La República Dominicana ha deportado a miles de indocumentados en las últimas semanas, sembrando el temor en esa comunidad y generando denuncias de que el gobierno se aprovecha de un brote de cólera para expulsar a los haitianos que viven ilegalmente en el país. En la campaña de deportaciones de indocumentados haitianos más grande en […]
La República Dominicana ha deportado a miles de indocumentados en las últimas semanas, sembrando el temor en esa comunidad y generando denuncias de que el gobierno se aprovecha de un brote de cólera para expulsar a los haitianos que viven ilegalmente en el país.
En la campaña de deportaciones de indocumentados haitianos más grande en mucho tiempo, soldados y agentes de inmigración han instalado puestos de control y realizado redadas, deteniendo a cualquier persona sin papeles y echándola del país.
Erickner Auguesten, de 36 años, padre de tres hijos y quien vive ilegalmente en la República Dominicana desde 1991, dijo que fue detenido a la salida de un hospital donde su esposa, que está embarazada, se había sometido a unos exámenes.
«Cuando salimos para buscar algo para comer, la policía me ordenó que me subiese a un camión», declaró Auguesten a la AP en la ciudad fronteriza de Jimaní. Reveló que un amigo que trabaja con la policía de fronteras lo ayudó a ingresar nuevamente al país.
Cientos de miles de haitianos viven al menos parte del año en la República Dominicana, donde a menudo son discriminados y están constantemente con miedo de ser deportados. La situación se agravó con un brote de cólera en Haití que mató a 4.000 personas y contagió a 200.000.
Las autoridades dominicanas relajaron los controles fronterizos y suspendieron las deportaciones por razones humanitarias tras el terremoto del 21 de enero del 2010 cerca de Puerto Príncipe, que mató a unas 316.000 personas y destruyó una nación ya de por sí muy pobre. Al cumplirse el primer aniversario del terremoto, se reanudaron las deportaciones, con más celo que en el pasado.
Más de 3.000 personas hay sido sacadas del país, esposadas, en las últimas tres semanas, incluidos algunos residentes legales que no tenían sus papeles consigo al ser detenidos por la policía, según defensores de los haitianos.
«Los pillan en las calles», dijo Gustavo Toribio, de Solidaridad Fronteriza, organización que asiste a los haitianos. «No les importa si tienes hijos, si tienes propiedades. Lo único que quieren es ver tus documentos».
El gobierno niega que haya deportado a residentes legales. El director del servicio de inmigración, Sigfrido Pared, justificó las deportaciones diciendo que la República Dominicana no puede ser una válvula de escape para los haitianos que le escapan a la pobreza y a la inestabilidad política.
Las Naciones Unidas estimó que antes del terremoto había unos 600.000 haitianos viviendo ilegalmente en la República Dominicana, cuya población total es de 10 millones de personas. La autoridades dominicanas afirman que hoy hay un millón de haitianos, la mayoría de ellos sin papeles.
«Es fácil para algunos países y organizaciones criticar la situación de la República Dominicana», expresó Pared. «Ningún otro país del mundo tiene fronteras con Haití. Ningún otro país del mundo tiene el problema que representan los haitianos».
Las autoridades dominicanas dicen que la deportación de haitianos ayuda a evitar una propagación del cólera.
Hasta ahora se conocen unos 300 casos de cólera en la República Dominicana, incluido uno fatal, el de un inmigrante haitiano que se cree contrajo la enfermedad en su país. El brote, no obstante, ha perdido fuerza incluso en Haití.
Los especialistas, sin embargo, aseguran que el peligro no ha pasado y el ministerio de salud dominicano dice que no se pueden correr riesgos.
Muchos dominicanos apoyan las deportaciones pues tienen miedo de contraer el mal.
«Es una amenaza para nuestro país», sostuvo Secondino Matos, camionero de 50 años. «(Los haitianos) Son nuestros hermanos, pero no los indocumentados».
La clave para controlar un brote de cólera es combatirlo apenas surge.
El doctor Robert Tauxe, del Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, elogió la velocidad con que la República Dominicana reportó los primeros casos y lanzó una campaña de educación pública.
Se abstuvo de comentar las deportaciones, pero dijo que no hay muchos elementos que señalen que los controles fronterizos ayudan a contener un brote.
«Cuesta encontrar elementos que indiquen que esas medidas tienen éxito», manifestó.
Hay quienes afirman que la cólera es una excusa y que las deportaciones obedecen a actitudes racistas y xenofóbicas.
La directora del Movimiento de Mujeres Dominicano-Haitianas, Sonia Pierre, señaló que muchos de los controles se realizan en zonas por donde hay tráfico interno únicamente y en las que no se pillará a ningún potencial portador del mal ingresando ilegalmente al país desde Haití.
Muchos de los deportados han vivido por años en la República Dominicana y al regresar a Haití se exponen a ser contagiados. Buena parte de ellos intentará volver a la República Dominicana y podrían traer consigo el mal.
«Si quieren combatir el cólera, esta no es la forma de hacerlo», declaró Pierre.
La cancillería y el servicio de inmigración aseguran que la campaña de deportaciones se enfoca exclusivamente en los haitianos que ingresaron ilegalmente al país. Pero hay decenas de miles de haitianos sin documentos y con frecuencia resulta imposible saber si llegaron recientemente, y por consiguiente son posibles portadores del cólera, o si llevan mucho tiempo en el país.