El 11 de agosto de 1997, una declaración de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA) publicada en la prensa de Miami proclamaba «el apoyo incondicional» de esta organización a las acciones terroristas que, pretendía el documento, habían provocado «elementos altamente organizados dentro del país, quizás dentro de las propias fuerzas armadas». Trece años más tarde, […]
El 11 de agosto de 1997, una declaración de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA) publicada en la prensa de Miami proclamaba «el apoyo incondicional» de esta organización a las acciones terroristas que, pretendía el documento, habían provocado «elementos altamente organizados dentro del país, quizás dentro de las propias fuerzas armadas».
Trece años más tarde, la extrema derecha de Miami quiso realizar una operación similar, esta vez en Venezuela, según lo que reportó TeleSur al informar de las primeras declaraciones del terrorista salvadoreño Francisco «El Panzón» Chávez Abarca, después de su arresto en Caracas, denunciando al terrorista internacional Luis Posada Carriles.
En 1997, este mismo salvadoreño, contratado por Posada, no solo vino a Cuba donde realizó tres atentados, sino que organizó la serie de explosiones provocadas por su compatriota Ernesto Cruz León que causaron la muerte del joven turista Fabio di Celmo, el 4 de septiembre de este año, así como reclutó, entrenó y mandó a La Habana a varios otros mercenarios.
Cuando en los años 60, la CIA implementó el concepto maquiavélico de las «operaciones autónomas», al origen de una interminable lista de acciones terroristas, el gobierno norteamericano dio patentes de corso al contingente de mercenarios cubano-americanos que entrenaba en función del derrocamiento del gobierno revolucionario de la Isla.
La conspiración de 1997 para sembrar el terror en Cuba se genera, con la evidente aprobación de la inteligencia norteamericana, en las propias oficinas de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), creada en septiembre de 1981 bajo orientación del dúo Reagan-Bush, por el agente CIA Jorge Mas Canosa, alumno al igual que Posada de la academia del terror de Fort Benning.
POSADA, DE FANA, POLEO & CO.
Desde entonces, la mafia de Miami se amplió con toda una pandilla de venezolanos que hicieron de la oposición al Presidente Hugo Chávez su negocio, tal como lo hicieron a partir de 1959 los cómplices de la dictadura de Fulgencio Batista, con el apoyo abierto como oculto de las distintas administraciones norteamericanas que se sucedieron.
A finales de febrero 2009, a iniciativa de Posada y de Angel De Fana Serrano, se reunieron públicamente en Miami terroristas y mafiosos cubanoamericanos con golpistas venezolanos encabezados por Patricia Poleo y militares venezolanos traidores, sin intervención alguna del FBI.
De Fana es un connotado terrorista quien formó parte en1997 de un complot arreglado por Posada para asesinar al presidente cubano Fidel Castro en la Cumbre Iberoamericana celebrada en la isla venezolana de Margarita.
Se encontraba en primera fila de esa reunión conspirativa, Patricia Poleo, prófuga de la justicia venezolana por haber conspirado para asesinar al fiscal Danilo Anderson.
Calificada como agente estrella de la CIA por las acciones contra Venezuela que manejó desde Estados Unidos, la hija del editor millonario Rafael Poleo (un viejo conocido de la mafia cubano-americana) mantiene desde que se radicó en Miami, enlaces a la vez con los terroristas cubanos, la derecha colombiana y su familia golpista venezolana, y se encuentra detrás de distintas operaciones realizadas con la complicidad de la embajada norteamericana de Caracas contra la Revolución bolivariana.
Entre los conspiradores venezolanos que participaron en la reunión, se observó nada menos que a quien fungió como edecán de Pedro Carmona en el golpe de estado contra el presidente Chávez en el 2002, el coronel del ejército Gustavo Díaz.
También se manifestaron el capitán traidor de la Guardia Nacional Javier Nieto Quintero, vinculado en el 2004 a un caso de paramilitares colombianos, y el teniente José Antonio Colina Pulido, responsable de atentados con bombas contra oficinas diplomáticas de España y Colombia en Caracas en 2003.
A esta tropa, se suma el ex comisario de la DISIP Joaquim Chaffardet, también radicado en la Florida, en casa de quién se incautó eb marzo del 2009 algunos explosivos así como material relacionado con el caso del atentado contra el avión de Cubana destruido en vuelo en 1976.
Chaffardet es este mismo «abogado venezolano» que utilizaron los defensores de Luis Posada Carriles en El Paso para obtener del juez de inmigración William Lee Abbott una orden para que su cliente no sea extraditado a Venezuela.
Chaffardet y el terrorista miamense Nelsy Castro Matos figuran entre los más cercanos colaboradores de Posada cuando fue enviado a Venezuela en 1967 por la Agencia Central de Inteligencia norteamericana como asesor de la DIGEPOL, luego convertida en DISIP. Bajo el apodo de «Comisario Basilio», secuestró, torturó, ejecutó y «desapareció» durante más de siete años a decenas de presos.
Por otro lado, varios terroristas cubanos que radicaron durante décadas en Venezuela estuvieron en constante contacto con Luis Posada Carriles en los últimos años, entre ellos Nelly Rojas, que actuó de secretaria del asesino, su marido Pedro Morales, Salvador Romaní y Ricardo Koesling.
UN APARATO INFERNAL CON NUMEROSAS RELIQUIAS
Desde Miami, Posada y su pandilla de asesinos han logrado desde rato-con la inercia cómplice de las autoridades-reactivar su maquinaria infernal, con la complicidad de varios su personal de siempre, bien conocido de los órganos estadounidenses de inteligencia.
Según distintas fuentes, está señalado como cómplice de la red centroamericana de Posada el ex jefe de operaciones de la Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención (DISIP) Henry López Sisco, denunciado en Venezuela como responsable de masacres ocurridas en ese país en los años 70 y 80, .
Torturador y asesino de la policía secreta bajo Carlos Andrés Pérez, López Sisco está vinculado a una larga sucesión de asesinatos, desapariciones y abusos desencadenados en los años 70 para eliminar a grupos de jóvenes rebeldes. Orientó las reuniones que tuvieron lugar entre representantes policíacos del gobierno de Carlos Andrés Pérez y el Jefe de la DINA de Pinochet, en agosto de 1975.
Organizó, el 12 de abril del 2002, en Caracas, con Salvador Romaní y Ricardo Koesling, el asalto a la Embajada de Cuba mientras se desarrollaba el fracasado golpe contra Chávez.
Pertenece a la misma red cubanoamericana, el terrorista Francisco Pimentel, cómplice de los atentados de La Habana de 1997; Hermes Rojas, quien estuvo torturando con Posada en El Salvador.
Sin mencionar al golpista Alejandro Peña Esclusa , hoy jefe de UnoAmérica, la organización fascista latinoamericana, promovida por ex militares de la Operación Condor y cómplice de acciones terroristas.
En El Salvador, Peña Esclusa estuvo asesorando a ARENA -, el partido asesino de Monseñor Oscar Arnulfo Romero.
Peña ha sido también denunciado como conspirador en relación con el reciente intento de asesinato del presidente boliviano Evo Morales por la cofradía de neonazis que domina a la localidad de Santa Cruz.
«AHORA Sí LE CAYÓ COMEJEN AL PIANO»
Muchísimos elementos del complot que llevó a la muerte del joven Fabio Di Celmo han salido a la luz desde entonces y todos demuestran que la campaña terrorista de 1997, incluyendo al asesinato de Fabio Di Celmo, nació de la inmunidad otorgada por las autoridades norteamericanas a los terroristas cubanoamericanos radicados en Estados Unidos.
Sin embargo, el FBI no saco lección alguna del pasado. Sigue encubriendo al terrorismo de extrema derecha latinoamericano – al servicio del fanatismo de las oligarquías – que encontró en Miami un santuario.
Con el arresto en Venezuela del brazo derecho de Posada Carriles, la historia le pasa la cuenta a quienes no supieron entender las lecciones del pasado.
Comentaba un observador de la fauna de Miami, al enterarse de las declaraciones del «Panzón» apuntando a Posada: «Ahora sí le cayó comején al piano «.
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