Traducido para Rebelión por Daiel Escribano
Los europeos hemos empezado a hablar más claro. No es que no nos gusten los negros, o los marrones; no es que nos desagrade el tono de su habla o su música, el Ramadán o su literatura. No, nosotros somos tolerantes con todo esto; más aun, adoptamos con gusto niños de colores diversos, o nos casamos por Internet con una rusa rubia diez años más joven que nosotros, o pagamos en un puticlub sin mirar la raza o, sin necesidad de puticlub, pagamos a un chaval marroquí de quince años para que nos la menee entre los árboles. Nosotros somos compasivos y lo que nos apena son los pobres. Las regularizaciones deben examinarse caso por caso, «por razones humanitarias y económicas». Por eso sólo admitiremos a inmigrantes cualificados dentro de nuestras fronteras.. No es humanitario que Europa se llene de pobres de todos los colores, y, demuestren cualificación o no, sólo se quedarán los que cobren un 120 % del salario mínimo. En efecto, el mundo se acaba en Europa y los pobres, si no se ven, no existen. Daremos una tarjeta azul a los que decidan dejar de ser pobres, y quienes lo sigan siendo… Son razones humanitarias, es mucho mejor que los pobres se queden en África, ya lo saben, para que hagamos las prácticas de final carrera en una ONG en Ghana.
Berria , 27 de septiembre de 2008