El 2 de agosto se cerró un capítulo político trascendental para la historia de los pueblos que luchan por un mundo basado en valores de solidaridad, justicia e integración. Cochabamba, en el corazón de Bolivia, fue el escenario de una inédita Cumbre de corte antiimperialista y anticolonial que reunió, en solidaridad con el presidente Evo […]
El 2 de agosto se cerró un capítulo político trascendental para la historia de los pueblos que luchan por un mundo basado en valores de solidaridad, justicia e integración. Cochabamba, en el corazón de Bolivia, fue el escenario de una inédita Cumbre de corte antiimperialista y anticolonial que reunió, en solidaridad con el presidente Evo Morales Ayma, a 1.200 representantes de un centenar de organizaciones sociales y políticas de 18 países de América Latina y Europa. Exactamente un mes antes el mandatario boliviano había sido secuestrado en pleno vuelo por «sirvientes» de la Casa Blanca.
El periodista y activista estadounidense John Reed escribió una obra ineludible para entender uno de los acontecimientos más trascendentes de las historia de la humanidad. Publicado en 1919 los «Diez días que estremecieron el mundo» narran las tempestades e historias que llevaron al triunfo de la Revolución Bolchevique de octubre de 1917, en Rusia. Casi cien años después, parafraseando el título de ese libro, asistimos a los «30 días que indignaron al mundo». Entre el 2 de julio y el de 2 agosto el mundo fue testigo de una de las más obscenas maniobras del imperialismo y la contundente respuesta de las naciones latinoamericanas, a través de sus pueblos y gobiernos.
Repasemos: el 2 de julio Francia, Italia, Portugal y España cerraron su espacio aéreo de manera intempestiva al avión del Estado Plurinacional de Bolivia en el que regresaba el Presidente Evo Morales Ayma de la Federación Rusa luego de firmar acuerdos energéticos. El motivo: decían que tenían información precisa de que en él viajaba el ex agente de la CIA, Edward Snowden, que hace semanas desenmascaró el monumental sistema de vigilancia ilegal que los Estados Unidos ejercía a millones de ciudadanos y gobiernos en todo el mundo, incluido sus aliados. A partir de ahí se sucedieron 30 días en los que la figura de Morales se erigió como un icono antiimperialista mundial, al tiempo que los Estados Unidos se sumió en un silencio sepulcral.
El 2 de agosto, un acto en las calles de la ciudad de Cochabamba ofició como cierre de estos 30 días que indignaron al mundo. La multitud alzó su voz antiimperialista y anticolonial. Entre los manifestantes se escucharon testimonios coincidentes: «Es la época de los pueblos y esta es una avalancha que no va a tener fin hasta que el Imperio caiga» o «Los tiempos del imperialismo han terminado, los tiempos del cambio han llegado y aquí estamos todos unidos, Latinoamerica está unida», hasta un «Los gringos que estén nomás entre gringos; nos les tememos».
Evo Morales se dirigió a la multitud que abarrotó cuadras y cuadras, hasta superar las 100 mil personas. Se refirió a la necesidad de construir un movimiento mundial. «No estamos planteando construir un instrumento político para el mundo, antiimperialista, por la soberanía, y para la liberación de los pueblos», afirmó.
Y agregó: «Tenemos que aliarnos, tenemos que unirnos los movimientos sociales, partidos políticos y gobiernos antiimperialistas de la América Latina y el Caribe con los europeos para liberarnos del imperialismo norteamericano, por eso el 2 de agosto, para mí, es el Día del Antiimperialismo, del anticolonialismo, a esa conclusión llego, seguimos marcando historia, seguimos haciendo historia, historias con victorias y victorias contra el imperio».
Evo, referente antiimperialista mundial
Detrás del escenario, un inmenso telón con la figura de los presidentes progresistas de América Latina. Una frase del mandatario del Ecuador, Rafael Correa, acompañaba esa foto de los mandatarios parados uno al lado del otro: «Si es con Evo es con nosotr@s». Así fue el espíritu de unidad monolítica de la Cumbre.
La Cumbre, que se realizó entre el 31 de julio y 2 de agosto, dio un fuerte respaldo a Bolivia y su Presidente por la negativa al sobrevuelo por varias de esas naciones y responsabilizó a los Estados Unidos por esta acción. Asimismo, hubo un contundente respaldó a los procesos de cambio que desde hace 15 años avanzan en la región. Sin duda, y como lo manifestaron la mayoría de los presentes y autoridades del gobierno boliviano, Evo Morales se convirtió en el referente del antiimperialismo a nivel mundial.
Dijo el vicepresidente Alvaro García Linera en la inauguración del evento: «Los imperialistas, los colonialistas y los capitalistas no nos han hecho retroceder. Evo sigue de pié, Bolivia sigue junto a Evo porque un ataque a Evo es una ataque a toda América latina».
García Linera también convocó a «soñar con un mundo distinto, por una sociedad que no sea capitalista, colonialista, imperialista».
Como afirmó el diputado chileno, Hugo Gutiérrez: «Aquí es necesario construir en América Latina un Estado Plurinacional, un continente plurinacional, un continente que incluya a todos y todas».
En ese sentido, es que la Cumbre planteó la necesidad de seguir fortaleciendo a los organismos supranacionales de integración (Celac, Unasur, Mercosur), al tiempo que advirtió sobre el peligro de la recientemente creada Alianza del Pacífico, impulsada desde Washington y que pretende reeditar la fracasada Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA).
También se exigió el retiro de las bases militares que EE.UU. mantiene en Colombia y Cuba. Se destacó el rol digno de Ecuador que no permitió que la base en Manta continuara en ese país, con ese ejemplo se pidió a los países que en sus constituciones políticas expliciten la imposibilidad de que Estados Unidos puedan instalar bases militares. A viva voz los participantes reclamaron el retiro de las siete bases en Colombia, y la que persiste en Guantánamo.
En esa línea se demandaron acciones contundentes para impedir que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) se instale en la región a través de Colombia.
Uno de los cantos más escuchados durante el encuentro fue el de «Mar para Bolivia, Malvinas Argentinas». Los concurrentes no cesaron en reclamar el derecho soberano a una salida al mar para Bolivia, el cual fue arrebatado por Chile durante la Guerra del Pacífico (1879-1883), y la devolución de las Islas Malvinas por parte de Gran Bretaña. Que la isla de Puerto Rico deje de ser un estado anexionado a los Estados Unidos y acceda a su independencia fue otro de los pedidos.
La solidaridad también se hizo presente en la Cumbre Antiimperialista con la exigencia de que se termine el bloqueo que EE.UU. impone a Cuba desde hace más 50 años y que se excarcele ya a los luchadores antiterroristas cubanos presos en cárceles norteamericanas desde hace 15 años.
Más de cien resoluciones fueron aprobadas por el pleno de la Cumbre. Pero el hito más grande de este encuentro fue el haber abordado en unidad plena la solidaridad y apoyo al ataque que sufrió el presidente de Bolivia por parte de cuatro países europeos y Estados Unidos. Cabe resaltar que en tiempo neoliberales un acto así no hubiese conllevado a ninguna respuesta conjunta. En tiempos neoliberales el mundo se regía entre amos y esclavos. Es por eso que la frase de Rafael Correa: «Vivimos un cambio de época» es más pertinente que nunca.
No ocurrió una revolución, como lo escribió John Reed en los «Diez días que estremecieron al mundo», pero la agenda política mundial se centró durante un mes en que la impunidad del poder norteamericano tiene un dique de contención y ese dique digno es América latina, sus pueblos, algunos de sus gobiernos.
La respuesta fue contundente durante estos 30 días que indignaron al mundo.
Mariano Vázquez es periodista argentino.
Fuente original: http://alainet.org