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Marc Saint Upery: ¿Naif o caballo de Troya?

Fuentes: Rebelión

Los auditorios cultos generalmente reclaman ideas condimentadas por la originalidad y el buen gusto, ese es el reto básico que debe enfrentar cualquier conferencista. Seguramente algunos pensaron que tratándose de un intelectual francés; la cosa podría tener su glamur, algún aroma o buqué convincentemente equilibrado de sus afamados vinos con que el «razonamiento fru fru» […]

Los auditorios cultos generalmente reclaman ideas condimentadas por la originalidad y el buen gusto, ese es el reto básico que debe enfrentar cualquier conferencista. Seguramente algunos pensaron que tratándose de un intelectual francés; la cosa podría tener su glamur, algún aroma o buqué convincentemente equilibrado de sus afamados vinos con que el «razonamiento fru fru» imagina la reflexiones de los que vienen de «allá». Nada de eso; rápidamente en la introducción, Marc Saint Upery, decidió curarse en sano, proclamando su escasa legitimidad, para abordar la problemática latinoamericana, -intentó ser un arranque de modestia, pero no le salió- y mayúscula fue la sorpresa cuando solicitó que «le saquen la mierda» -textual- si es que no se compartía sus puntos de vista; lejos de parecer populachero, apelando a una vulgaridad innecesaria, mas adelante cuando llegó la hora de las respuestas, perdió el control apelando a otras vulgatas y alaridos que develaron el sello de su estirpe intelectual.

Saint Upery, es un analista mundano, su desenvoltura expositiva anuncia «cancha» en estas lides, osado escribidor y supuestamente zurdo, «me considero un militante de izquierdas» 1 habría declarado en su libro El Sueño de Bolívar: Desafíos de las izquierdas sudamericanas. En su «charla» también se reclamó de esa orilla, y en Le monde Diplomatique (edición boliviana), que le hizo una entrevista al Monsieur, dejó muy claro que su izquierdismo, solo era un recurso publicitario, pues a la pregunta de si «el socialismo del siglo XXI representa una alternativa», confiesa: «no veo ninguna herramienta conceptual, ninguna propuesta de diseño institucional concreto, que permita orientarnos en la búsqueda de una alternativa al capitalismo»2 y luego en la pregunta subsiguiente fija su posición real respecto a los cambios posibles indicando que «en este sentido, la crisis actual abre una ventana de oportunidad para revertir las políticas más regresivas de los últimos veinte o treinta años, y conquistar nuevos espacios de igualdad y nuevos derechos»3. Hasta ahí llegaron sus arrestos izquierdistas, porque después arremete fatigosamente contra la Revolución Bolivariana, que la mira estancada y la acusa de una «entropía burocrática y de la miopía rentista»4, y sobre los esfuerzos por el rescate de la cosmovisión indígena del proceso boliviano, -sin pudor alguno- opina que «algunos predicadores del indianismo supuestamente radical comparten de hecho la misma visión de la realidad que Francisco Franco…»5, lo cual exuda su visión colonialista anclada en ese eurocentrismo de alta costura.

En la conferencia su retórica fue ambigua, por un lado ensalza el perfil social de los procesos revolucionarios, en algún punto incuestionable, como cuando dice que «los médicos cubanos son excelentes, lo que es desastroso es el sistema de salud»6, o cuando reconoce que «el movimiento de mujeres en Venezuela es formidable, hasta el punto que siete de cada diez líderes populares son mujeres»7; y luego arremete contra el proceso revolucionario venezolano, cubano, nicaragüense, ecuatoriano, ni siquiera hace concesiones al proceso brasilero o argentino reputados como muy moderados y de centroizquierda a lo mucho. Fue una ensalada de frivolidades y simulaciones; un simulacro bochornoso de un pretendido análisis desde la izquierda, para reflexionar por la derecha.

La verdad es que el pesimismo estratégico de la visión proyectada sobre los procesos históricos que cambiaron el escenario político latinoamericano, -mostrado por Saint Upery-, en la que no se salva ninguna revolución, retrata de cuerpo y alma una falsa reputación de analista de izquierda, que empezó a desvanecerse frente a la implacable verdad de comentarios y preguntas que pusieron en duda el expertise y la honestidad intelectual, de pseudo-argumentos machaconamente gastados y trivialidades dichas con aparente erudición.

En puridad la conferencia de Saint Upery, fue parte de la campaña política internacional para desprestigiar, y generar desaliento y confusiones sobre la realidad de los procesos de cambios y revolucionarios en América Latina. Fue notoria la «fobia» antichavista -del conferencista- cada vez mas desembozada, que lo coloca diáfanamente como un «contra». Los participantes del evento nos quedamos con la certidumbre que la charlita fue un servicio solicitado, para influir en la «cándida» opinión pública boliviana, confundiéndola y asustándola si se podría, sobre los peligros que se ciernen, si es que siguen las simpatías e influencias del proceso bolivariano sobre la hija predilecta de El Libertador; sobre todo ahora, en el marco de las próximas elecciones a la Asamblea Nacional el próximo 26 de septiembre, en la que se juega un hito importante, los guarismos de los escaños parlamentarios van a indicar si la derecha en esta nueva fase y estrategia, van a tener capacidad de frenar o solo entorpecer- desde ese órgano legislativo-, el proceso bolivariano y su desafiante liderazgo.

Su recomendación de no preocuparnos del imperio, en su entrevista la expreso así: «me parece completamente estéril seguir sustentando el imaginario de la izquierda latinoamericana en una eterna confrontación retórica victimista con EEUU»8; similar fue la diatriba en la conferencia, nos describió un escenario de la crisis del imperio, que en vez de preocuparnos debería darnos lástima, están al borde del crash financiero, poco le faltó para pedir solidaridad con Obama, -toda una coartada del cinismo pro imperial-; fue una lástima no haber leído la entrevista antes de la conferencia, no hubiera calificado de naif la apreciación uperysta, hubiera denunciado con todas sus letras, el caballo de Troya pro-imperialista, con que se quiso ocultar la agresiva militarización del continente, el relanzamiento de la IV flota de la Us army, archivada desde fines de la II Guerra mundial, con portaviones y submarinos nucleares, en supuesta misión de paz, de socorro contra desastres naturales y lucha contra el narco-tráfico -según el discurso oficial-; siete bases militares en Colombia, 7 mil marines y hasta 46 buques de guerra en Costa Rica; maniobras conjuntas con los panameños y otros para proteger el canal, y pedidos de cuatro bases norteamericanas en Panamá. El presidente Alan García, ha expresado su deseo en «basificar» militarmente el Perú, con gringolandia -por supuesto- ; en Haití hubo más de 20 mil marines en su momento, dizque para ayuda humanitaria, y ni que decir de la militarización de frontera norte de México, ¿qué significa esto? sino la clara señal del garrote imperial, o como lo dice Adriana Rossi9 «la expansión militar estadounidense es la espada de Damocles que amenaza el incipiente pero firme proceso de emancipación latinoamericana».

Invitar a pensadores que vengan a compartir con nosotros los resultados de sus investigaciones, sus ideas -siempre será una buena iniciativa-, algunas podrán ser controvertidas y polémicas, otras novedosas, originales y revolucionarias -para señalar sus orillas-; si vienen con buena fe, sin duda van a contribuir al flujo vital del siempre complejo arte de pensar y la circulación de ideas, que pueden incidir en el debate necesario -aún incipiente en nuestro país- para la mejor comprensión de nuestro proceso, complejo y no exento de desequilibrios y contradicciones emergentes de fenómenos nuevos como lo son la plurinacionalidad, el autonomismo desde una perspectiva descolonizadora y antirracista.

Lo que no debemos hacer es invitar a falsos profetas, cuyas reverberaciones del (mal) decir, solo generen frustraciones intelectuales en negativo, aunque en positivo reafirmen la certidumbre que la mediocridad y los espejismos mediáticos, son insuficientes y efímeros contra la fuerza de la verdad y de la historia.

Palmiro Soria Saucedo. Ciudadano Amazónico del estado Plurinacional de Bolivia.

Notas:

1 El Sueño de Bolívar: Desafíos de la Izquierda latinoamericana; pag.29, edit. Paidos.

2 Le Monde Diplomatique; Entrevista a Marc Saint Upery, ed, boliviana, por Pablo Stefanoni y Ricardo Bajo.

3 Op.cit.

4 Op.cit

5 Op,cit

6 Datos del autor tomados de la conferencia gravada.

7 Idem.

8 Op.cit.

9 Doctora en filosofía, miembro del comité científico de Freedom legality and Rights in Europe y especialista en la temática de narco-tráfico y Doctrinas Militares. Cita del articulo Preparando el Garrote. Le Monde Diplomatique; sep. 2009, pag.11.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.