Tenía resuelto el viaje. Partiría la noche del 14 de septiembre desde Lima para arribar a Nueva York al mediodía de 15, e iniciar una frondosa agenda. Todo estaba fríamente calculado. Nada quedaba sujeto a la improvisación: el encuentro con los directivos del Banco Mundial y otros organismos financieros internacionales, la cita con los inversionistas […]
Tenía resuelto el viaje. Partiría la noche del 14 de septiembre desde Lima para arribar a Nueva York al mediodía de 15, e iniciar una frondosa agenda. Todo estaba fríamente calculado.
Nada quedaba sujeto a la improvisación: el encuentro con los directivos del Banco Mundial y otros organismos financieros internacionales, la cita con los inversionistas yanquis, la visita a la Casa Blanca, la bienvenida de Donald Trump, la asistencia a la Asamblea General de Naciones Unidas, y allí el plato de fondo: un discurso a favor de la política norteamericana en el mundo, un elogio a los planes de guerra del Pentágono, el ataque contra la Venezuela Bolivariana y una condena a «regímenes ingratos» como el de Saharahui con relación a Marruecos; y el de la República Democrática y Popular de Corea, que se niega a servir la causa norteamericana en el extremo oriente.
Después, al Vaticano, para lavar sus culpas, de paso, invitar al Papa a visitar el Perú, como ya se había anunciado.
Pero, de pronto, una crisis política impensada le impuso un súbito cambio de planes. Y ahogó el grito de Gol en las altas esferas del oficialismo.
No fue nada urdido, ni resultó el desenlace de un siniestro complot. Fue apenas la secuela de un colapso que se veía venir desde que decenas de miles de maestros invadieran la capital peruana a comienzo de julio pasado.
Ese aluvión dejó rastros y huellas, en cada recodo del camino. Y mostró una imagen de horfandad política que hoy toca las puertas de los Poderes formales, establecidos bajo la égida de la espuria Constitución de 1993 impuesta al país en dictadura, mediante procedimientos perversos.
El tema de fondo fue, por cierto, la censura a la Ministra de Educación, Marilú Martens que lucía parapetada tras los anchos hombros del Gabinete Zavala.
El Consejo de Ministros acudió al Congreso en busca de un Voto de Confianza, que le diera estabilidad a su política. Pero se topó con la más terca de las piedras: la mayoría parlamentaria adicta a Keiko Fujimori y digitada por ella misma, virtualmente sin intermediarios.
El Presidente del Consejo de Ministros acudió al Palacio Legislativo en busca de un Voto de Confianza. Entró sonriente, saludando a todos, como ingresa un torero victorioso a un Coso de Madrid. Pero el pedido, le fue denegado. Constitucionalmente, quedo eliminado el Equipo titular del Poder Ejecutivo. Sin duda, ni el Jefe de los Ministros lo esperaba. Tampoco lo presentía PPK. Por eso, tenía las maletas hechas, rumbo a USA.
Los Medios de Comunicación -la «Prensa Grande» oral, escrita y televisada- exultantes el 11 de septiembre por la liberación de Maritza Garrido Leca; y en paroxismo el 12, al cumplirse 25 años de «la caída» de Abimael Guzmán; buscó seguir su itinerario de escándalo atizando el «choque» entre los dos Poderes del Estado; pero en verdad, a la ciudadanía, ni le tocó el tema.
Muy poco es lo que los peruanos esperan hoy del Congreso de la República, y muy poco también la estima que le tienen al Presidente Kuczynski después que «apoyo» cayera del 29 al 19% recientemente.
A nuestros compatriotas no los sacude este asunto. Están más preocupados por los temblores sucesivos registrados en la Carretera Central, a la atura de Matucana; y por la suerte del equipo de Garecca, que se jugará el pase al Mundial de Futbol, en la Bombonera de River Plate el próximo 5 de octubre.
77 votos -virtualmente toda la «bancada fujimorista»- decidieron negar la confianza pedida por el Gabinete Zavala. Y abrieron lo que bien podría ser una suerte de «Caja de Pandora», de la que podrían salir males mayores, que parecieran no preocupar mucho.
Lo que vendrá, es más o menos previsible: el Jefe del Estado deberá nombrar otro Consejo de Ministros que buscará otra vez el Visto Bueno del Parlamento Nacional. Por lo pronto, no podrá seguir Fernando Zavala como Jefe de ese nuevo Gabinete. Los titulares de las Carteras serán cambiados. Unos saldrán de sus puestos, y otros volverán, pero en distintas funciones. Tendrá imponerse una suerte de «rotación» en los cargos, para dar la impresión de que «hay cambios».
Si el nuevo Gabinete no encuentra acogida congresal, entonces la «legalidad» se situará al filo. Y PPK estará en la posibilidad de disolver el Congreso por vía regular, y adelantar comicios para el Legislativo. Nuevas elecciones parlamentarias, podrían cambiar la correlación de fuerzas hoy existente. Pero eso no es garantía de nada.
Mientras el electorado peruano esté en disposición de elegir congresistas como Úrsula Letona, Lourdes Alcorta, Héctor Becerril, Karina Betetta y otros, y poco puede esperarse de comicios «adelantados».
El problema no es por qué partido se vota, sino a qué gente se elige. En otras palabras, es un problema de educación política, y no sólo de correlación de fuerzas.
Algo de bueno ha traído, sin embargo, esta «crisis». Ha servido para que -sin casi pensarlo- se obstruyera el paso al Mandatario peruano y se le impidiera viajar a Yanquilandia.
¡Alguien le jaló la alfombra a PPK cuando ya estaba listo para abordar el avión! ¿Le echará la culpa de esto a la Venezuela Bolivariana? Por lo menos, ganas no le habrán de faltar.
Gustavo Espinoza M. Colectivo de dirección de Nuestra Bandera.
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