Me he sentido a gusto con mis ideas. He peleado con la honda de David por mis ideas y han prevalecido, han triunfado y esa es la Costa Rica que le dejo a doña Laura. Le dejo la mesa servida; los grandes cambios difíciles ya los hicimos. Ella lo que tiene que hacer es continuar […]
Oscar Arias Sánchez
Junto con Andrés León hemos intentado pensar quiénes son los dueños de la pelota en Costa Rica y cuáles sus dinámicas. Así, en el actual contexto de «contra-reforma» neoliberal ¿cuáles podrían ser los dueños de la pelota? Y ¿cuáles sus características principales?
Sin embargo, pensar el gobierno de Laura Chincilla, sólo puede hacerse a través de la reconfiguración «político-empresarial» que se logró con la llegada de Oscar y Rodrigo Arias al poder y la «derrota» en el referendo. Si bien, antes de 2006, a cuenta gotas se había logrado «mermar» -a diferencia del resto de países de la región- la agenda neoliberal vía protesta social, acuerdos nacionales y el apego a un modelo de «Estado social de derecho» con la «asunción» de Arias a su segunda presidencia y el post-referendo la balanza de poder radicalmente se inclinó a favor de los intereses de los sectores empresariales dominantes.
Parte de esta nueva configuración político-empresarial fue reflejada por un lado en las agendas prioritarias del gobierno y por otro lado también, en las cabezas ministeriales (políticos empresarios) que asumieron las responsabilidades del gobierno. A lo anterior, es necesario sumar la conformación en la Asamblea Legislativa de un bloque ideológicamente homogéneo de 38 diputados de Liberación Nacional, la Unidad Social Cristiana, el Movimiento Libertario y un par de independientes que ayudó a catapultar sin mayores inconvenientes la agenda del gobierno (basada sobre todo en lo grueso del TLC). Hemos de sumar también, las afinidades tácitas y en algunos casos radicalmente explicitas en la Sala Constitucional, el Tribunal Supremo de Elecciones, la Contraloría General de la República, la Procuraduría General de la República y más recientemente en la Defensoría de los Habitantes.
Así, en términos generales, esta reconfiguración político-empresarial ha estado determinada por una centralidad en torno a discursos hegemónicos específicos (libre comercio, concesión/privatización, desarrollo inmoliario, finanzas, bioprospección) y por la consolidación de un bloque hegemónico post-ajuste estructural que abarca: el sector financiero costarricense; las corporaciones transnacionales; un séquito de caudillos políticos rentistas y un amplio grupo de tecnócratas de alto rango.
Así, una revisión rápida del equipo de Gobierno de Laura Chinchilla nos da para pensar en tres cosas: la continuidad de políticos-empresarios en importantes sectores de toma de decisión (Luis Liberman, Francisco Jiménez); la tecnocratización de los gabinetes ministeriales y la persistencia en la apuesta por la financialización de la economía y el apoyo a la biopiratería con los nombramientos de Liberman y Piva como primer y segundo vicepresidente de la República.
En el caso del sector financiero costarricense, a pesar de la financialización y «extranjerización» financiera que ha sufrido el país en los últimos años, ha quedado pendiente aún el tema de los bancos públicos. Así, junto con el nombramiento de Luis Liberman «banquero criollo», hemos de sumar en estos primeros meses de la Administración Chinchilla los nombramientos de otros «banqueros privados criollos», como Fernando Volio, presidente de la Financiera privada ACOBO como presidente del Banco Nacional; el nombramiento de Fernando Naranjo, socio de la Corporación de Asesores Financieros (CEFSA) en la gerencia general del mismo Banco; el nombramiento de Rodrigo Bolaños amigo íntimo de Liberman como presidente del Banco Central; el nombramiento de Alberto Dent igualmente cercano a Liberman y al sector financiero costarricense en la presidencia del Consejo Nacional de Supervisión del Sistema Financiero y por último el nombramiento de la ex diputada del Movimiento Libertario Evita Arguedas, en la Junta Directiva del Banco de Costa Rica.
El caso de Piva, además de ser particular por sus relaciones con sectores científicos empresariales de la biopiratería en la región, da pie para introducir el tema de las «tecnocratización de los gabinetes ministeriales», funcionales al modelo de acumulación por desposesión que se lleva a cabo en Costa Rica.
Si bien, en los medios de comunicación se ha enfatizado en una vuelta al «figuerismo» como fuerza política en el gabinete de Laura Chinchilla, en nuestro análisis hemos particularizado más bien la apuesta al estilo del «figuerismo» por la «tecnocracia», frente a la «dedo-cracia» de la Administración Arias.
En el estado actual de reconstitución neoconservadora neoliberal que vive el país post-TLC, la apuesta por estas tecnocracias de alto rango (TAR) garantiza la despolitización de las medidas tomadas por el gobierno, «elimina» o disminuye el conflicto social en torno a las mismas y facilita la «mediación» a favor de los intereses del capital privado. Si tomamos en cuenta, que el TLC abre el país a los sectores que habían quedado pendientes durante el modelo de ajuste estructural, estas TAR cumplen hoy la función de elaborar «técnicamente» medidas económicas específicas (policy formation) y justificar ante la opinión pública la urgencia y necesidad de aplicarlas como por ejemplo: la «concesión de puertos», la ley de electricidad, el presupuesto universitario, los TLC con China y la UE, entre otros. En ese particular, el cuerpo ministerial del Gobierno de Laura Chichilla es representativo de lo anterior.
Ahora, si bien este bloque en el poder no es monolítico como lo refleja el reciente fallo de la Sala Constitucional en torno a SINTRJAP o los cuestionamientos dentro de la Asamblea Legislativa a la concesión pública , el grueso de la agenda de la nueva configuración político empresarial, sí pasa por lo que Bryan González ha acuñado como un «ariato», no en referencia a los «chicos superpoderosos» , sino más bien, como la caracterización de un bloque funcional de «encuentro» de los distintos intereses empresariales conformado alrededor de los hermanos Arias.
Así las cosas, mientras los vemos jugar y le damos «más poder al poder», Costa Rica avanza «adelante» y la izquierda «tica» juega al bingo de turno con los números del 13, al 11, al 7 y al 4,5.