1. Migraciones irregularizadas y control de las movilidades transfronterizas Uno de los rostros más excluyentes de la globalización neoliberal y su creciente desigualdad son las migraciones forzadas internacionales, que frecuentemente se dirigen desde el sur hacia países del norte global. Estas movilidades humanas transfronterizas e irregularizadas son producidas por múltiples procesos. Por un lado, […]
1. Migraciones irregularizadas y control de las movilidades transfronterizas
Uno de los rostros más excluyentes de la globalización neoliberal y su creciente desigualdad son las migraciones forzadas internacionales, que frecuentemente se dirigen desde el sur hacia países del norte global. Estas movilidades humanas transfronterizas e irregularizadas son producidas por múltiples procesos. Por un lado, están las causas estructurales que generan los contextos de expulsión de miles de personas (falta de trabajo, bajos salarios, crisis económicas, entornos violentos, impactos de desastres naturales), así como las dinámicas de producción trasnacionales con una alta demanda de mano de obra (fuerza laboral) en ciertos países (que tiene una necesidad constante de trabajadores precarizados y mal pagados). Por otra parte, las migraciones también están constituidas por la capacidad de acción de los migrantes y la interpelación que hacen de sus adversas condiciones de vida (particularmente en relación con los Estados nacionales de origen, tránsito y destino que nos los reconocen como sujetos con derechos).
En las Américas, una de las movilidades humanas más numerosas, precarizadas y expuestas a procesos de violencia es la que parte de los países del Triángulo Norte de Centroamérica y se dirige a Estados Unidos (EU) a través de su paso por México. Los grupos y poblaciones migrantes en su tránsito por el territorio mexicano sufrían y sufren diversos agravios y agresiones, y, ya desde antes de la emergencia sanitaria de la pandemia, México como país bisagra (entre Centroamérica y EU) se había vuelto desde hace años en un dispositivo de contención migratoria, en el que se concretaban los procesos de externalización de fronteras (en el marco de la agenda anti inmigrante y de criminalización que la administración Trump había impuesto en las regiones de Centro y Norteamérica).
Sin embargo, en el contexto específico del primer año de la pandemia del Covid19 en México, varios de estos procesos sólo se acrecentaron y tuvieron un mayor impacto sobre los grupos migrantes.
2. Cambios en las migraciones en el contexto de la pandemia del Covid19
De acuerdo con lo documentado por diversas organizaciones de atención a migrantes (Sin Fronteras, Programa Casa Refugiados, Espacio Migrante Tijuana, entre otras) y durante el primer año de la pandemia del Covid19, han acontecido diferentes cambios en las migraciones transfronterizas, que han afectado a los migrantes y sus redes de apoyo, y en los que se han visto involucrados diferentes gobiernos (de EU, México y Centroamérica).
Por una parte, las movilidades transfronterizas y el número de migrantes disminuyeron en 2020. No obstante, ya desde finales de 2020 y durante 2021 estas movilidades transfronterizas se han incrementado nuevamente. Además, el año pasado se vieron procesos de estigmatización y racismo hacia los migrantes, y el incremento de su invisibilidad y vulnerabilidad. Se produjo una precarización socio material de los migrantes, particularmente en la reducción de los empleos temporales que les permitían sobrevivir, pero también en la disminución de apoyo de las organizaciones y grupos pro migrantes (debido a la pandemia). Esto ha tenido un efecto negativo y ha deteriorado la salud mental de los migrantes, además de presentarse una aguda carencia de acceso a servicios de salud para estas poblaciones en movilidad.
En lo respectivo a las organizaciones pro migrantes y de defensa de derechos humanos, las redes de apoyo y los albergues para migrantes disminuyeron su actividad debido al Covid19. También se observó una reducción y precarización del monitoreo de las organizaciones de la sociedad civil sobre la migración y los derechos humanos de los migrantes. Aunado a esto, en diversos albergues en diferentes lugares del país (sur, centro y norte) fue muy difícil garantizar los protocolos sanitarios, y algunos de ellos cerraron, mientras otros más redujeron su actividad. También se presentó una dinámica de mucha desinformación.
Finalmente, y en el marco de ese primer año de la pandemia (2020), en lo referente a las políticas de la (in)movilidad, los gobiernos de EU y México acentuaron las políticas de restricción y castigo de la movilidad transfronteriza irregularizada. En este contexto, acontecieron detenciones generalizadas (con los casos drásticos de la niñez y las familias). Además, se dieron procesos de deportaciones expeditas y en ciertas estaciones migratorias no se garantizaron los protocolos de seguridad sanitaria para el Covid19. A esto se sumó una temporal suspensión de programas estatales hacia migrantes (solicitudes de refugio, entre otros). Todo esto aconteció en el marco de la criminalización de los migrantes y sus movilidades, proceso de violencia apuntalado y promovido a nivel regional por la agenda anti inmigrante del entonces gobierno estadounidense de Trump.
3. Migraciones, violencias y escenarios convulsos
En el marco de los escenarios previamente descritos, y con base en lo documentado por diferentes organizaciones en México (Sin Fronteras, Programa Casa Refugiados, Espacio Migrante Tijuana, entre otras) en el transcurso del año 2020, hay una serie de acciones concretas urgentes:
1) La detención no puede ser más el eje de la estrategia de control y disuasión migratoria. En este sentido, se requiere una revisión de los marcos jurídicos y procedimientos administrativos hacia migrantes y refugiados.
2) Es necesario generar entornos solidarios (en el tránsito) para los migrantes, y pasar de la asistencia humanitaria a la construcción de comunidades plurales y receptoras.
3) Urge incrementar la infraestructura nacional e internacional de atención a migrantes y refugiados.
4) Es imprescindible una comprensión profunda de las causas de las migraciones (pobreza, descomposición política, violencia, impactos medioambientales); y más si dichas causas, no sólo no cambian en el contexto de la pandemia, sino que se acentúan aún más.
5) Finalmente, es imprescindible el reconocimiento de los migrantes como sujetos sociales y políticos, y una visión que asuma deliberadamente la condición de migrantes forzados y refugiados de las poblaciones en movilidad transfronteriza, y cómo éstas tienen diferentes necesidades, proyectos y deseos.