Como hace diez años en Vieques, los puertorriqueños acaban de escribir en su larga historia de resistencia contra el dominio colonial de los Estados Unidos y las medidas neoliberales del más reciente inquilino de La Fortaleza, residencia oficial del gobernador de la isla. A 58 días de iniciada la huelga estudiantil que paralizó las once […]
Como hace diez años en Vieques, los puertorriqueños acaban de escribir en su larga historia de resistencia contra el dominio colonial de los Estados Unidos y las medidas neoliberales del más reciente inquilino de La Fortaleza, residencia oficial del gobernador de la isla.
A 58 días de iniciada la huelga estudiantil que paralizó las once sedes de la Universidad de Puerto Rico (UPR), los miembros del Comité Negociador Nacional Estudiantil y la Junta de Síndicos de la Universidad de Puerto Rico llegaron a un acuerdo que de ser sancionado en las asambleas a celebrase en cada recinto pudiera poner fin el paro en el único centro de altos estudios de carácter público en ese nación antillana.
La firmeza de los estudiantes junto al apoyo de la mayor parte de la sociedad boricua, persuadió a la dirección de la universidad y al gobierno a sentarse de una vez en la mesa de diálogo y dar fin a las hostilidades. Las negociaciones -que habían comenzado el fin de semana pasado en el Centro Judicial de San Juan- tuvieron su momento más alto en la noche del 16 de junio cuando tras cuatro horas de debates entre los miembros del Comité Negociador Nacional Estudiantil y la Junta de Síndicos de la Universidad de Puerto Rico, se alcanzó un acuerdo que una vez sancionado en las asambleas de cada recinto, marcaría el reinicio de la vida docente, interrumpida desde el 21 de abril.
Según lo publicado en el diario El Nuevo Día los puntos más importantes del acuerdo giraron en torno a la postergación de la puesta en vigor de la cuota especial prevista -que elevaría el costo de la matrícula- para agosto, pospuesta hasta enero próximo, aunque el CNN explicitó en una cláusula que «lo dispuesto no debe ser entendido como una aceptación». Dejaron en claro que de ser necesario establecer una cuota, el costo no debería exceder el fijado en los cursos precedentes.
Se discutió además, el tema de las posibles sanciones a los participantes, para dejar fuera la posibilidad de acudir a suspensiones sumarias, en lugar de los procedimientos establecidos en el reglamento escolar para los aquellos que hubiesen cometido alguna actividad ilegal, en las que no tipifican los derechos de libre expresión y asociación, establecidos en la constitución del Estado Libre Asociado.
A lo anterior se suma la derogación de la certificación 98 (que eliminaba las exenciones de matrícula para los estudiantes de honor y los atletas) y el compromiso que asegura que ningún recinto será entregado a las Alianzas Publico Privadas.
No obstante, al concluir las conversaciones se evidenció la inconformidad de algunos miembros de la Junta de Síndicos y de estudiantes huelguistas con parte de lo firmado. Visiblemente molesta, la presidenta de la Junta, Ygrí Rivera, partidaria de la mano dura contra los estudiantes, dijo a su salida que la votación fue 9-4 y que ella fue una de las que votó en contra porque no está de acuerdo con el lenguaje de las cuotas y las sanciones. «Yo voté en contra porque el lenguaje de la sanciones requería de unos cambios que no se hicieron», dijo al diario Primera Hora.
Al margen de las malas caras «el proceso es una victoria extraordinaria de los estudiantes. El gran logro es que, en el caso de las sanciones, es un proceso que reconoce unas garantías amplias que son justas, imparciales y conforme a derecho, muy por encima de lo que actualmente dispone el Reglamento de Estudiantes de la UPR», declaró a la agencia INS el abogado Frank Torres Viada, uno de los presentes en el proceso de mediación y negociación a nombre de los parados.
Mientras el avanzaba el diálogo, afuera, convocadas por la Juventud del Movimiento al Socialismo, decenas de personas concentradas frente al Centro Judicial, sin hacer caso a lo noche ni al calor, coreaban «Si no hay negociación, no abriremos los portones.»
Se trata de una victoria que pasará a la historia, quizás la más grande lograda por el estudiantado de la centenaria universidad. «Quien ganó hoy fue la Universidad, la educación pública», dijo a la prensa a pocos minutos de levantada la mesa, Aníbal Núñez líder estudiantil.
El gran derrotado fue el neoliberalismo
Fortuño no tuvo en cuenta la huella de pobreza y desigualdad que dejó el neoliberalismo en América Latina. Abanderado de la no intervención del Estado en el manejo de la economía y defensor de las privatizaciones, no imaginó tal vez, que como otros pueblos del continente, Puerto Rico se levantaría cual muralla para dar un stop a sus pretensiones. El hombre quiere correr el riesgo de ser movido del poder por un golpe de pueblo, como a Fernando de la Rúa, en Argentina y Gonzalo Sánchez de Lozada, en Bolivia.
Por ahora, alto será el precio que deberá pagar el gobernador que ya no las tenía muy buenas con el electorado. Los fallidos intentos para desarticular el movimiento huelguístico, la promoción de la fuerza en lugar del diálogo y la desatención de las demandas de los universitarios, echaron por tierra la credibilidad en la gestión y la capacidad del ejecutivo. Pero la cuestión trasciende lo político para adentrarse en lo financiero cuando el propio gobierno reconoce la pérdida de 305 millones de dólares, en su ofensiva contra el estudiantado, cifra tres veces superior al déficit de 100 millones declarado por los directivos de la UPR antes de empezar el paro.
Una parte de ese dinero fue pagado a los medios de comunicación para apoyar a Fortuño y al mismo tiempo, denigrar la imagen de los que defendían el derecho del pueblo a la educación pública.
Hace unos días durante una gradación, organizada simbólica, por sus compañeros y profesores se concedió a los huelguistas el grado honorario de «ciudadano ejemplar».
Mientras los muchachos alistan las aulas y recintos para el reinicio de las clases, los legisladores de la bancada oficialista ya están preparando artilugios legales que restrinjan la realización de asambleas estudiantiles que puedan decretar nuevas huelgas. Como diría un amigo: estos peleles no aprenden aún la lección.
Estos muchachos, protagonistas de la décimo segunda huelga de la UPR y la primera que triunfa, desde su fundación hace 107. Nadie lo dude, han hecho historia. La disciplina y responsabilidad mantenida por más de cincuenta días, el creativo uso de medios de comunicación alternativos para llevar su verdad a la opinión pública y la apuesta por un modelo democrático participativo, ha despertado interés en unos y preocupación en otros, porque sienta las bases de futuras luchas, quién sabe sin con propósitos más altos y urgentes.
Alexei Padilla. Graduado de Comunicación Social por la Universidad de La Habana
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