La renovación de los 230 asientos del parlamento unicameral de Portugal se tradujo en una victoria pírrica del primer ministro y líder del Partido Socialista (PS), José Sócrates.
Los otrora dos pequeños partidos que ocupaban los asientos de los extremos izquierdo y derecho del parlamento acabaron por consolidarse en las elecciones legislativas del domingo en Portugal.
A pesar de haberse situado como la primera fuerza, con 36,56 por ciento de los votos, el PS perdió medio millón de adhesiones y dejó de contar con la mayoría absoluta, por el «robo» en especial de los ex trotskistas del Bloque de Izquierda (BE, por su sigla en portugués) y por el flagelo de la abstención, que alcanzó la cifra histórica de 39,40 por ciento de los habilitados.
Los comicios también se tradujeron en un grave revés para la líder del Partido Socialdemócrata (PSD, de orientación conservadora), Manuela Ferreira Leite, al conseguir sólo 29,1 por ciento y ceder así, según analistas, gran parte de su tradicional electorado al nacionalista y derechista Centro Democrático Social (CDS), que del quinto y último lugar pasó a ocupar el tercero.
Los dos grandes vencedores son Paulo Portas, líder del CDS, que dio un salto de 7,2 a 10,5 por ciento del electorado y con ello coloca 21 diputados en el hemiciclo de São Bento, y Francisco Louça, coordinador general del BE, que no para de crecer desde su fundación en 1999, cuando con 2,4 por ciento puso dos diputados y a partir de ahora cuenta con 9,8 por ciento de electores y 16 legisladores.
Los analistas coinciden en que Portas logró capitalizar algunos votos del PS, pero sobretodo del PSD, debido al desastroso desempeño de Ferreira Leite, incapaz de hacer pasar un mensaje positivo a los portugueses agobiados por la crisis económica, apostando todo en el presunto prestigio de su figura austera.
Todos los observadores apuntan como el gran vencedor de la jornada cívica a Louçã, mientras los comunistas logran mantener su votación blindada de 7,9 por ciento.
En efecto, el izquierdista Louçã es hoy una de las figuras más destacadas de la política nacional. En 10 años, desde que los dispersos grupos trotskistas y de izquierda radical se unieron para renunciar a estas ideologías y fundar el BE, este dirigente logró triplicar la representación parlamentaria del sector, colocarle en tercer lugar en las elecciones europeas de junio y superar a los comunistas.
Las banderas de lucha de este profesor universitario, nacido en Lisboa en 1956 y doctorado en Economía, surtieron efecto en sectores de portugueses hartos de los sucesivos escándalos financieros y ahogados por las costosas tasas de interés de los bancos locales.
Louçã popularizó su mensaje con frases como «hay que combatir al crimen para impedir los asaltos y que sus autores puedan salir impunes, pero también hay que castigar al banquero más ilustre, que se queda con millones que salen de los bolsillos de la gente».
En esta cruzada contra «el abuso del poder absoluto del sector bancario en Portugal, que con las tasas de interés más altas de la Unión Europea, es nítidamente una forma de robo legalizado», identificó a Sócrates como su principal enemigo.
Determinado, pragmático, liberal a ultranza, rendido admirador del ex primer ministro británico Tony Blair (1997-2007), todo en nombre del «socialismo moderno», Sócrates facilitó en cuatro años el trabajo del BE al extender un certificado de defunción del modelo social defendido por los antecesores en el cargo de su mismo partido.
Su gestión poco tuvo que ver con el histórico fundador del socialismo portugués, Mario Soares, tres veces primer ministro y dos veces presidente entre 1976 y 1996, o con quien fue jefe de gobierno de 1995 a 2002 y actualmente es Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Antonio Guterres, quien llevó a Sócrates la primera plana de la política.
En efecto, el ingeniero civil José Sócrates Carvalho Pinto de Sousa, nacido en 1957 en la aldea septentrional de Vilar de Maçada, no formaba parte del grupo de dirigentes máximos del PS hasta comienzos de la primera década de este siglo.
Fue Guterres quién a fines de su mandato lo ascendió a ministro y a miembro de la comisión nacional del PS, mientras el principal canal privado de TV se encargó de convertirle en una estrella como comentarista, donde comenzó a lograr una enorme popularidad dentro y fuera de su partido.
El medio millón de votos perdidos por Sócrates no se explican sólo con el fortalecimiento del BE y parte del CDS. A los ataques de la oposición en estos cuatro años de gobierno, muchas veces se unieron las críticas del ala izquierda de su propio partido.
Dirigentes de la izquierda del PS fustigaron el hecho de que, desde la asunción de Sócrates en 2005, los salarios mayores de las empresas estatales, respecto de los más bajos, pasara de ser 27 veces más altos a 32 veces.
En cuanto a las firmas privadas, se llega hasta 187 veces entre los dos extremos salariales. Todo debido a la política impulsada por el primer ministro, convencido defensor de dejar todas las decisiones al mercado.
La pérdida de votos es explicada también por el deterioro de la situación económica, cuyo resultado fue que Portugal, en lugar de aproximarse, se alejó del promedio del bloque europeo de 27 países del que forma parte. Así, 23 años después de haber ingresado, la pobreza y la exclusión social siguen afectando a buena parte de la su población.
Según estudios publicados por instituciones internacionales, la brecha social se acentuó y en la actualidad los ricos son más ricos y los pobres son más pobres.
Inclusive Eslovenia y Malta, dos de los 10 países que se sumaron a la UE en mayo de 2004, superaron los indicadores económicos lusos, un hecho idéntico al ocurrido en 1999 con Irlanda y en 2003 con Grecia, dos estados peor colocados que Portugal cuando ingresó al bloque en 1986.
Ante estas cifras, Sócrates arguyó sus mayores triunfos internacionales durante la presidencia temporal del bloque en el segundo semestre de 2007.
En ese periodo se firmó el Tratado de Lisboa, que establece la reforma institucional de la UE, se realizó la cumbre con África, fue la consagración de la cooperación estratégica con Brasil, la ampliación del espacio de libre circulación de personas dentro del bloque conocido como Acuerdo de Schengen de 1985, el programa europeo de satélites Galileo y una orientación clara sobre el plan tecnológico para la energía y el cambio climático.
En un comentario enviado por correo electrónico a IPS en la víspera, el analista Henrique Antunes Ferreira, ex jefe de redacción de Diario de Noticias, de Lisboa, subrayó que «esta noche, vivimos una situación muy particular: el único que perdió fue el PS que, en realidad, ganó las elecciones».
«De acuerdo con los ilustres dirigentes de las oposiciones escuchados, el gran objetivo de cada uno de ellos fue alcanzado, con una gran victoria: le fue retirada la mayoría absoluta al PS», observa el analista.
Antunes Ferreira concluyó en su declaración a IPS del domingo en la noche vaticinando «en mi modesto entender, los títulos de los periódicos de este lunes: ‘El PS gana, pero pierde’ o quizás mejor aun, ‘El PS pierde la mayoría, pero gana'». En efecto, esos fueron los principales titulares de esta jornada.
Aún no existen luces sobre como Sócrates gobernará en la próxima legislatura, pero los análisis y comentarios se inclinan hacia la fórmula de alianzas puntuales en el parlamento.
Sócrates se podrá apoyar en el BE y en los comunistas en la aprobación de medidas de su programa electoral donde anuncia más intervención del Estado en la regulación de la economía y el control en la especulación financiera.
Asimismo, la izquierda le dará su voto en el refuerzo de políticas ambientales y sociales, en la reducción de las desigualdades, la lucha contra la pobreza y el desempleo, el apoyo a los inmigrantes, así como en la profundización de las reformas en áreas decisivas como la salud, educación, trabajo, seguridad social y matrimonio homosexual.
Sin embargo, en toda medida de corte neoliberal en cuanto a la desregulación de la economía y las privatizaciones de grandes empresas estatales estratégicas como petróleo, telecomunicaciones y transportes, Sócrates inevitablemente deberá jugar la carta de la derecha.
En el promiscuo juego de intereses entre la economía y la política, los partidos del centro y de la derecha ya no se dividen por la ideología, sostuvo Filipe Luís, editor del semanario Visão.
Según Luís, «los partidos dejaron de tener ideología y funcionan como clubes, donde lo que cuenta es el sentido gregario y el color de la camiseta, se entonan los mismos cánticos, se gritan las mismas consignas y se lucen las mismas bufandas de los adeptos del fútbol y hasta el ‘hooliganismo’ (hinchas violentos) subyacente a toda esta perversión entró en ese espíritu».