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Mariátegui creador

Fuentes: Rebelión

«Somos antiimperialistas porque somos marxistas, porque somos revolucionarios, porque oponemos al capitalismo el socialismo como sistema antagónico, llamado a sucederlo«José Carlos Mariátegui José Carlos Mariátegui La Chira nació el 14 de junio de 1894 en Moquegua, en el sureste del Perú. Sus padres fueron María Amalia La Chira Ballejos y Francisco Javier Mariátegui Requejo. Tuvo […]

«Somos antiimperialistas porque somos marxistas, porque somos revolucionarios, porque oponemos al capitalismo el socialismo como sistema antagónico, llamado a sucederlo«
José Carlos Mariátegui

José Carlos Mariátegui La Chira nació el 14 de junio de 1894 en Moquegua, en el sureste del Perú. Sus padres fueron María Amalia La Chira Ballejos y Francisco Javier Mariátegui Requejo. Tuvo tres hermanos: Guillermina, Julio César y Amanda (quien muere muy niña). Su padre abandona tempranamente el hogar. La madre -quien con grandes dificultades trataba de sacar adelante a sus hijos- en 1899 se traslada a Huacho donde residía su familia.

La situación no hubiera tan penosa si José Carlos a la edad de siete años no hubiera sufrido un accidente lastimándose una rodilla. Desde entonces el pequeño pasa de un hospital a otro, siendo trasladado a Lima e internado en la clínica Maison de Santé, donde padece una larga convalecencia de cuatro años. Por más que los médicos hacen esfuerzos queda delicado de la pierna izquierda (anquilosis) y tiene que abandonar sus estudios escolares. Pero si el pequeño «no puede retozar y juguetear, como los otros muchachos, si puede, en cambio, encontrar alegría y regocijo en los libros».

Dada la situación de pobreza que golpea a su familia, a los catorce años, y pese a su dolencia, José Carlos se ve obligado a trabajar como «alcanzarrejones» en el diario La Prensa para ayudar a su madre, quien lavando ropa y como costurera no podía asegurar el sustento. Al siguiente año, en 1910, asciende a ayudante de linotipista y corrector de pruebas. En febrero de 1911 escribe su primer artículo periodístico firmando con el seudónimo «Juan Croniqueur» ironizando la frivolidad limeña. Hasta 1919 escribe en diversos diarios, primero en La Prensa, luego en El Tiempo y finalmente en La Razón. Por esa época -llamada luego despectivamente por él mismo como su «edad de piedra»- escribió con entusiasmo recensiones, relatos, cuentos, poesía, teatro, crítica literaria y teatral, observaciones sobre arte y notas diversas. Debido a su vasta cultura autodidacta, Mariátegui se aproxima a los círculos intelectuales y artísticos de vanguardia, cultivando la amistad de Abraham Valdelomar «El Conde de Lemos», César Vallejo, César Falcón, Félix del Valle, Humberto del Águila, Luis Fernán Cisneros, entre otros.

No obstante, desde 1918, Mariátegui «nauseado de política criolla» se orienta «resueltamente hacia el socialismo». Funda, junto a César Falcón y Félix del Valle, la revista Nuestra Época, que pretende interpelar a la juventud peruana para concurrir a un «despertar nacional». Si bien es cierto «Nuestra Época no trae un programa socialista… aparece como un esfuerzo ideológico y propagandístico en ese sentido». La evolución de Mariátegui no tiene nada de casual y conviene analizar el contexto histórico que se desarrolla por aquel entonces en el Perú y en el mundo.

En el Perú, la oligarquía gobernaba en alianza con el gamonalismo, apoyados en el capital extranjero inglés y en los militares. En América del Norte, la Revolución Mexicana (1910-1917) despertaba la conciencia de los elementos revolucionarios y progresistas por su experiencia de lucha armada campesina. En Europa estalla la Primera Guerra Mundial (1914-1918), que incrementa la demanda de las exportaciones de materias primas hacia los escenarios del conflicto, desplazando y reduciendo los cultivos destinados al mercado interno y a la alimentación de los sectores populares. Asimismo, la Gran Guerra provoca inesperadamente el derrumbamiento del régimen zarista en Rusia, dando lugar al triunfo de la Revolución Bolchevique (1917), acontecimiento que suscita un enorme entusiasmo en Mariátegui.

El ambiente revolucionario europeo repercutió en el movimiento proletario peruano, que ya desde inicios de 1900, bajo la influencia anarquista, primero y anarcosindicalista, luego, reivindicaba la reducción de la «jornada laboral a ocho horas» -que en muchos casos oscilaba entre las 12 y 16 horas diarias-, y que, a través de la lucha por el abaratamiento del costo de vida, se ligaba estrechamente a los campesinos expoliados y sometidos a las reglas del «enganche», a los pueblos indígenas que, tenazmente, se resistían a desaparecer, y a las reivindicaciones de los clases medias emergentes.

Es también desde mediados de 1918, cuando los estudiantes de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos exigen la reforma universitaria, bajo la influencia directa de las ideas del Manifiesto de Córdoba (Argentina, 1918), que significó la aparición del movimiento estudiantil latinoamericano. Asimismo, «se produce una declaración oficial de la Federación de Estudiantes del Perú (FEP) de simpatía a las reivindicaciones obreras».

Mariátegui alentaría primero desde El Tiempo y luego desde La Razón las luchas del movimiento obrero y estudiantil. Mariátegui, a diferencia de Víctor Raúl Haya de la Torre, nunca planteó fórmulas intermedias y conciliadoras. Justamente, con la histórica movilización del 13 y 15 de enero de 1919, el proletariado peruano se adjudica un gran triunfo logrando que el gobierno de José Pardo y Barreda promulgue la ley que estipulaba la jornada de ocho horas en todo el territorio.

Tras el golpe de Estado de Augusto B. Leguía, a fines de 1919, el nuevo gobierno trata de neutralizar a Mariátegui, para tal fin le ofrece una «beca a Europa» como una forma encubierta de deportación. Una vez en Europa, Mariátegui residió en Italia por más de dos años, donde conoce a Ana Chiappe, natural de Siena (Italia), con quien se casa y tiene cuatro hijos: Sandro, Siegfried, José Carlos y Javier. En 1921, asiste al Congreso Fundacional del Partido Comunista de Italia (Livorno). En 1922, con César Falcón, Carlos Roe y Palmiro Macchiavello, organiza la primera célula comunista peruana en el extranjero. Visitó también Alemania, Austria, Bélgica, Checoslovaquia, Francia y Hungría. No pudo visitar la Unión Soviética. El viaje lejos de sepáralo del suelo peruano, con lo cual contaban sus adversarios, por el contrario, lo acercó a la comprensión verdaderamente marxista-leninista de la realidad nacional. 

En 1923, Mariátegui regresa al Perú, y dicta conferencias en la Universidad Popular González Prada sobre la crisis mundial derivada de la Gran Guerra. Afirmando su posición de internacionalista profundamente convencido. Tal actitud estaba indisolublemente ligada con la concepción de la unidad del proceso revolucionario mundial. Todo obrero -afirmaba él- «que cae en estos momentos en las calles de Berlín o en las barricadas de Hamburgo no cae sólo por la causa del proletariado alemán. Cae también por vuestra causa; compañeros del Perú». Por esa época tiene un acercamiento con Víctor Raúl Haya de la Torre -futuro líder de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) -, no obstante sus diferencias políticas hicieron que dicho acercamiento fuera tenso y corto. Mariátegui asume la dirección de la revista Claridad cuando Haya de la Torre, viaja ese mismo año a México en calidad de exiliado. Bajo su impulso, Claridad «abandona el tono estudiantil» y se transforma en órgano de la Federación Obrera local.

Un año más tarde, en 1924, le diagnostican un tumor en la pierna derecha y tuvieron que amputársela para salvarle la vida. Mariátegui perdió así la «pierna sana» quedando desde entonces inmovilizado en una silla de ruedas. Sin embargo, a pesar de su precario estado de salud, la dictadura lo encarcela en reiteradas ocasiones.

A pesar de sus constantes problemas de salud, Mariátegui continuó llevando a cabo una intensa actividad de difusión de las ideas marxistas-leninistas. En 1926 funda la mítica revista Amauta que congregara a lo más avanzado de la intelectualidad y artistas de corrientes renovadoras. En sus páginas se analizaban desde posiciones marxistas, los problemas socioeconómicos de la realidad peruana, y en general cuestiones de economía, política, psicoanálisis, historia, literatura, arte, etc. Se dedicaba gran atención al problema indígena. También, se publicaron numerosos artículos acerca de la construcción del socialismo en la Unión Soviética, sobre el movimiento obrero internacional y los procesos de liberación nacional. En quechua -idioma oriundo del Perú- la palabra «amauta» significa «maestro», «educador».

En 1927, el gobierno de Legía clausura Amauta -bajo la presión de la Embajada de los EEUU- anunciando la existencia de un supuesto «complot comunista» e inicia la represión contra los núcleos obreros e intelectuales, siendo algunos encarcelados y otros deportados. Mariátegui es recluido en el Hospital Militar de San Bartolomé debido a su mal estado de salud. Amauta, sin embargo, logra reaparecer a finales de 1927, para seguir cumpliendo su misión de cantera de ideas y tribuna del movimiento antioligárquico y antiimperialista en gestación.

Mariátegui colaboro con Haya de la Torre y el APRA mientras éste se mantuvo como «frente único» de las clases oprimidas. No obstante, en 1928, Mariátegui rompió abiertamente con el APRA, cuando éste siguió el camino del electorerismo burgués, para lo cual destruyó el frente y creó, sobre sus ruinas, el Partido Aprista Peruano (PAP). Para Mariátegui, el PAP se había convertido en una organización reformista pequeño burguesa incompatible con el marxismo-leninismo. Mariátegui consideraba que el frente era una necesidad que surgía de la realidad social concreta y no de oportunismos electoreros, y su objetivo debiera ser ante todo «suscitar en la mayoría del proletariado peruano, conciencia de clase y sentimiento de clase».

Haya consideraba que Indoamérica en general y el Perú en particular tienen marcadas diferencias con Europa, debido a que el capitalismo no es un fenómeno que se origina en nuestros suelos como un proceso interno de maduración, sino como resultado de su importación, que se implanta y domina a los sectores precapitalistas, por tanto en nuestras sociedades «no hemos tenido aún tiempo de crear una burguesía nacional autónoma y poderosa, suficientemente fuerte para desplazar a las clases latifundistas… a las criollas burguesías incipientes se les injerta desde su origen el imperialismo, dominándolas. En todos nuestros países, antes de que aparezca más o menos definitivamente una burguesía nacional, se presenta el capitalismo inmigrante, el imperialismo». De donde Haya concluye que «en América Latina el imperialismo era la primera fase del capitalismo» y que éste «impide y obstaculiza, gracias al apoyo de los latifundistas, la transformación de la clase media en burguesía nacional, en tanto oprimida, al igual que el proletariado y el campesinado». En consecuencia, proponía la creación de un partido pluriclasista nacional y popular (a semejanza del Kuo-Min-Tang) conformado por obreros, campesinos y la clase media, con hegemonía de ésta última, que consideraba con «mayor aptitud para la lucha». No se proponía forjar un Estado socialista, sino un Estado antiimperialista forjando un capitalismo estatal asociado con un importante sector cooperativo. 

Mariátegui, por su parte, negaba los supuestos y conclusiones de Haya. La explotación del imperialismo era básicamente clasista, en tanto que el capital foráneo en asociación con la gran y pequeña burguesía, oprimían al campesinado y al proletariado. De ahí que una plataforma meramente antiimperialista no era suficiente porque «no anula el antagonismo entre las clases, ni suprime su diferencia de intereses» (Mariátegui comprendía que «el imperialismo es la fase superior del capitalismo», tal como lo demostrara Lenin). En consecuencia Mariátegui plantea «el carácter socialista de la revolución». No obstante, dada las particulares condiciones del desarrollo capitalista de un país semifeudal y semicolonial, reconoce la necesidad de resolver tareas no exclusivamente proletarias (reformas democráticas y nacionales). Pero, deja en claro que el socialismo no es una etapa posterior a la realización de dichas reformas, sino que «los supone, los antecede, los abarca todos», en consecuencia estas tareas son «resueltas de paso» -tal como lo señalara Lenin en 1921- en el proceso de construcción del socialismo. Sólo así sería posible la creación de un Estado nacional sobre bases populares. Mariátegui, señala claramente que el reto debía ser asumido por el proletariado -en tanto se formara ideológica y políticamente-, adoptando un papel dirigente, organizado en un partido de clase, que estuviese en condiciones de movilizar, directa e indirectamente, al total de las clases populares y muy en especial al campesinado indígena. Con gran claridad y visión Mariátegui otorga especial importancia a la fuerza revolucionaria del campesinado, que dada su estrecha relación con la clase obrera, debía permitirle difundir un contenido socialista en sus reivindicaciones.

Mariátegui publicó en vida sólo dos libros: La escena contemporánea (1925) y Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana (1928). Dejó inacabados e inéditos tres más: El alma matinal y otras estaciones del hombre de hoy (1950), En defensa del marxismo (1959), La novela y la vida, Siegfried y el profesor Canella (1955), aunque gran parte de los artículos contenidos en dichos libros ya habían sido publicados por las revistas de la época, principalmente Variedades, Mundial y Amauta. Todas estas obras, sumadas a su abundante producción periodística recopilada (artículos, ensayos, conferencias, etc.), han sido editadas por su viuda e hijos, hasta llegar a conformar 16 tomos. Sustancial obra que representan la aplicación creadora del marxismo-leninismo a las condiciones del Perú, Latinoamérica y el mundo, que, además fue producida casi en su integridad en un lapso de tan solo siete años (1923-1930), y bajo las condiciones más duras de salud, precaria economía, hostilización y persecución constante del régimen leguiísta y sus esbirros.

Los «siete ensayos«, la principal obra de Mariátegui, refleja la aplicación del materialismo histórico para explicar la sociedad peruana y los problemas que ésta debía enfrentar. En el prólogo advierte que no es «un crítico imparcial y objetivo», sino que sus «juicios se nutren de sus ideales, sentimientos y pasiones». Explica además que tiene «una declarada y enérgica ambición: la de concurrir a la creación del socialismo peruano». Reúne en dicho libro los escritos publicados en las revistas Mundial y Amauta. Y aborda temas como la estructura económica del país, descubriendo que en el Perú se desarrolla -bajo el dominio de una economía feudal y en un marco de colonialidad- una economía burguesa con tendencia a hacerse dominante pero sin poder liquidar completamente los elementos de feudalidad. Mostró que el problema de la tierra y las raíces de la cuestión indígena arraigan en el sistema de propiedad y que su solución debe comenzar, ante todo, por la liquidación del latifundio y la concesión de la tierra a los indios, quienes al mismo tiempo debían determinar el desarrollo de su idioma y su cultura. También estudia el problema de la educación colonial, antidemocrática y anticientífica; del centralismo y el regionalismo como disputa entre fracciones de la aristocracia terrateniente y la burguesía; de la religión formalmente católica y el Estado no laico; y de la ausencia de una literatura propiamente nacional, a excepción de César Vallejo.

Sin embargo, como ya mencionamos, no solo la realidad peruana atrae la atención de Mariátegui. Los seguidores de su obra se sorprenden por la amplitud de su horizonte, la profundidad y perspicacia de su pensamiento. Así, en La escena contemporánea -que reúne artículos publicados en las revistas Variedades y Mundial-, Mariátegui, aborda asuntos de la política mundial surgidos con posterioridad a la Primera Guerra Mundial, como el fascismo, la crisis de la democracia europea, la experiencia soviética, la problemática de los países orientales y el problema judío, advirtiendo que su análisis «no es bastante objetivo» y que «por el contrario» es «un hombre con una filiación y una fe». Precisamente, desde estas posiciones, subordinaba su pluma a los intereses del proletariado. En esta obra traza un vasto panorama de las luchas de clases que se desarrollan en Europa y Asia, al compás de las transformaciones que se observan a escala mundial.

Mariátegui, en el corto lapso entre 1928 y 1930, haría sus más grandes contribuciones al desarrollo del socialismo en el Perú.

El 7 de octubre de 1928, se reúnen clandestinamente en el distrito de Barranco, José Carlos Mariátegui y sus camaradas Ricardo Martínez de la Torre (empleado de seguros), Bernardo Regman (vendedor ambulante), Julio Portocarrero, Fernando Borja, Avelino Navarro, César Hinojosa (obreros), Luciano Castillo Colonna y Fernando Chávez León (universitarios), y firman el Acta de Constitución del Partido Comunista del Perú, bajo el nombre de Partido Socialista por cuestiones tácticas, pero definido en su praxis por el marxismo-leninismo al «adoptarlo como su método de lucha», constituyéndose en «la vanguardia del proletariado, la fuerza política que asume la tarea de su orientación y dirección en la lucha por la realización de sus ideales de clase». Se eligió su primer Comité Central, con Mariátegui como Secretario General, a quien se le encarga la redacción del Programa del Partido.

Ese mismo año, funda el periódico Labor -como extensión de Amauta– que se convertiría gradualmente en un órgano para la reorganización sindical del proletariado.

Un año más tarde, el 17 de mayo de 1929, bajo el impulso del Partido Socialista del Perú, las más importantes federaciones sindicales, constituyen la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP), cuyo Estatuto y Programa fueron elaborados por Mariátegui. El primer Secretario General de la CGTP fue Julio Portocarrero. Por tanto, la figura de Mariátegui está indisolublemente ligada al proceso de formación y desarrollo del movimiento sindical clasista en el Perú. No sólo él mismo se liberó de la influencia del anarcosindicalismo, sino que libró una resuelta lucha tanto contra esta corriente, como contra otras corrientes pequeñoburguesas en el movimiento obrero. Nunca confundió el Partido con el sindicato, ni concibió éste como una simple proyección de aquel. «El trabajo político corresponde a los partidos, el sindical a las uniones obreras». Formar «conciencia de clase y sentimiento de clase» fue su reclamo insistente. Estaba convencido que un «proletario sin más ideal que la reducción de las horas de trabajo y el aumento de los centavos de salario, no será nunca capaz de una gran empresa histórica».

En noviembre de 1929, la dictadura leguiísta, ordena a la policía realizar una redada y allanar la casa de Mariátegui, arrestando a unas 180 personas, aduciendo un supuesto «complot judío». La revista Labor es clausurada. Por esa época el Jirón Washington, donde residía Mariátegui, estaba habitado por diversas familias judías rumanas, y buena parte de su entorno eran judíos socialistas: José Iván Lerner, Miguel Adler, Noemí Millstein, Jacobo Hurwitz, Bernardo Regman, y varios otros. 

Vigilado por la policía y agobiado por la enfermedad, prepara su partida a Argentina y Chile, a raíz de una invitación que recibiera. No obstante, trata de dejar en orden los asuntos del Partido, logrando el regreso de Eudocio Ravines de Europa para que lo reemplace en la dirección. Pero en vísperas de su viaje se sintió mal, lo llevaron a una clínica, los médicos trataron de aliviarlo con una nueva operación, pero todo fue en vano. El 16 de abril de 1930, sin haber cumplido 35 años, dejó de existir. Toda Lima asistió a su entierro. Desde el Jirón Washington hasta el Cementerio Presbítero Matías Maestro en los Barrios Altos, conducen en hombros al camarada que duerme, enmarcado no por negros crespones, sino por rojas banderas flameantes. En aquella ocasión por primera vez resonaron en la capital del Perú las cuartetas de la Internacional.

Nuestro Amauta José Carlos Mariátegui, «marxista convicto y confeso», como se había proclamado alguna vez, no fue sólo un proselitista, sino un acérrimo propagandista, un extraordinario organizador, un intelectual proletario, el primer combatiente marxista-leninista militante de nuestra patria. Esto debemos dejarlo bien claro. Y fieles a su legado, debemos seguir luchando para cumplir la misión histórica que nos dejara, la de forjar la sociedad socialista «sin calco ni copia».

Fuentes consultadas

BASADRE JORGE. 1978. Perú, problema y posibilidad. Fundación M. J. Bustamante De La Fuente. Lima, Perú.

BAZÁN ARMANDO. 1959. Mariátegui y su tiempo. Empresa Editora Amauta. Lima, Perú.

COTLER JULIO. 2005. Clases, Estado y Nación en el Perú. Instituto de Estudios Peruanos (IEP). Lima, Perú.

LENIN VLADÍMIR I. 1977 (1921). Con motivo del cuarto aniversario de la Revolución de Octubre. En: Obras escogidas en 12 tomos, t. XII (1921-1923). Editorial Progreso. Moscú, URSS.

MARIÁTEGUI JOSÉ CARLOS. 1925. La escena contemporánea. Editorial Minerva. Lima, Perú.

MARIÁTEGUI JOSÉ CARLOS. 1928. Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana. Editorial Minerva. Lima, Perú.

MARIÁTEGUI JOSÉ CARLOS. 1950. El alma matinal y otras estaciones del hombre de hoy. Empresa Editora Amauta. Lima, Perú.

MARIÁTEGUI JOSÉ CARLOS. 1955. La novela y la vida, Siegfried y el profesor Canella. Empresa Editora Amauta. Lima, Perú.

MARIÁTEGUI JOSÉ CARLOS. 1959. En defensa del marxismo. Empresa Editora Amauta. Lima, Perú.

MARIÁTEGUI JOSÉ CARLOS. 1959. Historia de la crisis mundial. Empresa Editora Amauta. Lima, Perú.

MARIÁTEGUI JOSÉ CARLOS. 1969. Ideología y política. Empresa Editora Amauta. Lima, Perú.

MARIÁTEGUI JOSÉ CARLOS. Carta de fecha 10-01-1927, enviada al escritor Enrique Espinoza (Samuel Glusberg), director de la revista La Vida Literaria (Buenos Aires, Argentina), publicada en su número de mayo de 1930, en homenaje al recién fallecido Mariátegui.

RAMOS JOSÉ CARLOS. 2014. José Carlos Mariátegui La Chira y la lucha por el socialismo en el Perú. Rebelión. 19-04-2014.

ROUILLON GUILLERMO. 1975. La Creación Heroica de José Carlos Mariátegui: La Edad de Piedra. Editorial Arica. Lima, Perú.

ROUILLON GUILLERMO. 1984. La Creación Heroica de José Carlos Mariátegui: La Edad Revolucionaria. Editorial Arica. Lima, Perú.

WIESSE MARÍA. 1959. José Carlos Mariátegui. Empresa Editora Amauta. Lima, Perú.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.