El informe titulado Bajo presión, de la ONG suiza OceanCare, investiga el estado de conservación de las 33 especies de cetáceos que habitan regularmente las aguas europeas.
“Entre 2010 y 2020 Groenlandia, Noruega y las Islas Feroe mataron más de 50.000 ballenas, delfines y Marsopas”, a pesar de su protección “sobre el papel”, destaca el documento de 144 páginas publicado en abril. A la caza de cetáceos, se añaden impactos negativos como la contaminación de los mares, el ruido submarino, las derivadas de capturas accidentales por parte de las flotas pesqueras o el enredo en los aparejos de pesca abandonados.
Según una de las autoras y miembro de la Facultad de Pesca de la Universidad de Estambul, Ayaka Amaha Özturk, “las capturas incidentales son la amenaza más grave para algunas especies de cetáceos, como las marsopas del Báltico y el Mar Negro o los delfines comunes del Golfo de Vizcaya”. Surgida en 1989, OceanCare trabaja por la protección de la fauna marina mediante proyectos de investigación y conservación, además de campañas de educación ambiental; desde 2011 cuenta con un estatus consultivo especial en el Consejo Económico y Social (ECOSOC) de Naciones Unidas. La siguiente entrevista con el portavoz en España de OceanCare, Carlos Bravo Villa, se realiza por correo electrónico.
-El informe se subtitula “La necesidad de proteger las ballenas y delfines en aguas europeas”. ¿Existe una protección jurídica por parte de la UE hacia estos mamíferos marinos?
Los cetáceos que viven en los mares europeos (33 especies de ballenas, delfines y marsopas) se enfrentan a un futuro incierto pese a que, sobre el papel, se encuentran entre las especies de fauna silvestre mejor protegidas del planeta. En teoría disfrutan de un marco legal de protección avanzado y amplio pero, en realidad, viven «bajo presión» de extinción, debido a una serie de graves amenazas que ponen seriamente en riesgo su supervivencia. Este riesgo es, paradójicamente, para algunas de esas especies, mayor en Europa que en otras regiones del mundo que tienen marcos jurídicos más laxos.
Respecto a la legislación, además de la propia de la Unión Europea, como la Directiva de Hábitats y la Directiva Marco de la Estrategia Marina (MSFD, por sus siglas en inglés), los cetáceos europeos están incluidos en una serie de acuerdos, convenios y reglamentos internacionales, que deberían proporcionarles una protección adecuada. Entre estos últimos, dos acuerdos regionales centrados exclusivamente en los cetáceos, en concreto: ASCOBANS (para proteger a los pequeños cetáceos en los mares del Norte y Báltico) y ACCOBAMS (que protege a todos los cetáceos en el Mediterráneo, el Mar Negro y las aguas adyacentes).
-¿Se cumple en la práctica con estas leyes y acuerdos?
Pese a toda esta amplia protección legal sobre el papel, lo cierto es que todavía se cazan miles de ballenas y delfines en aguas europeas y, por otra parte, miles de cetáceos mueren en las redes de pesca legales e ilegales en todas las aguas europeas cada año, o por enredarse en aparejos de pesca abandonados, perdidos o descartados en el mar (“redes fantasma”). Así mismo, están constantemente expuestos a la contaminación acústica del transporte marítimo, de las prospecciones submarinas de petróleo y gas y las actividades militares y viven en aguas contaminadas llenas de residuos plásticos. También están contaminados por productos químicos que afectan negativamente a su sistema inmunitario y a sus tasas de reproducción; además de todo esto, se enfrentan a la amenaza subyacente para su supervivencia que supone el cambio climático.
En resumen, las aguas europeas se encuentran entre los mares más contaminados y peligrosos del mundo. Si queremos darles a esas ballenas y delfines, que se reproducen lentamente, la oportunidad de sobrevivir frente a nuestras costas, es necesario pasar de inmediato de las palabras a los hechos. Hay que hacer cumplir la legislación y las disposiciones de conservación existentes y sancionar rigurosamente cualquier infracción. La Unión Europea y los Estados miembros deben aplicar estrictamente las medidas de protección necesarias, actuando de una manera más rápida, más preventiva y más coordinada.
-La investigación menciona el ejemplo de la población de orcas en el Estrecho de Gibraltar, que suma menos de 40 ejemplares. ¿Qué otras especies y en qué lugares se hallan especialmente amenazadas?
Cuando se analiza, siguiendo los parámetros de la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), el estado de conservación de esas 33 especies de cetáceos para medir su riesgo de extinción, se puede concluir que éstas están considerablemente más amenazadas en Europa que a nivel mundial y también que existe un mayor nivel de incertidumbre sobre el estado de algunas especies en aguas europeas. La preocupación por el estado global de los cetáceos en Europa sería probablemente significativamente mayor si se llevaran a cabo las evaluaciones recomendadas de algunas subpoblaciones.
Las más preocupantes son las orcas del Estrecho de Gibraltar, que ha sido reconocida recientemente como un grupo diferenciado y designada inmediatamente como en peligro crítico de extinción, que suman menos de 40 ejemplares; los menos de 50 delfines comunes que quedan en el Golfo de Corinto (Grecia) y las menos de 500 marsopas comunes que quedan en el Mar Báltico. Todos están clasificados como «en peligro crítico de extinción», el nivel de máxima amenaza dentro de la Lista Roja de la UICN. La ballena franca del Atlántico norte también está incluida en la misma categoría con menos de 400 individuos, de los cuales la mayoría vive en el lado americano del Atlántico, lo que significa que esta especie ya está técnicamente extinguida en la parte europea del Atlántico.
-¿Qué países europeos destacan por las capturas de ballenas, delfines y marsopas? ¿Se realizan con un objetivo comercial? ¿Pueden considerarse cazas ilegales?
Muchos ciudadanos europeos se sorprenderían de saber que, en los últimos diez años, entre 2010 y 2020, se han matado más de 50.000 ballenas, delfines y marsopas en cacerías directas en aguas del norte de Europa, de los territorios autónomos de Groenlandia y las Islas Feroe, que pertenecen al Reino de Dinamarca, así como de Noruega e Islandia.
A pesar de reconocer las amenazas a las que se enfrentan los cetáceos, Dinamarca, Noruega e Islandia todavía cazan a estos mamíferos marinos por motivos claramente comerciales. Estas capturas socavan sustancialmente las iniciativas de conservación emprendidas por otros países europeos y, en el caso de Noruega, desafían la moratoria mundial sobre la caza comercial de ballenas.
La mayoría de las veces, la caza no tiene en cuenta que las especies objetivo se enfrentan a otras amenazas, y que las capturas directas pueden exponer a algunas poblaciones a una presión innecesaria e insostenible. Más allá de la matanza y la eliminación de individuos, estas cacerías pueden también tener un impacto negativo en el bienestar, el potencial reproductivo y la organización social de las poblaciones de las que son extraídos.
La captura deliberada de todas las especies de cetáceos debe ser prohibida por todos los Estados europeos. Sólo podría permitirse para las comunidades indígenas si es con verdaderos fines de subsistencia y si están sujetas a la estricta supervisión y revisión periódica de la Comisión Ballenera Internacional (CBI).
-¿Qué importancia tienen otros factores como las capturas accidentales?
Las capturas accidentales en las operaciones de pesca, legales e ilegales, destacan como una amenaza extremadamente grave para los cetáceos, pues miles de ejemplares mueren cada año en aguas europeas por este motivo.
-¿Pueden adoptarse medidas para evitarlas?
Es imperativo que se controle la captura accidental y que se tomen inmediatamente medidas coordinadas para acabar con ella. El atrapamiento de los cetáceos en las redes es también un problema importante de bienestar, ya que, por ejemplo, algunos de los cetáceos más grandes son susceptibles de arrastrar los aparejos de pesca y luego sufrir una muerte lenta y dolorosa.
Las medidas de gestión de las pesquerías deben incluir planes de acción específicos para reducir y, en última instancia, eliminar las capturas accidentales, incluyendo medidas para garantizar su aplicación.
Se precisan vedas espaciales y temporales para evitar las capturas accidentales a gran escala. Deben cerrarse todas las pesquerías problemáticas y también es necesario poner fin inmediatamente a la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada (INDNR) y aplicar las sanciones correspondientes.
Son prioridades máximas la eliminación de las redes fantasma y la prevención de la pesca ilegal con redes de deriva.
-¿Y en cuanto al impacto del cambio climático?
Una de las amenazas más graves a las que se enfrenta la biodiversidad marina (incluidos los cetáceos) es la de la emergencia climática. Debido al calentamiento global del planeta, el consiguiente aumento de las temperaturas oceánicas y la cuestión relacionada de la acidificación de los océanos están afectando a los cetáceos en aguas europeas.
Los impactos directos incluyen el estrés térmico, mientras que los impactos indirectos se refieren a los cambios en la disponibilidad o distribución de las presas. El cambio climático tiene el potencial de afectar a los patrones de migración y a la estacionalidad de la reproducción, al tiempo que aumenta la aparición de epizootias. Mientras que algunas especies pueden ser capaces de adaptarse, por ejemplo cambiando su área de distribución, otras no. Las subpoblaciones de cetáceos que viven en cuencas cerradas como el Mar Negro pueden estar expuestas a un mayor riesgo.
En ese sentido, la prohibición de nuevos proyectos de exploración de petróleo y gas y la eliminación progresiva pero urgente de las actuales concesiones de explotación de estos hidrocarburos no sólo ayudaría a hacer frente al cambio climático, al permitir avanzar en la necesaria descarbonización de la economía, sino que también eliminaría una de las fuentes más graves de ruido submarino provocado por el hombre en las aguas europeas.
-¿Implica algún riesgo para los delfines y las ballenas el avistamiento de cetáceos vinculado a la industria del turismo?
La observación de ballenas y delfines se ha promovido como una forma de animar a los países a poner en valor sus poblaciones de cetáceos, en lugar de cazarlos. Sin embargo, esta forma de turismo de naturaleza puede provocar daños a los cetáceos si se hace de mala manera.
En algunas áreas, la falta de regulación de la industria del avistamiento de cetáceos ha puesto en riesgo a ciertas poblaciones por el aumento de las molestias y del tráfico de embarcaciones, lo que puede afectar negativamente el comportamiento de los cetáceos y a veces provocar su expulsión del área.
Las excursiones de avistamiento de cetáceos deben estar sujetas a un sistema de permisos que incluya la definición de la capacidad de carga a nivel regional. También debe establecerse un sistema de certificación que promueva la observación de cetáceos de alta calidad. Esta actividad también debería incorporar siempre contenidos educativos, científicos y de conservación.
-“El mar Mediterráneo, así como partes del mar de Groenlandia y del mar de Barents, son puntos críticos de residuos plásticos”, subraya el informe. ¿Con qué consecuencias para los cetáceos?
Son puntos críticos de residuos plásticos, incluyendo macro y microplásticos. El mar Mediterráneo ha sido identificado como una «zona de gran acumulación de residuos plásticos» en la que la densidad media de plástico es comparable a la descrita para los otros cinco giros oceánicos, con una elevada relación entre la abundancia de microplásticos y la de plancton.
Los cetáceos que ingieren o se enredan en los residuos plásticos pueden sufrir impactos negativos a largo plazo, o morir por las lesiones. La reducción de la cantidad de plásticos y la eliminación de las redes fantasma y otros aparejos desechados pueden contribuir a la conservación de los cetáceos.
-OceanCare investiga asimismo los impactos del ruido submarino. ¿Cuál es el origen?
Un problema de gravedad creciente al que se enfrenta la fauna marina, muy particularmente los cetáceos, pero no solo ellos, es el ruido submarino producido por las actividades humanas. Éste ha sido reconocido como un contaminante crítico que afecta negativamente a los ecosistemas marinos mundiales en numerosos estudios científicos.
El informe titulado Bajo presión, de la ONG suiza OceanCare, investiga el estado de conservación de las 33 especies de cetáceos que habitan regularmente las aguas europeas. A escala mundial, el transporte marítimo comercial es una de las principales causas del ruido submarino, dado que alrededor del 80% del comercio mundial (en volumen) se realiza por mar. Cada año navegan cerca de 120.000 buques comerciales -de tamaño medio a muy grande- como petroleros, portacontenedores, cargueros, graneleros, además de cruceros y transbordadores.
Estos buques, en su navegación, suelen producir sonidos de baja frecuencia que pueden propagarse a enormes distancias en todas las direcciones. Esto se debe principalmente al fenómeno de cavitación producido por las hélices, es decir, la formación de millones de pequeñas burbujas de vapor en el agua, que implosionan provocando ondas de presión audibles.
-¿Y en cuanto a las consecuencias del ruido submarino?
El efecto causado por la navegación marítima, considerada en su conjunto, equivale a una especie de «niebla» acústica permanente y en constante aumento que enmascara los sonidos naturales y altera el comportamiento de los animales, ya que este ruido, por sus características, interfiere en las frecuencias utilizadas por diversos tipos de ballenas, delfines, focas, peces y otros animales marinos para el desarrollo de sus actividades vitales.
-Por último, ¿es posible poner freno a la contaminación acústica?
Para evitar este problema, entre otras medidas, es necesario promover -e imponer, cuando sea posible- reducciones y limitaciones de velocidad en el transporte marítimo. Esta medida operativa es la de mayor eficacia en términos de coste y también conlleva múltiples beneficios ambientales pues contribuye significativamente a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero así como de contaminantes atmosféricos como el NOx (óxidos de nitrógeno), las partículas o el carbono negro y además reduce el riesgo de colisiones letales de cetáceos con los barcos.