Un año llevan ya las 595 limpiadoras despedidas del Ministerio de Economía de Grecia luchando a diario en el centro de Atenas, participando en todas las movilizaciones. Con su fuerza, sus guantes, escobas y eslóganes, están en primera línea en huelgas sindicales, manifestaciones de inmigrantes y hasta en la del orgullo gay. Son un ejemplo […]
Un año llevan ya las 595 limpiadoras despedidas del Ministerio de Economía de Grecia luchando a diario en el centro de Atenas, participando en todas las movilizaciones. Con su fuerza, sus guantes, escobas y eslóganes, están en primera línea en huelgas sindicales, manifestaciones de inmigrantes y hasta en la del orgullo gay. Son un ejemplo de resistencia para todas.
-¿Cómo empezó vuestra lucha?
-El Gobierno nos despidió en septiembre de 2013. La Troika le exigía despidos en el Ministerio, pero nosotras sabíamos que éramos útiles y no podíamos imaginar que nos echaran. Cobrábamos 500 ó 600 euros, pero al menos no era como la trata de esclavos de las subcontratas. No tenemos nada contra las mujeres que han puesto en nuestra posición, pero vemos que es una explotación.
Muchas de nuestras familias son monoparentales. El único salario que entraba en casa era el nuestro, y nos lo quitaron con violencia. Decidimos no ponernos de rodillas, luchar mano a mano. Necesitábamos juntar un grupo para salir a la calle con una pancarta y un megáfono. No teníamos ni idea de cómo organizar una lucha o una marcha, ni a dónde ir. Pero teníamos algo que nos ayudó: la voluntad de no permitir que nos robaran nuestro puesto de trabajo. Al principio salimos pocas. Empezamos a explicarle a la gente nuestra situación, y a localizar a nuestras colegas por todo el país para unirnos.
Una vez le preguntamos al secretario del Ministerio: «¿Por qué a nosotras?». Y nos lo dijo claro: «Os elegimos porque érais el ‘último mono’ y pensamos que sería lo que nos crearía menos problemas». ¡Qué equivocados estaban!
-¿Cómo ha sido vuestra experiencia en estos 12 meses?
-Increíble. Hemos aprendido qué significa reivindicación, a ver y comprender lo que pasa a nuestro alrededor, y de los palos de la policía, desquitándose contra nosotras. No les perdono.
Tenemos nuevos ideales. Lo más importante que he aprendido es la solidaridad, a mis 53 años. Y, pase lo que pase con nuestra lucha, seguiré practicándola.
He conocido a gente que viene a darnos la mano y a decirnos: «¡Seguid así!». A estudiantes que echan un euro en nuestra hucha diciendo: «Hoy no voy a tomar café, pero merece la pena». No necesito más en la vida.
Yo no sabía nada de política. Ahora la seguimos y formamos parte de ella. Participo en reuniones con ministros, y sé no sólo que son corruptos, sino que son como cucarachas, podemos pisarlos y no volver a verlos.
-Recientemente acudisteis en autobuses a la manifestación en apoyo a los jornaleros inmigrantes en Manolada, a quienes el jefe disparó por demandar sus salarios.
-Sí. Estoy orgullosa de ellos por alzarse contra esa vergüenza. Tienen que seguir así, con el puño y la cabeza en alto, y no dejarse convertir en esclavos. ¡Ánimo!
-¿Cómo seguiréis?
-Creen que nos vamos a cansar, pero se equivocan. No volvemos a casa. Sí, es difícil estar a diario en la calle, todas tenemos más de 45 años. Pero iremos hasta el final, vamos a volver a nuestro puesto de trabajo. Y esta vez sabremos que nadie nos lo habrá regalado. Lo habremos ganado.
Entrevista realizada por Nikos Loudos para el Periódico En lucha / Diari En lluita
http://enlucha.org/diari/lo-