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En torno a los funcionarios portugueses

Miente, insulta, degrada (lo público)… que algo (neoliberal) queda

Fuentes: Rebelión

«Venga Francisco o Cristiano, el funcionario se va de fiesta», una nota de Javier Martín publicada en el global-imperial-ultraneoliberal el pasado jueves [1], es uno de los artículos más insidiosos que una ha leído en años, en muchas años. Vomita odio hacia lo público (indirectamente hacia el gobierno de izquierda portugués) desde la primera letra […]

«Venga Francisco o Cristiano, el funcionario se va de fiesta», una nota de Javier Martín publicada en el global-imperial-ultraneoliberal el pasado jueves [1], es uno de los artículos más insidiosos que una ha leído en años, en muchas años. Vomita odio hacia lo público (indirectamente hacia el gobierno de izquierda portugués) desde la primera letra hasta la última. No exagero. Veámoslo.

Venga Francisco, venga Cristiano, señala don Martín que debe cobrar su buen salario al servicio de la troika dominante en El País, «a efectos de los funcionarios portugueses da lo mismo: ellos tienen fiesta». La bromita, el primer latigazo ya de entrada. Según los últimos datos del INE, continúa, «el trabajador privado gana 957 euros mensuales, frente a los 1.451 euros del trabajador público, es decir, un 34% menos», pero en cambio, añade, «trabaja un 16% más, 42 horas semanales, frente a las 35 horas del funcionario». Aparte del cálculo erróneo del segundo porcentaje y de que sería conveniente contrastar los datos facilitados (que son valores medios por otra parte), ¿de qué se trataría?, ¿qué piensa una, cualquiera de nosotras, ante esta situación? Obviamente, vindicar para la trabajadora o trabajador de la empresa privada unas mejores condiciones, una reducción del tiempo de trabajo y un aumento de su salario. Elemental querida señora de Wtason.

Pero no, Martín sigue con el acoso y derribo (indirectamente también al gobierno como antes decía). Las ventajas, afirma inconsistentemente, aumentan día a día. ¿Día a día? Con la próxima visita del Papa, señala, «los días 12 y 13 de mayo, los funcionarios podrán tomarse tolerancia de ponto, o sea, fiesta». De nuevo la fiesta. La visita cae en viernes y sábado, por lo cual, señala, «el fervoroso funcionario bien podría asistir al acto principal de Francisco, la misa del sábado, sin necesidad de guardar fiesta 24 horas antes». Pero no, vuelve de nuevo a usar el látigo, «por si acaso el Gobierno les ha dado permiso el viernes, que se suma a otros días que le otorga graciosamente». Para disfrutar de carnavales, «para bajar la digestión al día siguiente de la Navidad», señala, porque llega el Papa, porque llegan los futbolistas de la selección con una copa de más, etc. Otorgar graciosamente es, a lo mejor, haber conseguido con luchas y organización conquistas obreras. Los ejemplos dados -carnavales, cuidar la digestión, fútbol- pretenden arrojar más porquería a la ya lanzada. Por lo demás, ¿qué hay de malo en disfrutar de los carnavales?

Pero la cosa sigue. Pase lo que pase, afirma con toda la imprudencia del mundo, «el funcionario portugués tiene fiesta». Cosa falsa evidentemente. «Y si le toca trabajar y va, también le darán fiesta». Al empleado público, añade, «también se le dan días de premio por alto rendimiento, que consiste, fundamentalmente, en ir al trabajo los días que no tiene fiesta». ¿Observan la perspectiva, el desprecio, la desconsideración, la argumentación falsaria? ¿Esto es un ejemplo de periodista informado y crítico opinando?

Conclusión, no se la pierdan: tantas ventajas para el funcionariado están creando en la sociedad portuguesa una animadversión hacia el asalariado público cada vez mayor que él mismo, don Martín-País, por supuesto, abona, extiende y difunde. «La desigualdad se agranda entre ellos, a quienes le llueve el salario del cielo pase lo que pase, y el privado, que ve su sueldo pender de un hilo». ¡Llueve el salario del cielo pase lo que pase! ¿Cómo se puede escribir así, de esa forma?

Martín-País continúa y da el toque final: «Si además le dan fiesta al mientras que el privado se tiene que coger un día de sus vacaciones para cuidar a los hijos porque le han cerrado la escuela pública, la brecha social del país se agudiza, pero no entre izquierdas y derechas, o unas clases altas o bajas, sino entre trabajadores públicos y trabajadores privados». ¡La brecha social, la lucha de clases, no se da entre clases trabajadoras (trabajen en la Administración o en la empresa privada) y las clases dominantes sino entre trabajadoras privadas y trabajadoras de la Administración, entre trabajadores P y trabajadores A! ¡El nuevo Manifiesto de Martín y País! (Por cierto, ¿qué será eso de «clases bajas»? ¿Quién es aquí bajo, quién se comporta con bajeza?)

Remata don Martín de la forma siguiente, por si faltara alguna estocada: «En una encuesta de la radio TSF, que debatió el día de permiso al funcionariado por la llegada del Papa a Fátima, el 76% de los oyentes se decantó en contra pese a que la mayoría se declaró católico». ¿Y? ¿Que pudo ser un error ese día festivo concedido? Tal vez. ¿Que un sector del funcionariado portugués podría ser más diligente? Tal vez también. ¿Pero a qué viene, este es el punto, en qué cabeza no-neoliberal cabe construir un enfrentamiento ficticio entre trabajadoras y trabajadores? ¿Para qué? Pues para abonar la perversa y falsa idea de que lo privado es siempre mejor, más efectivo, más moderno, más europeísta, más del siglo XXI, más controlador.

¿Les suena la música y también la letra? Seguro que sí, lo hemos vivido y leído miles de veces. Mientras tanto, vale la pena remarcarlo, es evidente la UE que algunos defienden: más palo para las y los trabajadores, sea cual sea la falsa excusa que les venga en una mente neoliberal incorregible. ¡Todo vale, toda confusión, toda bromita viene bien, para romper, disminuir o liquidar las condiciones laborales conseguidas tras grandes luchas y esfuerzos! Sobre todo, aunque se hable poco de ellas, de las trabajadoras.

Nota

1) http://elpais.com/elpais/2017/05/10/opinion/1494428060_627291.html

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.