Fue en los 80 cuando creció la base electoral de los populistas austríacos, de la mano de Jörg Haider, que impulsó el discurso xenófobo. La primera vez que entró en el Gobierno fue entre 2000 y 2005.

Hoy lidera las encuestas gracias a su discurso contra la inmigración, el aumento de los precios y el descontento con la gestión económica del país. Austria lleva cinco trimestres consecutivos de contracción económica, lo que ha creado un ambiente propicio para el ascenso de partidos populistas. Además, el FPÖ ha capitalizado el malestar con la gestión de la pandemia, en particular por las medidas polémicas como la vacunación obligatoria.

La izquierda pasa en Austria por sus momentos más bajos. Los socialdemócratas, liderados por Andreas Babler, divididos y lastrados por sus crisis internas, van terceros en los sondeos, con el 21% de los votos. Les siguen el liberal NEOS (9,8%) y Los Verdes (8,4%), este último socio de los populares en el actual gobierno de coalición. Si las encuestas fallan y finalmente el canciller Nehammer -que en los últimos días parece ir recuperando apoyos- consigue mantenerse en primer lugar, sería también posible que el Gobierno que salga de las urnas sea un tripartito con conservadores, socialdemócratas y uno de los otros dos partidos. Este escenario sería nuevo porque Austria, acostumbrada a las coaliciones, nunca ha tenido sin embargo un Gobierno con más de dos partidos. 

Son muchos los austríacos que no comprenden esta deriva que está tomando su país, con ciudadanos que se suman al carro de una extrema derecha que ha aprovechado el descontento por las restricciones de la COVID, una situación económica en decadencia pese a la robustez de la economía austríaca y el discurso antiinmigración que cala en muchos pueblos y ciudades donde no es extraño estos días previos a las elecciones ver pintadas contra los extranjeros. ¿Tendrá por primera vez Austria un canciller de extrema derecha?

Fuente: https://www.lamarea.com/2024/09/28/la-union-europea-se-juega-su-estabilidad-en-austria-encabezara-la-extrema-derecha-el-proximo-gobierno/