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El mejor refugio para criminales que el dinero puede comprar

Londres: Paraíso de parásitos

Fuentes: Rebelión

Traducido del inglés para Rebelión por Jesús Negro García


Introducción

Cada vez que los estafadores financieros hacen fortuna a costa de los inversores o los bancos hacen oscilar los tipos de interés para aplastar a la competencia o los evasores de impuestos se zafan de las crisis fiscales o las monarquías que viven de las rentas de la extracción petrolífera blanquean sus beneficios o los oligarcas saquean las economías para luego gastar millones en bebida, drogas y otras miserias, todos ellos tienen a su disposición un refugio seguro en Londres.

Importantes agentes inmobiliarios les buscan y encandilan, deseosos de venderles propiedades de millones de dólares, inmuebles de lujo y mansiones punteras. Pomposos y pretenciosos académicos británicos les convencen para enviar a su progenie a escuelas privadas de seis dígitos, con la promesa de que cuando se hayan graduado el inglés fluirá a través de sus cavidades nasales, tendrán total dominio sobre sus «r» y serán maestros en el arte de una elocuencia, elocuente pero insustancial. Los gobernantes británicos, ya sean liberales laboristas o conservadores, en la mejor y más hipócrita de las tradiciones legales, dan vida a vacíos jurídicos que atraigan a los más grandes y saludables parásitos del mundo.

Una ola de crímenes barre la City de Londres

Una verdadera ola de crímenes [1] ha invadido la City de Londres, en la que expertos en banca de inversión millonarios hacen la cama a clientes billonarios y estafan a Hacienda para pagar sanciones y pasar por encima de la ley. Los cursos de ética empresarial son obligatorios en Oxford y Cambridge desde que se puso de moda entre megaestafadores el declararse culpables, pagar una multa y evitar la prisión, y jurar solemnemente que nunca jamás volverían a saltarse la ley… hasta el siguiente meganegocio.

Londres se ha convertido en el centro del capital financiero mundial, protagonizando una colaboración activa a largo plazo con multimillonarios cárteles de la droga, el tráfico de armas, el contrabando de personas y la trata de blancas. Los «brits» son especialistas en el blanqueo de dinero de los reyes del narcotráfico de México, Colombia, Perú, Rusia, Polonia, República Checa, y Nigeria. Los tratantes de blancas albaneses tienen a sus propios banqueros privados en prestigiosos bancos de la ciudad, prefiriendo aquellos graduados en la London School of Economics. Cleptócratas griegos bilingües, evasores millones de dólares en impuestos de toda la vida, venidos directamente de su saqueada tierra madre, tienen allí a sus corredores de bienes raíces favoritos, que nunca se aventuran en ninguna clase de grosera «debida diligencia» que pueda poner al descubierto unas declaraciones fiscales inapropiadas. Los Chicos de la City, con gran brío y optimismo, instigados y asistidos por la hipercinética política de puertas abiertas de Tony Blair para benditos estafadores de todos los colores y credos, dieron la bienvenida a los gánsteres rusos de la oligarquía demócrata, especialmente a aquellos que pagaban en efectivo sus inmuebles de lujo al estilo inglés con valores de millones de libras.

El refugio londinense para los enriquecidos saqueadores y parásitos ofrece unos servicios sin precedentes, especialmente en lo que toca al tema de la extradición y la persecución criminal en el lugar donde hayan cometido sus crímenes. Imparciales funcionarios británicos de los campos judicial y legal son unos expertos a la hora de citar precedentes constitucionales que, en estricta observancia del orden legal establecido, ratifiquen la denegación de extradición, negando los sistemas judicial y legal de los países saqueados y haciendo caso omiso a las reclamaciones de justicia de los empobrecidos irlandeses, rusos, griegos y españoles.

La indignación, tanto real como fingida de los muy morales Chicos de la City y las sonrisas cínicas de los socios mayoritarios, con más experiencia, dan la bienvenida a las revoltosas víctimas de sus huéspedes billonarios. Las masas empobrecidas exigen que los bancos de crédito británicos extraigan las cantidades para el pago de la deuda directamente de las cuentas de los estafadores que recibieron préstamos, le pasaron la deuda al tesoro público y blanquearon las ganancias obtenidas de forma fraudulenta ingresándolas en sus cuentas británicas.

Cuando los espadachines estafadores, vestidos en Saville, cruzan espadas con sus homólogos, como cuando el venerable y respetable banco Barclays fijó el LIBOR para sacar beneficio de los diferenciales del tipo de interés, a expensas de otros bancos y todos los banqueros estuvieron de acuerdo en que la solución era pagar una multa de 290 millones de libras, admiten el crimen e intentan salvar un sistema que debe dedicarse «únicamente» a estafar al tesoro público, a los inversores al por menor y a los actores pasivos del mercado (market takers). El «crimen» de Barclays fue, por supuesto, echar veneno en el abrevadero en que sus colegas y socios se saciaban.

Los Chicos de Barclay, chicos y chicas ellos, indignados por el dedo acusador del resto de los Chicos de la City, pusieron de relieve una cuestión que nadie podía negar: no estaban solos. HSBC, Standard Charter, el Royal Bank of Scotland, Lloyds en Londres y muchos otros banqueros de un extremo a otro del Atlántico, con iguales activos o inferiores, se vieron envueltos en similares negocios, de carácter poco ético o, por lo menos, cuestionables (me atrevería a decir que criminales). También pagaron multas y fueron debidamente castigados. Los altos funcionarios de la City, con más edad y experiencia, enviaron memorias internas a sus descarados subalternos de RP, instándoles a detener este lavado público de sus camisas de seda manchadas, puesto que las mutuas acusaciones creaban la falsa imagen de que una ola de crímenes estaba cruzando las salas de la City de Londres.

Desafortunadamente, el sistema legal británico no solo protege a los estafadores billonarios de ultramar, también se acomoda, es completamente vengativo y mira hacia otro lado cuando las solicitudes de extradición vienen de su «socio especial» en Washington. Sea una figura religiosa islámica o un soplón australiano (Assange), los «bobbies», con la urgencia debida y los papeles de extradición en la mano, están preparados para tirar abajo las puertas de la embajada y así facilitar su cumplimiento.

Londres: Alcahueteando para los parásitos:

La crisis económica mundial es de gran ayuda para las agencias inmobiliarias del High End londinense, así como para los millonarios y billonarios de ultramar, evasores fiscales, políticos al asalto del tesoro público, el abandono de las economías víctimas del pillaje y el vertido de todos esos billones en mansiones y áticos de lujo. Los monarcas rentistas superricos de los despóticos estados del Golfo se unen a los especuladores de mercancías rusos y a los nuevos ricos chinos, dueños de fábricas clandestinas, para ver quién puja más alto por ciertas propiedades londinenses situadas en prestigiosos códigos postales en Belgravia (Ebury Street, Eton Place y Eton Square) Knightbridge, Mayfair (Park Street). Los corpulentos oligarcas rusos y la pía realeza saudí se apoltronan en fincas campestres en Hertfordshire, Herefordshire y Cheshire, deleitándose con sus elegantes jardines ingleses y disfrutando de las lisonjas y cuidados de sus muy exclusivos cortesanos británicos, en cualquiera de los doce dormitorios. La actitud de tolerancia y apertura del gobierno británico para con los gánsteres de la oligarquía rusa y albanesa, cuyo sangriento ascenso a la riqueza se puede comparar al de cualquier padrino siciliano, pone a punto los engranajes de lo que al Financial Times le ha dado por llamar la «industria» de los bienes raíces, con financiación de la «comunidad» financiera y en contubernio con los inversores de seguros.

La internacional de depredadores toma su té vespertino a las 4:00 p.m., el jerez a las 6:30 p.m. Se entretienen con los cotilleos sobre la corte de Su Majestad y la celebración del aniversario de la reina, y se solazan con la vida deportiva (equipos de fútbol sobre caballos de polo). Cultivan el gusto por la cultura; acompañados por expertos de Oxbridge, compran sus objetos de colección: pinturas en Ordovas, en Saville Row, Richard Nagy en Old Bond Street, Frank Auerbach en el Malborough; esculturas en Jean & Luc Baroni en St. James; y Vacheron Constatin en lo que respecta a las tiendas de joyería.

Los oligarcas del petróleo del Golfo, que reciben unas rentas exorbitantes de la energía de países pobres de África y Asia y los billonarios chinos e indios, que explotan a cientos de miles de mujeres asiáticas que trabajan en sus fábricas y les niegan el permiso de trabajo, un descanso apropiado y seguro médico, se gastaron 9 billones de libras (14,4 millones de dólares) en residencias en el centro de Londres en el periodo 2010-2012[2]. Entre 2011 y mitad del 2012, el 60 por ciento de los clientes del principal mercado del centro de Londres se componía de millonarios y billonarios extranjeros[3].

El régimen Cameron-Clegg exige sacrificios, austeridad y un apretarse los cinturones en Grecia, condenando a millones al despido, el suicidio y el abandono, instando al mismo tiempo al 1% que compone las clases más privilegiadas de la cleptocracia griega a «invertir» y residir en los exclusivos vecindarios del centro de Londres. De acuerdo con el FMI, 56 000 plutócratas griegos son evasores de impuestos[4]. De acuerdo con un estudio de los ingresos anuales de EE. UU., hay unos 28 billones de euros (36 billones de dólares americanos) sin declarar[5]. La mayor parte de este dinero está depositado en bancos londinenses o han sido «invertidos» en propiedades de lujo en Mayfair, Belgravia o sus cercanías. Si se revisaran las cuentas ilegales, o aún mejor, si se utilizaran para pagar la deuda externa, se respetarían las leyes griegas, se reducirían el déficit y los recortes sociales y, quizás, se revitalizaría la economía. Pero en lo tocante a Grecia, el respeto a las leyes fiscales se traduciría en una reducción de las comisiones para los magnates de la industria inmobiliaria de Savells, Marsh & Parsons, Knight Frank; del número de cuentas privadas en HSBC y Barclay’s; del patrocinio de las agencias de «personal de compañía» de ambos sexos en el High End.

El crimen se paga. FIRE[6] entra en juego. Los hospitales públicos cierran .Los costes de las matrículas se elevan. Las clínicas y escuelas privadas sirven a los oligarcas de ultramar y sus socios británicos se enriquecen. ¿Dónde está la «crisis»? No se ve en el centro de Londres, ni el sistema legal, ni en las Fuerzas Especiales. Los estafadores de los bancos siguen floreciendo, los litigios judiciales entre los oligarcas pagan. Sucias guerras de mercenarios en Afghanistán, Libia, Siria y muchos otros lugares proporcionan unos lucrativos contratos a gordos coroneles retirados, en la mejor tradición del imperio.

¿La crisis? Eso es para otra Inglaterra, la que está fuera de la City, en los códigos postales equivocados, en la que los trabajadores copan las habitaciones de urgencias, en la que los pobres, en la que los pobres esperan ser desahuciados de lo que una vez fueron viviendas de protección social y aquellos que estudian y trabajan solo les esperan deudas y trabajos sin ningún futuro.

¡Dios bendiga a la maldita Londres, el paraíso de los parásitos!

[1] Fight Racism! Fight Imperialism! (Oct – Noviembre 2012) pág. 1, 3.

[2] Financial Times «Global Prosperity Insight», Oct. 3, 2012, pág. 5.

[3] ibid.

[4] Financial Times, Oct. 6, 7, 2012, pág. 4.

[5] ibid.

[6] FIRE, siglas del sistema parásito de la Troika: Finanzas, Seguros y Bienes Raíces en inglés (Finance, Insurance and Real Estate)

http://petras.lahaine.org/?p=1913