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Los EEUU que se nos vienen encima

Fuentes: Sin Permiso

Romano Prodi canta victoria: ha obtenido la mayoría aritmética, además de la política. Pero eso no es cierto: ha logrado una azarosa mayoría numérica, como consecuencia de diversas maniobras, en primer lugar la de Lamberto Dini que ha votado la ley de los presupuestos generales del Estado para imponer su no contra toda enmienda o […]

Romano Prodi canta victoria: ha obtenido la mayoría aritmética, además de la política. Pero eso no es cierto: ha logrado una azarosa mayoría numérica, como consecuencia de diversas maniobras, en primer lugar la de Lamberto Dini que ha votado la ley de los presupuestos generales del Estado para imponer su no contra toda enmienda o contra el paquete de medidas en favor del estado de bienestar, arrojando así sobre la izquierda la patata caliente de la caída del gobierno. Desentona todavía más la salida de Berlusconi, quien enardece a sus parroquianos vociferando a pleno pulmón que él tiene consigo nada menos que al pueblo italiano como expediente para vencer las dudas de sus antiguos aliados y recordar que él es el que manda. Los dos líderes que han protagonizado los quince últimos años se sienten asediados por su propia coalición

No se equivocan. En el trasfondo de tales agitaciones se cierne otro escenario, que liquida a ambos -un «centro» extravagante, meta confesada por Veltroni, Casini y demás restos del naufragio del centroizquierda y de la Casa de la libertad -CDL-, pero que tiene poderosas raíces extramuros de las Cámaras y en una opinión que ahora se encuentra desplazada, comenzando por la gran prensa. Extravagante porque está empeñado en configurar no una nueva Democracia Cristiana perpetuada eternamente en el poder, sino un bipartidismo más parecido al del anhelado modelo americano. Una derecha (llamémosles el partido republicano) dirigida por Gianfranco Fini -si a Berlusconi no le salen bien sus últimos atrevimientos- y una «izquierda » (llamémosles el partido demócrata) guiada por Veltroni. Estas excluirían, por una parte, a la denominada izquierda radical, y quizá, por la otra, a la ambigua Lega. Sometida antes de tiempo a un bipartidismo que no se compadece ni con su fisonomía social ni con su tradición política, Italia está generando este monstruo.

Monstruo pero con raíces en tierra, que ha sido posible como consecuencia del «viraje» de 180 grados del ex bastión inexpugnable Partido Comunista Italiano -PCI- , ex Partido democrático de Izquierdas -PDS-, ex Democracia de izquierdas -Ds- que ha asumido como horizonte político la cohabitación con una derecha más presentable que la de la egolatría del «Cavaliere» y la de la chifladura de Bossi. Es éste un escenario común que posibilita de hecho un bipartidismo «perfecto», porque no existe divergencia en cuanto al proyecto de sociedad, sino tan solo en cuanto al método concreto de administración y, normalmente, en relación con la política exterior. Es inherente al mismo un liberalismo más o menos atemperado: campo abierto al mercado, menos al estado, menos propiedad pública, más liberalización, es decir, más privatizaciones, y una reconocida participación de la Iglesia en la dirección «moral» del país, por parte de ambas formaciones políticas. Fini ha comprendido que ésta es la «democracia moderna» y se ha desembarazado de Berlusconi que siente hundirse el suelo bajo sus pies, y a quien no le queda otra salida que recurrir al «pueblo». A Prodi se le está fugando toda la izquierda social, castigada y consternada por su política, versión italiana de la política de la Comisión de la Unión Europea y del Banco Central Europeo. Vamos a verlas buenas y gordas.

Queda en pie la pregunta sobre si la idea de una sociedad no completamente mercantilizada, formada por figuras sociales aún no completamente fragmentadas, por un trabajo cada vez más precario y más informal, y por algunas culturas no asimiladas -no tanto la cultura ecológica a la que, por fuerza, los «demócratas» le harán un hueco, sino una parte del feminismo si se decide a hablar por boca propia- quedará reducida al espacio que en los Estados Unidos ocupan los Nader , los Chomsky, las feministas, The Nation, o lo que queda de la Monthly Review , es decir, algunos centros universitarios, todo ello sumado a los recurrentes sobresaltos o movimientos, de los que el sistema no tarda mucho en desembarazarse, por las buenas o por las malas. Hasta el presente, la inercia de la Cosa Roja -denominación que está, encima, descorazonadoramente calcada de la tristemente célebre «Cosa» de Occhetto //1// – hace todo lo posible para que esto así ocurra. Para ello basta con que siga como hasta ahora, impasible y obcecada ante el proceso de construcción del edificio surgido tras 1989, la fatalidad de la economía y del mercado, mariposeando en torno a ésta o aquélla «subjetividad» política, pero sumida en un impotente silencio ante las cuestiones que son la clave de bóveda del sistema. De seguir así, está garantizada su deriva hacia una perpetua minoría, que acabe excluyéndola, antes o después, de la escena política.

NOTA DEL TRADUCTOR: //1// Acchile Occhetto, fue nombrado secretario general del partido -tras el breve ínterin o transición de Natta, anciano cuadro nombrado secretario general de compromiso a la muerte de Enrico Berlinguer-. Occheto había sido desde su juventud miembro profesional del aparato del partido -y también, por cierto, feroz y rastrero enemigo de las ideas políticas y de la persona de Pier Paolo Passolini, sobre el que, seguramente, vertía toda la cólera y biliosidad que le generaba su perpetua complacencia política en la sede de la Botegha Oscure- Este personaje encabezó el proceso político de transición del PCi, tras la caída del muro de Berlín. Existe un chiste famoso, publicado en L´Unitá -diario del partido comunista-, que lo caracteriza. Se ve en primer plano la caricatura de Ochetto, con su bigote de morsa, y por detrás de él, se oye una voz que dice. «Bissogna fare qualche cosa subito». Él responde: «si, si, prima i bambini e le donne» La «cosa» es el ambiguo nombre que, con pretensiones ditirámbicas -si bien es funambulesco- Occhetto le dio a su intento de proceso de transformación política.

Rossana Rossanda es una escritora y analista política italiana, cofundadora del cotidiano comunista italiano Il Manifesto. Acaban de aparecer en Italia sus muy recomendables memorias políticas: La ragazza del secolo scorso [La muchacha del siglo pasado], Einaudi, Roma 2005. El lector interesado puede escuchar una entrevista radiofónica (25 de enero de 2006) a Rossanda sobre su libro de memorias en Radio Popolare: parte 1 : siglo XX; octubre de 1917, mayo 1968, Berlinguer, el imperdonable suicidio del PCI, movimiento antiglobalización, feminismo; una generación derrotada; y parte 2 : zapatismo; clase obrera de postguerra; el discurso político de la memoria; Castro y Trotsky; estalinismo; elogio de una generación que quiso cambiar el mundo.

Traducción para www.sinpermiso.info: Joaquín Miras