Letonia se ha convertido en el segundo estado miembro de la Unión Europea en solicitar ayuda de emergencia tanto al Fondo Monetario Internacional (FMI) como a la propia Unión. Sigue así los pasos de Hungría en su intento por evitar la bancarrota económica.
Los mercados esperaban esta decisión, que ya había sido tomada por Hungría y Ucrania en octubre y por Serbia este mes. «Hemos decidido empezar conversaciones formales con la Comisión Europea y el FMI sobre financiación para estabilizar la economía», comentó el primer ministro Ivars Godmanis.
En un comunicado emitido este fin de semana, la Unión Europea se ha declarado dispuesta a contribuir a un paquete financiero a medio plazo «coordinado con el Fondo Monetario Internacional» a fin de «calmar las tensiones aparecidas recientemente sobre los mercados financieros» de Letonia.
En su comunicado conjunto, la Comisión Europea y la presidencia de turno francesa del Consejo de Ministros de la UE ponen como condición a las autoridades letonas que «se comprometan firmemente a poner en marcha un programa de ajuste riguroso y creíble, con el fin de reforzar la sostenibilidad y solidez de la balanza de pagos». Las negociaciones se acelerarán en el transcurso de esta misma semana.
Por su parte, el Fondo Monetario Internacional declaró el pasado viernes que, si lo solicitaba, estaría dispuesto a «asistir rápidamente» a las autoridades letonas para salir de la crisis.
En la antesala del euro
Como resultado de la crisis mundial, Letonia ha pasado de ser uno de los países europeos con mayores tasas de crecimiento a registrar una contracción brutal de su economía (-4,3%) en el tercer trimestre del año. Hace quince días, el Gobierno letón se vio obligado a nacionalizar el segundo mayor banco del país para evitar su bancarrota.
La Unión Europea puede conceder ayuda a la balanza de pagos de los estados miembros en dificultades, aunque no formen parte de la moneda única. La divisa letona, el lats, sí pertenece al mecanismo europeo de cambios -antesala del euro- desde mayo de 2005, donde fluctúa dentro de una banda del 1% en torno al cambio pivote.
Hasta el momento, las autoridades han negado que tengan la intención de devaluar el lats.
El ministro de Finanzas, Atis Slakteris, indicó que la suma que se le pediría al FMI se definiría en las conversaciones. «Está previsto que los primeros resultados de las conversaciones se conozcan la próxima semana», explicó el ministro. Sin embargo, la noticia no provocó variaciones en la moneda local, que se ofreció a 0,7087/99 euros. El banco central ha usado más de 600 millones de euros en las últimas siete semanas para apoyar a la moneda.
Propuesta de la Comisión
Para hacer frente a la crisis, la Comisión Europea ha propuesto elevar de 11.000 millones de euros a 25.000 millones los fondos destinados a financiar préstamos a la balanza de pagos para estados miembros con problemas (caso de Hungría y ahora Letonia). El Parlamento Europeo ya ha dado su visto bueno a la propuesta, que será sometida a la aprobación del Consejo el 2 de diciembre.
El pasado 4 de noviembre los ministros europeos de Economía y Finanzas aprobaron la concesión de un préstamo de 6.500 millones de euros a Hungría para ayudarle a superar la crisis financiera.
La ayuda europea se sumó a otros dos créditos facilitados por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, de 12.500 y 1.000 millones de euros, respectivamente.
¿Quién será el siguiente en pedir socorro?
Josu JUARISTI
Riga ha dado respuesta a una cuestión que flotaba en el aire incluso antes de que Hungría pidiera auxilio. ¿Quién será el siguiente? La cuestión sigue siendo pertinente, ya que la situación en muchos de los países de Europa Central adheridos a la Unión el 1 de mayo de 2004 es delicada. Cierto que el crecimiento de su economía parecía vertiginoso prácticamente hasta ayer, pero su enorme exposición a los préstamos externos los coloca en una posición de absoluta incertidumbre ante esta crisis global.
Las vecinas Estonia y Lituania navegan también en esas aguas turbulentas, pero otro tanto puede decirse del resto de los centroeuropeos, que vieron cómo sectores enteros de su aparato industrial y económico eran engullidos por empresas multinacionales o por operaciones estatales. El caso del sector automovilístico en Polonia, controlado por capital alemán incluso antes de la adhesión a la UE, es, en este sentido, paradigmático.
La llegada de inversiones masivas, atraidas por unos costos menores y un mercado emergente, propició un crecimiento que, en algunos casos, era ficticio. Algunos analistas opinaron entonces que Europa Central debería haber mantenido mejor lo que tuvo y estudiar con más atención a los que querían entrar hasta su cocina.