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Martín Almada (1937-2024), maestro, abogado y luchador por la democracia

Fuentes: Rebelión [Imagen: Martín Almada el día que allanó la comisaría de Lambaré, donde se halló el Archivo del terror. Créditos: dominio público]

Martín Almada, maestro y abogado quien logró hallar y develar “los Archivos del Terror” (también conocidos como archivos del Plan Cóndor) falleció este sábado 30 de marzo, a sus 87 años.
Este artículo es un homenaje de las compañeras y los compañeros de Rebelión, a ese luchador, uno de los imprescindibles. Agradecemos a la autora, amiga de Martín Almada, la elaboración de este artículo a nuestra petición.


Martín Almada, persona, héroe de la resistencia, luchador lúcido e incansable, maestro, pedagogo, abogado (en este orden no casual) nacido en Paraguay, que fue y es protagonista de las peripecias de las luchas a favor del pueblo pobre, del pueblo saqueado, del pueblo olvidado de su país ha desaparecido físicamente este sábado 30 de marzo.

En mi hogar, siempre estuvo presente, desde que fue prisionero político inmisericordemente torturado, junto con otros cientos de paraguayos en las infernales comisarías a lo largo y ancho de ese país. País inventado por los imperios de turno, pero padre y madre de los vastos antiguos territorios guaraníes y fundador de la pomposa Buenos Aires y de la ganadería en la un poco más arisca pampa oriental.

Entre los varios reconocimientos que recibió a lo largo de su vida, el 10 de octubre del 2002 se le otorgó el premio Right Livelihood 2002, concedido por la Fundación para el Correcto Modo de Vida, de Estocolmo, Suecia, y considerado como un “Premio Nobel Alternativo”. Reconocido defensor de los Derechos Humanos su lucha trascendió a la sostenida contra la tiranía de Alfredo Stroessner (1954-1989) en el Paraguay, para proyectarse sobre los criminales represores genocidas, secuestradores y torturadores que actuaron durante las dictaduras de los años 70 y 80 en el Cono Sur.

El 22 de diciembre de 1992, Almada, logró obtener la orden para el allanamiento de una comisaría de la ciudad paraguaya de Lambaré, fronteriza con Argentina, a la que ingresó secundado por parlamentarios, fiscales y periodistas, encontrando tres toneladas de documentos militares (más de 700.000 páginas) correspondientes a los archivos del Plan Cóndor: una coordinación secreta entre los aparatos represivos  de las dictaduras suramericanas con el objeto de intercambiar información y prisioneros políticos, destinada a imponer un modelo económico, político social y cultural antipopular, ideada por el ex Secretario de Estado de los EEUU, Henry Kissinger y el dictador argentino Jorge Rafael Videla. Dicha coordinación, también incluyó el secuestro, tortura, apropiación, sustitución de identidad y abandono de bebés y niños pequeños, como represalia y botín de guerra.


Foto: El Archivo del Terror tal como fue hallado. Créditos: dominio público

El develamiento y procesamiento de la información de los archivos del Cóndor, constituye un hecho histórico, de enorme importancia para conocer la verdad, hacer justicia y reparar a las víctimas de esta conspiración.  Gracias a este archivo se han logrado pruebas en múltiples juicios a represores en distintos países de la región, incluyendo a los ex dictadores Augusto Pinochet, Jorge Rafael Videla y Juan María Bordaberry.

Entre los miles de documentos se encontraron las órdenes de “cómo se debían organizar país por país, qué funciones debían cumplir cada uno de ellos y además las fichas de determinados prisioneros que fueron víctimas del Cóndor”, según declaró en una entrevista, su segunda esposa María Stella de Cáceres, quien lo acompañó en todas las etapas que culminaron en el allanamiento. Los ‘Archivos del Terror’ son la colección de documentos más importante jamás recuperada sobre el terrorismo de Estado en todo el continente. Días después del hallazgo, Almada convocó a una comisión nacional para proteger el Archivo.

Foto: El pueblo protegiendo los documentos hallados, que fueron sacados de mano en mano de la comisaría. Almada es el cuarto de izquierda a derecha. Créditos: dominio público

Con la proverbial calma y suavidad del tono de voz paraguayo, decía cosas como las siguientes:

Es claro que las FF.AA. del Cono Sur de América Latina fueron los instrumentos más certeros usados por el imperio de turno para detener el avance social y económico, destruyeron el sindicalismo, el sistema educativo y disolvieron las organizaciones populares. Recuerdo que fui objeto de un juicio extrajudicial en manos de militares del Cono Sur (Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay) en diciembre de 1974. Hoy llegamos a la conclusión que no fueron los rebeldes […] los que crearon problemas a América Latina, son los problemas del mundo los que crearon los auténticos rebeldes”.

Se demostró que el Plan, acordado en la Conferencia de Ejércitos Americanos reunida en Santiago de Chile en 1975 fue una red secreta de Inteligencia y contrainsurgencia entre las dictaduras de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay para el intercambio de información y personas, incluyendo secuestros y asesinatos. Tuvo su origen en la cooperación bilateral entre las fuerzas militares y policiales en el marco de la Guerra Fría y la política de Estados Unidos en la región.

En el Juicio de Roma (culminado con condenas a represores de cinco países del Cono Sur en 2021) se pudo comprobar esta coordinación no solamente en las cúpulas político-militares, sino también entre los mandos medios, con poder de decisión y ejecución. Almada aportó documentación proveniente de los Archivos del Terror, que fueron suficientes para condenar a represores de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile y Uruguay. Por otra parte, Carlos Osorio, Director del Proyecto Cono Sur de la Universidad George Washington presentó ante el Tribunal algunos resultados de su investigación sobre el Archivo del Terror, encontrado en la Sección Producciones de la Policía Nacional de Paraguay, en Lambaré, que guió otras pesquisas sobre materiales desclasificados en los EEUU, en los que se hallaron documentos del Departamento de Estado de Estados Unidos, el FBI, la CIA y el Pentágono relativo a violaciones a los derechos humanos cometidas por agentes de seguridad de los países involucrados en el Plan Cóndor, en especial uno, fechado el 26 de julio de 1976. Aportó 37 documentos desclasificados del Departamento de Estado de Estados Unidos y de las embajadas de Estados Unidos en Montevideo, Caracas y Ciudad de México sobre Elena Quinteros, así como documentos que proporcionan nombres de detenidos en Buenos Aires, entre ellos los de los líderes sindicales Gerardo Gatti y León Duarte y el del senador Zelmar Michelini. Es el primer documento oficial que involucra a la política exterior de Estados Unidos, junto con otros, hallados a partir de los Archivos del Terror, que confirma el accionar y los contactos entre las fuerzas represivas de la región.

En esos archivos también fueron encontradas las fichas de uruguayos actualmente detenidos desaparecidos como Nelson Santana Scotto, Gustavo Inzaurralde y Carlos Bonavita Espínola, entre otros.

A través de esos documentos, Paraguay ha contribuido al avance de los juicios contra genocidas en otros países, aportando pruebas a jueces de Francia, España, Italia, Suiza, Chile y Uruguay.

En palabras de Martín:

¿Qué fue la Operación Cóndor? “Fue un pacto criminal entre Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Uruguay y Paraguay. El Cóndor dejó más de 100.000 víctimas del 75 al 85. La clase pensante de América Latina se cortó del 75 al 85. Donde hay un juicio a la Operación Cóndor, yo estoy allí. Con los papeles de ellos, escritos por ellos, descubiertos por nosotros, las víctimas”.

En junio de 2023, el Senado de Paraguay declaró de «interés nacional para la memoria histórica» estos archivos y reconoció a Almada y al Juez José Agustín Fernández, quien hizo lugar a la orden de allanamiento de la Comisaría de Lambaré, por “sus invaluables aportes para la recuperación, protección y puesta en valor” de los Archivos del Terror.

“Tenemos que seguir trabajando, aunque describir la verdad, abrir archivos y difundirlos sea peligroso”, manifestó Almada en aquella ocasión durante su discurso de agradecimiento.

Biografía

Martín Almada nació el 30 de enero de 1937 en una familia de modestos ingresos en Puerto Sastre, Alto Paraguay, Chaco, una de las zonas más extensas y menos pobladas del Paraguay. Aunque se vio obligado a trabajar desde una edad temprana, se licenció en derecho en 1968 y obtuvo un doctorado en Ciencias de la Educación en 1972. Creció, estudió, fue docente rural y trabajó en la ciudad de San Lorenzo, donde desde muy joven promovió iniciativas culturales, sindicales y políticas de amplia repercusión social. Fue el primer paraguayo en obtener un Doctorado en Ciencias de la Educación por la Universidad Nacional de La Plata, Argentina, en 1974, y se desempeñó como docente en la Facultad de Agronomía y Veterinaria de la Universidad Nacional de Asunción y en la Universidad de La Plata, Argentina.

Creó el Instituto Juan Bautista Alberdi, que propició el acceso a la educación a su pueblo, y lo dirigió junto a su esposa, Celestina Pérez, de 1959 a 1974.

Junto con otros docentes, transformó el instituto en cooperativa y aplicó una estrategia que posibilitó la participación democrática, la autogestión y la educación socialmente productiva.

Su actividad sindical, la experiencia del instituto que creó y la presentación de su tesis, que analizó la realidad social y educativa del país desataron la persecución por parte de la dictadura stronista. Por su tesis doctoral, Paraguay, educación y dependencia, las autoridades militares lo tildaron de «terrorista intelectual». Detenido ilegalmente, el 26 de diciembre de 1974, Almada sufrió tortura, viudedad, desposesión y exilio. Fue encarcelado en calabozos policiales y en el Campo de Concentración de Emboscada por el régimen stronista, y torturado durante tres años, entre 1974 y 1978. Siguió reivindicando hasta el día de su muerte, justicia para las víctimas de una de las dictaduras más largas de América Latina.

Su esposa fue obligada a escuchar por teléfono, diariamente las sesiones de tortura a la que fue sometido, se le enviaba la ropa ensangrentada y rasgada del preso con la orden de que la lavara, zurciera y devolviera, para volver a repetir la orden día tras día. A consecuencia de las torturas psicológicas a las que fue sometida, su esposa Celestina Pérez de Almada, falleció.

Le hicieron escuchar a mi esposa mis llantos, mis alaridos durante los días de tortura. Al décimo día le dijeron que el maestro subversivo había fallecido y le dio un infarto. Ni un solo médico se animó a llegar a la casa, ella murió por falta de atención médica. Ella murió de dolor y a mí me dijeron que se había suicidado”.

Luego de una prolongada huelga de hambre, fue liberado con el apoyo de instituciones como el Comité de Iglesias y Amnistía Internacional.

Se asiló con su madre y sus tres hijos en Panamá, donde se desempeñó como investigador. Escribió su libro  Paraguay: la Cárcel Olvidada, el País Exiliado,  sobre sus experiencias en prisión, que se publicó en 1978 y tuvo un enorme impacto en los círculos internacionales de derechos humanos. En 1986 publicó un libro de poemas, escrito en gran parte en prisión.

Se incorporó a la UNESCO en París, trabajando en la división de educación ambiental, donde tenía responsabilidad sobre proyectos de desarrollo rural en África y América Latina.

Durante su exilio, hizo campaña incansable sobre cuestiones de derechos humanos. Tras la caída de la Junta Argentina realizó varias visitas a Argentina para hablar sobre derechos humanos y sus teorías educativas. En 1991 también publicó su libro  Paraguay: Proyecto Nacional  para contribuir a la fundación de una nueva constitución.

Algunas de sus obras fueron escritas bajo los seudónimos M. Zuñiga y José de Antequera, además de en su propio nombre.

En mayo de 1989 Almada llevó su propio caso de encarcelamiento y el asesinato de su esposa ante la justicia. Pero la Fiscalía General del Estado paraguayo no dio curso a su petición.

En 1992 dejó su trabajo en la UNESCO y regresó definitivamente a Paraguay. Su principal preocupación era conseguir que se hicieran públicos los documentos de la dictadura sobre la represión y la tortura. Con ahorros personales obtenidos como empleado de la UNESCO creó, con María Stella Cáceres, la Fundación Celestina Pérez de Almada, en memoria de su primera esposa. Cáceres, periodista profesional, historiadora y socióloga argentina, actualmente dirige el Museo de Las Memorias: Dictadura y Derechos Humanos, impulsado por la Fundación mencionada. Ha acompañado desde 1985 a Almada, en la lucha desde el exilio, la resistencia y contra la impunidad.

Foto: Martín Almada y Estela Cáceres. Créditos: dominio público

El objetivo de esta fundación era «luchar contra la pobreza y por la protección del medio ambiente», y su programa principal, UNIBANCOOP, tiene cuatro áreas de trabajo: Economía y Solidaridad, Ciencia y Tecnología Ambientalmente Apropiadas, Educación Alternativa y Derechos Humanos. El trabajo educativo se realiza a través de dos proyectos: uno de alfabetización a través de una red nacional creada por la fundación y un proyecto de Educación con Producción en el Espacio Rural. El trabajo del proyecto de tecnología y medio ambiente se lleva a cabo a través de un proyecto de uso de energía solar para el desarrollo alternativo y hasta ahora se ha centrado en el uso de espejos parabólicos para la cocina solar.

A nivel nacional paraguayo, Almada ha recibido varios premios incluido el de ‘Hombre del Año, 1992’ de la Televisión Nacional. El Gobierno francés le confirió en 1997, el Premio de Derechos Humanos, en reconocimiento a su hallazgo de los Archivos del Terror de la Operación Cóndor.

Cómo se produjo el hallazgo

Cuando Almada luego de derrocado Stroessner, vuelve al Paraguay, pide a las autoridades sus antecedentes. Quería saber cómo murió su esposa y por qué lo torturaron en su propio país, militares extranjeros.

…fui llevado ante un tribunal militar. Había agregados militares elegantemente vestidos y la mayoría usaban anteojos negros. El primero que me torturó fue un coronel chileno que quería saber mis vínculos con los subversivos de su país, donde yo había estudiado. Luego un argentino. Los fui conociendo por su acento”.

La Policía paraguaya le contestó que él no tiene antecedentes, y que nunca estuvo preso. Pidió acceso a los archivos.

Tras una larga y constante búsqueda de 15 años para probar con documentos que había sido torturado durante la dictadura de Stroessner en la década del 70 y que obligaron a su esposa a escuchar las grabaciones de su sufrimiento, Almada, acompañado del juez José Agustín Fernández, se trasladó hasta una estación de Policía en ruinas en Lambaré, orientado por una colaboradora anónima hasta el lugar, y se encontró con documentos en los que constaban las torturas y otras atrocidades cometidas por el régimen militar de Stroessner.

El 22 de diciembre (de 1992), descubrimos con el apoyo de la Justicia y la prensa nacional e internacional, tres toneladas de documentos, los llamados Archivos del Terror de la Operación Cóndor. En el mismo momento de su descubrimiento, se decidió su inmediato traslado al edificio de los tribunales de justicia. Desde entonces, nos esforzamos sin descanso por salvaguardar físicamente el archivo y, al mismo tiempo, por facilitar a los historiadores el acceso a su documentación”.

Foto: Tomando conocimiento de los contenidos de los archivos. Créditos: Archivo ÚH.

Después de 15 largos años de investigar, “recibo una llamada de una mujer que me dice: sus papeles no están en la central de Policía, están fuera de Asunción, y me trae un plano… Y así fue cómo el 22 de diciembre de 1992 encontramos tres toneladas de documentos y el acta de nacimiento del Cóndor.” El archivo del Plan Cóndor es crucial no sólo para Paraguay sino para toda América Latina y, de hecho, para el mundo. En el Archivo, Almada encontró su propio expediente detallando su encarcelamiento y torturas, que el Gobierno paraguayo siempre había negado. Al cabo de una semana, había convocado una comisión nacional para proteger el Archivo.

Martín Almada en el vientre del Cóndor

Yo era director de una escuela primaria y llevaba a la práctica la pedagogía de Paulo Freire, que unió marxismo y cristianismo en su modelo. Por eso yo fui torturado durante 30 días, me quemaron los ojos, me aplicaron shock eléctrico en los testículos, me dieron de comer material fecal y orina una semana. Me destruyeron físicamente esta gente.

Estuve 1.000 días de cárcel en cárcel, he visto a más de 1.200 torturados. Recuerdo con mucho dolor hasta la fecha cómo a un anciano lo torturaron tanto, un señor de 80 años, le rompieron toda la cabeza, por el delito de tener una Biblia que le había dado supuestamente un cura teólogo de la liberación. ‘¿Cuál fue mi delito? Leí un libro.’

Aquí la tortura era a cara descubierta, nos conocíamos todos. Detuvieron conmigo a un comisario por no delatar a su hijo y él sabía los nombres de todos ellos y me dijo: quien te torturó se llama coronel Jorge Oteiza López, estamos en las garras del Cóndor. Es la primera vez que yo escuché la palabra, estando en el vientre del Cóndor”.

Esta es parte de una entrevista que concedió el doctor Almada a una agencia internacional de noticias, en uno de los lugares donde estuvo detenido -hoy museo- durante la cual él y su esposa Estela de Cáceres, analizaron el presente de aquel momento, que todavía hoy se mantiene en la mayoría de los aspectos abordados por ellos, lamentando que la paraguaya sea “una sociedad complaciente con sus ladrones y verdugos, pero implacable con sus soñadores”.

Estado actual de los aportes del Archivo del Terror en el Paraguay

Tanto el hallazgo como el reconocimiento de las víctimas no fueron obra del Estado Paraguayo sino de los grupos de derechos humanos. “Paraguay no ha honrado a las víctimas. Lo que se ha logrado en cuanto a avances ha sido por influencias, por decisión y por trabajo de organizaciones sociales y defensores de los derechos humanos. Somos nosotros los que creamos la Comisión de la Verdad y los que hicimos los Tribunales éticos e investigamos” indicó Cáceres. La importancia de este hallazgo es enorme y no ha sido valorado por la justicia nacional pese al caudal probatorio inmenso pero si ha sido aprovechado por otros países y por las víctimas y organizaciones que han podido llevar a cabo otros juicios” afirmó.

Ella precisa que “como historiadora, no hablo de ‘descubrimiento’: hablo de campaña, fue un hallazgo en la campaña contra la impunidad. Y al hablar de campaña hablo de la totalidad de su vida y de su lucha. Porque no fue la lotería, no fue una sorpresa, fue la empecinada lucha por encontrar la verdad sobre la muerte de su esposa, sobre todas las desgracias, los desaparecidos y los compañeros de lucha con los que convivió y con los que estuvo”.

Asimismo, destacó el aporte de esos documentos en el proceso del Juez español Baltasar Garzón contra el dictador chileno Augusto Pinochet. En el caso paraguayo, Cáceres declaró que el hallazgo sirvió para que el gobierno del General Andrés Rodríguez (1989-1993, quien derrocara a su consuegro Stroessner) firmara tratados internacionales (buscando tomar distancia del mismo) y ratificara el respeto a los derechos humanos que los documentos encontrados constatan que fueron violados por la dictadura de Stroessner. “Fue tan grande esa ruptura que el gobierno se vio obligado a ratificar el pacto de San José de Costa Rica, la Convención de Derechos Humanos para que pudiera entrar en vigencia a nivel nacional”, dijo Cáceres.

“Los archivos han permitido a España, Francia, Italia, Argentina o Chile investigar el Cóndor. En Paraguay estamos esperando que reaccione la Justicia, que investigue y sanciones a estos criminales, a estos genocidas,” dice Almada.

“Se fue Stroessner y los que fueron funcionarios de la dictadura pasaron a ser funcionarios de la democracia. Aquí no hubo castigo. La Policía hizo el trabajo sucio pero los autores morales e intelectuales fueron los militares y ellos siguen impunes. Ellos no entregan sus archivos. Y además el régimen pudo subsistir gracias al apoyo del empresariado, los nuevos ricos, los barones de Itaipú, ellos andan libres y se llevaron millones y millones de dólares” agrega.

Aunque el gobierno ha admitido la deuda de restitución de los bienes robados por la dictadura, “se llevaron 5.000 millones de dólares pero hasta la fecha ni un fiscal ha iniciado una investigación, ni un sólo fiscal de derechos humanos ha visitado el “archivo del terror”.”

Al cabo de un mes del hallazgo de los documentos del Plan Cóndor, el gobierno había ratificado una convención aprobada por el Congreso Nacional dos años antes. Se encontraron más archivos (algunos enterrados) en comisarías de policía.

Sin embargo, el gobierno siguió dando largas a la tarea de llevar ante la justicia a los violadores de derechos humanos. En 1994, Almada creó la rama paraguaya de la Asociación Americana de Juristas y organizó una serie de tribunales contra los principales criminales, empezando por el general Ramón Duarte Vera, que había sido jefe de policía de Stroessner y era considerado el principal torturador del régimen.

Duarte vivía entonces cómodamente como embajador de Paraguay en Bolivia. Después de escuchar a muchos testigos de tortura y asesinato, el Tribunal lo condenó y, aunque esta sentencia no tenía fuerza legal, las pruebas fueron tan abrumadoras que posteriormente fue llamado por el gobierno, juzgado y sentenciado a 16 años de prisión junto al ex jefe del Departamento de Investigaciones, Pastor Coronel. En 1996, Almada fue el principal impulsor del establecimiento de un Centro para la Rehabilitación de Víctimas de la Tortura en colaboración con el Centro Internacional de Dinamarca (Premio Right Livelihood en 1988).

Posteriormente, también salieron a la luz casos importantes, como las negociaciones por las grandes represas de Itaipú y Yaciretá, y las tierras mal habidas –o apropiación de tierras– por parte de miembros del régimen dictatorial y extranjeros. Se trataba de tierras públicas que debieron estar sujetas a la ley de reforma agraria, la cual, hasta el día de hoy, no se ha cumplido.

Según Almada, “Stroessner ya no está, pero mucha gente que se beneficia con la dictadura sigue aún en el poder. Esa es la razón por la que no hay justicia por los crímenes que se cometieron entonces”.

En 2013, algunos sobrevivientes paraguayos de la represión hicieron una nueva presentación ante tribunales argentinos, a partir de los avances del país vecino en la investigación de los crímenes de lesa humanidad, y apelando al principio de “jurisdicción universal” que rige para este tipo de delitos. El juez argentino que entiende en la causa exhortó a la justicia paraguaya para que responda.

Paraguay hoy: logros y deudas

“De 1989 a esta parte hemos dado saltos cualitativos”, reconoce Almada. La sanción de la Constitución de 1992 que incorpora la figura de Hábeas Data, permitió iniciar una investigación respaldada por el juez José Agustín Fernández, que nos permitió acceder a los ‘Archivos del Terror’. El hallazgo de esa documentación, categorizada desde 2009 por la UNESCO como ‘Memoria del Mundo’, y disponible para su consulta pública en el Palacio de Tribunales de Asunción, es tremendamente importante”.

La apertura del Museo de las Memorias en el ex centro de detención conocido como ‘La Técnica’ y la enseñanza de la historia reciente en las escuelas son otros importantes logros registrados por Martín Almada. “Asimismo es de destacar el trabajo de la Comisión de Verdad y Justicia en la investigación de los crímenes de la dictadura. Funcionó entre 2004 y 2008 concluyendo con un informe que reúne el testimonio de miles de víctimas sobre las violaciones a los derechos humanos durante el régimen stronista. Fue una iniciativa ciudadana canalizada por el colectivo “Mesa Memoria Histórica” que contó con el apoyo de organizaciones internacionales de Derechos Humanos decisivas en el fortalecimiento de la democracia”.

Entre los principales asuntos pendientes destaca que “la falta de castigo a los culpables hace que se sigan viviendo en un clima de impunidad y corrupción que genera más injusticia. Hay que recuperar para el Estado los bienes apropiados por dictadores e indemnizar a las víctimas con el dinero de los ladrones. Debe castigarse a los asesinos de la dictadura, pero también a los funcionarios de la democracia que no se están encargando de juzgarlos”. Los programas de estudio de las escuelas militares y policiales son otro asunto pendiente para Almada. “Siguen siendo formados para vigilar, torturar y matar. En nuestras comisarías se siguen practicando torturas. Hay que intervenir e incluir materias sobre los Derechos Humanos, también en las universidades. Desde la Facultad de Derecho, donde se forman los brazos ejecutores de la justicia como los abogados, jueces y fiscales, nunca se manifestaron en contra de la dictadura. Eso es preocupante, no hay conciencia de nuestro trágico pasado”.

Pero la cuestión fundamental que sigue sin resolverse es para Almada “el derecho de los habitantes rurales a acceder a la tierra. La Reforma Agraria, consagrada en la Constitución Nacional, sigue sin concretarse un favor de los pobres. En cambio, es escandaloso el desarrollo de la ganadería y agricultura extensiva, latifundios muchas veces en manos extranjeras y uso constante de agrotóxicos, destrucción de la masa forestal e consecuencias impensables en la mayor riqueza del país: el acuífero guaraní”.

Invito a salir de las burbujas de las riquezas y consumismo. Estas observaciones me permiten decir desde hace tiempo que el Cóndor sigue volando porque cada día se escuchan discursos amenazantes, acciones injerencistas, medidas económicas discriminatorias que conducen al odio y la represión en todos los frentes”, afirmaba.

Al preguntársele cómo concibe que herederos de Stroessner ocupen cargos, contesta:

Goli Stroessner es un senador “mau”, falso. Que el nieto de un asesino llegue a ser senador en este país es la prueba de que en Paraguay tenemos una memoria muy corta”.

La impunidad genera más represión y más corrupción. Por eso debemos luchar por la justicia, porque la vida está en el camino hacia la justicia”.

En aquel cuerpo menudo, de andar suave y delicados modales, uno no sabe de dónde sale tanta energía. En los últimos años, Almada se había dedicado a buscar para su rescate, la memoria y testimonios de familias paraguayas esparcidas por la diáspora resultado de persecuciones que incluyeron, asesinatos, desapariciones, detenciones y tortura de alguno de sus miembros, pobreza e indefensión, que los llevó a emigrar especialmente a la Argentina, territorio que recorrió tenaz e incansablemente a pesar de su avanzada edad y de algunos delicados problemas de salud que padecía. En 2019, la jueza Alicia Pedrozo Berni hizo lugar al recurso de amparo solicitado por Almada tras haber sido rechazado su pedido de información sobre la Mansión Stroessner por parte de la Municipalidad de Asunción. Almada consideraba que el predio es un bien malhabido ubicado en el barrio Madame Lynch, uno de los más cotizados de la ciudad, que podría ser aprovechado para la constitución de un local público denominado Universidad de los trabajadores en compensación al daño moral torturas y otros crímenes que cometió la dictadura stronista contra niños y jóvenes campesinos, estudiantes y trabajadores, y miembros de familias campesinas, de trabajadores e intelectuales, así como de miembros de las iglesias del Paraguay.

La dictadura de Stroessner, según datos de la Comisión de Verdad y Justicia publicados en 2008, dejó una secuela de 425 desaparecidos o ejecutados, unas 20000 detenciones y el exilio de 20814 paraguayos. De los 448 presuntos responsables de crímenes cometidos durante la dictadura, muchos de lesa humanidad, solo ocho fueron procesados, todos entre 2000 y 2008, según la Mesa de la Memoria Histórica. Se estima que entre 350000 y medio millón de paraguayos emigraron en ese periodo.

La lentitud y la mezquindad del sistema judicial han sido fundamentales para el deterioro de la libertad de prensa. Ha permitido a los medios y a sus dueños ejercer un monopolio que hoy está vinculado a la corrupción y la narcopolítica.

Actualmente, declara su viuda, “tenemos esa gran tarea, la libertad de Assange, la libertad de expresión, y el tema de la libertad del pueblo palestino. Todo lo que sea por la paz, por las libertades, por los derechos humanos”.

“Esa ha sido siempre mi bandera antes de unirme a su vida y ha sido la bandera que hemos compartido y seguiremos, y la que nos da fuerza para continuar, porque es un tiempo tan difícil que uno no puede sentarse a llorar. Hay que actuar, hay que salir a las calles, hay que promover las expresiones y defender las culturas, y defender nuestras raíces, y defender nuestra causa mayor que es el planeta, la Tierra. ¿Qué más se puede decir? Él nos seguirá alentando, alentando desde todo punto de vista. Nos deja una tarea inmensa y seguiremos así”, concluye María Stella Cáceres.

Fuentes consultadas

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.