Costa Rica enfrenta una segunda vuelta electoral de lo más extraña. El candidato oficialista ha anunciado su retiro de la contienda y Luis Guillermo Solís, ganador de la primera ronda, se queda sólo cuando hace unos meses era una opción marginal. Esta es la primera parte de un análisis detallado para entender qué está ocurriendo […]
Costa Rica enfrenta una segunda vuelta electoral de lo más extraña. El candidato oficialista ha anunciado su retiro de la contienda y Luis Guillermo Solís, ganador de la primera ronda, se queda sólo cuando hace unos meses era una opción marginal. Esta es la primera parte de un análisis detallado para entender qué está ocurriendo en el país centroamericano.
Costa Rica es un país generalmente desatendido por los principales intereses del mass media mundial cuando de temas políticos se trata, y más aún cuando pequeñas -o tan pequeñas- explosiones sociales suceden. Por el contrario es muy bien atendido para la promoción del turismo y la atracción inversiones externas, sean del tipo que sean.
Esa condición ha cambiado relativamente con el inicio del proceso electoral para renovar el gobierno en el periodo 2014-2018; campaña electoral que el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) abrió en octubre de 2013. Para aquellos momentos existía -según varias casas encuestadoras- una cómoda ventaja sobre 12 rivales a favor del abanderado del partido al que pertenece la muy impopular mandataria Laura Chichilla [1]. Ese «político» es Johnny Araya, cabeza del gobierno de la ciudad capital San José desde 1991, tiempo en el que ha acumulado diversos cuestionamientos sobre su gestión. Cabe puntualizar que esa agrupación política, el Partido Liberación Nacional (PLN), es viva imagen de la disociación entre un pasado socialdemócrata y su nada nueva praxis neoliberal desde el espacio parlamentario y desde el gobierno, que ha ocupado recientemente en los periodos 1982-1990, 1994-1998, y 2006-2014; cambiándose así por completo el Estado «benefactor» costarricense por otro casi omni-ausente.
Pero la campaña electoral de cara a la primera vuelta del 2 de febrero tomó rumbos algo inesperados. Conforme avanzaron las semanas, y particularmente en el mes de diciembre, varias encuestas marcaron una tendencia que colocaba al candidato oficialista en el primer lugar de la intención de voto, pero con un apoyo menor al 40% necesario para que no se llevase la contienda a segunda vuelta. En el segundo lugar se colocaba con alrededor de 20% al joven candidato izquierdista José María Villalta quien es actual diputado (2010-2014) del también joven «socialista-democrático» partido Frente Amplio. Villalta se mostró durante casi toda la campaña como amalgama de «político» experimentado con buenas dotes retóricas, además de abogado especialista en ambiente y militante ecologista; pero, sobre todo, como una personas dispuesta a empujar a su partido y otros actores a llevar adelante el urgente cambio de rumbo que la población demanda después de 8 años del PLN en el gobierno.
Para diciembre de 2013 el cuadro de la disputa presidencial lo completaba en un tercer puesto el derechista partido Movimiento Libertario (ML) con su candidato (por cuarta elección consecutiva) Otto Guevara, pero se le acercaba con decisión el entonces poco visibilizado por la encuestas Luis Guillermo Solís, candidato del Partido Acción Ciudadana (PAC). Y al final de las principales intenciones de voto se encontraba el candidato Rodolfo Piza, del Partido Unidad Social Cristiana (PUSC), agrupación liberal-conservadora que fue una de las cabezas del bipartidismo tradicional desde 1982 hasta 2002, que se alternaba en el gobierno en forma complementaria con el PLN.
Sobre el PAC es menester verle con «pelos y señales», pero en forma muy general puede considerarse que ha sido un territorio en disputa entre un sector conservador o «de derechas» que en buena parte proviene del bipartidismo tradicional, enfrentado a otro sector llamado progresista con miembros «de izquierdas» que provienen de diversos grupos económicos-sociales; tal dinámica parece estar presente en forma más intensa durante los últimos años. Pero ambos sectores hoy están articulados en campaña electoral producto de la concertación facilitada por su candidato presidencial Luis Guillermo Solís, quién se impuso en unas ajustadísimas elecciones primarias (internas) en julio de 2013; después de lo cual buscado presentarse con su plan de gobierno y equipo de campaña con suficiente «vocación y capacidad para gobernar».
La campaña del miedo
En el mes de enero con la cercanía de la cita electoral se incrementó la presencia publicitaria de los partidos políticos mejor financiados (PLN, ML), así del PAC en forma nada despreciable, mientras que el FA lo hizo con mayor limitación, a pesar de esto Villalta siguió siendo la opción para un número importante de electores que le colocaban a en el segundo puesto de casi todas las encuestas. Por su parte, Solís, del PAC, con sumatoria de las tendencias en las encuestas aparecía en un tercer lugar cerca de Villalta, pero no lejos Guevara del ML; y el antes muy cómodo Araya del PLN encabezaba las encuestas con alrededor del 30% en la intención de voto, lo cual le enviaría a segunda vuelta.
Es destacable la amplia difusión de posturas de los cinco primeros candidatos durante el mes de enero, a través de los diversos «debates» televisados o radiodifundidos por medios públicos y privados, lo cual no implicó propiamente una discusión de propuestas, sino más bien oportunidad para hacer ataques; de los cuales fueron blanco Araya como candidato oficialista, pero con más frecuencia lo fue el izquierdista Villalta. La movilización de los partidarios de agrupación política tuvo como correlato una receptividad muy reservada de las promesas de campaña por parte de la ciudadanía.
Para proseguir en el recuento no pueden pasarse por alto los ataques señalados en contra de Villalta y del Frente Amplio, que se intensificaron las últimas tres semanas previas al 2 de febrero, provenientes tanto de candidatos rivales, como los derechistas Araya y Guevara, a través de publicidad, mítines y «debates»; pero más insistentemente fue el ataque por parte sectores de la burguesía local en algunos casos vinculados a agrupaciones cristianas protestantes muy conservadoras, o con la acción articulada de cámaras empresariales (sindicatos patronales), cuyos agremiados buscaron intimidar a los trabajadores para que no votaran por Villalta. Todo esto se presentó en espacios de trabajo urbanos como fábricas, tiendas, cadenas transnacionales de restaurantes de comida rápida, pero también se presentó en espacios rurales de trabajo como plantaciones de monocultivos controlados por transnacionales.
Dicha campaña de miedo contra las propuestas de Villalta y el FA siguieron una clara retórica anticomunista por parte de la mayoría de actores y en la mayoría de los casos, lo cual procuraba «monstrificarle» respecto de casi cualquier tema, como lo fueron sus propuestas sobre derechos civiles de parejas de mismo sexo hasta las propuestas de respeto a los derechos laborales de la clase trabajadora.
Finalmente llegó el 2 de febrero, día en que se desarrolló un proceso electoral en casi total calma, y que tuvo resultados un poco más que inesperados para la mayoría. Ese mismo día se efectuó el primer escrutinio por los miembros de cada junta receptora de votos (JRV) dentro del país (6454) y fuera del país en embajadas y consulados (61) [2]; posteriormente se transmitieron los resultado del conteo, y el TSE dio al final del día los resultados parciales que colocaron al candidato Solís del PAC en primer lugar, muy cerca de él Araya del PLN en segundo, mientras que en tercer lugar lo ocupó Villalta del FA, detrás en cuarto puesto Guevara del ML, y de quinto lugar Piza del PUSC.
Ante el ajustado margen de la votación entre Solís y Araya los magistrados de TSE decidieron realizar un nuevo escrutinio o conteo en forma manual de cada una de las 6515 JRV [3]; lo que arrojó como resultado definitivo para los tres primeros puesto que Solís del PAC obtuvo 30,64%, Araya del PLN con 29,71%, y Villalta del FA con 17,25%, de un total de 2.055.472 votos válidos emitidos. Mientas que la elección de 57 diputados, a con la circunscripción por provincias -que son siete-, se realizó el mismo día, y su el conteo arrojó como «primera minoría» al PLN con 18 diputaciones (la segunda menor cantidad en su historia); el PAC con 13 diputaciones (sin representantes en las costeras provincias de Guanacaste y Limón); el Frente Amplio obtuvo 9 diputaciones (que representan a todas las provincias, siendo esta la bancada más numerosa conseguida por la izquierda); luego el PUSC con 8 diputaciones; el ML con 4 diputaciones; otras 4 diputaciones son de tres partidos conservadores (uno tiene 2 escaños), y de la última diputación es para un nuevo partido de alcance provincial controlado por un ex dirigente del PUSC. [4]
La sorpresa
Los resultados definitivos confirmaron lo que estuvo claro 48 horas después del cierre de la elección, y es que ninguno de los candidatos alcanzó el apoyo mínimo del 40% de los votos válidos emitidos para declararse ganador en primera vuelta, por tanto Luis Guillermo Solís y Johnny Araya están obligados a ir a una segunda vuelta electoral, pactada por el TSE para el próximo 6 de abril. Además en la primera vuelta se presentó un alto abstencionismo de 31,81%, [5] hecho que marca un reto gran para los dos partidos políticos involucrados, y a pesar del cambio que introdujo recientemente Araya del PLN con su «retiro» de campaña, hecho que en la segunda parte del texto se abordará.
Estos resultados electorales sin duda han sido causa de sorpresa o dudas para muchos, debido a que parte de «lo esperado» a partir de las encuestas era una segunda vuelta entre el oficialista Araya en primer lugar, y una disputa entre Villalta (segundo lugar) y Solís (tercer lugar); pero finalmente fue este último el ganador con la ajustada diferencia de 0,93% respecto a Araya, mientras que Villalta quedó fuera, a pesar de eso el FA alcanzó la mayor votación para un candidato de izquierda registrada en la historia.
Sobre las causas de los resultados han surgido algunas consideraciones de cada uno de los candidatos, partidos y «analistas» que se relacionan con la llamada «volatilidad» del votante, que no es más que el desapego de mayoría la gente hacia los partidos políticos, lo que se vislumbró con la constante mayoría de electores indecisos que contaron todas las encuestas previas a octubre y hasta enero.
En el caso de Araya su descenso y derrota parcial en primera vuelta, resonó por el tránsito de ser un «virtual ganador» a ser el segundo lugar obligado a segunda vuelta. Esa caída puede relacionarse con factores tan variados como su pobre desempeño en los «debates» difundidos por los medios, o los errores de sus equipos de publicidad que desacertadamente trataron de utilizar la imagen de «alcalde cumplidor y exitoso» (lema «Contráteme«) a su favor, lo que les fracasó a pocas semanas de la elección.
Respecto de Villalta, una de las más recurridas consideraciones sobre su descenso entre las encuestas y el resultado, es el posible efecto de la campaña del miedo contra su persona, propuestas y partido, que pudo restar votos tanto de electores que pensaban apoyarle sin firmeza al principio de la campaña, como restarle potenciales apoyos entre la gran mayoría de electores indecisos; pero esto podría ser precisado en la segunda parte del texto observando el último estudio del CIEP-UCR [6]. Esto es tema para harto análisis no cada órgano del FA en la zona central-urbana del país, donde tuyo una votación algo modesta, y en las zonas «periféricas» del país (costas y fronteras) donde fue el segundo partido más votado en la papeleta presidencial.
Respecto de Luis Guillermo Solís su ascenso fue exponencial, al pasar de ser un candidato «en el margen de error» -como él mismo se dice- con menos de 10% de intención de voto en encuestas antes de diciembre, a disputar el tercer puesto según encuestas de enero, y ser señalado por otros estudios como un posible contendiente para la segunda vuelta; la cual desde diciembre se vislumbraba. Pero finalmente Solís fue el candadito más votado, y cargando la ventaja para la posible segunda ronda de ganarle a cualquiera de los otros cuatro candidatos principales -incluido Araya-, según una encuesta en enero del CIEP-UCR [7], condición relevante al haber llegado a la segunda vuelta.
Sobre dicho éxito hay quienes señalan que Solís logró despertar en buena parte de la gente indecisa la motivación de apoyarle, debido entre otros factores a su exposición como un profesional serio de hábitos austeros (catedrático universitaria con formación historia y ciencias políticas, y especialista en relaciones internacionales y conflictos de fronteras), también como político responsable (fue secretario general del PLN pero se retiró denunciando corrupción y la pérdida de todo rumbo político), con interés «patriótico» al integrarse al PAC en 2008 y hasta de ser amoroso hombre de familia; al respecto la Encuesta Poselectoral del CIEP-UCR hace aportes a considerar en la segunda parte de este texto [8].
A unas semanas de la segunda vuelta el escenario muestra los caminos de los tres principales candidatos involucrados. Por su parte, Villalta y el FA mantiene la motivación al tope por los resultados alcanzados a pesar de múltiples ataques recibidos y la amplia desigualdad de recursos económicos, y se enfoca en la preparación de los 9 diputados electos (2014-18), quienes desde sus experiencias en los movimientos sociales planean enriquecer las luchas de múltiples sectores sociales y económicos atacados el mercado y el Estado en la vigente era neoliberal, como el campesinado, indígenas, y microempresas.
Por su parte, el candidato Solís y el PAC al calor de los resultados y producto de sus análisis y cálculos decidieron no acercarse a ningún partido político de cara a la segunda vuelta, para no generar lo que llamaron «acuerdos cupulares» (entre dirigencias de partidos), rehuyendo así a la voluntad de articulación crítica que en algún momento el FA planteó. El PAC y Solís se han concentrado en establecer diálogos bilaterales con agrupaciones sociales y económicas, amparados en la consideración de que los partidos políticos no son representantes efectivos de los intereses de la gente, sino plataformas políticas, por tanto Solís ha preferido reunirse -las ocasiones más destacadas- con cámaras empresariales de diverso tipo en pos de construir relaciones amigables con los grupos que ostentan el control de la economía del país; esto bajo argumentaciones como la construcción de un clima de «seguridad y confianza» en el sector privado, posiblemente para «resguardar» el empleo existente, facilitar la eventual atracción de inversiones y su «generación de empleo», lo cual parece un ejercicio «de gobierno» adelantado a la posible toma del gobierno el 8 de mayo. Por otra parte, Solís ha salido a buscar votos incesantemente en giras a las zonas «periféricas» del país, donde su votación y la del PAC para diputados en la primera vuelta alcanzaron con suerte el tercer puesto, sino el cuarto.
Apuesta de campaña
La apuesta de la campaña del PAC para la segunda vuelta es mostrarse como un candidato cercano a la gente, pero sin contradicción en ser «opción segura» para buena parte de la burguesía local [9]; eso se expresa en la receptividad de Solís [10] y luego su aparente voluntad de revisión [11] de la amañada inclusión del país en la llamada «Alianza del Pacífico», que negoció la actual mandataria Chinchilla semanas atrás. Pero también el capital transnacional tiene la atención de Solís al expresar su favorecimiento a consolidar una cuestionada obra por concesión para construir y operar un megapuerto de transferencia de contenedores en el Caribe, a manos de la multinacional naviera Moller-Maersk a través de su firma APM Terminals; dicho apoyo se ampararía en el argumento de brindar «seguridad jurídica» a la inversión extranjera, lo que tiraría por la borda todos los cuestionamientos legales sobre el contrato, que señalan trabajadores portuarios de la empresa estatal JAPDEVA, ambientalistas, y del mismo Villalta y la elegida bancada parlamentaria de FA [12].
Por último en el recuento de los caminos a partir de la primera vuelta el candidato oficialista Araya salió como el gran derrotado al pasar de ser el «virtual ganador», a ser un resignado contendiente para la segunda. Las adversidades partieron el 3 de febrero con las limitaciones económicas, producto del despilfarro de millones de dólares en campañas publicitarias, movilizaciones y actividades con simpatizantes -aunado al característico clientelismo-, que se combinó al hecho de no obtener una mayor votación presidencial ni más diputaciones, que se traduce en una menor disponibilidad de los recursos estales del TSE para entregarle al PLN por sus gastos de campaña para la segunda ronda, lo que les obligó a buscar mayor apoyo de contribuciones privadas, actividad que no parece haber resultado exitosa [13].
En las últimas semanas el oficialista Araya ha tratado de acercarse a diversos sectores empresariales buscando su apoyo político y financiero, objetivos que persiguió con la cámara del agro (terratenientes locales-agroexportadores transnacionales) [14], pero aparentemente solo ha logrado apoyo de un conjunto de empresas religiosas [15] (llamadas iglesias por sus clientes), que representan lo más conservador del protestantismo cristiano del país. Muestra con esto último es la predilección de Araya y el PLN por asumir discursos religiosos altamente moralistas como táctica electoral, a partir del interés común contra la discusión y toma de decisión sobre derechos en temas de uniones legales de parejas del mismo sexo, aborto «terapéutico» y en caso de violación, y la regulación de la fecundación in vitro en el país.
Queda entonces pendiente para la segunda parte de este texto la valoración de los últimos hechos e informaciones difundidas referentes a la contienda electoral en segunda vuelta, específicamente sería sobre la reciente Encuesta Poselectoral del CIEP-UCR sobre la preferencia de voto del electorado de cara a la segunda ronda, además de la indagación sobre las razones de la decisión del voto de los electores en la primera vuelta para con el candidato de finalmente apoyaron, y una medición sobre el origen (primera intención de voto) y destino (voto emitido) entre los candidato presidenciales. Pero, sin duda, el hecho que marca el destino de esta elección presidencial es el anuncio del candidato oficialista Johnny Araya apenas el pasado miércoles 5 de marzo sobre su «retiro» de la campaña electoral, abriendo más dudas políticas que legales sobre el camino a recorrer por ela ciudadanía y el PAC hacia esta de cara al 6 de abril.
Notas:
[1] www.nacion.com/nacional/gobierno/Gobierno-Chinchilla-atasca-impopularidad_0_1368263194.html
[2] http://www.tse.go.cr/pdf/boletines/bol_est_esp_feb_2014.pdf
[4] http://www.nacion.com/nacional/Mapa-Resultados-Elecciones-Costa-Rica_11_1378572130.html
[5] http://svr.tse.go.cr/aplicacionvisualizador/datos-definitivos.aspx
[6] Centro de Investigaciones y Estudios Políticos, de la Universidad de Costa Rica.
[9] http://www.ameliarueda.com/nota/dirigentes-evangelicos-anuncian-apoyo-a-araya-y-dicen-que-comparten-valores
David Solís Aguilar. Politólogo por la Universidad de Costa Rica. Miembro de Human Rights Everywhere -HREV- y coordinador del Centro Pabrú Présbere, en Costa Rica.
Fuente: http://otramerica.com/temas/las-elecciones-las-costa-rica-opto-imprevisible/3140#_ftnref15