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Las guerras de Trump son de reality

Fuentes: Rebelión

Hace tiempo que el “imperio americano” no gana una guerra, pero ocupa el lugar principal como depredador universal de los derechos, con participación en la destrucción de pueblos, culturas y países enteros y como patrocinador de los peores crímenes contra la humanidad como el genocidio sionista. Trump es heredero de las derrotas del imperio iniciadas en vietnam y reiniciadas en Afganistán, Iraq y Siria, que lo desalojaron de espacios seguros para parquear sus naves que tuvo que traer de regreso al mar caribe, donde se siente seguro con el apoyo de partidos y gobiernos de ultraderechas en Ecuador, Perú, Argentina, el Salvador y muy pronto Honduras con un presunto fraude y en Chile.  

       Las guerras de Trump son de reality para su público, no imagina como sería conducir una de verdad, por eso las grita pero les huye, como conductor del reality tiene un ego grande, sabe amenazar, evadir la ley y manipular los mecanismos para saquear riqueza ajena a beneficio del club privado de multibillonarios globales, que temen una guerra real en sur América, que sería costosa, poco útil y no les ofrecería la riqueza fácil y rápida esperada ahora que acumulan sin límites y presumirían otro fracaso como en Afganistán, Iraq o un vietnam de lucha entre selvas, montañas, ríos, túneles y trampas adentro de la inmensa amazonia desconocida e inexpugnable para todas las tropas del mundo.

      Trump emplea tácticas de guerra psicológica con alto impacto mediático para su reality show y presiona con coerción militar con el despliegue naval justificado en una narrativa de desprecio por la vida de la gente del sur, a quienes manda matar para mostrar imágenes del mundo real en el que anónimos, en lanchas de motor son bombardeados, ejecutados extrajudicialmente, el show incorpora crímenes de guerra. Trump ya fracasó en doblegar al gobierno de Maduro, pero contribuyó a polarizar la región que tenía a su favor y le causó pánico a sus amigos al mostrar que no atenderá ninguna norma, regla o principio de respeto por nadie y que lo suyo es la amenaza militar sobre la diplomacia.  

      En el capítulo Venezuela Vs Trump la guerra psicológica parece no estar anclada en una estrategia política realista, ni en un entendimiento profundo ni conocimiento de su adversario, su territorio y dinámica interna, como lo enseñó Sun Tzu. Maduro en cambio ya juntó fuerzas dispersas y fortaleció la resistencia antes que la capitulación en un país joven, con la mitad de población menor de 50 años.   

       El fracaso real antes del reality Show, comenzó cuando Trump entre 2017 y 2021 implementó una estrategia multidimensional y de máxima presión contra el gobierno de Maduro, financió a Guaidó (del que ahora dice que se robó la plata destinada a dar el golpe), desplegó militares en el Caribe en desarrollo de la guerra psicológica y de coerción estratégica buscando operar en la psique de múltiples audiencias del liderazgo chavista, como las Fuerzas Armadas Bolivarianas, las fuerzas de oposición y los actores regionales y globales. Entonces ordenó despliegues navales y aéreos, con una retórica belicista pública y privada, destinada a alterar cálculos, inducir miedo, fomentar la fractura interna y proyectar una amenaza creíble de intervención combinando disuasión, coerción y guerra de información que no dio frutos. Sin haberlo logrado, busco disuadir a actores externos, principalmente Rusia y China, para que suspendieran su apoyo militar al régimen de Maduro y con la presencia naval les marcaba “su” territorio, su patio trasero con una línea roja hemisferica tratando de forzar una negociación o salida del poder asustando al país con una inminente acción militar.

     En 2017 Trump declaró que tenía a Venezuela “militarmente en mente»,  en 2019 envió el buque hospital USNS Comfort y ordenó vuelos frecuentes de reconocimiento y operaciones en aguas internacionales cercanas a Venezuela, en 2020 anunció un “despliegue antidrogas” con buques de guerra cerca de la costa venezolana, acusando a altos funcionarios del régimen de narcotráfico y en 2025 “acuño” el nombre de cartel de los soles, que extiende al resto de “sus enemigos” como “narco-comunistas”, aunque acusa a los comunistas de aplicar leyes muy severas contra los narcotraficantes.

      La narrativa amplificada por medios aliados, propiedad de avaros inversionistas globales, tiende a criminalizar, aislar al gobierno y legitimar su postura al presentar a Maduro (después a cualquiera) como una amenaza a la seguridad regional tratando de justificar una respuesta militar ilegal. Los efectos y consecuencias de esta estrategia de guerra psicológica no desalojó a Maduro del poder y al contrario la “amenaza imperial” fortaleció un discurso interno de patriotismo y resistencia, la fractura militar esperada no se materializó y la víctima de esta escalada fue otra vez el pueblo venezolano, sometido al bloqueo del imperio y a la crisis humanitaria con más de 7 millones de migrantes y refugiados y la angustia de las mayorías civiles de la población por una posible guerra y endurecimiento de la represión interna justificada por el estado de excepción frente a una «amenaza imperial extranjera». Fuera del reality normativamente las acciones ordenadas por Trump son ilegales, los despliegues y la retórica de cambio de régimen son una clara violación de los principios de no intervención y soberanía estatal consagrados en la Carta de la ONU y la Carta de la OEA y ante la ausencia de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que autorizara el uso de la fuerza la estrategia estadounidense de Trump está en un terreno legalmente frágil, sustentada principalmente en un argumento ideológico de política de poder y de excepcionalidad regional para el saqueo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.