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Manifestarse en Francia también es jugarse la cárcel

Fuentes: Libération

El derecho a manifestarse es un derecho no negociable. Pero lo que se diseña localmente, es una sociedad construida sobre la criminalización de las luchas políticas. En Francia hay ahora mismo una atmósfera bien extraña. Pese a todo lo dudosa que fuera la movilización que desfiló por las calles de París el 11 de enero […]

El derecho a manifestarse es un derecho no negociable. Pero lo que se diseña localmente, es una sociedad construida sobre la criminalización de las luchas políticas.

En Francia hay ahora mismo una atmósfera bien extraña. Pese a todo lo dudosa que fuera la movilización que desfiló por las calles de París el 11 de enero después de los atentados contra el Charlie Hebdo y el Hipermercado judío Cacher de Vincennes, fueron cuatro millones de personas las que escogieron manifestarse para rechazar los atentados y para aferrarse a ciertos valores democráticos. Como bien anotaba la prensa internacional, fue a través de esta «mani», especie de paradigma hexagonal de expresión colectiva, que los franceses habían decidido expresar su emoción. Hollande y su gobierno jugaban la carta de la emoción y también de la responsabilidad, presentándose así como los paladines de la libertad de expresión. Pero ésta en Francia, tanto antes como después de este desfile histórico, no parece tener siempre el mismo patrón, más bien todo lo contrario. Hay territorios y ciudades donde manifestarse te pone entre rejas.

Sea en Notre-Dame-des-Landes, en Sivens, en Nantes, en Lyon o en Toulouse, allí no suele ser 11 de enero. Manifestarse sí, pero hacer homenaje al joven militante ecologista (Rémi Fraisse) muerto por un tiro de granada de los gendarmes en la noche del 25 al 26 de octubre, eso ya no. Manifestarse sí, pero no contra la serie de violencias policiales cometidas después de que la Prefectura prohibiera otras tantas.

Manifestarse sí, pero no contra la prohibición de manifestarse. Estas prohibiciones que se han repetido en todo el territorio francés metropolitano, están recibiendo grandes atentados contra los derechos democráticos fundamentales. Muchos son los que en noviembre no aceptaron los dictados del Vigipirate, conducidos a la justicia y muy a menudo condenados. Algunos con cargos y multas… Otros con penas de cárcel. Es el caso de Gaëtan, estudiante tolosano de Historia del Arte en la Universidad del Mirail (Toulouse 2 Jean Jaurès), militante político y sindical, arrestado en el contexto de la manifestación prohibida del 8 de noviembre. En primera instancia, él fue condenado a una pena de prisión con cargos y a una multa. El juez después recurrió para agravar la sentencia, condenándole a 6 meses de prisión de los cuales dos en cárcel.

Por supuesto, la justicia oficial sabe siempre encontrar motivos para transformar una resistencia política en un crimen de derecho común, inventándose cabezas de turco y poniendo de testigos a los propios policías. La justicia oficial, de antemano, sabe complacer a éstos cuando son los autores de las barbaridades que cometen.

Clemente con los asesinatos de Malik, de Zyed o de Bouna (el veredicto lo sabremos en mayo), jamás condenados a prisión, no tiene clemencia en cambio con aquellos que reivindican el derecho elemental de oponerse a la organización social o a determinadas políticas. Lo que se refuerza y se diseña localmente, a partir de la manifestación, un piquete o una movilización, es una sociedad construida sobre la criminalización de las luchas sociales y políticas, y podemos temer que esto pase de ser local a general en todo el país. A día de hoy en Toulouse, convertida en «ciudad-laboratorio» en Francia, la mínima movilización que adopte una dimensión un poco política, feminista, antirracista o de solidaridad con el pueblo palestino es vigilada, cuando no prohibida, como si el más mínimo acto militante público portara en sí mismo el germen del terrorismo.

En su mensaje de apoyo a Gaëtan, Erri de Luca subraya cómo el «derecho a manifestarse es un derecho no negociable». Sabemos una cosa. «No a la prisión para Gaëtan y todxs lxs condenadxs por haberse manifestado», éste es el nombre de la campaña actualmente dirigida para denunciar todas estas injusticias a las cuales se nos quiere acostumbrar. Nos asociamos aquí a este rechazo y somos testigo de nuestra solidaridad con él y con los otros condenados después de las manifestaciones contra las violencias policiales. Invitamos a cada cual a que sea consciente de la gravedad de la situación actual.

Firmantes:

Marc Abélès, antropólogo y director de investigaciones en EHESS y CNRS; Gilbert Achcar, profesor, Universidad de Paris-8 et SOAS, Universidad de Londres; Tariq Ali, escritor y realizador; Etienne Balibar, profesora emérita, Universidad de Paris-Ouest; Ludivine Bantigny, historiadora, profesora titular, Universidad de Rouen; Emmanuel Barot, filósofo, profesor titular HDR, Universidad Jean Jaurès/Mirail de Toulouse; Enzo Traverso, historiador, Cornell University; Michel Broué, matemáticos, profesor, Universidad Paris-Diderot; Sébastien Budgen, editor; Judith Butler, filósofa, Universidad de Berkeley, California; Vincent Charbonnier, ingeniero, IFÉ- ENS de Lyon; Anne Clerval, profesora titular de geografía, Universidad Paris-Est Marne-la-Vallée; Alexis Cukier, doctor en filosofía, ATER, Universidad de Poitiers; Sonia Dayan-Herzbrun, socióloga, profesora emérita, Universidad Paris Diderot-Paris 7; Jean-Numa Ducange, historiador, profesor titular, Universidad de Rouen; Cédric Durand, economista, Universidad Paris 13; Franck Fischbach, filósofo, profesor en la Universidad de Estrasburgo; Geneviève Fraisse, filósofa, directora de investigación emérita, CNRS; Bernard Friot, sociólogo y economista, Universidad de Paris-Ouest; Franck Gaudichaud, profesor titular en Civilización hispano-americana, Universidad Grenoble-Alpes; Barbara Glowczewski, antropóloga, directora de investigación em CNRS y el Collège de France; Fabien Granjon, sociólogo, profesor, Universidad Paris 8; Razmig Keucheyan, sociólogo, profesor titular, Paris Sorbonne-Paris IV; Stathis Kouvélakis, filósofo, King’s College, Londres; Ken Loach, realizador; Frédéric Lordon, economista, CNRS; Michael Lowy, filósofo, CNRS; Olivier Neveux, hisotriador del arte, profesor, Universidad Lyon 2; Ugo Palheta, profesor titular en ciencias de la educación, Universidad Lille-3; Willy Pelletier, sociólogo, Universidad de Picardie; Paul B. Preciado, filósofo, Universidad de New York; Jacques Rancière, filósofo, profesor emérito, Universidad Paris 8; Kristin Ross, profesora de literatura comparada, New York University; Valentin Schaepelynck, profesor titular en ciencias de la educación, Universidad Paris 8; Guillaume Sibertin-Blanc, filósofo, profesor titular HDR, Universidad Jean Jaurès/Mirail, Toulouse; Eduardo Viveiros de Castro, antropólogo, Museo Nacional, Rio de Janeiro; Slavoj Žižek, filósofo, Universidad de Ljubljana, Eslovenia.

Fuente: Libération
Traducción: Distribuidora Mapache