Los trabajadores portugueses han organizado una huelga general hoy jueves para protestar contra las medidas de austeridad que prepara el Gobierno de centro derecha para alcanzar los objetivos presupuestarios impuestos por la Unión Europea (UE). Portugal debe cumplir las medidas de la UE para poder afrontar el rescate de 78.000 millones de euros y superar […]
Los trabajadores portugueses han organizado una huelga general hoy jueves para protestar contra las medidas de austeridad que prepara el Gobierno de centro derecha para alcanzar los objetivos presupuestarios impuestos por la Unión Europea (UE).
Portugal debe cumplir las medidas de la UE para poder afrontar el rescate de 78.000 millones de euros y superar su mayor crisis económica de las últimas décadas.
El transporte y otros servicios públicos se verán interrumpidos en todo el país, conformado por 11 millones de habitantes, y así los trabajadores quieren demostrar su descontento con los recortes y las pérdidas de empleo.
Portugal fue el tercer país de la UE en solicitar un rescate, después de Grecia e Irlanda, y ahora se enfrenta a su peor recesión desde que recuperara la democracia en 1974. Está previsto que su economía se contraiga cerca de un 3% en 2012.
Las calles de Lisboa llevan semanas inundadas de carteles llamando a los trabajadores a la huelga, mientras el Gobierno insiste en que no hay otra solución que adoptar estas dolorosas medidas de austeridad, extremadamente impopulares ya que incluyen recortes de funcionarios, de vacaciones y de pagas extraordinarias.
El primer ministro luso, Pedro Passos Coelho, que llegó al poder el pasado mes de junio tras la caída del Gobierno socialista por los recortes, ha dicho que la prioridad del país es superar la crisis de deuda.
«Debo animar a los portugueses a que se movilicen para que ayuden a transformar Portugal», dijo. Los analistas señalan que los portugueses, a diferencia de otras naciones como Grecia, no tienen tradición de protestar violentamente, y los sindicatos han actuado con un perfil bajo hasta ahora ante la crisis.
Pero la perspectiva de tener que apretarse aún más el cinturón, con medidas especialmente duras en 2012, puede haber generado apoyos y convertir la huelga general de este jueves en un acontecimiento mucho más significativo que el de la huelga de 2010.
«A pesar de que la gente asume que las medidas de austeridad son necesarias, hay un sentimiento profundo de injusticia sobre la carga distributiva de los sacrificios, especialmente en el sector público, así que es de esperar una participación mucho más abultada que la del año pasado», opina Elisio Estanque, un sociólogo de la Universidad de Coimbra. En este camino hacia el recorte de la deuda, las medidas del Gobierno luso incluyen recortes en casi todas las áreas; desde los servicios sanitarios hasta la televisión pública. Está previsto además que se reformen las leyes laborales y alargar la jornada laboral media hora cada día.
Bajo el rescate de la UE y el Fondo Monetario Internacional (FMI), Portugal debe recortar su déficit presupuestario desde el 10% del PIB de 2010 hasta el 5,9% del PIB este año. Para 2012 Lisboa ha prometido recortar el déficit hasta llevarlo al 4,5% del PIB.
Los miedos de los trabajadores, especialmente en las compañías estatales donde se prevén grandes recortes, se centran en el desempleo, que se mantiene en el 12,4%; la tasa más alta desde 1980.
«Iré a la huelga para decir que los bancos tiene la culpa de nuestros males» dice Josep Batista, un electricista de 44 años. «Mi mayor preocupación es la financiación y cómo la gente, las compañías y nuestro país van a ver su financiación cortada»
Estas preocupaciones económicas y el hecho de que los líderes europeos estén aún lejos de frenar la crisis de deuda sino que más bien ésta se extiende hacia economías más grandes como España e Italia ha hecho aumentar el miedo en Portugal, y no sólo en los trabajadores.
«Soy un empresario, la huelga va a afectar también a mi negocio, pero esta vez, quizás más que nunca, creo que los trabajadores están cargados de razón para ir a la huelga y simpatizo con ellos» explica Carlos Alberto, de 52 años.