Defienden una moción de censura que no prosperó, pero que ha servido de preámbulo a la huelga general de mañana
Los diputados socialistas franceses subieron ayer un escalón más en su estrategia de endurecimiento de la oposición a Nicolas Sarkozy. Con una moción de censura contra la ineficacia del plan de relanzamiento económico y contra el recorte de libertades civiles, el Partido Socialista (PS) logró recabar el apoyo del conjunto de la izquierda y hasta del centro independiente, como preludio a una jornada de huelga general, mañana jueves.
Los representantes del PS en la Asamblea Nacional defendieron sin éxito en número de votos, pero con brío, en el turno de preguntas al Gobierno, el texto con el que buscaban sancionar al Ejecutivo encabezado por François Fillon.
«Desgraciadamente, nada en su política logra aminorar los destrozos» de la crisis financiera, lanzó el presidente del grupo socialista, Jean-Marc Ayrault, tomando nota de las supresiones de empleos, del bajón del poder adquisitivo de los salarios y del paro técnico masivo en el automóvil.
Un plante de la oposición
«Así es su fracaso y, en vez de reconocerlo, ustedes prefieren amordazar todos los contrapoderes», añadió, en referencia a las leyes de restricción del poder del Parlamento y de control del Ejecutivo sobre el sector audiovisual público. Estas nuevas normas fueron aprobadas por la mayoría recientemente y, la semana pasada, ya ocasionaron un plante de los diputados de izquierdas.
Fillon replicó acusándoles de querer «rehabilitar el socialismo de ayer» y el rodillo parlamentario de la UMP aplastó sin problemas la moción de censura, que sólo obtuvo 231 de los 289 votos que le eran necesarios para prosperar.
Pero los socialistas lograron, con la moción, algo de lo que andaban escasos últimamente: recentraron la agenda política en el terreno social el que más teme Nicolas Sarkozy y reunieron a toda la izquierda y al centro independiente en la cámara.
Más importante aún, el PS consiguió alinearse con la plataforma que los sindicatos franceses han presentado contra las orientaciones del Gobierno para la jornada de huelga general de mañana, que se anuncia de proporciones «sin precedentes», según el líder de la CGT, Bernard Thibault.
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